Partida Rol por web

Una punzada recorre tu cabeza como una descarga repentina; un agudo dolor negro, con una absoluta sensación de desamparo. Sientes el abrumador empuje de recuerdos que invaden tu cabeza... de puro vacio. Nada queda impreso en tu memoria, que se presenta como un pesado libro en blanco... unicamente una terrible sensación de desamparo y frustración... desesperación en la soledad de tu mente. El brumoso velo negro de tus ojos se retira lentamente, desgarrado por los filos de la mañana. Al principio todo son borrones sin sentido... luego las formas cobran vida en tu cabeza.

Ante tí se despliega un austero pero funcional cuarto penumbroso, solo alterado por la evasiva luz que escapa al insidioso abrazo de los póstigos de una ventana acechante, al fondo de una gastada pared a tu derecha.

Notas tu peso mullido bajo un simple colchón revestido de sábanas estiradas (en absoluto desechas), que descansa sobre una metálica cama de 190x80cm, pegada a una esquina de la habitación, entre la pared inmediatamente a tu derecha (la de la ventana) y la de la cabecera.

Inmediatamente a la izquierda de la cama (para alguien tumbado en ella) hay una pequeña mesilla de madera vieja, con un burdo cajoncillo con pomo de color broncineo apagado. Sobre esta reposa una medio vacia (¿o tal vez medio llena?) lampara de aceite apagada.

Junto a la mesilla, a apenas un brazo extendido de la cama, hay un robusto armario de doble hoja a juego con la mesa, con sus puertas fuertemente asidas por una fria cerradura de hierro colado. A los pies de la cama, junto a la ventana, un escritorio abandonado, flanqueado por dos toscos cajones, espera vestido en colores caoba. A su derecha e inmediatamente seguida del armario, una puerta (caoba también) con una simple cerradura de la que sobresale una llave, vigila el acceso.

En seguida adviertes que vas arreglada según los canones de principios de siglo. Vistes un abrigo de piel de zorro, entallado, bajo el que se vislumbra un vestido de reps francés, envuelto en una chaqueta de terciopelo con guarnición de piel. Un par de medias de seda envuelven tus piernas hasta sumergirse en un par de zapatos parisinos de tacón de aguja. Un gorro ajustado de terciopelo remata tu figura, y sientes algo de maquillaje en tu cara; sensación que resulta vagamente familiar. Unos guantes de piel cubren tus manos hasta medio antebrazo, combinandose con un coqueto bolso de mano de seda.

También notas el inconfundible contacto de un ceñido corsé elástico de rayón bajo el vestido, y las gomas de las medias apretándose a medio muslo. Es patente también la presencia de una combinación con bordados bajo la falda.

Te sorprende estar vestida de calle, pero aún te sorprende más el advertir que toda turopa está manchada de tierra y berdín, que no sabes cómo ha llegado allí. Todavía es más preocupante que alguna sustancia viscosa parece haber rezumado sobre tu pecho y por los costados.

Entonces comienzas a inquietarte cuando notas cosas duras y viscosas bajo tu ropa en tu pecho. Te descubres la camisa apresurada, para encontrarte con que la extraña sustancia lodosa parece en realidad brotar del interior. Lo primero que adviertes al retirar la sustancia es que largas y anchas cerdas negras y cubiertas de algo parecido a lodo cubren tu busto. No acaban en tus poros, sino que parecen terminar en una capa de tu piel mas profunda en tu cuerpo. Son estas cerdas, o al menos las hoquedades de las que brotan, las que parecen rezumar dicha sustancia.

Por si fuera poco, grabado sobre tu pecho, ocupando la mayor parte de la parte superior delantera de tu cuerpo, negros surcos recorren tu piel por debajo de la dermis. Parece pulsar momentaneamente, como si sangre independiente recorriera las ensortijadas líneas del tatuaje tribal que componen. Extrañas runas recorren sus bordes, adentrándose hacia el centro en una lenta espiral, que termina en un ojo con unas runas más nítidas marcadas en su niña.

Todo ello es realmente desestabilizador.

Donde... Donde diablos...???

Me incorporo sobre la cama y dejo las piernas apoyadas en el suelo, mientras asimilo poco a poco la información. No me acuerdo de nada. No me acuerdo ni siquiera de quien soy. Por que llevo esta ropa puesta???

Me calmo poco a poco. No es buena idea ponerse nerviosa. No se si soy una persona muy calmada, pero ahora mismo tampoco mi importa. Vuelvo a mirar el tatuaje del pecho, y paso la mano por la superficie. Noto las cerdas duras y fuertes. Entonces intento ordenar mis pensamientos

Me quedo un rato sentada en la cama. Por que me habría de levantar??? Quien sabe, puede que si reflexiono un momento recuerde algo. Miro a mi alrededor. No me gusta mucho el aspecto que tiene esta habitación. Esta un poco sucia y no es muy acogedora. Chasco la lengua y poso mis ojos en el armario. Por que estará cerrado??? No me voy a levantar a abrirlo. No me sirve para nada fisgar. Puede que si intento llamar a alguien me puedan explicar que ha pasado, y porque tengo este tatuaje...

Entonces, un pensamiento cruza por mi mente como un relámpago, y mis ojos se abren como platos. Me levanto bruscamente y me quito la ropa, en busca de más tatuajes

Afortunadamente para tu mermada estabilidad mental, no parece haber más marcas en tu pelo, y las cerdas no parecen estar más que en la parte anterior de tu torso. La extraña sustancia lodosa chorrea hacia abajo lentamente, mientras compruebas que, a pesar de la deformidad, tu cuerpo es agraciado y proporcionado.

Toco la sustancia con los dedos y la huelo. Acto seguido emito un suspiro

Debo de estar soñando...

Me pongo otra vez la ropa. Parece que aunque pueda parecer incómoda, mi cuerpo esta acostumbrado a ella, ya que me puedo mover con soltura aun teniendola puesta. Sujeto el gorro con una mano y dejo que mi pelo, sedoso y casi perfecto, caiga inerte sobre mi rostro. Me lo aparto y noto que esta un poco enmarañado

Perfecto. Tendré que arreglarme cuando pueda

Me extraña que este pensamiento aparezca en mi cabeza. Eso me da el detalle de que soy una persona que se preocupa por su aspecto. O no??? En fin, no importa. Quiero salir de este lugar. Me tira tanto la curiosidad como para hurgar lo que hay en los cajones???

No. Mejor salgo de aqui. Pero al ir a abrir la puerta, me doy cuenta de algo

Puede que mis pertenencias esten ahi. Si me recupero de este shock, seguramente me fastidiará no haberlas cogido antes. Seguro que estan dentro de la mesilla...

Me acerco a la mesilla de noche. Dudo un momento antes de abrir el cajón, pero al final me decido y tiro de él, aunque lentamente y con cuidado

Te acercas al cajón con leve aprensión, sin saber lo que te podás encontrar en el interior.

En el cajon izquierdo del escritorio encuentras 20 folios blancos en perfecto estado y bien ordenados, asi como 5 sobres blancos y sellos por valor de 25 dolares. En el derecho descubres un plumier con un medio vacio tintero de tinta negra y cinco plumillas, así como una barra de lacre con un sello de madera bastante ambiguo con el símbolo (no oficial) de la Universidad Miskatonic de Arkham. Cierra el conjunto un encendedor de gasolina usado.

Desconcertada por estos impersonales objetos, decides examinar el de la mesilla. Al acercarte a ella ves sobre la cama el bolso junto al que te levantaste, y decides probar suerte.

En el bolso ves un pequeño monedero de piel con 300 dólares, una cajita con polvos de maquillaje y un algodón de aplicación, así como dos lápices de sombra de ojos y un pintalabios. Hay también una libreta bien cuidada sin apuntes, acompañada de un lapicero, entre cuyas paginas reposa una tarjeta que reza lo siguiente:

Un pañuelo de seda, una antigua llave de hierro colado y un botecito vítreo de perfume cierra el conjunto.

Te sorprende encontrar también en su interior un liso pliego lacrado con el lacre partido; en el matasellos se ve claramente un símbolo oficial de oficina de correos, en el que se lee "ARKHAM U.S. MAIL". En la esquina inferior derecha de la hoja se lee claramente el número 16, junto a una supuesta dirección de universidad:

Universidad Miskatonic, dormitorio de mujeres
West College Street, 1
555 - Arkham, Massachussets

El telegrama tiene un anodino mensaje:

Ilona Vanzetti, hermana de Bartolomeo Vanzetti STOP Americana STOP

Dispuesta a seguir hasta el fondo con este misterio, abres el cajón de la mesilla. El cajón hace un seco ruido de madera deslizante al abrirse para mostrar un salto de cama de crespón de algodón, un corsé elástico de rayón, dos pares de medias, un robusto cepillo de pelo y un sobrio reloj de pulsera de mujer; todo ello acompañado por un colorido neceser en el que se podrá ver un cepillo de dientes, un bote abierto de bicarbonato, un bote de crema hidratante, un poco de cera para depilación, tres paños "compresa" de tela y una pastilla de jabón a medio usar.

El armario está cerrado; qué fastidio; entonces te das cuenta de que en tu bolso había una pequeña llave de hierro colado. Podría servir para abrir el armario. Lo compruebas y funciona.

El armario se abre con un chirrido siniestro, y en el puedes observar Un par de zapatillas de cuero con correa, un jersey de lana de color beige, una falda larga oscura y una bata de raso.

Que diablos es todo esto??? Vuelvo a mirar la dirección fijamente. Parece que todo lo demás por ahora no me sirve mucho... Entonces guardo todo otra vez en el bolso y observo el cajón de la mesilla, y agarro la libreta, metiendomela en el bolso. No se porque lo hago, pero esa tarjeta me tiene intrigada. Entonces vuelvo a observar la habitación. Si esta esta oscura, no parezco notarlo, pero igualmente enciendo la lampara de aceite con el encendedor, y observo mejor la tarjeta. Acto seguido me quedo un rato quieta, sin pensar en nada

Que diablos estoy haciendo??? Entonces, como movida por un resorte invisible, me acerco al escritorio y me siento. La silla cruje bajo mi peso, y siento el tacto de la antigua mesa cuando la toco con mis yemas. Un escalofrío me recorre de arriba a abajo

Templanza. No pasa nada

Acerco una mano a un cajón y lo abro, como un autómata

Te acabas de sentar en el escritorio a organizar tus ideas, cuando un gritode mujer, repentino y breve, fuera de la habitación, te sobresalta.

Me incorporo. Que ha sido eso??? Mi pulso se acelera

Mantén la calma

Me acerco insegura a la puerta, sujetando con fuerza mi bolso. Pero justo antes de abrirla, me doy cuenta de algo

No sé donde estoy. Mejor que no me vean Y me acerco a la mesilla. Apago la lámpara de aceite y vuelvo a la puerta. Entonces suspiro y giro el pomo lentamente, sin hacer ruido...

Echo una ojeada a la estancia de fuera

Al abrir la puerta ves que a un lado y al otro de tu puerta se despliegan 12 puertas con números pintados en purpurina (del 13 al 23 en tu lado y del 14 al 24 en el de enfrente), flanqueando un pasillo decorado en madera y tonos dorados. Remata la estampa un baño adyacente a una escalera ascendente en uno de sus lados, y a una escalera descendente en el otro. Recuerdas que en la esquina inferior derecha del telegrama se leía claramente un numero que casualmente es el mismo que ves sobre tu puerta (grabado en madera pintada con purpurina)

El número es el 17.

En la puerta número 15 ves a dos mujeres hablando. la primera es una mujer de en torno al 1'60m, de constitución recia y huesos sólidos. Sus formas son bastas y han sufrido el toque de los años, aunque no parezca superar los 40, a decir por sus arrugas. Aun así, sus maneras tienen la delicadeza de la alta alcurnia, y su porte es claramente aristocrático. Su rostro no es en absoluto agraciado. Los rasgos son desproporcionados y nada armoniosos, y el vello parece invadir algunas zonas indebidamente. En definitiva es muy-muy fea, pero no pierde prestancia.

La segunda es una mujer joven, rondando los treinta, y de estatura media con el pelo largo y negro, piel oscura al igual que sus ojos. Aunque parece occidental quedan evidenciados sus rasgos de ascendencia gitana (tipo rumanos o húngaros). Su cuerpo muestra signos de alguna enfermedad que la haya debilitada durante su infancia. Delgada y de rostro cadavérico, su piel muestra signos de llagas, sarpullidos, pústulas y quemaduras. Algunas de sus marcas se diría que forman signos místicos.

Te sorprende ver que ambas visten de manera casi idéntica a tí. Parecen estar hablando de algo grave.

***

Entro después de haber hablado con esa gente en mi habitación. Al parecer todo sigue como antes, al menos casi todos. Mi cabeza da vueltas asimilando la nueva información. Y si estos hombres dicen la verdad???? Pero no soy alguien confiada. No. No les creere hasta que tenga más pruebas. Puede que sean ellos los que me hayan hecho esto...

Entonces mi mirada se posa en las cerdas que segregan otra vez ese liquido

Que desagradable

Me quito el vestido y la chaqueta, asi como los zapatos y las medias, y dejo el bolso en la cama. Me quedo apenas con el corsé y con la ropa interior que lleve cubriendome mis partes intimas. No me siento. No quiero manchar nada, dado mi estado. Me quedo levantada esperando, quien sabe a que, unos segundos, pero entonces se me ocurre algo. Me acerco a la ventana y echo un vistazo sacando un poco la cabeza

Donde estoy???

Al abrir la ventana, un bochorno veraniego ataca desde el exterior, mientras polvo y óxido caen de las contraventanas, por la falta de uso. Lo que parece un campus universitario de principios de siglo aparece imponente ante tus ojos, como un conjunto de diez edificios victorianos enclaustrados por una verja de metro y medio de piedra y otro tanto de barrotes metálicos rematados en picas, bordada con jardines y cesped bien cuidado, y surcada de paseos terrosos que desembocan en un gran obelisco central, imitación de uno egipcio. Te encuentras en el segundo piso de uno de ellos. Parece que todo está dentro de algún tipo de población de casas no muy altas.

No se ve demasiada gente en derredor.

... Asi que esto es la universidad de Arkham?

Observo durante un rato a un joven que camina distraido en la lejania, uno de los pocos individuos que puedo ver. Después me aparto y suspiro. Parece que al final mi mente se va aclarando. Puede que después se me permita salir e indagar un poco más sobre quien soy y si mi verdadero nombre es de verdad Ilona Vazetti

Me asomo un poco al pasillo, evitando que se me vea el cuerpo, mientras espero que la mujer llamada Fátima salga de la ducha

Tras echar un vistazo a las puertas del pasillo, compruebas que, efectivamente, todas parecen estar cerradas.

Vaya... Ahora me he quedado sola

Miro las escaleras y me encojo de hombros

Al fin y al cabo, da igual que alguien me vea en este estado. Asi por lo menos podran ayudarme

Después de suspirar y tras dudar unos segundos, bajo las escaleras, sintiendo que el mundo entero me esta observando

Decides seguir descendiendo, accediendo a un piso gemelo del tuyo, pero con puertas que van de la 1 a la 12, para desembocar en un austero rellano, en el que pueden observarse dos sillas de madera con reposabrazos (tapizadas en sky rojo), una mesa alargada de oficina de madera de estilo victoriano, a juego con una silla sin adornos, y respaldada por un mueble de pared con 5 líneas de 10 casilleros cada una, utilizadas normalmente para guardar llaves de habitación y correspondencia. Una puerta doble sale al exterior del campus.

Al salir al exterior, accedes al jardín que ya viste desde tu ventana. Ves que la jovencita de la pierna derecha embadurnada de negro se cuela por la puerta de uno de los edificios del lado contrario, muy similar a aquel del que estás saliendo. No tardas en advertir un cartel junto al obelisco, que te muestra la configuración de la zona universitaria.

La universidad aparece imponente como un conjunto de diez edificios victorianos enclaustrados por una verja de metro y medio de piedra y y otro tanto de barrotes metálicos rematados en picas, bordada de jardines y cesped bien cuidado, y surcada de paseos terrosos que desembocan en un gran obelisco central, imitación de uno egipcio. Comenzando desde el edificio inmediatamente al noroeste y en sentido contrario a las agujas del reloj se puede observar la funcional facultad de ciencias, el anexo de investigación a dicha facultad, la antigua facultad de letras (el mas al sudoeste), el dormitorio oeste, el dormitorio este, la biblioteca de la universidad (el más añ sudeste), la residencia y oficina del rector, los alojamientos de los profesores y licenciados, el dormitorio de mujeres (el más al noreste), y el edificio Locksley, hoy en día convertido en el hospital de la ciudad, y también aprovechado como comedor de estudiantes y laboratorio forense (con la cooperación del departamento de ciencias, según anuncia el cartel).

Por suerte no hay nadie en el jardín, o estas segura de que volverían la vista hacia ti. Aun así, con tanta ventana, te sientes vulnerable y desamparada.

Llevas un ratillo mirando el cartel, cuando ves salir del edificio Locksley al hombre del pasillo que hablaba con las otras mujeres, minutos atrás. Lleva dos boles humenates en las manos.

Una punzada recorre tu cabeza como una descarga repentina; un agudo dolor negro, con una absoluta sensación de desamparo. Sientes el abrumador empuje de recuerdos que invaden tu cabeza... de puro vacio. Nada queda impreso en tu memoria, que se presenta como un pesado libro en blanco... unicamente una terrible sensación de desamparo y frustración... desesperación en la soledad de tu mente. El brumoso velo negro de tus ojos se retira lentamente, desgarrado por los filos de la mañana. Al principio todo son borrones sin sentido... luego las formas cobran vida en tu cabeza.

Despiertas en una habitación sin mucha decoración: Una cama contra el lado izquierdo, una mesita al lado, con una lámpara de aceite encima, y una ventana a la derecha. Junto a la puerta, un colgador de pared ofrece la única decoración de ésta. Bajo él, una silla presta acomodo a las visitas.

La percha la ocupa una indumentaria según los canones de principios de siglo: un abrigo de piel de zorro, entallado, bajo el que se vislumbra un vestido de reps francés, envuelto en una chaqueta de terciopelo con guarnición de piel. Un par de medias de seda descansan sumergirse en un par de zapatos parisinos de tacón de aguja, justo debajo, en el suelo. Un gorro ajustado de terciopelo reposa sobre la mesita y unos guantes de piel de medio brazo lo acompañan, combinandose con un coqueto bolso de mano de seda. Sientes algo de maquillaje en tu cara, algo húmeda; sensación que resulta vagamente familiar, si bien te hace temer que estará corrido.

Al observar la ropa con más detenimiento, te alarmas al advertir que alguna sustancia viscosa parece haber rezumado sobre el pecho de ésta y por los costados; aunque resulta demasiado oscura para ser sangre, y huele a demonios húmedos.

Tu entumecimiento mental comienza a desaparecer rápidamente, cuando adviertes que algo te envuelve el pecho apretadamente. Al observar tu indumentaria, descubres tan solo un simple camisón que te resulta muy hospitalario: blanco amarillento, de tela barata y abierto por detrás. Unas fuertes vendas visten tu pecho, bajo el camisón, colocadas con profesionalidad. No te sientes dolorida, más allá del espantoso dolor de cabeza que te está matando, pero sí que notas numerosas irregularidades por dentro.

-Tal vez sean costras, grapas o puntos.- se te ocurre a bote pronto.

Aun así, no se sienten exactamente como tales cuando frotas suavemente, notas como si algo rascara tu piel, y como si estuviera profundamente "arraigado" en ti. Se nota algo húmedo y frío y la posibilidad de causarte alguna lesión importante termina con tu experimentación.

En el bolso ves un pequeño monedero de piel con 300 dólares, una cajita con polvos de maquillaje y un algodón de aplicación, así como dos lápices de sombra de ojos y un pintalabios. Hay también una libreta bien cuidada sin apuntes, acompañada de un lapicero, entre cuyas paginas reposa una tarjeta que reza lo siguiente:

Un pañuelo de seda, una antigua llave de hierro colado y un botecito vítreo de perfume cierra el conjunto.

Te sorprende encontrar también en su interior un liso pliego lacrado con el lacre partido; en el matasellos se ve claramente un símbolo oficial de oficina de correos, en el que se lee "ARKHAM U.S. MAIL". En la esquina inferior derecha de la hoja se lee claramente el número 16, junto a una supuesta dirección de universidad:

Universidad Miskatonic, dormitorio de mujeres
West College Street, 1
555 - Arkham, Massachussets

El telegrama tiene un anodino mensaje:

Ilona Vanzetti, hermana de Bartolomeo Vanzetti STOP Americana STOP

Al abrir la ventana, un bochorno veraniego ataca desde el exterior, mientras polvo y óxido caen de las contraventanas, por la falta de uso. Lo que parece un campus universitario de principios de siglo aparece imponente ante tus ojos, como un conjunto de diez edificios victorianos enclaustrados por una verja de metro y medio de piedra y otro tanto de barrotes metálicos rematados en picas, bordada con jardines y cesped bien cuidado, y surcada de paseos terrosos que desembocan en un gran obelisco central, imitación de uno egipcio. Te encuentras en el segundo piso de uno de ellos. Parece que todo está dentro de algún tipo de población de casas no muy altas.

No se ve demasiada gente en derredor, y el día parece cercano al amanecer... ¿o puede que al atardecer?

¿Qué me ha pasado? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estos vendajes? - las preguntas se agolparon en la ya dolorida cabeza de la actriz, ocupando cualquier resquicio de espacio ocioso que quedase en ella y añadiendo aún más presión al caldero en el que se había convertido.

¡Maldito dolor de cabeza! ¿Por qué no puedo recordar nada? - en un primer momento la mujer pensó que quizás hubiese bebido más de la cuenta la noche anterior y que ello sería el motivo de su dificultad para recordar y su jaqueca. Sin embargo apartó este pensamiento al instante, no podía ser. No era lógico. En su interior sabía que allí ocurría algo más, algo grande, abrumador.

Dicha sensación la fue envolviendo lentamente pero de forma irrefrenable y la actriz rozó la histeria. Se sentó de nuevo sobre la cama y apoyó la frente en la palma de sus manos mientras que los dedos tironeaban de sus cabellos.

-¿Donde estoy? ¿Qué hago aquí? - dijo en voz baja, pues incluso miedo tenía de que alguien llegara a escucharla. Miedo... al mismo nivel que esperanza, quizás vendrían a ayudarle y le explicaran su situación. Aunque debía reconocer que no confiaba en ello.

Le costó tiempo y esfuerzo calmarse lo suficiente como para afrontar la situación. Aún no conseguí enlazar recuerdos ni crear una imagen de lo ocurrido. Sin embargo debía hacer algo, así que comenzó por las tareas más sencillas, y se ocuparía luego de lo demás. De más fácil a....

... comenzó a vestirse.