Partida Rol por web

El trío retomó la marcha, aunque en esta ocasión su dirección ponía rumbo al centro de Ravengro. A medida que avanzaban, columnas de humo se alzaban hacia el cielo. Estaba claro que aquella noche infernal, tardaría mucho en ser borrada de los recuerdos de aquellas asustadizas gentes. Había que seguir. Durante años habían sido instruidos y adoctrinados para enfrentarse a situaciones de tal magnitud, y no debían fallar a su mentor, el Malogrado profesor Lorrimor.

Incrementaron la marcha. No había tiempo que perder. A pasar por las primeras fincas, pudieron observar los primeros daños de aquel holocausto... Gente medio devorada que no había tenido la posibilidad de huír ante el ataque de aquellos seres. Hogares abandonados con sus mesas preparadas para cenar. Parecía como si la vida corriente se hubiera detenido ante la dentellada del mismísimo mal...

Ishaya sonrió ante la ocurrencia de Erzsen y le siguió con la mirada mientras se adentraba en la mansión Lorrimor. De repente ocurrió.. El arrebato de furia de Desther lo cogió por sorpresa pero enseguida se hizo cargo de la situación. Era comprensible una reacción así ante la pérdida de un ser querido pero el clérigo de Pharasma no podía permitir que el joven inquisidor echara al traste todo por lo que su familia había luchado... Ni tampoco iba a permitir una nueva mente atormentada en su ya de por si peculiar familia.. Recogió el abalorio que le había lanzado el inquisidor y se dispuso a utilizar el arma más poderosa sobre la faz de este mundo, la palabra.

Joven Desther, duras son las palabras que has pronunciado y duras serán las que tienes que oir...

La Dama de las Tumbas es la única con potestad de juzgar tus actos, y será el día que estés en su presencia dentro de mucho tiempo. Dices que tu linaje ha caído pero tú sigues en pie, una derrota no es ningún deshonor, es una parte más del proceso de aprendizaje.

En cuanto a estoy alzó el amuleto de Pharasmaes el legado de tu linaje. Insultas la memoria de tus antepasados, insultas la memoria de tu padre al cuestionar su decisión de continuar en ti con la tradición familiar. El camino del inquisidor es duro, aprende a soportarlo

Le cogió de la mano y depositó en ella el colgante.

El desesperanzado inquisidor escuchó con atención las palabras del clérigo de su deidad, palabras que en un momento como aquel suponían un haz de razón que disipaba las sombras de duda, dolor y desesperanza que empezaban a apoderarse de Desther.

El inquisidor seguia mostrando una expresión sombria y contestó a Ishaya retomando el colgante para aferrarlo con fuerza - Tienes razón... no ha llegado el día que la Dama de las Tumbas juzge mis actos... sin embargo - señalando el entorno - por mucho aprendizaje que haya aquí es innegable que mi família ha fracasado en la protección de estas tierras. Artes oscuras han alzado a decenas de no-muertos corrompiendo sus restos, esto es justamente lo que el linaje Redge tenía que impedir. Por eso hemos fracasado. - sentenció entristecido.

- Incineraremos el cuerpo de mi padre, Hermano Ishaya, pero dime... qué hace él aquí y como murió. Me estremece saber que cayó viendome a mi, el último de los Redge, abatido en combate.-

Era indudable que todo lo ocurrido había dejado una cicatriz importante en el joven inquisidor. La furia por vengar la muerte de su padre y sentenciar al causante de todo aquello empezaba a crecer en el corazón del joven inquisidor.

Ishaya escuchó con atención las palabras ya más calmadas de Desther. Comprendía las ansias de venganza que le roian por dentro pero debería controlarlas para evitar que le nublase el juicio...

Quizá no te sirva de consuelo pero yo también había caído cuando apareció Victori, pero creo que él nos ha salvado la vida en sus últimos instantes de vida.... No hagas que su sacrificio sea en balde.... Tienes una nueva oportunidad de ayudar al pueblo de Ravengro, el destino te la ha facilitado, no la malgastes impulsivamente...

Buscó con la mirada material para fabricar una pira funeraria para el héroe caído. En cuanto prendieran el fuego saldrían a la búsqueda de los hermanos perdidos....

Desther asintió ante el valor y el deber infundido por el clérigo enano, que le había hecho entrar en razón. - Muy cierto, tengo un deber con mi família y con Pharasma que cumplir, pero eso no significa que no haya fracasado aquí... será algo que tendré que llevar a mis espaldas a partir de ahora, algo que deberé emmendar para demostrar mi valía... -

Sin embargo la pesadumbre después de lo ocurrido en aquellos jardines había plantado una semilla de desanimo y un sentimiento de venganza que iba cobrando vida dentro de Desther, aunque él aún no fuera del todo consciente ¿Cuales serian los límites de esta perturbación inerna? ¿Se convertiriá la Fe en Pharasma en un obstaculo?

- Hay que sentenciar al causante de la corrupción... el precio a pagar es su vida. -

A continuación Desther ayudó a Ishaya a preparar la pira, no sin antes dar un último adiós a su padre mediante una plegaria a Pharasma sobre su cuerpo al tiempo que depositaba entre sus manos flácidas una rosa negra del jardín, flor que trae buena suerte según los pharasmitas.

Al cabo de un rato, Erzsen salió por la puerta principal de la mansión, ataviado con su armadura de cuero negro como la noche, arrebujado en la capa oscura, el capuchón echado atrás. Sus numerosas dagas, ya recuperadas del cuerpo del malogrado Lorrimor, se repartían por todo su torso, y un pequeño petate colgaba de su hombro derecho. Los ojos verdes refulgían con determinación, y su mirada era profunda y dura.

- Deberíamos quemar TODOS los cuerpos, hermanos. Poco se de no-muertos, pero no quisiera volver aquí, si volvemos, y encontrarme con otra turba de cuerpos podridos esperandonos.

Viendo que Ishaya y Desther preparaban una pira para el difunto Victori, el muchacho comenzó a recoger los otros cuerpos, Lorrimor incluido y fué a llevarlos a la pira que sus hermanos preparaban.

Lyria se horrorizó de la escena macabra que era ahora Ravengro. Era como si el mismo mal de aquella maldita tierra llamada Ustalav se hubiese concentrado en la pequeña localidad de Ravengro para castigar a sus inocentes gentes.

Era realmente horrible mirar hacía las casas y comprobar el horror en el que se había convertido el pueblo.

Recuerdos reprimidos dentro de su mente, salían a reclamar su lugar en la memoría de Jarik. Muerte y devastacion intentaban destruir la tranquilidad dentro de su mente.... La batalla interior era casi tan cruenta como lo había sido en el exterior....casi.

Capulito estaba sujeta fuertemente en la mano derecha, pero en la izquierda , y sin darse cuenta ,una bala danzaba entre sus dedos. Los pasos del pistolero , aunque seguros, no mostraban el relax habitual.

Estaban preparando la pira para Victori Redge cuando salió Erzsen de la mansión ya preparado para partir. Al verlos allí se dispuso a ayudarles y agarró el cuerpo de uno de aquellos engendros con la intención de transportarlo hasta dónde estaban ellos... Antes de que llegara a su posición, Ishaya se adelantó a su encuentro y el susurró...

Colócalos en una pira distinta....los ritos funerarios dictan que los enemigos no pueden inmolarse juntos, pues las almas se entremezclan y no alcanzan el reino de Pharasma puras para someterse a su juicio...

Y le ayudó a poner el cadáver de aquel monstruoso ser a una distancia prudencial. Cuando hubieron apilado todos los caídos y preparado la pira de Victori, les prendieron fuego.

El olor a carne quemada, es una fragancia demasiado macabra como para que jamás se pueda olvidar. Allí se hallaban observando las diferentes piras. Con porte solemne, taciturno y respetuoso. Las lágrimas se mezclaban con las cenizas de los restos de valientes y los cuerpos mancillados. La rabia, la desazón y la tristeza... sensaciones demasiado difíciles de refrenar. Pero había que seguir. Había que marchar hasta el centro de Ravengro. Encontrar a los demás. Quizás hubiera gente que los necesitara...

Las columnas de humo que se alzaban al cielo desde la plaza central, auguraban que la noche estaba siendo difícil para todos los habitantes de la pequeña población de Canterwall. Mientras habían recorrido la distancia que separaba a la Mansión Lorrimor del núcleo principal del poblado, una sensación de terror recorrió la piel de Desther, Ishaya, Erzsen y la abatida Kendra. Las casas restaban vacías, desprovistas de vida, pero con las mesas abandonadas en mitad de la cena. Manchas de sangre, alguna de esas criaturas inmóviles en el suelo con la tapadera de los sesos destrozada a golpetazos y algún pobre lugareño semidevorado... Escenas de extrema crueldad... Unas más para que aquella noche marcara el resto de los días...

El horror y la pesadilla habían tomado cuerpo y se manifestaban notablemente por todo Ravengro. Tras dejar atrás la mansión Lorrimor y ir a la busca del resto de "familia", se sucedió un seguido de espeluznantes escenas que le ensombrecía el corazón...

¿En qué te ha ofendido Ravengro, Oh! Dama de las Tumbas?¿Acaso este es el destino funesto al que está destinado este pueblo?¿Debemos dejar que la maldad y la no-muerte arrasen estos territorios?

Realmente no esperaba una respuesta, musitaba sus dudas para convencerse aún más de que aquello no podía quedar así. Intentaría limpiar Ravengro y sus alrededores de la mácula de la no-muerte o moriría en el intento. Jamás se echaría atrás...

¿Dónde estarán los chicos?¿Por dónde empezar?

Desther caminaba cabizabajo junto al clérigo enano y el joven noble. Había limpiado la sangre de su armadura y se había aplicado vendas que protegieran la piel donde aún le quedaban heridas. Caminó con gran pesadumbre entre las casas de la fantasmagórica aldea de Ravengro aún sujetando el amuleto de Pharasma en sus manos y murmurando para sí  algo sobre el fracaso de su família en la protección de aquellas tierras.

Ante el comentario del enano, alzó la cabeza con la mirada perdida entre las casas. - ¿Buscaron refugio en el templo tal vez? No sabría decir... -

Se acercó a una de esas criaturas que mostraban signos de violencia y se agachó un instante a examinarla: - Al menos parece que alguien luchó para defenderse de estas abominaciones.-

Sicarius miró a su alrededor y contempló el macabro espectáculo, una sinfonía infernal que le recordaba al pasado, un pasado del que guarda la imagen en la que miró por última vez atrás al lugar donde nació y se crió y contempló lo que nunca quiso que fuese su futuro.

Pero ahí estaba, esperando a que La Señora de las Tumbas le revelase su destino, buscando a su mejor compañero de baile, el único que le daba fuerzas para el combate, su pequeño hermano mayor.

Ishaya donde estás? te necesitamos, ... te necesito... vivo.

La visión de Ravengro era apocaliptica. Casas abandonadas, algunas en llamas, cadaveres por las calles, algunos andando, otros yaciendo, sangre, escenas de lucha deseperada... parecía que el fin del mundo acudía presto a esta aldea maldita. Erzsen se detuvo un instante, como paralizado por algo intangible. Y si aquello era en verdad el pago por todos sus atroces crimenes de juventud? Y si ahora las cientos de vidas que quitara antaño se revolviesen en sus tumbas clamando su justa venganza? Cruel justicía pues, si aquello se llamaba justicia. Pero así debían ser los designios de lso dioses. Justos, pero crueles. Aquel precio era más de lo que podía soportar.

- Mis pecados vuelven para visitarme... - murmuró el muchacho - ... creía que nunca llegaría el dia...

Después, siguió el camino junto a los otros, en pos del resto de sus hermanos, a los cuales esperaba de todo corazon hallar con vida.

La noche instaba a cesar. En la lejanía humo, calor, gritos y gemidos... dolor y desesperación. Los Vengadores avanzaban con pie firme hacia la plaza central, pues era allí donde la intuición les llevaba, mientras los rayos del amanecer comenzaban a asomar por el horizonte. Por la mente de cada uno de ellos, pasaron las escenas de terror vividas, los momentos de rabia por ver campar a las grotescas criaturas no-muertas destruyendo la vida de los vivos, en un mar de vísceras, sangre y pavor. Desconocían lo que les aguardaba, pero ya no temían nada... Aceptarían el designio de Pharasma...

LLegaron a la plaza central. Todo era descontrol. Demasiado humo, calor, fuego y confusión. Multitud de aquellas criaturas deambulaban a sus anchas, dando a entender que habían ganado la batalla. Los vivos se habían visto obligados a replegarse... ¡¿Todos?!... Todos no. El alguacil, con el sable en mano, combatía aquel ejército interminable, con el arrojo del que se sabe perdido. Su amada Jominda intentaba cubrir su retirada desde la terraza de una edificación enorme, quizás la más grande de todo Ravengro. Allí apoyaba a su enamorado con una ballesta. El suelo estaba plagado de muertos. Habían intentado plantar cara, pero aquellos seres eran abrumadoramente más fuertes e inagotables... Benjan había perdido a sus ayudantes en un intento de facilitar el repliegue de las gentes del pueblo... y ahora estaba a punto de dar su vida.

Una marabunta de zombis se abalanzaban contra la puerta de la construcción, golpeándola de forma frenética, como si detrás se hallara el fin de su incrementada voracidad... ¡¿Cuánto soportaría aquella barrera?!...

Pero no todo eran malas noticias pues en aquel lugar, en aquel punto fronterizo que separaba el reino de los vivos y los muertos, los Vengadores volvían a reunirse... ¡¡Y esta vez no caerían!!