Partida Rol por web

Tras los acontecimientos de la pasada noche, los cuatro amigos despiertan junto al extraño halfling, que afirma ser mensajero y haber sido secuestrado por los Skavens. Los exteriores de la torre son seguros en apariencia y deben llegar rápidamente al pueblo de Eirfrentz si quieren salvar la vida de la campesina, herida por los Skavens. En ese lugar descubrirán que la torre es un foco de problemas.

Nuevo día en el Imperio, los pájaros cantan y las aves vuelan, todo esta mojado y los charcos se exteienden por doquier, al carretera está embarrada y la visibilidad es buena. Algunas nubes grises se desplazan hacia el este y no hay rastro de Skavens o pielesverdes.

Tras pasar una noche de perros, en la que apenas ha podido pegar ojo a causa de la lluvia, y el temor a un nuevo asalto por parte de los monstruos que lo secuestraron de la comodidad que suponía dormir en la cama caliente de la posada en la que se encontraba hospedado, Hugo despierta estirándose exagerada y ruidosamente, haciendo crugir todos los huesos de su pequeño cuerpo en el proceso.

-uuOOOAAAAeeeooo... bosteza mostrando su boca hasta la campanilla ¿Que tal habeis descansado? Pregunta Yo no he podido pegar ojo. Este sitio es demasiado horrible para que pueda dormir aquí ningún halfling. Aunque doy gracias de que esas mostruorratas no nos hayan atacado durante la noche. ¿Que tal está Hilda? ¿Y lo otros heridos?

Se acerca a ver a la mujer mientras se arregla las arrugas de su sucio y mojado pijama, observan en el estado en el que lo arrastraon fuera de la posada.

Johannes seguía durmiendo a pierna suelta cuando el ruidoso halfling le sacó de su sueño. Aunque la torre no resultaba el mejor de los alojamientos, los días de caminata y sobre todo el ajetreo de la noche anterior había dejado exhausto al ladrón.

- ¿Pero qu..! - se sobresalta hasta que ve al causante del ruido. Uniéndose a los bostezos del halfling le responde - Ah, Hugo, eres tú. Por un momento creí que nos atacaban más monstruos. Chico, pareces un oso rugiendo. - dice de buen humor tras varias horas de descanso, aunque sin tener ni la más remota idea de cómo suena un oso. Johannes es un hombre de ciudad, y allí no es que abunden tales animales. - ¡Pues yo he descansado de maravilla! Estaba hecho polvo, ni que me hubiera pasado una manada de orcos por encima. Desde luego ha sido una noche cargada de emociones, suficientes para lo que me queda de vida diría yo.

Se levanta y desplaza la mirada hacia sus compañeros, esperando una respuesta a la pregunta del Halfling. Johannes espera que se encuentren en buen estado, pues el viaje hasta Eirfrentz ya va a ser bastante duro cargando con Hilda.

- A la que por cierto habrá que transportar de alguna manera.

- Buscaré unos trozos de madera entre los muebles rotos. Con unas tablas largas, una manta y mi cuerda podremos apañar una camilla para mover a Hilda. - dice mientras recoge su cosas y las guarda. Entre ellas el arco que se dejó en el piso tras levantarse con prisas la noche anterior. Por suerte las ratas no se lo habían llevado.

Antes de comenzar la búsqueda de materiales se asomó por una de las ventanas al exterior, en parte para confirmar que hacía buen día y en parte para asegurarse de que no había enemigos.

- ¡Por fin acabó de llover! Me pregunto si se verá Eirfrentz desde aquí. - dijo oteando el horizonte.

El Emperador protege... reza Rainer mientras se despereza, descansado de la batalla de la noche anterior.

¿Habeis tenido algun problema compañeros? No nos molestasteis demasiado... ja ja ja.

Con el sueño reparador ha vuelto el "humor" del Ulrita, si es que se puede llamar asi.

¿Una camilla decis? Si, sera lo mejor. Tal vez podamos apañar algo con el caballo... o sino la cargamos nosotros que somos seres fornidos. ¿Os parece?

Hugo mira arqueando una ceja al que parece ser un sacerdote de aquel que en el Imperio llamaban Ulric.

-Humm, bueno de todas maneras habrá que cargar con ella, pero es mejor que no se mueva mucho y alguna camilla, por muy pobre que sea, será necesaria, es más, yo mismo me tumbaría en ella para ir más cómodo en el viaje, pero mejor se la cedo a la mujer, que mi caballerosidad me lo obliga. Voy a ayudaros a buscar algo, ya que no seré capaz de ayudar llevándola, al menos quiero ayudar en otra cosa.

Dicho aquello, se mueve con rapidez para ayudar a Johannes con la recolección de material para la camilla.

-¿Sabes? Creo que podemos despreocuparnos de las criaturas de anoche. Le dice al hombre alégremente Algo me dice que llegaremos bien a Eirfrent, aunque  espero que lo hagamos a tiempo para que Hilda no empeore.

Hugo se pone a recoger en el edificio todo aquello que pueda valer para fabricar una camilla improvisada, por muy rudimentaria que sea esta.

Seguro que tras las curas de nuestro clérigo del dios lobo, no debemos temer por la salud de tu amiga, mediano... -Mientras digo esto, me estiro, bostezo, y me quito las legañas de la cara. Acto seguido, procedo con mi discurso mañanero- ¿Sabéis?. Quizás no os lo haya contado nunca, pero cuándo me levanto, no me gusta mucho que me hablen. No, se podría decir que no. Lo cierto es que este momento es cuándo aclaro todos mis pensamientos, y pongo todas mis ideas en orden, y, que alguien me hable, hace que me distraiga, me desconcentre, y me ponga de mal humor. No obstante, no me suele durar mucho.

¿Véis?. Ya se me ha pasado. Quizás sea porque realmente no tenga mucho que poner en orden... Bueno, no importa. Y ahora qué. ¿Debemos partir, no?. ¡Venga, que lo último que necesitamos es que se nos haga de noche otra vez! ¡Pongámonos en marcha! -diciendo esto, empiezo a recoger mis pertenencias y a cargarlas en el caballo.

Bueno... -comento al ver el panorama- Tendremos que hacer algo con tu amiga ¿no pequeño mediano?. Seguro que sí. Si yo no estuviese herido, seguramente cargaría gustoso con ella, pero me temo que no será posible. Aunque la idea de la camilla es buena, deberíamos de buscar una manera de hacer alguna especie de carromato. Una pena no tener ruedas, la verdad. Aunque quizás haya algo que nos pueda valer para tal efecto en la torre...

¿Alguien se quiere venir conmigo de expedición matutina?. Como todo el mundo sabe, las ratas no son muy amigas de la luz, así que poco creo que tengamos que temer hoy. No obstante, cogeré mi espada por si acaso... Qué, ¿Quién se viene?

-Hum... no es mala idea explorar la zona antes de aventurarnos fuera de la torre. Comenta Hugo al hombre. Yo ayudaré a preparar algo para Hilda, no me apetece volver a tener qu defenderme a pedradas de esos bichos si aparecen otra vez, además tenemos que llegar al pueblo cuanto antes por su bien y lo mejor será que nos repartamos las tareas. .Por desgracia, no creo que encontremos nada parecido a un carromato en este edificio ruinoso, pero si nos arreglamos con algo para que vaya más cómoda y lo más inmóvil posible bienvenido sea. Bueno, no soy galeno, pero... tal y como está, creo que es lo mejor para ella.

Hugo sigue rebuscando una tablas con las que improvisar la camilla, pensando en como llevarla.

Lo ideal será atarla al caballo y que este la arrastre, pero con la que cayó ayer, el camino tiene que estar hecho un asco, de modo que no quedará más remedio que llevarla a cuestas. Piensa y luego mira de soslayo a la mujer herida Jo, con lo bien que estaba yo en mi casa de La Asamblea... ¿Cómo me he metido en este lío? Al menos espero poder descansar en una cama mullida dentro de unas horas, me voy a tirar todo el día durmiendo, que le den al mensaje, el destinatario podrá esperar un poco.

-¿Y el caballo? Supongo que es vuestro ¿No?. ¿Qué haceis por esta zona?

Eldarendil se levantó sosegadamente, se dirigió hacia el hueco en la habitación y se apoyó en la pared de piedra con un brazo mientras contemplaba el paisaje. Aunque las vistas no eran muy alegres y vivas en colores, él sintió una profunda calma al quedarse observándolas.

Al tiempo que se relajaba también escuchaba las conversaciones de los demás y asintió cuando Johannes propuso construir una camilla para la herida.
No pudo evitar sonreír cuando Wolfgang, de buena mañana, comenzaba con sus interminables monólogos.

-Bien yo iré con tigo de expedición, Wolfgang. Quizás encontremos algo que nos haga más fácil transportar a Hilda. De no ser así, Johannes y yo nos encargaremos de transportarla en camilla, ¿Cierto? – Dirigió su mirada a Johannes, sabiendo que ellos eran los únicos que no habían sido heridos por las ratas.

Haciendo caso al último comentario del charlatán, Eldarendil se dispuso a revisar el estado de sus armas. Con delicadeza desenvainó su espada, para volver a envainarla segundos después y dejarla asegurada en su cinto.

Reviso a la doncella amiga de nuestro nuevo compañero de desventuras antes de abrir las bolsas que porto y comprobar que todo esta en orden, contando las monedas y golpeando con delicadeza las joyas encontradas en la Torre. ¿Estarian las ratas interesadas en tales tesoros?

Recordad, tenemos que llegar cuanto antes a esa poblacion. No seria buena idea quedarnos otra noche aqui... hemos ganado una batalla pero no la guerra a esas malditas y hereticas ratas. Ya vendremos con un destacamento ulrita a purgarla...

Si salis tened cuidado y volved pronto si teneis problemas. Como ayer comprobamos nos superan en numero aunque no en destreza... o suerte.

Mientras los demás preparan la marcha y disponen una camilla para la mujer herida Eldarendil y Wolfgang abandonan la estructura a sugerencia del charlatán, descendiendo los escombros. Bajan con cuidado y se manchan los bajos de la ropa. Cuando por fin pisan suelo firme observan los alrededores. Todo está verde y húmedo, el camino se muestra embarrado y de difícil tránsito, pero sigue siendo mucho mejor que viajar campo a través. Hace fresco pero el sol calienta la cara con agradable sensación. El cielo se presenta algo grisáceo pero las nubes de tormenta se desplazan hacia el suroeste.

Explorando los alrededores encuentran el cadáver de una rata, con una flecha clavada, es la rata que Eldarendil mató en la primera escaramuza. La flecha es recuperable y el elfo la añade a su carcaj. Siguiendo su intuición llegan hasta la línea de árboles, donde otra rata permanece en el suelo, con la cabeza abierta de un golpe con un objeto contundente, seguramente una piedra. Junto a ella dos árboles tienen cordajes a su alrededor, ambos sueltos.

Mientras Eldarendil y Wolfgang investigan los alrededores los demás disponen los preparativos para la marcha. Recogen los pertrechos y apagan el casi extinto fuego mientras Rainer echa un ojo a la mujer herida y otro a un pequeño tesoro, que Hugo mira con suspicacia. Usando una mesa como camilla y añadiéndole cuerda en sus extremos consiguen unas parihuelas que podrán llevar entre dos hombres.

El caballo es cargado con el resto del equipo para facilitar el viaje y Johannes lo alimenta. Mientras tanto echan algún vistazo al exterior y pueden ver al elfo y al charlatán revisando los exteriores y la línea de árboles.

Tras el improvisado trabajo de manualidades, los compañeros apañan una más que apropiada camilla. Ya solo queda levantar el campamento y marcharse cuanto antes.

- Diría que ya estamos listos, amigos. - dice el ladrón - Aseguráos de que no os dejáis nada y salgamos a reunirnos con los demás. ¿Necesitas ayuda para poner a Hilda en la camilla, Rainer? - pregunta al clérigo mientras acerca el improvisado aparato. - Me muero de ganas por dejar atrás esta maldita torre y llegar a la civilización. Chimeneas, habitaciones secas... ¡Ahhh! - suspira y se vuelve al mediano - ¿Crees que podrás llevarnos hasta Eirfrentz, Hugo? Como dice el clérigo cuanto antes mejor, no podemos permitir que nos pille el anochecer.

-Sin problema alguno Johannes le responde Hugo al hombre mientras entre los dos terminan de ajustar los últimos elementos de la improvisada camilla. Además, el tiempo acompaña y no será una caminata muy dificil, aunque tengamos que transportar a Hilda.

Bueno, transportarla vosotros, que a mí no me apetece cargar peso. Pensó el cómodo halfling Y de todas maneras mi tamaño solo sería un estorbo para el que se emparejara conmigo para llevarla.

-Yo también tengo ganas de echarme en una cama mullidita de verdad, a un halfling le sienta muy mal que le despierten a media noche y tener que dormir en un frío y duro suelo... se nos cae el pelo de los pies por culpa del estres que eso supone.

Con las últimas frases terminó de atar fuertemente los últimos nudos de la cuerda de Johannes que utilizaron para la camilla.

-Bueno, esto ya está, la ponemos aquí y nos ponemos en marcha. El primer desayuno me lo voy a perder, pero espero que estemos en Eirfrentz a tiempo para el segundo. Dijo sacudiéndose la ropa y las manos, satisfecho con el trabajo realizado.

Eh elfo -digo a Eldarendil- Acercate aquí. Seguro que es útil que tú, con tus ojos de elfo, eches un vistazo a esto. Seguro que puedes averiguar algo de quién estuvo aquí atado, si fueron nuestros nuevos amigos, o quién fue realmente. También estaría bien que vieses si hay pisadas de los captores, o qué sé yo. Tú eres el elfo, seguramente sepas rastreas huellas o algo. Pero lo importante es no acercarnos...

Rainer se revisa su herida mientras los compañeros debaten el curso de las acciones. Sabe que una herida malcurada es un problema futuro. No debe permitirlo, no él...

Si, una buena cama y una buena comida... no es pedir mucho. Debemos cargar entre todos y por turnos el cuerpo de tu amiga. Asi iremos mas rapido al no agotarnos.

Johannes se mantiene a la espera mientras sus compañeros últiman los detalles de la partida.

-Sí, lo más probable es que el mediano y su compañera se encontraran apresados aquí. Anoche, mientras combatíamos, me pareció ver algunas figuras por esta zona; debieron ser ellos.

El elfo se acercó cauteloso a los árboles y examino los cordajes, con la intención de añadirlos a su equipaje.
También, haciendo caso al consejo de Wolfgang, inspeccionó ligeramente el terreno. En busca de algo que le pudiera aclarar lo que ahí había acontecido.

Tras terminar la inspección, Eldarendil se incorporó de la posición acuclillada que había adoptado y se dirigió a su compañero, con los cordajes en la mano.

-No parece que haya nada extraño aquí. - El elfo dirige una mirada a los alrededores- Tampoco parece que haya rastro alguno de las ratas. Deberíamos volver, ¿Qué opinas?

Me acerco al elfo, ya que si él no ha visto nada, seguramente yo tampoco, y, efectivamente, no encuentro nada.

Sí, volvamos. Recojamos las cuerdas, que nos pueden ser de utilidad, y volvamos.

Me agacho y recojo ambas cuerdas, ya que, quizás le puedan dar utilidad para hacer el transporte para la amiga del mediano, o quizá nosotros mismos para algo. Una vez hecho esto, me giro, y digo al elfo- Venga, volvamos.

Oye Eldarendil... ¿Alguna vez te he contado la historia del caballo volador que se comía las alcachofas de los campos de mi vecino?. Seguro que no. Pues verás, todo empezó en un soleado día en la aldea en la que me crié, en las afueras de Altdorf...

Mientras prosigo con mi historia, volvemos con el resto del grupo, para ver si han podido hacer algún avance...