Al ver la cara de la gitana, echo la cara un momento hacia atrás debido a la sorpresa y al aspecto. Una vez pasada la sorpresa inicial, y recordando el aspecto anterior de cada uno de nosotros, me acerco un poco a la gitana y, con un titubeo
¿A...Anna?
Conforme accedíais al pasillo, dos puertas se han abierto casi simultáneamente.
Por la 14 aparece una mujer de 1.60 aproximadamente, de complexión fuerte, para lo habitual en su sexo, y una destreza y soltura de movimiento poco normal para una dama. Posee un cuerpo bien proporcionado, con curvas femeninas, bastante bello, en realidad, pero es su cara lo que causa cierta repulsa a sus interlocutores. Una mancha roja que le cubre todo el lado derecho de la cara, probablemente resultante de algún tipo de enfermedad, y eso combinado con unos rasgos no en exceso agraciados y una piel muy blanca, casi pálida, hacen que la mujer no vaya a esperar nunca un piropo, a no ser que lleve la cabeza tapada. Sus ojos son demasiado grandes, con unas pestañas largas, la nariz pequeña y unos labios gruesos, dan a su cara ese extraño aspecto, que da a entender que sus facciones no siguen un canon establecido, sino que van a su aire. Su pelo negro cae en cascada, formando una media melena, cuyo flequillo suele tapar el lado más desfavorable de su cara, aunque con poco éxito.
Por la 16 una joven, de unos veintipocos años, con una brillante melena negra, larga y lisa, de las que al girar la cabeza se deslizan como una cortina de seda, que atrae inevitablemente la atención. Ojos brillantes, grandes y también negros te devuelven la mirada; ojos desconocidos enmarcados en rasgos finos y delicados. Labios delgados, conjugando perfectamente con una cara estilizada. Pero no hay nada más, ni joyas, ni ornamentos.
Ambas visten de la misma manera, lo que no deja de resultar un efecto visual impactante.
¿Soy Ludmilla, quiénes sois? -digo mirando a las demás.
Al oir ese nombre me giro y, aunque no reconozco a la mujer respondo
yo...yo creo que me llamo Fátima, aunque ya no estoy seguro digo agachando un poco la cabeza un tanto avergonzada.
- Cre...cre...creo que soy Anna Vanzetti pe...pe...pero este telegrama dice que me lla...llla...llamo Patricia nosequé
-Reunámonos con los demás. Hay que analizar todo lo que nos está pasando. Parece que tenemos otra oportunidad.
Digo, aparentemente con la situación controlada, aunque no dejando de parecer un guiñapo en manos del destino. Un destino cruel.
Miro extraÃ+/-ada a mis compaÃ+/-eras.
- Â?No...no...no os habÃ(C)is fijado que...que...que la fecha es de un aÃ+/-o po...po...posterior?
Miro extraÃ+/-ada a mis compaÃ+/-eras.
- ?No...no...no os habÃ(C)is fijado que...que...que la fecha es de un aÃ+/-o po...po...posterior?
Asiento a la afirmación de Anna
Si, sí me había fijado. ¿y nuestro aspecto? también ha cambiado digo mientras sigo a Ludmilla y Anna por el pasillo
-Pues, la verdad es que no me había dado ni cuenta de ese detalle. Sería algo totalmente asombroso, si no fuera porque tenemos cuerpos distintos, pero recuerdos de una etapa anterior, y no de nuestra vida antes de esta Universidad. Voy fuera. Estoy ansiosa por ver el resto de sorpresas. Que será de los gemelos Simons, y de la bruja Rosemary. Y Steiner, Dexter, Mansfield, Toby-Toby. ¿Qué demonios nos espera fuera?
Digo mientras me dispongo a salir del edificio para dar respuesta a todas las preguntas que pueda.
- E...e...espera, avisemos a Ilona pa...pa...para que venga con nosotras ¿re...re...recordáis cuál e...e...era su puerta?
Niego con la cabeza mientras me encojo de hombros
No lo recuerdo, lo siento. Pero si es necesario yo creo que dando un grito nos oirá acabo con una sonrisa al oir mi propia idea
Abro mi bolso y busco una posible tarjeta. Saco la libreta que habÃa en el cuarto y empiezo a anotar cosas.
- Su...su...supongo que no servirÃa de na...na...nada. Como Anna tenÃa la ha...ha...habitación número trece y co...co...como Patricia tengo la veinte.
Pues eso, reviso a ver si tengo la misma tarjeta de Charles Pymmes
Imagino que Ilona será... ella -digo señalando a la cuarta mujer del pasillo, la que sale de una de las habitaciones.
En el bolso puedes encontrar un pequeño monedero de piel con 300 dólares, una cajita con polvos de maquillaje y un algodón de aplicación, así como dos lápices de sombra de ojos y un pintalabios. Hay también una libreta bien cuidada sin apuntes, acompañada de un lapicero, entre cuyas paginas reposa una tarjeta que reza lo siguiente:
Un pañuelo de seda, una antigua llave de hierro colado y un botecito vítreo de perfume cierra el conjunto.
Saco una llave de mi bolso y compruebo si corresponde con la cerradura de mi habitación.
No, no lo parece... es una llave más pequeñita.
Ilona miró boquiabierta a las otras mujeres. Las señaló con un dedo, luego se señaló a sí misma y a continuación a todo el pasillo.
Volvió a mirarlas.
Volvió a mirarse.
Su mandíbula se encontaba abierta con tal proporción que parecía haberse dislocado.
-Yo... yo... ¿otra vez?
Me acerco a la que en otra vida es mi sobrina o eso me pareció y le tiendo la mano.
- Ven que..que...querida, esto es difÃcil pa...pa...para todos.
Guardo la llave en el bolso.
Con una pequeña sonrisa
Bueno Ilona, espero que ahora confíes por fín en nosotros.
Vamos fuera a ver