Partida Rol por web

Romitelli observó a un esqueleto amenazándolo. Esa imagen, y sobre todo saber quién era el dueño de esos huesos, le hizo dar un ataque de risa.

_Jajaja este idiota realmente se cree que es la muerte, ¿verdad? -le dijo a Ramirus, quien había decidido acompañarlo, sin quitar los ojos de encima de Billy-.

El viejo Ramirus sonrió.

- Sí, sí, es verdad... realmente hemos tenido mucha suerte. Podíamos habernos roto la crisma en esos escalones.

Después se percató de que Romitelli miraba al esqueleto que estaba siempre pendiente de Aurora. Él también lo miró. No sé qué se piensa ése, con esas pintas... igual se cree que es la muerte...

Estuvo a punto de decirle sus pensamientos a su compañero de pasillo, pero creyó que quizás no le gustasen los chismorreos sobre los demás. En lugar de eso, señaló con su rama la puerta a la que habían llegado.

- Vamos a entrar, ¿eh? Pero con cuidado, sin hacer ruido...

Tras las palabras mágicas la varita comienzo agitarse alocadamente hacia la dirección Dextro, o al menos eso parecía hacer, ya que el brazo del pequeño mago la acompañaba rítmicamente apuntando hacia el vestido de Aurora.

Los murmullos provenientes del lado Dextro de aquel pasaje llamaron más la atención de Aurora que el reflejo purpureo. Con mucha razón, ya que todo hechicero que se jacte de tener un sombrero de punta sobre la cabeza sabia que aquel resplandor no podía ser otra cosa que el efecto de una interacción mágica con el medio.

Junto con su sequito personal de heroicos pretendientes, dejaron atrás a los viejos magos cascarrabias que parecían balbucear tanto como las dos estatuas parlanchines de Nargho y Dospar. Rodeando dos de los laterales de la habitación octagonal, acercándose a un murmullo que pronto dejo de ser tal, tomando forma en las voces reconocibles por todos como miembros del comité de asuntos de relevancia académica y fraude de la Universidad.

- ¿Qué es esto? Te dije que trajeras sangre de lagarto, no de ratones peludos… No, noo! Y pedí velas rojas, no azules. Acaso nadie me escucha aquí – El que hablaba, ahora a los gritos era el vicedecano, quien al parecer trataba de pintar signos mágicos en la roca, frente a una gran puerta enmarcada por dos vigilantes estatuas. Afortunadamente, sin vida.

-  Lo sé, pero, pero Rugo* ha dicho que era mucho mejor esta combinación de azul y ratones peludos para el hechizo que quería hacer – Con la cabeza gacha y la vos como un siseo de ratón amedrentado por un gran felino, el aprendiz personal del vicedecano, trataba de no mirar a su tutor para no terminar croando durante el resto de sus estudios.

- Baffff, Rugo, que sabe ese conserje mediocre – liberando una serie de maldiciones y amenazas al aire, el Vicedecano continuo con su trabajo y termino de dibujar un bonito pentagrama decorado con serpientes enroscadas, signos zodiacales y flores primaverales  (Que si me apuran les diré que no servían de nada, pero hacían más que espectacular aquel decorado).

Tomando su posición en el centro tomo un grueso libro encuadernado en cuero repasando el conjuro que debía invocar y miro furioso a sus aprendices.

- Aquí dice que debemos ser siete más uno, siete más uno… ¿Por qué no me lo dijeron antes de que mandara a todo el mundo a patrullar los alrededores? Son un puñado de incompetentes, no ven que solo somos – hizo una pequeña pausa para contar los allí presentes con sus dedos – cinco, cinco y contando al inútil de Jacko que lo único que hace es comer bananas, pero si conseguimos a otros tres podría funcionar. ¡Encuentren a alguien! -  Gritó al final y todos los presentes comenzaron a moverse nerviosamente por el lugar sin saber para donde salir disparados. Al menos hasta que el mismo Vicedecano levanto la vista y vio a nuestros tres intentos de héroes aparecer por el pasillo.

- Ustedes, vengan aquí. ¡Ahora!
 

Los murmullos provenientes del lado Dextro perdieron la escasa intensidad que poseían hasta perderse por completo junto con la pequeña Aurora, el huesudo de Billy y el pequeñajo de Larry. En el pasillo Levo, aquello que había comenzado como un reflejo purpureo, ahora teñía de luz intensa todo lo que se encontraba en él, incluyendo a nuestros héroes (mejor dicho proyectos de héroes) y un carro de café decididos a ver con sus propios ojos lo que ocurría en aquel lugar.

-¡Azaa la osaaaa! LUCES BAILARINAS… iiiuuuuuuuppiiiii – chillo Oz, mientras Link lo sostenía para que avance sin alocarse. Sin poder evitar pensar si haber emprendido viaje tras los dos viejos había sido una buena opción, después de todo parecía gustarles su café.

La exclamación del carro de café permitió que el resto se percatara de lo que se presentaba frente a ellos. Un montón de roca torpemente ordenada en grupos dispares por todo el pasaje, sin siquiera haberse tomado el trabajo de separarlas por tamaño o color, muy poco profesional el trabajo. Sin embargo aquello no resultaba lo más sorprendente, si muy indignante, pero lo en verdad sorprendente era el inmenso boquete que se abría en la pared de roca dejando entrever a través de una muralla de energía ectoplasmica de tercer nivel que emitía luces de… ¡Oh mi dios!... color octariano purpura verdoso, una gran sala de ocho lados simétricos.

Pero ello no era todo, no, claro que no señores. Porque a pesar de las deficiencias de visión provocados por el fuerte reflejo y por años de fumar hierbas de mala calidad, algo se movía dentro de la habitación. Una serie de siluetas humanoides con largas capas y picudos sombreros, se deslizaban dentro de los aposentos del gran Merlingo, un lugar en el que nadie debería entrar hasta que muchos soles hubiesen pasado.

- ¿Qué está ocurriendo aquí? -  Se pregunto Ramirus mientras se chamuscaba la barba con la barrera mágica que los separaba y Romattelli se llevaba el dedo acusador a la boca por haber recibido una descarga eléctrica que le erizo su cabellera blancuzca.

Link que estaba acostumbrado a ver aquellas cosas en la universidad, se acerco a la  avertura llevando a Oz por delante.

- Clientes...

Fue todo lo que dijo al carro para arremeter contra la extraña abertura para ingresar a vender su cafe.

Larry no hacía otra cosa que andar mirando a su varita, no escuchó a nada ni a nadie, ni tan siquiera a su diosa bruja. Por lo visto su varita se había vuelto a mover sola, parecía que la magia verdaderamente existía en él, pero todavía no podía creerselo. De pronto unas voces asustaron al pequeño de Larry.

Ustedes, vengan aquí. ¡Ahora!

Larry no pudo reprimir un saltito y un gritito, se le cayó la varita al suelo y se llevó las manos a la boca. Cuando vio a quienes le habían dado el grito, tomó de nuevo su varita y esta vez se pegó tras la espalda de Billy. De los tres seguro que era el más valiente, y no sería Clotter quien contestase a aquellos señores.

Junto con su sequito personal de heroicos pretendientes

El Director

Heroicos pretendientes? Quien escribía esta historia empezaba a sentir los efectos de la comida dañada al llamarme a mí "pretendiente"... Sin embargo no era lo que importaba.

El brillo empezaba a llenar nuestro camino, como no si el director andaba en alguna droga experimental y ese fulgor azulado era magia, magia pura; tal vez a Aurora le de por estornudar grillos hasta que no le quede nariz. Caminamos a través del corredor mientras empezábamos a escuchar algunas voces... "¿No son esos los que me suspendieron la otra vez? Demonios... si me ven aquí de seguro me expulsan... bueee... tampoco es que no pueda regresar". Caminé mientras venian Clotter y Aurora detrás de mí. Cuando llegué miré a los que estaban ahí haciendo unos hechizos con runas "Mierda... sabia que no tenia que faltar a esa clase"

El vicedecano me vio y como si fuera el malo de la Universidad me montó el ojo. "VENGAN AQUÍ" fue lo que gritó e inmediatamente el mocoso de Clotter se escondió detras de mi túnica. Volteé mi cara y lo miré - Gallina - luego miré a Aurora - mira al caballero que te gastas - Jalé mi túnica y caminé hacia el director para "ayudarlo con lo que necesitara. No era común pero no iba a arriesgarme a ser expulsado - Que mas Dire, ¿como anda?

Se dice que el disco siempre giraba para el mismo lado, o al menos eso es lo que todos creían, imbuidos en sus quehaceres diarios no se daban cuenta que en ocasiones los elefantes que soportaban el enorme plato repleto de vida también se solían aburrir, buscando actividades alternativas con cuales soportar aquel largo viaje que emprendían.

Las lungas trompas de los paquidermos pareció adquirir por arte de magia, de que otra forma podía ser sino, la habilidad de Oakenfold, comenzando un scratchin con el Disco…

Dextro, Levo, levo v ovo, dextrooooooooo wiiw wiiii wiiiiiiii... que mareo para todos…

De alguna extraña manera, siguiendo los susurros por el lado levo, llegaron a las luces del lado... Bah, ya nadie podía saber de qué lado estaban. Lo que sí podían asegurar es que finalmente habían llegado a las estancias de Merlingo pero que no podían entrar a las mismas por una muralla de energía ectoplásmica les chamuscaba dedos, barbas y erizaba los cabellos. No obstante, sí había gente del otro lado del muro. Llevaban largas capas y picudos sombreros y lo más importante: no debían estar allí. _¡Mira Ramirus, los lavanderos! -dijo Romitelli en voz alta, al borde del grito, no por enojo, susto o asombro, sino simplemente para que Ramirus lo escuchara-. Se giró para pedirle a Link que arrojara un poco de café sobre ese muro, pero era tarde, Link ya arremetía contra el agujero. Es que ciertamente Romitelli estaba convencido de que ese café tenía propiedades mágicas y podría quebrantar los efectos del muro. Es que ver gente tomando café después de comer los pepinillos de Mahus era algo que Romitelli no había visto jamás. Era sabido que luego de saborear esos pepinillos nadie comía ni bebía nada durante horas, solo para poder mantener ese exquicito sabor más tiempo en la boca. Algunos incluso habían pasado horas, días y semanas sin llevarse nada a la boca. Por supuesto nadie osó culpar a Mahus por las muertes ocasionadas.

- ¿Qué está ocurriendo aquí? -  Se preguntó Ramirus mientras se chamuscaba la barba con la barrera mágica. Las leyes que rigen la física del Disco les habían gastado una jugarreta, invirtiendo especularmente las dos direcciones posibles y haciéndoles tomar el camino contrario al que habían decidido. Claro que Ramirus no se percató de nada de eso; al cabo de cinco pasos ya había olvidado completamente qué dirección había decidido tomar.

Lo que sí que oyó perfectamente es cómo Romitelli le susurraba al oído que allí estaban los lavanderos. ¡Por fin los tenían!

- ¿Qué hacemos ahora? -le consultó al otro que también había probado cómo se las gastaba aquella barrera.

Sólo había que encontrar la manera de cruzar la muralla de energía, aunque fuese con una acometida del carrito de los cafés...

Yendo en la dirección contraria a la del barbudo toquetón, Aurora sintió un leve mareo mientras caminaba y su sentido de la ubicación se desorientó. ¿Pero... pero... no íbamos para el otro lado? Bah, da igual, mientras el viejo no se nos pegue no importa para que lado salgamos.

Satisfecha con sus conclusiones, la chica siguió caminando junto a Billy, quien misteriosamente se encontraba tranquilo y a Larry, quien, aún más misteriosamente, no intentaba conquistarla desde hacía más de 10 minutos, hasta que llegaron frente a unas extrañas puertas y se encontraron nada menos que con el vicedecano.

-Oh, oh... esto no pinta nada bien...- Aurora iba a dar media vuelta y volver sobre sus pasos cuando su presencia y la de los demás dejó de pasar desapercibida para los que allí se encontraban. -Sonamos!-

Se volvió otra vez y enfrentó a la autoridad. -¡¡¡Ese no es mi ccaballero!!! Errrr, disculpe señor... no creo que sea bueno meterme en ese círculo... sabe, he comido muchos pepinillos, anduve corriendo de aquí allá, no he repasado mis lecciones del día... mejor busque alguien más ¿si?- por nada del mundo, la chica quería someterse a un ritual tan poderoso. No era su intención pasarse el fin de semana en la enfermería estornudando pus ultravioleta mientras su rostro lucía una serie de lunares amarillos y verdes con formas de flores.

La muralla de energía chisporroteaba inestable ante los intrusos, se agitaba, bailoteaba y hasta parecía reírse de ellos provocativa. Aquello no amedrento a Link, no, claro que no, el cafetero veía potenciales clientes en el interior de aquella sala iluminada de purpureo resplandor mágico y se lanzo hacia ella con su carro al frente.

Al impactar contra la muralla esta lanzo chispas por doquier, retrocediendo como si de una cama elástica se tratara. Lo que para un buen observador no parecía ser algo bueno. La tensión mágica se concentro en torno a Oz y sus risas estridentes a causa de las pequeñas descargas eléctricas que se producían sobre su estructura, los recipientes que aún contenían algo de la poderosa sustancia densa como el petróleo comenzaron a bailotear, entrechocando entre sí.

Romitelli dio un salto hacia atrás cuando una docena de tentáculos de luz provenientes de aquella muralla se desprendían en torno a Link, a Oz, al tobillo de Ramirus y a su propia barba blanca. Momento, aquello no era un tentáculo, sino las garras del mismo Ramirus sujetándose de él para no ser arrastrado por aquellos brazos.

Los asistentes del Vicedecano se movían de un lado a otro finalizando con los preparativos del ritual, dedicando puntual atención a que las velas estén perfectamente distanciadas unas de otras tres pies exactos. Sin percatarse de que lo malo de este sistema de medidas anatómicas tenía como desventaja que uno de aquellos hombres tenían un calzado de Uk11 y el resto no superaba el Uk9, lo cual daba una geometría un tanto dispar al complejo entramado.

Tomen posición en los extremos del Penta Dragón de la escupidera y repitan detrás de mí mientras mis ayudantes incineran en el centro las treinta tres patas peludas de araña macho y las doce alas de murciélago terrestre. – El vice se aposto en el extremo del pentágono que se ubicada frente a la gran puerta de Merlingo, bajo la atenta mirada de las dos estatuas.
Tras ver como sus discípulos y nuestros tres protagonistas se aprestaban a iniciar el ritual, a pesar de las protestas de Aurora que poco eco hicieron en el experimentado mago.

Las velas brillaban con más fuerza al cerrarse el circulo de magos, un cosquilleo chisporroteante se inicio en los cuerpos de cada uno de los integrantes. Aurora comenzó a sudar como un maratonista obeso, los huesos de Billy parecieron unirse al canto del vicedecano con un compasado repiquetear, mientras que Larry iluminaba la sala con una sonrisa Colgate por sentir el poder de la magia en su cuerpo. El vicedecano no prestaba atención a lo que ocurría en el exterior de la intrincadas paginas del volumen encuadernado en cuero que sostenía entre sus manos, el ritual no podía detenerse una vez que había sido iniciado, por nada del universo podía ser interrumpido. Las consecuencias podrían ser extremas para todos o no podía pasar nada más que tener que tirar un montón de kilos en velas y componentes mágicos, lo cual sería un gran desperdicio.

Las dos hojas de antiquísima madera de la puerta comenzaron a temblar, cada vez con mayor intensidad acaparando el fuego azulado de centro del PentaDragon mientras en mago líder le ordenaba entre dientes que se abriera.