TURNO ORCO

Los orcos continuaban con su empeño empujando a los aventureros fuera de la protección del bosque. Los dos lanceros acosaron a Davros y en un descuido del bárbaro uno de ellos volvió a rozar al bárbaro esta vez en la ingle. Fue un corte menor pero ya era otra herida más a añadir a las anteriores.

Una flecha sin objetivo claro volvió a traspasar las ramas sin encontrar al maldito elfo que hostigaba el suelo del bosque con sus mortíferas flechas. No había nada que hacer con él. Mientras estuviese allí arriba no podrían hacerle nada a no ser que tumbasen el árbol.

En la parte oeste del bosque el recién llegado, que había abatido a su rival, desvió con su broquel el ataque del orco negro. Éste, con una mirada de odio contestó en un común primitivo. - No sé dónde está tu familia bastardo... pero ojalá estén todos colgando por las tripas de un árbol. 

Los dos armados con armas de proyectil continuaban apuntando al seguidor de Tyr esperando a que se separase de su compañero para ensartarlo con sendas saetas.

Ogna seguía recitando y trinchando. Miraba la punta ensangrentada de su estoque que le pedía beber más de la asquerosa sangre de los trasgos. Vio como uno casi cortaba el brazo de Morwing con su hacha. El elfo había hecho un estupendo trabajo y no quería tener que enterrarlo en Oaksville, como a Spujnur. Así que lo siguiente que vio el hechicero es cómo un aguijón sangriento atravesaba el vientre del trasgo desde atrás. Ogna hacía toda la fuerza que podía para mover el estoque en el interior de sus entrañas provocándole la muerte. No podía permitirse el lujo de ser cruel en medio de la batalla, así que lo sacó tan pronto como vio que el trasgo quedaba inerte.

Fue sueño ayer, mañana será tierra. 
¡Poco antes nada, y poco después humo! 
¡Y destino ambiciones, y presumo 
apenas punto al cerco que me cierra!

TURNO 7

El orco, gravemente herido, disparó una vez más a Losse aunque, una vez más, erró su blanco. El elfo lunar no dejó pasar la oportunidad y le dio muerte con otro flechazo en el pecho. La llegada del misterioso combatiente y la canción de la humana, habían dado un nuevo aire a la situación, en la que, por fin, Davros machacaba a un par de oponentes.

Losse se canteó ligeramente y se marcó como objetivo el trasgo que había herido recientemente al salvador de la batalla, Morwing. La flecha voló por el aire hasta que se incrustó en el cuello de la criatura haciendo que emanara un gran chorro de sangre mientras éste se derrumbaba sin vida.

¡¡¡Arrrgggg!!! Gritó de dolor Morwing.

Unos de los tragos había conseguido sorprenderle mientras ejecutaba su último conjuro sobre Davros. El hacha de la criatura había impactado sobre el brazo del hechicero dejando tras ello un reguero de sangre… Irremediablemente el arco que sostenía cayó al suelo y Morwing fue retrocediendo mostrando claros síntomas de dolor.

Esto no quedará así. Uno de los dedos del hechicero comenzó a iluminarse una vez mas mientras iba retrocediendo. En esta ocasión la luz era blanca y fría como la nieve. Cuando ya estaba dispuesto a hacérselo pagar a aquel trasgo, Ogna ejecutó a la criatura con un certero golpe.

¡¡¡Vaya, pues me resarciré contigo!!!

En pocos segundos Morwing cambió de objetivo. Uno de los orcos que se encontraban junto a Davros estaba a punto de pagar los platos rotos…

Rápidamente el pequeño Zanc movió sus pies buscando un nuevo objetivo... -Encargate de esas ratas Kormack!- Exclamó al enano a la vez que tomaba una carrerilla hasta llegar a la espalda del Orco que luchaba con aquel desconocido que había llegado hace poco preguntando por su familia... -Acabemos con ellos!, estoy seguro que si tienen a alguien deben tenerlo en su campamento!... Gracias por la ayuda, cuenta con mi apoyo para lo que sea que buscas.- Su estocada había fallado por un pequeño tropiezo que tuvo justo antes de llegar a su objetivo, ahora flanqueaba a aquel Orco mientras continuaba con su postura defensiva.

Su templado amigo despertó por fin, y actuaban como uno sólo, de un potente y certero movimiento, estuvieron a punto de cercenar la cabeza del primer orco, que aún intentaba sujetarse las tripas, quedándole colgando hacia la espalda sujeta por unos jirones de piel y músculos, la fuerza del tajo les hizo posible continuarlo hasta el otro pobre infeliz, donde acabó incrustado en su tórax tras amputarle el brazo de la lanza.

Su mente estaba en blanco, contrastando con todo el rojo que llovía en todas direcciones, lo único que pudo ver, fueron otros dos orcos, que permanecían quietos desde hacía un rato... - más carne... - , se acercó lentamente para seguir su matanza.

TURNO GOBLIN

Lo que comenzó como una victoria segura se tornó en una violenta y trágica retirada por parte de los pequeños trasgos. Después de haber sido testigos de cómo habían muerto la mayoría de ellos a manos de los aventureros y cómo estaban cayendo los orcos que se habían incorporado tarde a la batalla, a los goblins no les quedaba otra que correr despavoridos en dirección norte en busca de refugio o de apoyo, preferiblemente lo primero. Las pobres almas en fuga corrían entre los matorrales para poner tierra de por medio entre ellos y los devastadores filos de las armas del enano y el bárbaro. Como telón de fondo una lúgubre canción seguía resonando en sus cabezas y la imagen de sus compañeros abrasados o inconscientes los atormentaba mientras huía. Tan sólo alcanzaban a gritar un nombre: Clombush!!! Clombush!!!

Un par de flechas perdidas volaron sobre las cabezas de Ogna y Morwing inofensivamente para perderse entre los matorrales del sur. Los arqueros al ver que no habían impactado en sus bancos optaron seguir retrocediendo dejando tras ellos a los orcos que luchaban contra el hombre de la armadura metálica y el bribón gnomo. Tan sólo un rezagado goblin quedó para hacer frente al malhumorado enano. Intentó un último ataque pero al ver cómo el enano agarraba el mango de su hacha para detener el golpe supo que su vida había llegado a su fin.

Kormack tras matar a cinco enemigos su brazos se mostraban cansados, nunca había matado tanto. Era divertido, pero quería que acabase ya. Escondido tras su escudo pasaba el tiempo. Vio a enclenque volver a hacer algo que no podía justificar... un arcoiris salía de su mano y los enemigos se quedaron quietos. Podía haber jurado que le cerró los ojos a tres enemigos y lo que es peor de la punta de sus dedos salió un rayo blanco. Mientras veía todo esto movía su hacha arriba y abajo sin prestar atención al combate. Un aguijón le hizo darse cuenta que tenía dos enemigos enfrente suya. Y entonces el enano lo vio claro... su mano no dejaba de sangrar. No era la sangre del enemigo, era su propia sangre...era suya... Antes de darse cuenta su hacha había cortado el cuello de uno de los trasgos*. Sus ojos estaban rojos... Ya no había cansancio! Solo el dolor de la pérdida de la muerte del lobo. El enano pausadamente pisó el cadáver que acababa de degollar, para ponerse frente por frente al otro trasgo. IDIOTA... no te rrrepetirrré más...¿Quién te dio la orrrden de matarrrr al lobo? ¿QUIÉN MATO AL LOBO? - y su voz parecía mover los árboles.

Yo no... - contestó el trasgo tímidamente antes de que su cabeza quedase separada en dos mitades y su cuerpo cayese al suelo inerte.

Sorprendido ante la aparición de aquel pequeño personaje y su imprevisto ofrecimiento para ayudar a encontrar a su familia, el corazón de Allen, lleno de rabia y odio, encontró una luz que iluminó lo que hasta ahora sólo era oscuridad y desesperación. Nos obstante aún debía culminar lo que el grupo, al que parecía pertenecía este misterioso personaje, había comenzado. Así, volviendo a asír con fuerza su arma y girando noventa grados el cuerpo para adquirir fuerza, lanzó sobre el orco ,que aún no había recibido daño alguno, toda la ira que aún alimentaba su espíritu. Impactó, de nuevo, sobre aquella criatura infecta su enorme espada aunque en esta ocación el orco aguantó, a duras penas, el tajo recibido.

Sin perder la vista del enemigo ya herido, espetó al inesperado compañero - No debes agradecerme nada, amigo, es mi deber erradicar de estas criaturas de las sagradas tierras de Faerun. La gratitud es del todo mía hacia tí. ¿Conocéis la localización de ese campamento del que hablas? - concluyó esperando la reacción del orco a quien acababa de asestar un duro golpe así como la contestación de su ya compañero de fatiga.

Cuando Kormack vio que se iban corriendo les gritó - EEEEEEEEEEEH! VOSOTRRRROS... NO CORRRRRÁIS, QUE ES PEEOOORRRR! - se sacudió la barba y se le ocurrió otra genialidad - O TRRRRAERR MÁS MONOS!!! PUA JA JA JA HA!!! CHIVARRROS A VUESTRRROS PADRRRRRESSS O LAS ZORRRAS DE VUESTRRRAS MADREEES JA JA JA JA - gritaba el escandaloso enano. Y vio que había un lobo durmiendo... se puso el dedo en la boca - ssshhhhh y el hacha en el hombro Ay Ho... ay ho...*

TURNO ORCO

El último combatiente que aguantaba en pie y podía continuar la lucha cayó con la cabeza separada del cuerpo al igual que muchos de ellos ese día. El cuerpo se deslizó entre el paladín de Tyr y Zanc. Automáticamente el sonido del gatillo de la ballesta llamó la atención a Allen y al pícaro que aguardaba a su lado. Zanc, con sus gráciles reflejos consiguió esquivar el virote que buscaba su pecho sin embargo Allen, que conversaba con él, no fue tan rápido y recibió un impacto de flecha en el hombro izquierdo.

Ogna se estaba envalentonando. Hasta se veía los pechos más voluminosos. Su estoque ya no tenía suficiente con sangre de trasgo. Había probado el dulce néctar de la muerte y quería nuevos sabores, nuevas carnes que trinchar. Dejó de recitar su poema para tararear una melodía fúnebre. Caminaba paso a paso hacia su nueva víctima, un feo orco junto a Davros. Pasito a pasito llegó hasta él. De nuevo ella se creía invisible y quería meter la punta de su estoque en su dura piel. Debería darle más impulso que con los otros pues su piel era más dura. Lanzó una tremenda estocada con tan mala pata que la punta del estoque resbaló por la armadura retorciéndose la muñeca y desviándose peligrosamente hacia Pino.

¿Quieres matar a Pino?- Hacer o no caso a la vocecita dentro de su cabeza. Qué dilema.

TURNO 8

El enano se acercó al trasgo y su lobo. Les miró unos segundos...Cabrrrón con suerrrrte... iba a morir durmiendo, muchos soñarían con esa muerte, pero no Kormack. Él quería morir luchando con sangre enemiga y cansado de matar, llegar hastiado a su hogar y copular hasta morir de un infarto. Como su padre... Joder que buena muerte... y así levantó el hacha. No es perrrsonal, sólo la venganza de mi lobo... y al caer el hacha cortó por la mitad a lobo y amo. Un poderosísimo golpe que casi toco el suelo. IAAAAAAAH! ... Arghf!

-Imagino que el campamento esta al norte, hacia donde huyen!, vamos por ellos, pero primero acabemos a esos Dos!- Exclamó mientras evitaba la flecha que lanzaba el Orco y emprendía la carrera hasta ubicarse a su espalda, entonces atacó, justo en el momento cuando el caballero llegaba para brindarle el flanqueo que necesitaba para distraer al Orco y tomarlo por sorpresa, el corte fue limpio, en el muslo, cortando una arteria y causando una gran hemorragia.

Losse vio como huía uno de los trasgos e intento alcanzarlo con una flecha antes de que se marchara. Esta vez erró su disparo debido a la espesura en la que el trasgo se encontraba. Mientras tanto se mantuvo a la espera a ver cómo transcurría la acción.

El paladín confirmó cuan estúpidas eran estas criaturas cuando observó que aun teniendo la posibilidad de escapar, decidieron continuar con su baldía lucha. El impacto de la flecha sobre Allen tuvo la respuesta esperada. El paladín corrió veloz hacia el portador del arco que le había herido a la vez que armaba su espada para asestar un golpe que terminara con la vida de aquella desafortunada criatura. Observó a su vez cómo su pequeño compañero de fatigas se apostaba a la espalda del otro combatiente orco a la espera de mi llegada, es listo, pensó.

Al llegar, el impacto que recibió el malavenuturado orco no llegó a sentirlo, su vida se apagó en el instante en que Allen incrustó con saña su espada entre el cuello y el hombro, lo que dejó al orco casi partido en dos salpicando de su infecta sangre tanto a él mismo como a su compañero.

Girándose esperando la respuesta del asustado orco adyacente al paladín, contestó a su compañero, -no se si quedará alguno que llegue de vuelta a su campamento-.

Morwing observó como uno de los gobling corría enloquecido hacia el norte tratando de huir. Losse echó mano de su arco para tratar de abatirlo pero en esta ocasión no fue tan certero… el gobling continuaba alejándose.

Fue entonces cuando Morwing, aun dolorido, recogió el arco del suelo y apunto a la criatura con el pulso algo tembloroso por el dolor. Aun así consiguió alcanzar su objetivo y el cuello del pequeño gobling quedó atravesado por la flecha. Muere bastardo…

Muy buena, compañero elfo, había que acabar con ese cobarde - Expresó Losse cuando vio como Morwing atravesaba al último trasgo al que había atacado.

Acto seguido se puso a bajar del árbol para ponerse a recoger las flechas de los carcajs que los orcos y trasgos traían.

Fin del combate

Las últimas estocadas daban paso a una relativa tranquilidad solo rota por las respiraciones aceleradas de los compañeros. A su alrededor docenas de cadáveres teñían el manto marronáceo de hojas secas con su negruzca sangre. Todo había terminado con final feliz, al menos por el momento. Todos excepto Losse y y la Ogna presentaban las marcas que la dura batalla había dejado en ellos. Algunas físicas, visibles y que curarían en los días venideros; otras, guardadas en su interior y que continuarían sangrando durante mucho más tiempo.  Sería un episodio que no olvidarían jamás y sólo uno más de los muchos que estaban por llegar. Pero como hemos dicho, todo esto estaba lejos de haber terminado. Los gritos de los goblins que corrían despavoridos aún eran audibles desde esa sección del bosque y probablemente no tardaría en llegar hasta ellos una respuesta por lo que allí había acontecido. Davros, Kormack y, un poco más alejados, Zanc y un desconocido, terminaban con los enemigos que tenían ante ellos con premura. No había tiempo que perder si querían reorganizarse como era debido. 

Con el combate finalizado los cuervos regresaron raudos y en grandes cantidades se posaban sobre las ramas altas esperando que los aventureros se alejasen de los cuerpos para reanudar lo que habían dejado a medias. Del cuerpo del pobre Traishor no quedaba mucho que se pudiese recuperar ya que los orcos, tras despojarlo de sus pertenencias, mucho incluso habían cortado parte de su cuerpo para comérselo o lanzarlo como comida para los lobos. Pero no todo estaba perdido. Uno de los orcos de mayor tamaño que había aguantado hasta el último momento de la batalla conservaba bajo su armadura una bolsa de cuero que había pertenecido al druida. En ella el tintineo de las monedas de oro indicaba que los ahorros del druida se encontraba en el interior. A excepción de un par de vejigas de ciervo rellenas con un apestoso líquido, que Kormack identificó como brebajes curativos orcos, no se encontró nada de valor entre las pertenencias de las criaturas.