Partida Rol por web

Romitelli estaba tranquilo. Si bien el color púrpura se había esfumado del lugar, se había mantenido en la túnica del hechicero, por lo que se caspa se seguía notando/disimulando igual que antes y como siempre. Pero no solo eso podía verse como siempre. Billy seguía feísimo como siempre, La Muerte seguía muertísima como siempre, y ¡los encapuchados seguían encapuchadísimos como siempre!

_¡Otra vez ustedes! Ya una vez tuvieron que huir pero vuelven a la carga justo ahora que son menos y que nosotros tenemos refuerzos -dijo Romitelli haciendo un gesto con la cabeza en dirección a La Muerte-.

Lo bueno de saber que vas a morir en 4 días es que sabes que no vas a morir antes. Se acercó a La Señora.

_No es por ningún interés personal, pero creo que deberías aprovechar el momento y llevarte a estos tres. ¿¿¿Te imaginas si no el momento en que te toque llevarte a uno??? No lo podrás identificar y perderás tiempo tratando de ver cuál es cuál, pues solo con que uno lleve tacos o se ponga de puntitas de pie ya quedarán igualitos. Vamos, se buena, llévatelos así podrás volver a tu fiestita.

Luego fue hasta Clotter. Pidiendo ayuda al buenoparanada de Billy... Ese niño era tonto, pero poderoso.

_Vamos Clotter, lánzales un rayito de esos que tú tiras, como al gusano, vuélvelos de caramelo. Yo los distraeré.

Dio el viejo entonces unos pasos hacia los encapuchados.

_Jojojo, tal parece que vinieron las mucamas de Arcdemo, a las cuales enviaron a hacer los mandados. ¿Nunca pensaron que ustedes tres podrían tomar el control y esclavizarlo a él? En cualquier caso si Arcdemo quiere nuestros cuerpos pueden decirle que nuestros cuerpos ya están yendo hacia allá. ¡Ahh, los agarré! ¡No aclaró que los quisiera muertos, de modo que no pueden matarnos o podrían hacerlo enfadar más aún! Vamos, dígannos cómo llegar hasta él, así podremos llevarles nuestros cuerpos VIVOS para complacerlo.

- ¡Ajá, los encontramos! -gritó satisfecho Ramirus al ver a los lavanderos. Bien era cierto que faltaba el lavandero jefe, aquél que sin duda sería el encargado de cometer la atrocidad de planchar el sombrero de Galindo. Pero, al menos, era un comienzo.

Sólo había que deshacerse de ellos.

Mientras sus compañeros ideaban distintas estratagemas, el viejo abrió su libro de magia por el principio, y repasó a toda velocidad el índice: lavanderos, lavanderos, lavanderos,...

Pero claro, como el libro estaba otra vez del revés, le iba a costar un rato encontrar algún hechizo apropiado para sacárselos de encima. Pero lo encontraría; vaya si lo encontraría.

-Nadie se llevará mi cuerpo, entendido?- Aurora estaba verde de la rabia. Su cuerpo estaba reservado para aquel héroe que la rescatara de alguna batalla suculenta, la hiciera parte de una canción de bardo y le llevara el desayuno a la cama. Para nadie más. Y esos secuaces de pacotilla no iban a tener el gusto de ponerle un dedo encima o una nariz por accidente.

Viendo que Billy se preparaba para hacer algo, la chica se puso a su izquierda (o a su derecha, depende de donde hubiera quedado Larry) para ayudar en el combate. No estaba muy segura de si el Dohllar se portaría bien con ella o no, pero quien no arriesga no gana, y mientras el vejete de túnica violeta lanzaba pullas verbales, la chica decidió que era hora de poner a sus contrincantes en vergüenza.

Afortunadamente el universo nunca para de girar, o al menos eso creemos las mentes ignorantes que lo habitamos. Sin embargo hay muchas situaciones de la vida cotidiana como luchar contra dragones escupe acido,  derrocar gigante de prominentes bigotes con aire de dominación sexual o destruir megacorporaciones del inframundo que atacan la libertad de consumo inundándonos de parlanchines anuncios publicitarios de brillantes colores y mujeres hermosas con poca ropa; donde por un instante todo lo que nos rodea parece detenerse.

Como se imaginaran para esta altura del relato, nuestros héroes están cruzando uno de esos momentos. No tanto por el suspenso y lo difícil de la situación que deberán afrontar a continuación, sino  porque el sindicado de monos narradores decidió, y no sin razón, entrar en huelga hasta que se mejoren sus situaciones laborales (Dos plátanos diarios y un atado de cigarrillos de segunda marca no es forma de trabajar).

La cuestión en sí es que la burlona actitud de los lavanderos con sus túnicas planchadas a la perfección y agobiante aroma a suavizante de ropa, llevó a nuestros protagonistas a invocar a los incontrolables espíritus de la magia y… y, atacarlos. Deseando, destruir sus corazones, aplastarlos como hormigas en un picnic de primavera y por sobre todo, arrugarles sus sombreros de ala ancha, mancharlos con salsa de tomate y un buen lodo importado.

Lentamente la danza comenzó, los esqueléticos pies de Billy se movían rítmicamente al compás de una melodía que solo él podía escuchar. Escarbó en la tierra, aquella que en algún momento de la historia supo ser violeta, buscaban entrar en contacto con la naturaleza, comunicarse con las raíces de los arboles, controlarlas a su antojo. 
Antojos, antojos… Si se todos se pusieran de acuerdo para tener el mismo antojo y no tener que imponerse a la fuerza sobre lo de los demás, el universo las tendría más fácil. Mucho menos trabajo saben.  Como siempre que hay más de una petición al mismo tiempo, el universo (ese señor gordito de barba blanca) solo puede solucionarlo de una sola manera. Una moneda al aire soluciona las cosas: Cruz, las raíces hace lo que quieren, cara obedecen a los bailes de Billy… el azar sigue siendo lo más justo para resolver estas cosas del destino… una vez más esa moneda de media onza de plata voló y voló para luego precipitarse a la tierra…

Generalmente aquellas raíces tan prominentes hubiesen seguido con su vida cotidiana, buscando las profundidades y disfrutando de la humedad y frescura, pero llega un momento en la vida de cada árbol que debe decir “basta” a los abusos de los magos prepotentes que atentan contra su tranquilidad. Y en este caso se alzaron furiosas contra aquel cosquilleo mágico que tanto comezón les producía. Desobedeciendo las indicaciones de “Billy pies ligeros”, las finas ramificaciones de raíces rodearon al mago y a sus compañeros  y no a los lavaderos como a todos les hubiese gustado. Dejándolos completamente inmóviles y semienterrados en un bonito campo de finas hierbas.

HAAHAHA  - fue lo último que escucharon nuestros héroes mientras la oscuridad los absorbía lentamente. Eso y una bonita melodía.