Partida Rol por web

El cuerpo de Ishaya se había recuperado por completo de las visicitudes pasadas en los últimos días....pero su alma estaría eternamente marcada por todo lo que había tenido que contemplar... La visión de su amado mentor convertido en un no-muerto le acompañaría hasta el fin de sus días....

Durante el descanso había soñado con Pharasma, indagaba en el misterio de la fe, y descubrió que disponía de nuevos dones divinos. Se sintió próximo a la Dama de las Tumbas, quiso preguntarle porque Ravengro había sufrido aquellos ataques pero se descubrió sin voz, no pudo vocalizar palabra ante su diosa. Ella no lo miraba, fijaba su vista en un punto lejano, como si estuviera más preocupada por el devenir que por el tiempo presente....

En su sueño también vio a sus hermanos, su corazón se llenaba de orgullo y de alegría sólo de pensar en ellos. Se habían comportado como auténticos héroes defendiendo a los inocentes habitantes de Ravengro. Los abrazaba a todos y cada uno de ellos... Eran una familia...
Se despertó esperanzado, quizá estaban preparados para enfrentarse a la Senda Susurrante y erradicar de aquella zona toda sombra de maldad y no-muerte. Pero antes debían de acabar de cerrarse las heridas...Intuía que el estado del Padre Grimburrow era delicado y necesitaría muchos cuidados para reponerse.... Decidió ir a desayunar algo con sus hermanos y charlar un rato antes de ponerse manos a la obra con los cuidados.

Fiel a su costumbre dejó que sus hermanos comenzaran la conversación, le gustaba conocer su impresiones...además en aquella aciaga noche sus caminos se habían separado por lo que había mucho que contar... Comenzó Lyria, que con su habitual talante, relató los sucesos de los que fueron partícipes con precisión y con todo lujo de detalle....ella no contaba una historia, relataba hechos como si fueran una lección académica... Jarik se acercó a Sic y le reprochó algún acto en la noche anterior.... Ishaya contuvo el aliento, aquello se torcería si la provocación surtía efecto, tomó nota mental de llamar la atención al pistolero sobre cómo señalar errores a los demás....
Como queriendo llamar la atención sobre si e intentar diluir el momento tenso, Desther y Erzsen continuaron con el relato de cada uno de sus vivencias de aquella noche... En el momento en que el joven Conde de Anactoria mencionó al malogrado Lorrimor una sombra atenazó su corazón....
Pero lo que su corazón no sabía era que unos instantes después se sobrecogería de tal manera que diría que dejó de latir por un breve espacio de tiempo...

Entonces volvió a ocurrir, lejos de dejar pasar la pulla, el siempre alterable Sic había estado cocinando un típico ataque de furia.... Golpeó la mesa, gritó como un poseso, amenazó a Jarik repetidas veces, insultó a placer y.....le partió el corazón al clérigo enano... y como en su sueño, tenía multitud de cosas por decir pero no era capaz de pronunciar palabra... Sólo pudo mirar a Sic con los ojos arrasados por las lágrimas...y lo único que fue capaz de susurrar fue....

Por favor.....

La furia de Sicarius parecía inaplacable, pero el "por favor" de su hermano mayor le distrajo lo suficiente como para que se girara para reprenderle algo también a él. Le vio la cara, su corazón parecía estar a punto de desquebrajarse y en ese momento procesó lo que pocos instantes había pronunciado Erzen... Lorrimor convertido en no-muerto y destruido.

El guerrero enmudeció y contuvo su rabia hasta el punto de que parecer que hacía pucheros y que estaba apunto de romper a llorar. Y así fue. El hercúleo guerrero de implacable rudeza se vino abajo e intentó sentarse de golpe para desahogarse, pero la silla ya no estaba allí y cayó de culo al suelo. Gritó y se levantó rápido para disimular lo evidente y sin mas abandonó el comedor como un torbellino gritando:

Maestrooo noooo, tú noooo

La historia de Erzsen había dejado a Jarik al borde de las lágrimas cuando el estallido de furia de "Sicarius" lo devolvió a la realidad. Esta era la verdad. Todos eran unos medios algo menos él ¿A quién respetaba Sicarius? ¿A Erzen? No. Sólo lo había utilizado como escusa para herirle ¿A Ishaya? Cada vez lo dudaba más. Sólo le venían bien sus curaciones. Puede que respetase la fuerza de Desther ¿Y a las mujeres? Mejor no hablar de cómo las trataba y de como las miraba.

La historia sin sentido que se había creado el supuesto guerrero, una historia que había transformado su locura y abandono en una acción heroica, estaría bien si no fuese porque él estaba allí. Él vio como soltó al muchacho sin pensar en nada más que destruir a los muertos.

¡¿Que Jarik era el niño consentido de la familia?! Bueno, eso estaría bien. Pero no era verdad. Aquí solo hay un consentido. y por desgracia no era Jarik. Era el guerrero.

Miró a Sicarius ¿Lo creía capaz de matarlo por una discusión? Sí ¿Podia confiar en él en el futuro? Ya no. Nunca más.

Yo estaba allí, y te vi. No cuentes verdades a medias.- susurra

Dejó pasar el momento. Retornó a la sala llena de dolor.

¿Pero no se suponía que la cara del profesor había quedado irreconocible? ¿Cómo podemos estar seguros entonces que era el él?

Al parecer la tensa situación se esfumó tal y como llegó, en un instante. Pero la paciencia del clérigo enano se estaba agotando, y no comprendía totalmente a qué se debía aquel enfrentamiento tan enconado entre Jarik y Sic. Ishaya, en cuanto Sic salió de la taberna, se dirigió a Jarik con intención de aclararlo... Estás seguro de lo que dices? En el fragor del combate la realidad se puede ver sesgada por la premura, las urgencias o el terror... Pondría la mano en el fuego por Sic y no le imagino abandonando a sus hermanos en post de la gloria de una victoria... No le habrás malinterpretado, Jarik? Le hubiese preguntado a Lyria pero, al parecer, aquella situación se había producido mientras ella yacía inconsciente, por lo que no podía recurrir a su opinión al respecto.

- Cada uno ve lo que quiere ver. Tu mano en el fuego por Sicarius dice mucho de ti. Sí...mucho. Tal vez yo malinterpreté el hecho de dejar al chico tirado. Estoy seguro, de hecho que Lyria no interpreta eso como algo malo. Así como tampoco es malo el hecho de que diga y haga lo que quiere cuando quiere. No es un problema para mí. Y sí. Es casi seguro que sea yo el que no ve las cosas como son. No hay problema. Por mi parte todo está claro ya.- argumentó el pistolero.

Erzsen contemplaba con detalle todo lo hablado y expresado. Y como por inspiración divina lo vió claro. Tan claro como el agua cristalina de arroyo joven. Entendió que allí no había más culpable que la horrible maldición que atenazaba Ravengro. Lo supo con certeza. O al menos, así lo quiso ver.

- ¿Es que no lo veis, hermanos? ¿No os dais cuenta?  - declamó el muchacho poniendose en pie casi con solemnidad - Son las oscuras fuerzas que aquí operan las que nos nublan el juicio. Los muertos alzados no son la única maldad que nos ataca. Llamémoslos espiritus, llamémoslos posesiones, pero lo que aquí nos turba son agentes externos a nosotros mismos... ¿No veis que lo que sea que oscurece este pueblo se apodera de nuestras mentes para apartarnos del fin real? ¿No veis que el mal que gobierna tan oscuros sucesos nos TEME? Y por eso nos quiere destruir de la peor de las formas... Desde dentro...

A pesar de los terribles sucesos de los ultimos dias, la batalla de la plaza les había granjeado una confianza y una fuerza determinante para vencer aquello que acosaba la aldea. Y este sinsentido de rabia y desprecio entre ellos no podía sino ser obra del mal mismo, que buscaba con ansia debilitar a los Vengadores. La perversión del difunto Lorrimor y el sacrificio final de Vitori Redge asi lo atestiguaban.

- ¡¡Debemos luchar contra eso, mis hermanos, con todas nuestras fuerzas!! - sentenció Erzsen con firmeza, los puños apretados contra el costado, los ojos relampagueando de pura determinación.

Al instante, miró fijamente a Jarik. Los ojos esmeralda de Erzsen traslucían tristeza, sincera y profunda.

- Era él, Jarik. Kendra lo reconoció sin duda alguna. Así como Ishaya, y Desther también. Todos los que lo conocieron en vida... - aquí giró su mirada al joven inquisidor, como pidiéndole apoyo, al igual que hizo con Ishaya. Yo no lo conocí en vida... y sin embargo, más que reconocerlo, sentí en el alma como la parodia de un hombre que antaño fuera grande se abalanzaba sobre mi... era él, Jarik. Me horroriza decirlo, pero era él.

Erzsen no volvió a sentarse. Empezó a deambular por la sala como perdido, y sin dejar de mirar a la puerta por la que había desaparecido Sicarius.

Desther asintió a las palabras de Erzsen, que parecían realmente bondadosas, esa pequeña dosis de optimismo consiguió animarle un poco, pero no eran suficientes para frenar el constante degoteo de esperanza en la voluntad del inquisidor. La situación era la que era, Ravengro y sus difuntos no habían sido protegidos de los oscuros poderes que les amenazaban y sólo eso ya era el fracaso de toda una dedicación transmitida durante generaciones en su família, por mucho que hasta ahora hubiesen cumplido con tan digna misión.

Instantes más tarde estalló la disputa entre Jarik y Sicarius, el inquisidor se limitó a observar el conflicto sentado y en silencio con rostro aún más ensombrecido, manteniendose totalmente al margen.

Confiaría en estos ahijados de Lorrimor para devolver la paz en la muerte que los inquisidores no hemos sabido mantener, pero algo parece haber perturbado también sus mentes. No acabo de entender los arrebatos de uno y otro...

Unos minutos después, cuando Erzsen explicó porque habían reconocido el cadáver de Lorrimor el inquisidor asintió con rostro serio. - Era el maestro Lorrimor, no cabe duda -

- ¡¡Y tanto que se trataba de mi difunto padre!!- exclamó la voz de Kendra desde una de las puertas que conducía desde el salón de la taberna a la cocina del Demonio Sonriente. La muchacha se hallaba junto a Zolkar, el cual portaba una bandeja de tortitas de maíz caliente y huevos revueltos, algo rápido para almorzar. Kendra se encontraba vestida con ropas varisias, el pueblo del camino, y observaba con rostro severo a los que se congregaban alrededor de la mesa, mientras aguantaba el cofre que los Vengadores encontraron en la cripta de los Inquisidores. Seguramente, la hija de Lorrimor llevaba el tiempo suficiente observando para que se le revolvieran las tripas.

- No sé qué os sucede. Tal vez, hayáis cambiado...- dijo mirando a Lyria, Ishaya y posando sus ojos en Jarik - ... Seguramente yo también. La vida ya no es la misma que nos impulsaba a corretear por los pasillos del templo que nos vio crecer. Ahora el sufrimiento de la gente es de verdad...- Hizo una pausa para dar unos pasos hasta la mesa. - Algo sucede en esta tierra y está relacionado con Harrowstone y la Senda Susurrante. Mi padre lo sabía y perdió la vida por ello. Podéis continuar maldiciéndoos los unos a los otros, o ayudar de verdad a la gente que os necesita.- Prosiguió hablando con un rostro austero, insensible, frío...- Mi padre os pidió que cuidarais de mí, pero quizás, deberíais cuidaros los unos a los otros. Si no vais a estar a la altura, si vais a discutir por saber quién es el hijo mimado de Lorrimor, os diré la verdad... Él me amaba a mí más que a cualquiera de todos vosotros. Ya tenéis la respuesta que necesitabais. - Calló unos segundos sosteniendo la mirada a cualquiera que osara rebatirla.

- Habéis estado a punto de morir por una gente que cree en vosotros... ¿Cómo se lo vais a pagar? ¿Mantándoos en la puerta de la posada?...- Dejó la pregunta en el aire. - Se os ha otorgado un don y una responsabilidad para usarlo, pero ahora mismo, si mi padre hubiera escuchado con que odio sois capaces de espetaros las palabras, él que os reunió, que se preocupó por vuestra educación, y os enseñó a vivir como una familia... ¿Qué creéis que hubiera pensado o sentido?... - Tras esta cuestión, se acercó hasta la mesa y dejó el cofre. Lo abrió y en su interior, encajados en unas ranuras labradas y cubiertas de terciopelo rojo, había cuatro frascos de cristal que contenían vapor que se arremolinaba y retorcía como si dispusiera de voluntad propia. En total, había seis ranuras, pero un par no disponían de frasco. Encajada bajo la tapadera del cofre, una tabla espiritual de madera.

- ¿Lyria podrías averiguar para qué sirven estas cosas?- Y acto seguido salió a la calle.

Sicarius intentaba sobreponerse a la pena de la noticia que acababa de recibir. Lorrimor convertido en un no-muerto. Su alma condenada por toda la eternidad... ¡¡Pagarían por ello!! ¡¿Qué sucedía?! ¡¿Por qué era incapaz de sentirse importante dentro de la única familia que poseía?! ¿Por qué eran incapaces de ver sus sacrificios?!... La lágrimas seguían fluyendo por los angulosos carrillos del fornido guerrero. A pesar de que intentaba esconder su rostro quebrado por el dolor, vio como una mano le tendía un pañuelo...

El guerrero miró y vio que era la misma niña que le entregó un odre repleto de agua. la chiquilla, tenía una mueca de tristeza al ver al mocetón.

En eso no había pesnado Jarik. Y lo cierto es que la vehemencia con la que Kendra había arremetido contra él ( y Sicarius) lo había dejado aturdido unos instantes. Volvían a tener rezón.. en parte.

Una sonrrisa escapo de la boca del pistolero y miró otra vez mientras se alejaba con otros ojos a la bella compañera. Que razón tenía... Sicarius tenía razón en una cosa. Del propio Jarik dependia tanto como de los demás  la seguridad e todos... y lo cierto es que no lo había hecho demasiado bien...

Se acercó a la mesa para examinar con sus hemanos los viales y la tabla.

Miró durante un momento fuera, donde estaba Sicarius... y Kendra...

Las piedras y los palos podrían romperle los huesos y hacerle sangrar pero no dañarle, en cambio, ¿por qué sentía ese dolor intenso? ¿por qué no era capaz de sentirse bien? sentado en un rincón golpeaba de vez en cuando su cabezota contra la pared intentando sacudirse esos pensamientos oscuros, se recitaba juramentos de caballería para sobreponerse, pero todo era en vano. Entonces apareció de nuevo ella, como un ángel con la inocencia incorruptible que da la infancia. Cogió el pañuelo y se secó las lágrimas, no disimuló su tristeza, no podía engañarla, para él esa niña se había convertido en una de las pocas cosas sagradas que le quedaban sin mancillar.

¿Qué quieres pequeña? No es bueno que me veas así, debo dar ejemplo, soy uno de los héroes, ¿no?

La niña no dijo ni una sola palabra, únicamente, se apresuró para coger la enorme manaza del mocetón, y comenzó a tirar de él. Sicarius, algo sorprendido por la extroversión mostrada por la chiquilla, no pudo negarse en seguirla. Caminaron durante unos minutos. Las gentes de Ravengro, intentaban reconstruir los daños y desperfectos ocasionados por la horda de muertos vivientes. Al ver pasar al guerrero, todos dejaban lo que estaban haciendo y saludaban al muchacho.

Finalmente, llegaron al lugar. El Memorial Hawkran. Donde empezó todo.

La niña se acercó a la estatua y llamó la atención de Sicarius con su mano... ¿Sería muda?... Entonces es cuando pudo ver lo que preocupaba a la chiquilla de pelo rubio y cara manchada... VESO.

Una nueva letra se había añadido a las que descubrió el alguacil Caeller. Esta también estaba pintada con sangre.

Lyria se recluyó en su pequeño mundo personal. Este hecho sucedió en cuanto la confirmación, en boca de sus hermanos y de Desther, de sus peores pesadillas se formó cual ramal de zarzas en su mente, hiriéndola a cada intento que hacía por digerir el terrible hecho: el cuerpo de su amado padre adoptivo había sido mancillado con el pecado de la no muerte. Una tormenta de sentimientos se desató en la mente de Lyria. La frustración, la tristeza, el miedo, la agonía y la congoja se mezclaban entre sí como queriendo formar un remolino hacia el peor de todos: la desesperación. Pero cuando todo parecía abocar en el peor final, el remolino cesó. Todos los malos sentimientos fueron perdiendo brillo y apagándose paulatinamente, dando paso a un nuevo sentimiento que emergió de entre todos ellos con un brillo cegador: la pura y genuina rabia. Se habían atrevido a mancillar al hombre que era el principal pilar en la vida de Lyria, y quién fuera que su hubiese atrevido a realizar tamaña afrenta iba a pagarlo con su vida. Si la Senda Susurrante era la que estaba detrás de semejante acto, no descansaría hasta erradicarla de Golarion. Lyria se abandonó al sentimiento de rabia. Todos los esquemas sociales los apartó de un manotazo. Todas las enseñanzas de su buen padre adoptivo se perdieron en un rincón de su mente. Todo el pensamiento de Lyria se centró en la rabia desencadenada que llevaba al peor de los extremos, la venganza. Suerte tuvieron el resto de no fijarse en Lyria en aquellos momentos, demasiado ocupados estaban con las niñerías de Sic y Jarik, porque si se hubiesen fijado hubiesen conocido a una Lyria que no les hubiese gustado. Un ser totalmente animal, de mirada helada, cual depredador acechante sobre la indefensa víctima. En aquellos momentos Lyria era lo más cercano que había estado nunca de ser una auténtica y temida bruja. Lyria volvió a la realidad, pero volvió transformada. Fue consciente de la riña entre Sic y Jarik. La analizó, pese a encontrarla la peor de las niñerías, la analizó. El resultado por parte de Sic no le extrañó, no era la primera vez que salía de una casa sin querer afrontar la situación, ..., siempre en su mundo, siempre en su verdad. Sin embargo, sabía que una semilla de esperanza se había plantado en el difícil carácter de su hermano Sic. Lo supo por el gesto que tuvo para con la niña en el día de ayer, cuando aceptó de buen grado el agua que esta le ofrecía y se mostró con una amabilidad, en pos de la niña, hasta ahora desconocida por Lyria. La mirada helada recaló en Jarik. El hombre que quizá se vanagloriaba internamente del control de sus emociones, estaba totalmente descontrolado. A qué había venido ese ataque frontal y visceral hacia su hermano. Parecía como si la balanza del comportamiento deseado como familia que eran, se hubiese nivelado con el buen gesto de Sic, para desnivelarse de un plumazo con el mal gesto de rencor de Jarik. Es cierto que el comportamiento de Sic había sido detestable cuando habían llegado de nuevo a Ravengro, sin embargo no entendía por qué se había esperado hasta ahora para descargarle este golpe. La sucesión real de los hechos parecía estar tímidamente deformada, quizá por ese rencor acumulado. No exactamente cierto que abandonase a Bereth en pleno combate. Lo dejó antes, intentando acometer un incomprensible rol protector desenvainando su gran arma y poniéndose en una supuesta primera línea, mientras Benjan se fue a buscar a su amada Jominda y el resto se suponía que nos encaminamos hacia la iglesia para que el padre Grimburrow curase al pobre niño. Estaba de acuerdo con Jarik que ese gesto, unido posteriormente a otro penoso abandono al frenesí del combate por parte de Sic desinteresándose por la seguridad de sus hermanos y el niño cuando aparecieron los zombis, había sido una nefasta elección. Sin embargo, dada la situación que ocurrió, en la que estuvieron a punto de morir Jarik, Bereth y la misma Lyria, había hecho darse cuenta a Sic de lo fútil de sus intentos, y le había mostrado con una cruda realidad, que salvó el padre Grimburrow de convertirse en desastre en última instancia, de las consecuencias que suceden con los actos alocados. Y Lyria sabía sin ninguna duda que esa era la semilla del cambio que se había plantado en Sic. Es posible que Jarik no hubiese visto eso? Estaba tan cegado de rencor? O era lo antagónico de los respectivos caracteres lo que cegaba a Jarik? Sea lo que fuese, Jarik había cambiado, su control se había desvanecido, y su ataque había pisado el germen del cambio que se gestaba en Sic. Pero cuando Lyria iba a intervenir en semejante desfachatez de sus dos hermanos, la cordura del resto de integrantes de la familia puso la primera piedra para nivelar de nuevo la balanza. El desconsuelo de Ishaya reflejado en lágrimas al ver resquebrajarse a la familia cayó como una losa entre los dos, dándose cuenta de lo que estaban haciendo. La romántica concepción de Erszen de personalizar en un mal externo los problemas internos de la familia, cambió de miras a los cegados. Pero sobretodo la cruda realidad de la figura del padre y profesor Lorrimor, personificada en una cambiada Kendra, terminó por poner las cosas en su sitio. Lyria suavizó la helada mirada, sin embargo esta no perdió fuerza. Los esquemas sociales y las buenas enseñanzas del profesor Lorrimor volvieron a implantarse en la mente de Lyria, pero el sentimiento de venganza quedó remanente en forma de juramento interno. La Senda Susurrante caería costase lo que costase, pero sin dejar de ser ella misma; la Lyria que todos conocían, la misma Lyria que renunció a su pasado de bruja, la misma Lyria que se sentía orgullosa de ser hija adoptiva del gran profesor Lorrimor y del legado, en forma de los Vengadores de Pharasma, que había creado. Kendra había irrumpido irreconocible y con una fuerza y entereza admirables. Muchas de las palabras que había querido decir a sus hermanos Sic y Jarik, habían escapado de sus labios, reseteando las rencillas de estos, y poniendo la verdad esencial ante ellos. Ellos eran los Vengadores de Pharasma. Ellos tenían que ayudar a las pobres gentes de Ravengro de la misma forma que lo hubiera hecho su buen amado profesor Lorrimor. Ellos tenían que desenmascarar a la Senda Susurrante y erradicar el mal que asolaba en la región, focalizado en la antigua prisión de Harrowstone. No pudo menos que mutar su helada mirada de desaprobación que había dirigido a sus hermanos, en otra de admiración cuando Kendra le solicitó que urdiese las características de los objetos del cofre, y regalarle su más sincera sonrisa de aprobación cuando esta se dispuso a salir para terminar de poner las cosas en su lugar con la otra mitad confrontante. No había nada más que decir. Los objetivos estaban claros: la seguridad de Ravengro y el trinomio aparentemente ligado de Harrowstone, Senda Susurrante y los extraños y tétricos acontecimientos sucedidos en Ravengro hasta la fecha. Con lo que se inclinó hacia la mesa para estudiar los objetos del cofre ....

Todo era muy extraño, como una niña podía reconfortarle tanto sin decir una sola palabra? Como se llamaría? Ángela, le llamaría Ángela, porque era como la enviada de Pharasma, como un ángel venido del cielo para inspirarle y llenar de coraje su corazón. Ella le ofreció agua cuando estaba sediento de vino, calmo su sed y apagó el fuego de la discordia, ella le ofreció un pañuelo y una mano cuando solo quería ahogar sus penas en alcohol consolándole y haciéndole olvidar sus penas... sin duda era una muy buena alternativa a la bebida.

Ángela tiraba con fuerza de él y le arrastraba a ver lo importante que era para las gentes de Ravengro, haciéndole sentirse lleno y esperanzado, la luz de esa niña calaba hondo en Sicarius. Llegaron al monumento profanado y le mostró el camino que debía seguir, el camino de los Vengadores, su deber.

Sicarius se acercó y observó con detenimiento

Sangre... tal vez de una nueva víctima.

En seguida se dio cuenta de que él no sabría como afrontar esta situación solo y asumió que necesitaba a sus hermanos, a todos, incluido el petulante de Jarik. Gibs y su Senda Susurrante atacaban de nuevo y no era momento de apenarse por cosas personales, ni siquiera por Lorrimor, Ángela le necesitaba, Ravengro necesitaba a los Vengadores y no estaba dispuesto a fallarles a ninguno.

Se agachó a la altura de la niña y le alborotó el pelo cariñosamente mientras le mostraba su mejor sonrisa y le comentó:

Gracias pequeño ángel, ahora he de marchar para resolver este misterio, me quedaré el pañuelo como prenda de caballería, ahora tú eres mi dama.

De su zurrón sacó una pequeña caja, su caja de cerillas, se la ofreció como obsequio y antes de irse en busca de su grupo le dijo:

Ten bonita, esto te dará calor cuando tengas frío y arrojará algo de luz cuando estés a oscuras. Ahora vete con tu familia, con ellos estarás seguro, has hecho un gran trabajo.

Entonces Sicarius se levantó y se dispuso a marchar apresuradamente en busca de los suyos. Su rostro volvió a endurecerse, era su porte, el de un guerrero frio como el acero de su espada, el de un insensible y violento ejecutor de la palabra de La Dama De Las Tumbas.

Justo en el momento en el que Lyria se disponía a comentar sus indagaciones sobre los objetos que ahí se reunían, Sicarius entró como una exhalación nuevamente en el salón del Demonio Sonriente. Su rostro mostraba el sudor perlado, pues había llegado hasta allí después de una rápida carrera...

Sin casi recobrar el aliento, el bruto mocetón que acababa de entrar como un huracán en el comedor intentó explicar algo, señalaba hacia afuera y entre resuello y resuello se le pudo entender algo:

Gibs... la Senda... el monumento... sangre... arf arf.

Con gran esfuerzo tomó una gran bocanada de aire y repitió a toda velocidad:

Gibs y los suyos han atacado de nuevo, en el monumento hay una nueva letra escrita con la sangre de otra nueva víctima, teneis que venir a verlo ya.

Entonces dio un paso al frente y agarró una jarra, le dio lo mismo su contenido, agua o vino, se la vertió por la garganta acabando con ella casi por completo. 

Venga hermanos, moveos, cada segundo cuenta, no podemos permitirnos que otro niño sufra.