Partida Rol por web

Observo el extraño shuriken. No me gusta que me sorprendan de ese modo, parece que quién me acecha o tiene mala puntería no quiere joderme. Espero que sea la segunda que para ser sinceros menuda nochecita. Adoptando mi personaje de nuevo pregunto al aire:

- ¿Quién me acecha en esta oscura noche? ¿Un vampiro alado quizá?

Reviso a mi alrededor en busca de un movimiento, de un roce de la ropa al moverse entre las sombras. Algo que me permita localizar al cazador que me está acechando. Mi vista está adaptándose a la oscuridad de nuevo, espero poder verlo o detectar al menor por donde se mueve.

Me muevo con cautela intentando buscar una protección para no darle demasiadas facilidades si decide ser enemigo en vez de amigo. Vuelvo a entornar con acento inglés:

- Murciélago que acechas en la noche, ¿soy acaso presa o prefieres entablar conversación?

Aunque debía recordarme constantemente la importancia de no confiarse, lo cierto es que cada paso que dábamos atravesando aquella explanada plagada de obstáculos me hacía sentir más cerca de la victoria. No una victoria en el sentido de vencer una guerra, sino de salir con bien de aquella misión exitosa. Teníamos el "paquete", una terminología militar que no me parecía agradable dada la naturaleza del mismo, y parecía que íbamos a lograr sacarla de allí con vida e ilesa. Al menos, si exceptuábamos el más que probable resfriado que pillaría la pobre con el frío que estaba pasando con la ropa y el pelo empapados.

Siguiendo los pasos de aquella mujer, Misery, llegamos al extremo del aparcamiento, y ya desde allí, oyendo a lo lejos los disparos que aún se estaban produciendo en el hangar y sus aledaños, pude divisar mi moto. Curiosamente, no estaba sola, sino que tenía una segunda motocicleta a su lado, que parecía ser la de mi acompañante.

Vaya, señorita, voy a terminar pensando que lleva toda la noche siguiéndome... -Me atreví a bromear con la justiciera, mientras salíamos de entre los vehículos y nos aproximábamos a las motos.

Sin embargo, detuve mis pasos un instante al comprobar que mi moto tenía algo inusual. Conocía bien mi moto, de modo que habría reconocido incluso una pieza fuera de lugar, pero aquello era algo realmente descarado. Volví a caminar, con cautela eso sí, hasta alcanzarla lentamente. Parecía algo clavado al asiento, una especie de chapa metálica recortada con diversas puntas afiladas... ¿con forma de murciélago? Me parecía algo extraordinariamente teatral, y no tardé en percatarme de que la otra moto tenía otra similar.

¿La seña de identidad de alguna banda? -Pregunté a Misery, mirando en derredor. ¿Una advertencia de quienes controlaban el puerto? No daba la impresión de que nadie lo controlase demasiado, algo de lo que daban buena cuenta los disparos que aún se escuchaban, pero quién sabía. Senté a Lis en la parte trasera del asiento, asegurándome de que no se cortase con aquella cosa, y abrí una de las alforjas de la moto, rebuscando hasta dar con una pequeña manta de viaje enrollada con una lazada. Formaba parte del clásico pack de regalo que daban al adquirir la moto, aunque quizás me la hubieran dado al comprar las propias alforjas. Ya no me acordaba. Liberé la lazada y extendí la manta hasta envolver a Lis con ella, frotando sus brazos durante unos instantes en un intento de que entrase en calor. Entonces arranqué aquella cosa del asiento y la inspeccioné de cerca- Podrían haberlo dejado sobre el asiento, en lugar de rajar el cuero, ¿no crees? -Bromeé guiñando un ojo a la pequeña, antes de volverme hacia Misery- ¿A ti te suena de algo?

Tan sólo el silencio reinante, salpicado por los disparos lejanos, cada vez más distanciados, responde a tus palabras. Si el que ha arrojado ese shuriken con forma de murciélago no pretendía dañarte con él, desde luego tampoco era su intención entablar conversación. Pero entonces... ¿Cuál era?

Visto que nadie responde, decido hacer lo que llevo toda la noche deseando. Llego hasta mi moto con suma cautela y monto en ella, primero la muevo sin hacer demasiado ruido, alejándome lo posible para luego encenderla y salir cagando leches de allí. Conduzco hasta la entrada de los muelles y allí me reúno con el resto que ya se ha montado en sus vehículos. Les hago un gesto para que me vean y sobretodo para que no me disparen inmediatamente pensando que soy un enemigo o algo parecido.

No resultó difícil abandonar aquella explanada esquivando vehículos, tras lo que dimos con el hangar por el que había llegado a la nave. Lo hicimos relativamente rápido, y de manera cautelosa, caminando yo por delante de Allan; quien continuó llevando a mi pequeña, la cual parecía sentirse más segura con él.

¿Quién no se sentiría más seguro con alguien como él?

Aquel pensamiento hizo que me planteara lo curioso que era que mi hija pareciera confiar tanto en aquel hombre. Se la había ganado por segunda vez aquella noche, y en muy poco tiempo, estando también en su contra en aquella segunda ocasión la peligrosidad de la situación. Jefferson parecía el tipo de político que necesitaba Metro City, alguien en quien de verdad se pudiera confiar, alguien comprometido hasta aquel punto con la ciudad; aunque me preocupaba que aquella labor clandestina interfiriera en su posible y probable labor política.

Pero mucho más me preocupaba en aquellos momentos el poder dejar a mi hija sana y salva en casa, así que no tardé en dejar aquel asunto a un lado, llegando finalmente los tres al lugar donde había dejado mi moto; o mejor dicho, la moto de uno de aquellos desgraciados responsables de lo que Liss había tenido que sufrir, y de lo que mi familia y aquella ciudad estaba sufriendo. Apreté los dientes un instante, hasta que la rabia que sentía cesó al percatarme de que había sido mi protegido el responsable de parte del escenario que me había encontrado al llegar. Aquel matón noqueado sin duda había sido cosa suya, perteneciéndole la moto junto a la cual había aparcado la que yo utilizaba.

No habíamos dado alcance a los vehículos cuando escuché a Armour bromear, deteniendo mi respuesta el objeto metálico que vi clavado en ambas motos. Con aquel sonido de lucha de fondo me detuve, mirando alrededor. Allí no parecía haber nadie, y resultaba lógico pensar que cualquiera de aquellos terroristas estaría enzarzado en el combate que aún continuaba activo.

El justiciero fue el primero en aproximarse a su moto, preguntándome pronto por aquel objeto que parecía imitar un murciélago.

- Podría ser, aunque también que se trate de un sólo individuo. - comencé a decir, acercándome a la moto que me había llevando hasta allí y arrancando aquel objeto, tras lo que empecé a inspeccionar este mientras Allan atendía a mi pequeña. - Lo que está claro es que se trata de algún tipo de mensaje, y me resulta difícil pensar que venga de a quienes acabamos de enfrentarnos. Después de todo, los hemos tenido frente a frente. Pero alguien combate contra ellos ahora... - musité aquellas últimas palabras pensativa, y algo preocupada, antes de responder a la pregunta que Allan formulaba tras bromeas con Liss. - En principio no, pero puedo investigarlo. - afirmé mirando al justiciero.

Guardé el objeto y me subí a la moto, dispuesta a partir de allí cuando mi hija y mi protegido estuvieran listos, quería sacar de allí a Liss cuanto antes.

- Parece que tendremos que reunirnos con el arquero en la entrada, espero que no tarde en llegar. - le dije Armour, no tardando en añadir algo más. - Respecto a eso de seguirte... Ya hablaremos sobre quién sigue a quién. - respondí finalmente a su chascarrillo con un ligero tono de humor.

La conversación entre ambos justicieros, apremiados por la necesidad de partir y por el cuidado a la pequeña Lis, a quien Armour logra secar a medias con la manta y cubrirla para resguardarla de la brisa fría de la noche, se ve interrumpida al percatarse ambos, prácticamente al mismo tiempo, de algo.

Y es que, al tomar entre sus manos aquellos objetos que habían quedado aguardándoles en sus motos, se dan cuenta de que en una de sus caras hay algo grabado en el metal, unas letras pequeñas que exigen que ambos se acerquen el murciélago a los ojos para lograr leerlo correctamente.

La Hermandad del Murciélago tiene el honor de invitarle a una reunión,
si realmente desea combatir el mal que asola este mundo
(por supuesto, cuando haya terminado, y de riguroso uniforme)

Bajo aquellas indicaciones aparece una dirección, que se corresponde con un barrio periférico de Metro City, un lugar tranquilo, con multitud de fábricas y edificios de trabajadores de las mismas.

Armour y Misery no tienen tiempo para compartir sus impresiones acerca de lo que acaba de llegar a sus manos. Lejos de ello, el temblor en los morados labios de la niña les acucia a partir cuanto antes, sabedores además de que han quedado con el arquero en la entrada de los muelles. Ambos recorren a lomos de sus motos el muelle, evitando las zonas en que aún se oyen disparos cada vez más aislados, lo que supone dar un pequeño rodeo por calles alejadas, hasta alcanzar la salida del puerto.

Allí se encuentra ya esperando el justiciero medieval, sobre su propia motocicleta. No hay mucho tiempo, especialmente porque la niña, que viaja sentada delante de Armour y abrazada a su torso con una suave manta de viaje rodeándola, tiembla bastante. El escudo del justiciero reposa delante de la cúpula parabrisas de su moto, protegiendo su frontal gracias a unos enganches artesanales que parecen haber sido acoplados para tal efecto, y que en este momento sirven para ofrecer a la pequeña una protección adicional, no sólo de cara a posibles peligros, sino también parapetándola del aire.

Aún así, al arquero no le pasa desapercibido un pequeño objeto que ambos justicieros portan, ya que ambos se los han guardado en sus cinturones por las prisas y sobresalen de los mismos, quedando a la vista. Se trata de dos piezas de metal oscuro, planas y con múltiples puntas afiladas. Dos chapas con forma de murciélago.

Veo que han tenido un encontronazo con un murciélago.

- Así que también os habéis encontrado con un vampiro acechando entre las sombras ¿no? ¿Hizo lo mismo de lanzar ese shuriken y desaparecer? - les pregunto a mis dos compañeros de aventura mientras intento ver si me suena de algo ese signo. 

Demasiadas preguntas eran las que habían quedado en el aire, pero no disponíamos de demasiado tiempo para entretenernos con ellas. Misery y yo pusimos rumbo a la salida del puerto, evitando las calles que presuponíamos más concurridas, aquellas en que resonaban los ecos de los disparos cada vez más distanciados. Por fortuna, nuestra ruta no nos deparó sorpresa alguna, y pronto nos encontramos en el punto de reunión, donde nos aguardaba el arquero con su propia motocicleta.

Fue nada más detenernos que el encapuchado dijo algo que no terminé de entender, hasta que me di cuenta de que posaba su mirada en la chapa de metal que había encontrado en mi moto, y que portaba en el cinturón sobresaliendo bien a la vista.

¿Vam... piro? Ni eso, ni lanzamiento de shurikens, lo siento. Nuestra historia no es tan interesante. Estaban en nuestras motos. -Reconocí frotando los hombros de Lis con la manta. Parecía haber entrado un poco en calor, pero no me sentiría tranquilo hasta saberla en su hogar bien arropada por su familia, durmiendo para olvidar aquella noche- ¿Sabes tú algo de esa Hermandad? -Le pregunté, y por su reacción creí entender que no sabía de qué le estaba hablando- Espera, miraste el texto grabado, ¿no? -Ante la duda, saqué mi propia pieza y se la mostré, señalando la cara donde estaba el texto, unas letras pequeñas que exigían acercarse el murciélago a los ojos para lograr discernir su contenido.

La Hermandad del Murciélago tiene el honor de invitarle a una reunión,
si realmente desea combatir el mal que asola este mundo
(por supuesto, cuando haya terminado, y de riguroso uniforme)

Bajo aquellas indicaciones aparecía una dirección, que se correspondía con un barrio periférico de Metro City, un lugar tranquilo, con multitud de fábricas y edificios de trabajadores de las mismas.

Hermandades secretas aparte, ¿tenéis alguna idea acerca de cómo entregar a la niña a su familia? Yo tengo su dirección, pero desconozco si habrá alguien allí a quien dejársela, o si estará el lugar plagado de policías. Y sólo hay dos o tres policías en toda la ciudad a quien le entregaría a la pequeña con confianza. -Los únicos tres que conocía y que eran parte de su familia: su madre, su abuela, y su tío.

- A mí me lo lanzaron...la verdad que no fueron tan amables conmigo que con vosotros... - digo mientras pienso que yo al menos tuve cerca a uno de ellos y no he podido ni verlo - No he leído nada, me lo tomé como un ataque la verdad. De alguien que podría haberme matado sin que me diera cuenta... - añado sabiendo que de haber querido ese vampiro atacarme no hubiera podido hacer mucho. Ya que sólo me quedaba una flecha. - Sobre la hermandad no me suena demasiado...no llevo mucho tiempo en esto si os soy sincero.

Armour quiere entregar a la niña, pero si no se fía de la pasma habrá que improvisar.

- Una forma es entregársela a la prensa así nadie podrá hacer nada contra ella y se la devolverán a la familia con tal de grabar el emotivo encuentro. Si no te fías de la policía en general, los buitres con cámara podrían ser la solución. 

La conversación que manteníamos se vio interrumpida al darnos cuenta de que aquel objeto de metal contenía un mensaje más explícito del que ya suponía aquella forma animal, uno grabado que resultaba difícil de ver.

¿La Hermandad del Murciélago?

No entendía de qué iba aquello, surgiendo demasiadas preguntas en mi cabeza ante aquella información. Aun así, en otro momento no hubiera dudado en acudir a la mencionada cita, pero ahora... Combatir el mal no podía ser mi prioridad, me había equivocado claramente.

Guardé el trozo de metal con rapidez, poniéndonos en marcha del mismo modo ante el estado de mi pequeña y el hecho de que habíamos quedado con el arquero en la entrada. Allí estaba, sobre su moto, cuando llegamos tras evitar lo que podrían resultar zonas conflictivas.

Al encapuchado en seguida parecieron llamarle la atención aquellas peculiares placas de metal, dejando claro que había sufrido un pequeño percance antes de reunirse con nosotros. Armour le aclaró lo necesario, preguntándole además si sabía algo de aquella hermandad y mostrándole el misterioso mensaje.

Aún no habían terminado de hablar, relatando mejor el arquero su experiencia y respondiendo a la formulada pregunta, cuando me concentré en hacer memoria y empleé los recursos a mi alcance para averiguar algo sobre el extraño grupo.

Me aparté un par de pasos, con la seguridad de que Allan cuidaba de mi hija, y rocé ligeramente la patilla de mis gafas para comenzar la búsqueda tras desbloquear el sistema de seguridad con mi huella dactilar. Había empezado a buscar, emitiendo órdenes en voz baja, cuando tuve que detenerme al cambiar el tema de conversación de los dos hombres.

Giré mi rostro hacia ellos, escuchando en silencio lo que el enmascarado exponía sobre el modo de dejar a Liss sana y salva con su familia. Antes de que me pronunciara lo hizo el encapuchado, ofreciendo una alternativa que me indignó por completo.

- ¡Por encima de mi cadáver! - solté con más vehemencia de la que me hubiera gustado, tratando de rectificar en seguida mi tono. - No podemos hacerle eso a la pequeña... ¿Quienes son esos policías? Puede que estemos pensando en los mismos. - comenté, terminando por mirar a Armour. - Deberíamos tratar de contactar con Ethan Whedon. Tengo entendido que no le cae muy bien la gente como nosotros, pero no tiene por qué saber que va a encontrarse con unos justicieros, ¿no? - les dije con media sonrisa.

Mi primer pensamiento había sido dejar a Liss con su abuela, pero lo más probable era que ella misma hubiera mandado intervenir sus líneas por si los terroristas trataban de ponerse en contacto. Sólo tenia que lograr ser yo quien hablara con mi hermano, y así podría asegurarme de que podríamos llevarle a su sobrina sin contratiempos.

Cuando llegáramos a alguna conclusión, continuaría con mi búsqueda, tratando de obtener la mayor información posible sobre aquel enigma con forma de murciélago.

Lo cierto es que, si bien en un principio a Montaraz no le sonaba en absoluto eso de la Hermandad del Murciélago, observando más detenidamente ese murciélago de metal oscuro sí que hay algo en él que le termina resultando familiar. Tal vez sea algo que haya leído en alguna revista de curiosidades, en la prensa amarilla o en alguno de esos programas de pseudo periodismo de investigación que emiten a altas horas de la madrugada, donde lo mismo hablan de teorías de la conspiración que de avistamientos de OVNIs.

El caso es que, si bien el nombre no le dice nada, el murciélago le recuerda a una sucesión de crímenes con patrones comunes que algún periodista había relacionado por diversas capitales de todo el mundo. Se trataba todo de crímenes sin resolver, cuyas víctimas eran siempre miembros del crimen organizado, y las teorías de los investigadores que recuerda el arquero seguían la línea de un asesino a sueldo internacional que los mafiosos con mayor poder contrataban para ejecutar a la competencia.

A la agente de policía no le suena en absoluto eso de la Hermandad. Tampoco el símbolo que les han dejado, ese murciélago de metal afilado. Sin embargo, la justiciera cuenta con recursos adicionales, y no tarda en ejecutar los protocolos de búsqueda de información de sus gafas, que realizan una búsqueda en la base de datos interna que cada cierto tiempo actualiza en el trabajo con información extraída de las bases de datos policiales a las que como agente tiene acceso.

Gracias a ello, logra encontrar una coincidencia. Se trata de un caso de hace algunos años. La muerte de un capo de la mafia italiana en Metro City, que se atribuyó a un ajuste de cuentas por parte de alguna otra familia, pero ejecutado por un profesional. Murieron, además del mafioso, trece hombres más, todos guardaespaldas o miembros de su organización. Lo curioso es que, según los informes, ni uno sólo de ellos murió por arma de fuego. Y sí, siempre según el informe, se encontró un buen número de piezas de metal de pequeño tamaño... En forma de murciélago.

El caso no ha sido resuelto, pero tampoco se encuentra entre los casos sin resolver de la base de datos de la Policía de Metro City. En su lugar, aparece como "transferido", ya que, aunque no consta el motivo, todos los datos del caso y la jurisdicción para su investigación aparecen como requeridas por el FBI.

Es al leer esas líneas que Melissa recibe el más duro golpe, al comprobar el nombre del agente federal que realizó el requerimiento.

El agente especial Aidan Dixon.

Lo cierto es que la propuesta de Montaraz me dejó ciertamente descolocado, algo que tardé unos instantes en disimular. No era una mala idea, en realidad. Es decir, tenía sentido... en cualquier otra ciudad del país. Pero era Metro City, y el arquero no parecía darse cuenta de hasta qué punto la corrupción estaba extendida por cada estrato de la sociedad local. ¿En qué periodista se podía confiar? ¿Cuantos no estarían en nómina, o no tendrían tanto miedo como para no entregar a la pequeña?

Iba a mostrar mis objeciones al plan cuando fue Misery quien se pronunció con una vehemencia excesiva que me sorprendió, debiendo parpadear un par de veces antes de recomponerme.

Sin duda se lo tomaba muy en serio, casi de un modo... personal.

De hecho, me preguntó por los policías a los que me había referido, pero antes de tener ocasión de responder fue ella quién hizo su propia propuesta. Casualmente, o tal vez no, era un nombre de mi lista, lo que me hizo entornar los ojos con suspicacia.

Pareces bien informada... -Comenté sonriendo, antes de dirigirme a Montaraz- Es el tío de la niña, hermano de su madre, la también policía Melissa Whedon. Ambos hijos de la Comisaria Snyder. Sólo entregaré a mi pequeña valiente a uno de esos tres, lo siento. -Expliqué dedicando un guiño a Lis al llamarla así- Esta no es una ciudad para fiarse de cualquiera, amigo. Nunca se sabe quién está en nómina. Pero esos tres policías son su familia, pase lo que pase la protegerán. -Me giré de nuevo hacia Misery- ¿Sabes cómo contactar con él? -Quise saber, incluso a pesar de que yo mismo tenía mis recursos para lograr aquello. Una llamada o dos, serían suficientes. Pero quería comprobar cómo se desenvolvía la pelirroja, que había despertado mi curiosidad- No tenemos por qué caerle bien, no es un concurso de popularidad. Se trata de recuperar a su sobrina, y creo que eso pesará más que sus prejuicios.

De hecho, era más que probable que el tío de Lis fuera la mejor opción posible. La comisaria estaría demasiado ocupada y rodeada de efectivos como para poder acercarse a ella, y la propia Melissa a saber lo que estaría haciendo, tratando de recuperar a su hija. No quería imaginarme por lo que estaría pasando.

Mi idea parece o haber cuajado, pero en este caso no es que me importe demasiado lo que se haga siempre que la niña esté bien. Es lo único que importa al fin y al cabo.

- Pues habrá que arriesgarse y acercarse a ese policía. De todas formas esta noche es la mejor para acercarse disfrazado a uno de ellos...ayer fue Halloween y puede que piensen que aún son disfraces... - comento - Así preguntarán antes que dispararnos. Si queréis puedo arriesgarme yo, no tengo flechas para disparar así que no es que sea de mucha ayuda ahora mismo en caso de que las cosas se pongan feas...

Sin flechas no soy demasiado útil, y ellos aún van armados. Pienso que para la siguiente debo llevar algún arma de repuesto por si las cosas se ponen feas durante tanto tiempo. Pienso en una pistola ballesta o algo tan simple como un tirachinas. Y para el cuerpo a cuerpo en una hoja retráctil para poder pelear y acuchillar a los míos. Aunque llevar un chukonu en la moto no estaría mal. Seguramente en youtube haya vídeos de cómo fabricar uno o algo que me pueda ayudar, tocará  informarse y luego ponerme manos a la obra. Todo lo que pueda construir con los materiales que mi padre posee en casa o en sus obras no llamarán la atención. 

- Creo que para la próxima fiesta tendré que ingeniar alguna sorpresa más, y mejorar bastante. El tipo duro de la espada es demasiado bueno para mis habilidades... - digo con sinceridad. Me hubiera gustado haberlo derrotado pero era muy superior y eso que éramos dos contra uno. Debo mejorar en el cuerpo a cuerpo de alguna forma y también con la espada, tocará ver muchos vídeos de esgrima y sobre todo practicar mucho.

Me resultó curioso el comentario de Armour acerca de que estaba bien informada, preguntándome si aun no sabía quién era. Aun así, no me preocupó, pues no creía que el arquero fuera a sospechar de mí por ello, ya que el enmascarado también dio cuenta pronto de toda la información con la que él contaba. Además, tampoco es que hubiéramos afirmado tener datos que no fueran públicos o fáciles de conseguir.

Tras informar al encapuchado de quién era Ethan, Allan también se mostró en desacuerdo con aquella idea de dejar a mi hija con la prensa, aunque por motivos en los que yo no había pensado en un inicio. No le faltaba razón, pero mi primer pensamiento había estado dirigido a que mi hija no continuara pasándolo mal teniendo que enfrentarse a un periodista que buscara una exclusiva y a la exposición de los medios de comunicación.

Ambos hombres parecían de acuerdo con entregar a Liss a su tío, y por las palabras que pronunciaron tras preguntarme Allan si tenía algún modo de contactar con Ethan, me dio la impresión de que veían en él a alguien inofensivo. Al que no veía nada inofensivo el arquero era al líder de los terroristas a los que nos habíamos enfrentado, pronunciándose sobre su necesidad de mejora. Aquello me hizo pensar en que no había estado para nada a la altura de las circunstancias, y es que si no hubiera sido por aquellos dos imprevistos compañeros seguramente no habría logrado rescatar a mi pequeña y aún me encontraría en el interior de aquella nave.

Quise concluir la búsqueda que tenía entre manos antes de sumergirnos en los detalles acerca de cómo procederíamos, y así lo hice, terminando por obtener una información que me dejó descolocada unos instantes. Lo último que esperaba encontrarme allí era aquel nombre. Aquello no tenía por qué significar nada, ¿pero y si no era así?

Tuve que hacer un gran esfuerzo por volver a centrarme, y tras meditar brevemente sobre las impresiones e ideas de ambos hombres sobre el culmen de aquella misión, volví a pronunciarme.

- Sé cómo contactar con Whedon. Por mucho que quiera a su sobrina, creo que deberíamos ser precavidos. Podría contactar con él y citarle en algún lugar. Armour y yo podríamos vigilar desde cierta distancia mientras “el-encapuchado-que-debería-haberse-presentado-ya” – le nombré con un ligero tono burlón. - le acerca a la niña. Tengo una idea para asegurarme de que vaya solo, si os parece bien podría ponerla en marcha... Confiáis en mi, ¿no? - finalicé con una sonrisa que mostraba más alegría de la que verdaderamente sentía.

Alcé una ceja y torcí mi cabeza cubierta por el casco ante la mención del arquero  que la noche anterior había sido la noche de Halloween. Era bien cierto, eso se lo concedía, que aún siendo domingo, precisamente por tratarse de un domingo festivo al haberse iniciado la campaña electoral municipal, era factible que hubiera gente disfrazada. Había fiestas privadas desperdigadas por la ciudad. Quizás llamásemos la atención menos que otros días del año.

Bueno, yo diría que nos las hemos apañado bastante bien, dadas las circunstancias... -Le concedía al ver al luchador ligeramente abatido por el duelo que al parecer había mantenido con un tío con espada. ¿El líder de aquellos malnacidos? Le había visto un arma así a la espalda- Éramos menos y ni siquiera nos conocíamos, y aún así hemos logrado salir. Quizás no sea para darnos una medalla, pero al menos una palmada en la espalda...

Tenía más o menos claro qué era lo que realmente podía marcar la diferencia, pero no parecía el momento ni la situación para decirlo. El ejército, mi formación militar en general y en las fuerzas especiales en particular, me había enseñado que la capacidad individual era primordial, pero que el trabajo en equipo era clave. La sincronización daba la victoria, y para ello era preciso trabajar codo con codo con la misma gente, entrenando cada movimiento, hasta estar seguro de saber con la exactitud de un reloj suizo lo que todo el mundo va a hacer sobre el campo de batalla. Y yo me había planteado aquella cruzada como una tarea individual, pues asumía que estaba sólo en ella, pero ¿y si no era así?

Mis ojos se entornaron de nuevo ante la seguridad con que Misery aseguraba poder contactar con el hermano de Melissa y concertar una cita con él, asegurándose de que acudiría sólo. Además, proponía que fuera el arquero quien la entregase mientras nosotros vigilábamos. Si iba a asegurarse de que acudiera sólo, ¿por qué quería vigilar? ¿Y por qué, si era ella quien concertaba esa cita, no pensaba acudir ella misma a entregar a la pequeña?

La única idea que se me pasaba por la cabeza... era una absoluta locura.

¿O no tanto?

Concierta la cita. -Dije finalmente, con seriedad, clavando en el reflejo de aquellos cristales mi mirada. ¿Se ocultaba tras ellos lo que empezaba a pensar?

- Podéis llamarme Montaraz - dije simplemente - No es que tenga un nombre molón como los vuestros...

La verdad es que ponerme un nombre no es lo que hubiera deseado, mejor que nadie te conozca o que el nombre te lo pongan tus enemigos. Mi idea era convertirme en un susurro entre los cabrones que pueblan las calles de la ciudad y que eso inflara su miedo. 

- Confío en ti así que hazlo. Cuanto antes devolvamos a la niña con sus padres, antes podremos conocer a esa liga y antes me podré meter en cama para dormir a pierna suelta unas cuantas horas...

Descansar me vendrá bien, me esperan unos días de investigación por la red. Saber las actuaciones de Armour y Misery para conocerlos un poco mejor, la prensa seguramente tenga datos útiles sobre sus apariciones si hay suerte. Si no tendré que investigar en los fotos de fanáticos de los enmascarados. Entre eso y pensar en un par de nuevas herramientas de trabajo que necesitaré para futuras noches tendré ocupada la cabeza.

Al escuchar a Armour tratar de consolar de alguna manera a quien se presentaría como Montaraz, me pareció que en el fondo no le faltaba razón. Sí, habíamos estado por debajo de aquellos tipos, y habíamos tenido mucha suerte en dar los unos con los otros visto lo visto; pero después de todo no había salido tan mal la cosa. Aun así, era más que comprensible la conclusión que había sacado el encapuchado sobre su necesidad de mejorar, y seguramente los tres pensáramos en la necesidad de ello aunque fuera en mayor o menor medida.

A pesar de la forma tan desenfada con la que les había propuesto dejar a Liss con su familia, me pareció que ambos hombres se mostraban serios al aceptar mi propuesta; especialmente Allan.

- Montaraz es un buen nombre, te pega. - le dije al encapuchado con una leve sonrisa. - Dadme unos segundos. Será mejor que me aleje para que no se filtren vuestras voces. - añadí antes de alejarme unos pocos metros, sacando entonces mi teléfono para hablar con Ethan.

Llamé a mi hermano como Melissa, contándole que un justiciero se había puesto en contacto conmigo para devolverme a mi hija, y pidiéndole que fuera él quien se encargara del asunto pues tenía a la prensa encima. Le pedí por favor que fuera solo y que se limitara a recoger a su sobrina y llevarla a casa, nada de entretener o molestar al justiciero.

Esperando poder llegar a tiempo para recibirla, le indiqué que debía estar en una media hora en el área infantil del Parque de la Independencia, una de las pocas zonas verdes de la ciudad y que se encontraba relativamente cerca de mi casa. Aquel área para niños había tenido que ser rehabilitada en varias ocasiones, pues era fruto del vandalismo una y otra vez, pero que en la actualidad continuaba destrozada y abandonada.