Partida Rol por web

 Con gesto quedo, Pete retiró el aurícular del oído y lo dejó colgando sobre su hombro. Podría descansar de él veinte minutos mientras bajaba al sótano. Aquella voz... Pete traeme más hielo a la segunda barra.... Pete saca el cadáver al callejón de atrás... Pete ves al almacén a buscar esta o aquella furcia.... Algun día le haría un arreglo basto en sus cuerdas vocales con una cañería del baño, a ver si esa voz llegaba por fin a la pubertad. Pero no esta noche.

 El calor era sofocante. La bestia rugía en su interior. Pero tenía que trabajar.

 Miro lánguidamente a su joven amiga. Espérame un poco más, baby. De hecho, no sabía con seguridad si lo esperaría o no, pero Vincent parecía tener prisa. Y eso significaba que Pete tenía prisa. No conocía a aquella chica nueva, pero suponía que no sería muy difícil encontrarla en aquel pequeño almacén.

 Poco a poco, con los andares de un hombre que va y viene a dónde quiere, al menos podría mantener esa imagen, esa ilusión, Pete descendió por las escalerillas que llevaban al almacén. Una vez en él, encendió la luz eléctrica, algo amarillenta, proveniente del sucio fluorescente que nunca conseguían arreglar del todo y que siempre parecía a punto de dejar de funcionar, lanzando breves intermitencias de oscuridad....

El chico trato de arrastrarse, alejandose de su agresor, pero los restos desparramados de su rodilla le impedian levantarse.

- Me cago en... ¿Tenias que disparar? No me pagan tanto como para que me vueles a cachitos...

La reacción de aquel crio no resultaba del todo coherente con la herida que acababa de recibir, pero toda la escena comenzó a cobrar cierto sentido conforme la herida de bala resultaba menos grave... Como efecto de una imposición de manos milagrosa.

El contenido de la bolsa resultó una sorpresa mayuscula para Sully, una escopeta duramente modificada, probablemente una Mossberg; y lo verdaderamente importante, una bolsita de plastico transparente que albergaba una docena de cartuchos de escopeta. Toda la bolsa apestaba a un hedor entre el azufre y la cal viva, aquello no eran simples cartuchos de perdigones.

Sully finalmente enarcó una ceja mirando al chico con gesto frió al muchacho ¿Es que acaso intentaba tomarle por tonto? Ir con una arma modificada como aquella no tenía nada de inocente por mucho que ahora se dedicase a lloriquear.

Sopesando la bolsa de la escopeta en su brazo, dudó que hacer durante unos instantes, pero al final se impuso su arisca frialdad de siempre.

   - Mira chaval, como veo que eres de mi gremio voy a ser sincero contigo.- Respondió finalmente a sus quejidos con hosquedad.- No estoy aquí para escuchar tus lloriqueos. Me han contratado para recuperar lo que has robado y no tengo el espíritu ni las ganas de perder el tiempo en gilipolleces. Así que dime...-

Descendiendo un poco el cañón del arma, le apuntó directamente a la entrepierna.

   -... lo que quiero saber o te disparare en el lugar que mas duele de regenerar.-

El calor se le pegaba en la nuca al teniente con esa insistencia y ahínco propia de ese rincón miserable del mundo, el fino barro de rio se metía bajo las uñas y en partes incluso mas molestas. El lejano olor a combustible y el rumor de un incendio le resultaban melodías mas que conocidas en ese momento, el delta del Mekong borbotaba como una olla con agua a punto de hervir.

El sollozo de una joven le hizo abrir esa puerta de juncos, que daba a una especie de sótano o alacena de una de esas ridículas chozas de adobe y paja fluvial.

Un desgraciado enano de piel amarilla parecía estar propasándose, manoseándola y diciéndole obscenidades. No es que el Congreso de los Estados Unidos le hubiese mandado ahí a detener violaciones, pero al teniente le habían educado bajo un recto régimen de moral y buen hacer americano, no se quedaría de brazos cruzados ante la barbarie.

La regeneración de la rodilla llevaba un ritmo suficientemente bueno como para que el crio punkarra se decidiese a erguirse levemente, quedando arrodillado y en posición pasiva para evitar cualquier tipo de reacción violenta por parte de su agresor.

- Te la han dado con queso, amigo. No hay robo alguno, solo el mayor golpe de hace decadas. ¿Por que te crees que cualquiera de nuestros patrones iba a querer comprar cartuchos de fosforo blanco?

Me acerco todavía más, con mucho cuidado para no hacer ruido. La conversación está resultando muy... ilustrativa. "Sus alientos... puede que sean vástagos, pero también ghouls. Debo estar seguro antes de intervenir". 

Busco un lugar desde donde observarlos lo mejor posible, y poder atacar si es necesario.

El ceño de Sully se frunció con claro enojó.

   - Si uno necesita balas de fósforo desde luego no será para ir a comprar el pan...- Respondió con marcada ironía.- Mas bien será para quitar de en medio a un vástago especialmente molesto.-

Replanteándose la situación, estaba claro de que como sospechaba de un buen principio aquel encargo era mas complicado de lo que le habían dicho. Putos vampiros... nunca podían hacer las cosas fáciles, siempre tenían que joder al personal con sus traicioneras conspiraciones.

   - Muy bien chaval.- Le dijo finalmente al muchacho sin dejar de apuntarle.- Como veo que estas mas puesto en el asunto te haré una pregunta que necesita de una sincera respuesta. ¿De que cojones me estas hablando?-

-¿Qué rayos haces aquí Walter?- se preguntaba muchas veces cuando la mierda fangosa le daba hasta el cuello, cuando sentía el calor húmedo de aquella maldita selva, mientras sus piernas sudaban, y el infernal zumbido de mosquitos y dios sabía que otras criaturas se empeñaban en hacerle las cosas más difíciles.

Pero sí para él era difícil, sabía que para sus hombres lo era más. Estaba allí por su país después de todo y ellos eran parte de su país, la parte que arriesgaba sus vidas por el delirio del congreso de turno. A veces evitaba pensar en ello demasiado, evitaba reflexionar exhaustivamente en el verdadero sentido de estar a miles de kilómetros de su hogar, luchando batallas que no le correspondían.

Pero era jodidamente difícil.

Así que no era extraño que buscase maneras de liberar su tensión y de distraer la mente inquieta de sus hombres para tratar de que se desviaran lo menos posible. Oía historias de divisiones enteras perdidas en sus propios delirios, entregada a placeres y luego acribilladas por la ira de los mismos ciudadanos a los que decían que iban a salvar.

Escupió en el suelo y escuchó atentamente.

Gemidos, gemidos ahogados y femeninos. Un escalofrío corrió su espalda, como si predijera lo que iba a encontrar. Maldijo mil veces su suerte, mientras se aferra con fuerza a su fusil e impregna menos fuerza a sus botas para evitar hundirse en el barro. Identificó rápidamente la choza y se lanzó sigilosamente para entrar. Maldijo una segunda vez su suerte.

Allí, uno de esos bastardos hablando en esa lengua incomprensible llena de chillidos, como si se tratase de ratas. Sus ojos rasgados y sus dientes deformes sólo agudizaban esa impresión. Un torrente de le recorrió como un relámpago, toda la frustración que había estado tragándose durante las últimas semanas veía un claro objetivo ahora. No necesito pensar dos veces antes de saber que era lo correcto, que ese bastardo ERA el enemigo.

-En el nombre del Ejército de los Estados Unidos, hágase a un lado y tírese al suelo, pedazo de mierda- dice mientras su fúsil apunta directamente al sujeto. Sus ojos parecen brillar con cierta furia. Aquella entrada era ridícula, él lo sabía. Pero al menos acallaba las voces en su consciencia que gritaban ante el sólo deseo que se formaba en su interior, de acabar a golpes al pobre bastardo...