Partida Rol por web

A los pocos segundos llega el elfo todo apurado y secándose el sudor con el paño con el que limpiaba las ventanas.

- ¿Sí... si... mi mi mi a-a-amo? -, te dice con miedo.

William mira un rato a Munkle, sin un ápice de sentimiento en su rostro. Vuelve la vista al libro y después hacia el elfo. Munkle... A mis padres no les gusta demasiado que lea fuera sus libros. Te importaría no decirles que estaba leyendo aquí? -le pregunta, aunque por su tono taimado se ve claramente que no le está pidiendo nada. Se lo ordena.

- Mi amo no ha estado aquí, ni ni ni yo he estado aquí... ¿qué hago aquí? -, dice repitiendo una y otra vez mientras se retira a limpiar las ventanas nuevamente.

Tras ver como el elfo doméstico se retira, William no puede evitar dar un suspiro de fastidio. Nunca le gustó que ese bicho rondara por la casa continuamente, aunque algunas veces era útil. Sin demasiado entusiasmo, se levanta del suelo y se dirige hacia la entrada de su casa, dispuesto a devolver este libro a la biblioteca. Lo sacó hace poco de allí y lo tuvo en su habitación, cosa que no termina de gustar demasiado al padre de William, pero que acepta con reticencia. Mejor leer estos libros que los del padre de Nyna, no? -piensa William cuando entra en casa.

Caminas por la casa, hasta llegar a la biblioteca de tu padre. Allí, ves a otro de los elfos domésticos, quitándo el polvo a los viejos libros que allí se apilan. Ves una pila de libros sobre una de las mesas, seguramente, libros que tu padre ha seleccionado para leer o simplemente, para venderlos. No lo sabes.

Sin demasiado entusiasmo William se pasea por la biblioteca y localiza el sitio del cuál extrajo el volumen de magia negra. Bastante interesante. -piensa al dejarlo en la librería- Nunca pensé que el maleficio imperio hubiese tenido tantas fricciones con la historia muggle... Si pudiera ver al padre de Nyna, seguro que me podría aclarar el asunto.

Aunque cuando deja el libro, otras cosas le vienen a la cabeza. Debe encontrar su padre para hablar con él sobre la visita a Britt. Por eso mismo, William saldrá de la biblioteca para buscar a su padre o a su madre. Pero... Antes echará un pequeño vistazo a los libros de la mesa. Sin tocar nada, claro está. Aún recuerda el día que, de pequeño, casi es devorado por uno de los juguetitos de papá...

Sin mucho entusiasmo, William pasa la mirada por los libros del escritorio.

Mientras miras los libros con detenimiento, sin tocarlos siquiera, uno de ellos se abre rápidamente ante tus ojos y del mismo sale una luz impresionantemente brillante que de tumba de espaldas y te deja ciego por un buen rato.

Sientes que no ves nada, salvo pequeñas motitas de colores en tus ojos... pero eso te da igual... estás ciego y sin poder levantarte...

Tras un tiempo de estar allí paralizado, sientes unos pasos que entran a la biblioteca...

¡Enervate!

La voz de tu padre resuena por todo el lugar mientras un rayo te golpea en el pecho y hace que te levantes. Todavía no puedes ver casi nada, pero por lo menos ahora ves alguna que otra forma.

- Veo que has estado trasteando otra vez con mis libros, ¿no es así William? -, te dice serio como siempre tu padre. - ¿Cuántas veces te he dicho que me preguntes antes de tocar algo? Me has hecho aparecerme aquí cuando sentí tu pesar... de no ser por el ritual... estarías en el suelo una larga temporada...-

P...Padre! -exclama William, poco dado a sorprenderse, aunque la situación lo requiere claramente. Se frota los ojos como puede y enfoca la mirada hacia su padre. Aún algo desorientado por la luz y el hechizo de su padre, William le fija la mirada y le contesta con decisión, aunque sin faltarle al respeto.

Padre, te juro que no toqué el libro. -le responde, mostrándose incómodo ante la situación- Se que clase de artilugios manejas y no se me ocurriría nunca tocar algo sin tu permiso!

Aunque tras dicho comentario, William se encoje de hombros por haber parecido demasiado impetuoso y agacha la cabeza, como siempre. Lo siento. -se disculpa, totalmente serio, aunque frunciendo el ceño por el temor y respeto que siente hacia su padre- No volverá a pasar.

- Has tenido tu merecido por meter las narices en donde no debías. No recibirás castigo esta vez... que demonios... hasta yo era curioso a tu edad. -

Tu padre inclina un poco la cabeza a modo de saludo y se gira para retirarse.

Espera un momento, Padre... -empieza a hablar William, justo cuando su padre ha empezado a girarse. Se calma poco a poco, recuperado ya su serio carácter.- Brittany Johnson me ha enviado una carta, preguntándome por todos. También me dijo que si quería podía ir a visitarla un fin de semana. Claro está, tener una buena relación con Britt y su familia y contactos nos podría servir en un futuro, -sonríe con sarcasmo, aunque sin dejarse llevar por la broma- así que sería conveniente ir a verla, aunque fuera solo un día. -concluye con seriedad, manteniendo la mirada a su padre.

- Hum... interesante... sí, debemos llevarnos bien con su familia. Puedes ir. -, te dice tu padre y acto seguido, desaparece.

*plop*

Valdruk aparece volando con su nueva escoba y aterriza en el jardín trasero de William. Después, se acerca a la puerta de la mansión y da varios golpecitos para que se enteren que está allí.

William suspira aliviado ante la respuesta de su padre. Sonríe. La verdad... Siempre que quieren pueden ser buenos padres. -piensa mientras se dirige hacia la puerta de la biblioteca. Pero entonces alguien llama a la puerta. Sin demasiado entusiasmo, llama la atención del elfo que estaba limpiando las estanterías. Lo reconoce por su fina cara, quizás demasiado para un elfo domestico de su edad y su sucio trapo que lleva como vestido.

Kordel, vete a abrir la puerta. Alguien está llamando. -le ordena. Entonces sale de la biblioteca y se queda en el pasillo, detrás de la puerta de la biblioteca esperando para ver quién es el invitado. Si es un amigo de su padre, se irá a su habitación para no molestar. Como siempre.

El elfo doméstico abre la puerta y al ver que es tu compañero Valdruk lo hace pasar mientras le dice que espere en el salón.

- Señorito William, es vuestro amigo Valdruk Vloss. Os está esperando en el salón. ¿Desea que prepare algo para que bebáis? -, te dice respetuosamente el elfo.

Valdruk observa al elfo que le abre la puerta y le da unos golpecitos en la cabeza con la mano, que es su forma de saludar a todos los elfos domésticos.

-Si...Hola, me preguntaba si estaría por aquí William. -Dijo tratando de mirar el interior de la casa desde el marco de la puerta.

Umm...Supongo que solo por que nuestras madres se lleven mal, tampoco es razon para que no pueda pasar a hacerle una visita..

En ese momento, todos oís como la chimenea del salón de la mansión de los Nicholls comienza a escupir un fuego verde y de repente, una hermosa chica sale despedida de la chimenea y cae sentada sobre uno de los mullidos sofás del salón, justo al lado de Valdruk, que la mira desconcentado.

William se queda mirando la escena extrañado, hasta que de repente, cae en la cuenta que esos cabellos no pueden ser más que los de Brit, la cual parece ser que ha tomado un atajo hasta su casa.

Tal cual se ha sentado, se levanta rápidamente; esbozando una enorme sonrisa, cómo siempre, y quitándose el sombrerito blanco que llevaba, ahora cubierto con algo de cenizas.

¡Hola! - exclama, con su émfasis habitual y levantando la mano - ¡Vaya! ¡Valdruk! ¡Estás tú también aquí? ¡Qué bien! - mira ahora a William - ¡Perdona por entrar así de repente! Es que mi abuela me ha dicho que íbamos al Callejón Diagon y he pensado que quizás te apetecería venir... u os apetecería venir - añade enseguida, mirando también a Valdruk.