Partida Rol por web

Por más que te empeñas en seguir las rígidas instrucciones de Pietro, tu cabeza vuelve una y otra vez sobre el tema que actualmente os ronda: ¿realmente se están convirtiendo los demás en monstruos? Que puedas ser la siguiente te resulta escalofriante...

Cuando te quieres dar cuenta, la hora se te ha pasado en blanco, y estás cansada y aburrida, momento en que te distraes por la puerta, para encontrarte momentáneamente ante más de una sombra huidiza, que pàsa junto a ella. Para tu sorpresa, nadie accede a la biblioteca.

Tras un tiempo examinando los escritos, en torno al tema sobre el que anteriormente Pietro te pasara documentos, sacas en claro la siguiente información:

"Los organos vitales tambien eran tratados con natron, y los pulmones, higado, estomago e intestinos se introducian en los «vasos canopes», cuatro jarros de piedra que tenian las tapas esculpidas con los hijos de Horus. Despues de cuarenta dias, el cuerpo estaba completamente seco y quedaba un poco de piel y huesos. Los embalsamadores utilizaban bolsas de mirra y canela o humildes materiales como arena, serrin o materia corporal para engordar los miembros y que pareciesen estar vivos. El corazon se colocaba en un cofre y el estomago se cosia de nuevo"

Por más que te empeñas en seguir las rígidas instrucciones de Pietro, tu cabeza vuelve una y otra vez sobre el tema que actualmente de hecho te aqueja: ¿realmente te estás convirtiendo en un monstruó? Es más de lo que posiblemente puedas soportar...

Cuando te quieres dar cuenta, la hora se te ha pasado en blanco.

Como puedes, intentas hacer algo de provecho con la almohada y unas tiras de tela, para simular un entablillado, pero pronto todo se llena de baba negra de la que rezuma el extraño hueso, y el recubrimiento se hace trizas con los afilados bordes de la deformación osea.

En ese momento caigo. Voy al armario de Fátima y saco las compresas.

- No...no...no es lo mejor del mundo pe...pe...pero creo que servirá.

Tras mucha dedicación y algo de ayuda de Anna, consigues hacer algo que se parece aproximadamente a un entablillado. Posiblemente pasará inspecciones superfluas sin muchas explicaciones. Os ha llevado un buen rato conseguirlo, pero creéis que aguantará. Tal vez alguien con conocimientos médicos suficientes pudiera objetar, pero por suerte esa gente no abunda... ¿o sí?. Solo esperáis que nadie pregunte demasiado por la fregona durante los próximos días.

Tras terminar con la faena, os dirigís hacia recepción, donde teníais una cita con vuestras otras compañeras. Cuando llegáis a la planta baja podéis observar que la anoche desolada recepción está ahora anegada por la tensa presencia de Rosemary, sentada como una esfinge de zarzas ante su escritorio de trabajo, buscando una víctima sobre la que descargar su resentimiento hacia el mundo. El leve bochorno que ya comienza a adivinarse, espera con ella, aposentado sobre las sillas de skay rojo, deleitándose en su anticuado vestido negro de invierno y en su torturante moño, posiblemente motivo principal de su expresión casi lacerante.

Ludmilla está saliendo airada por la puerta en este momento, mientras Ilona y Pietro miran a Rosemary con una severidad considerable. El ama de llaves parece no hacer ningún aprecio a dichas actitudes, mientras hace gestos dspreocupados, prácticamente echándolos por señas.

-Menos humos, srta, que hay más cosas penadas por la ley. En definitiva, que solo quería cotillear. Bien, supongo que todavía no detenemos a nadie por eso, por molesto que pueda resultar... así que imagino que ya hemos terminado. Supongo que sobra decir que no salgan del Estado sin avisarnos, dadas las circunstancias. Bien, pues hemos terminado.- dice el tipo tomando unos apuntes y dejando el cuadernillo -Volveremos a vernos, srta. Sacco.

-Baje la voz, o tendré que pedirle que se vaya, srta.- regaña la bibliotecaria, que sigue con la conversación con ese toque de fastidio que las transgresiones claras parecen provocarle -Pues no sé, me temo que por el orden de apuntarse, si usted no viene, tendré que ceder el turno al Sr. Smith, que se ha apuntado en lista de espera. A fin de cuentas él también es amigo suyo.- luego escucha la perorata de Fátima y añade -En efecto, no le dejaría investigar en la sala, señorita. Tiene que tener en cuenta que es la salud de libros con cientos de años de antiguedad de lo que hablamos. Un solo aliento sobre ellos ya supone demasiado deterioro; como para hablar de dos... De hecho, es por ello que se necesita un permiso especial para visitar esa sala. Si usted puede entrar, es por la insistencia del Sr. Mattieson en que todo su equipo pudiera acceder.- alega mostrándote un papel de la universidad -Si no fuera por esto, tendrían que esperar al menos 15 días a tener dicho permiso, mientras estudiamos sus credenciales. Un minusválido lo tendría aún más difícil, pues habría que preparar una zona especial de investigación, para la que no existen fondos actualmente, para albergar a más de una persona, sin perjuicio de las obras.- hace una pausa encogiéndose de hombros -Nadie dijo que el mundo estuviese bien organizado... ni siquiera el biblioteconómico. Pero yo no hago las reglas; aunque no arriesgaría mis libros con cosas así.

Tras una hora y pico de dar vueltas como peonzas, advertís que la mayor parte de la ciudad parece estar cerrada y disfrutando del fin de semana en esta población tan cercana a puertos. Tras diversas vueltas y revueltas llegáis hasta una tienda que parece abierta. No es exactamente lo que esperabais, pero puede que tengan parte de lo que necesitáis.

Útiles de acampada, piolets y cuerdas, así como varias navajas suizas, cuchillos de monte y cartuchos, abarrotan el escaparate de esta tienda sobre cuyo dintel, al otro lado de la biblioteca pública de Arkham, puede leerse: "Smith e hijo; tienda del arsenal de la guardia nacional". Dentro, rifles y escopetas cubren las paredes, y bultos ominosos de dudoso contenido reposan en baldas, desorganizados entre latas de conserva usadas y cachivaches varios. Tienen ropa, pero principalmente de campo, según se ve desde el exterior.

Como efectivamente comprobaste a la mañana, no hay nada realmente interesante, a parte de la noticia sobre el incendio en casa de Kirk Wood.

Por toda respuesta Conny se encoge de hombros, mientras bebe un largo sorbo de limonada. Aunque parece colaboradora en la conversación, parece estar tan vacía y despreocupada como su edad indica.

Vuelves a descubrir, para tu soropresa, que las largas horas de trabajo a una mesa no terminan de disgustarte. El tiempo se te pasa sin sentir mientras estudias escritos antiguos al lado de Anna, que parece realmente enfrascada en la investigación, y para cuando te quieres dar cuenta son las 19:30. Aun así, el tiempo no ha pasado en vano. Sea mayor o menor, puedes apuntarte el siguiente descubrimiento con toda claridad:

Antes de que pudiera atravesar el lago del amanecer en dirección a las aguas tortuosas, el ba tenía que mencionar el nombre del hosco barquero de los dioses y cada una de las partes de la barca mágica. Por ultimo tenía que hacer frente a una serie de puertas, guardadas por espeluznantes demonios que le atemorizarían con sus enormes cuchillos.

Con la inestimable ayuda de Kurt, tu investigación avanza a buen ritmo; y aunque tienes la sensación de que faltan trozos de esta, que puede que tengan tus compañeros en el cuarto, o que Kurt haya perdido entre los montones, consigues sacar un buen lote de información:

Sabiendo los nombres secretos de estos demonios (Sin Rostro, Desgarrado, Bañado en Lodo, Alimentado en Carroña y el Señor de Los Cuchillos ), el ba superaba la prueba. Su meta era la cámara del trono de Osiris y el salón de las dos verdades, pero el ba no se podía introducir sin antes mencionar cada una de las partes de la entrada. Dentro del salón de las dos verdades, el ba se encontraba con Thot y tenía que hacer frente a los cuarenta y dos jueces del mundo subterráneo. Tenía que saludarles por su nombre y jurar que no había cometido los crímenes que ellos castigaban.

-¡Oh, Larga Zancada, que provienes de Heliopolis, no he hecho nada malo! ¡Oh, Abrazador del Fuego, que vienes de Kehraha, no he robado! ¡Oh, gran Narigudo, que vienes de Hermopolis, no he sido envidioso!

Aun así, crees que estás con algo a medias que no has podido terminar, pues estos papeles son de lo más desordenados.

El día muere lentamente en el jardín, liberando sus últimas arias de luz al son de la silenciosa ópera del reloj, mientras disfrutáis de algo de conversación humana y distendida, para variar. Cuando el segundo acto da paso a la bella noche, cubierta por su manto de cálido azabache, las sombras hacen lo propio en el semblante del Sr. Smith, que tras dirigir unas breves palabras susurradas, pero imperiosas, a sus callados contertulios, se incorpora y se dirige a la salida con su exagerada cojera y su gesto hosco.

Cuando te diriges a Wilbur, sus pasos se frenan por un momento. Se gira de costadillo, como si fuera a hacerte caso, y entonces suelta:

-Si, claro, ya sé cómo se las gastan ustedes. Esas mujeres prácticamente me golpearon ayer en la biblioteca. ¡VÁNDALAS ES LO QUE SON! ¿Y ahora voy a confiar en su buena voluntad? Ya hablaremos de esto el lunes, ya.- termina, antes de seguir con su exasperante paseillo.

De pronto la voz del hombre se suaviza hasta la de un abuelo con ronquera:

-Sí, bueno, tal vez no sea tan importante después de todo. Prescindiré del libro el tiempo que haga falta. Aprovechen su semana tanto como puedan, Srta... Vanzetti.- dice tras volverse para comentártelo a la cara. acto seguido, se aleja de ti en dirección al colegio oeste.

-La cojera la tengo desde que puedo recordar, que es cuando desperté en esta universidad, y no, gracias.- responde Wilbur con su actual voz melosa -Ya he disfrutado lo suficiente de su presencia. Prefiero estar solo, para meditar.- y hace un gesto claro de que no desea tu compañía -Entre tanto, pensaré en lo que me han dicho.

Me acerco al cuarto de baño con mi albornoz y los bártulos de aseo. Allá encuentro a Kurt.

-Oh, buenos días. Noche movida. ¿sabes lo que ha ocurrido? Ha desaparecido Ilona... ¿sabes si ya ha regresado? Y Fátima... mi sobrina...

sacudo la cabeza.

-Siguen las mutaciones.