Partida Rol por web

Nada, lo cierto es que no tengo sitio a donde ir, así que me dirijo al edificio de las mujeres. Antes de dormir quisiera pegar la oreja en todas las habitaciones de los grupos ajenos al nuestro. Y si es posible forzar la cerradura de la habitación de la arpía, pero sólo si es posible.

Leonora regresa a su habitacion, pon iendo especial atencion a los sucesos del pasillo, aunque tras la extensa charla con sus companeros parece que el maremagnum del incendio ha vaciado la mayoria de las de sueno ligero, o bien ha dejado en brazos de Morfeo a las mas recalcitrantes.

Sin mas inconvenientes ni sucesos, llegas a tu cuarto, que esta tal y como lo habias dejado.

Aaaa dormir.

La inquietante oscuridad de la noche y la densa inranquilidad de los sucesos de las últimas horas te acompañan de la mano a una interminable oscuridad vacua, que te result angustiosamente familiar. Un ruido lejano, más mecánico que estático, pero igualmente cíclico e histeriante, te escolta durante tu asfixiante deambular por la privación sensorial.

Las luces de la mañana más parecen un recuerdo de una vida mejor en el fondo de una mente atrapada, cuando la claridad comienza a rasgar el tupido velo de tu opaca aridez onírica cuando los rayos del sol acarician las contraventanas del cuarto en que te dormiste.

Al menos es de día de nuevo; las 8:00 de la mañana, a decir por el reloj.

Salgo fuera, me doy un paseo por todas las puertas, por si escucho algo. Si veo a una de las nuestras me voy con ella, si no escucho nada salgo al patio, si no veo a nadie voy al comedor.

jo...

Me visto y me echo la toquilla por encima, en plan vieja de pueblo.

En cuanto sales al pasillo, adviertes que Jane Hampston se dirige al baño, donde ya está aseándose Patricia. Ambas te contemplan unos instantes con cara de circunstancias, mientras te unes a la pequeña reunión.

En el armario tenia ropa limpia, no? Si es así me pongo algo más decente. si no me las intento arreglar para estar lo mas presentable posible como voy.

Me echo abundante agua en la cara para aclararme, estoy furiosa, pero no con mis compañeros, sino con la vida y el triste destino que nos persigue.

No hay nada más frustrante para mí que estar parada, sin hacer nada, mientras los ineptos (sigo enfocando mi furia hacia ellos, aunque no sean culpables) de mis compañeros no hacen nada para arreglar esta situación. No puedo permanecer más tiempo aquí encerrada, he de hacer algo.

Sigo pensando que esto es como un bucle, y que si cuando los acontecimientos de nuestra pasada vida se torcieron y hubo muertes, acabamos volviendo a otra vida, otra oportunidad. No me gusta esta oportunidad, así que quiero otra, y si para ello tengo que provocar una muerte o que los acontecimientos se precipiten, lo haré yo misma.

Quiero salir, quiero encontrar a ese doctor, que seguro que sabe más de lo que dice, y arrancarle una confesión a cuchilladas. Si me matan que me maten, ya volveremos a una vida mejor.

La embestida de Ilona cambia las cosas, así que echo marcha atrás y miro cómo ha quedado la situación. Si tengo posiblidades trataré de salir escaleras abajo. Si todo sigue igual o peor, subiré escaleras arriba.

Apenas unos instantes después de haber traspasado la puerta y escuchar los quizá últimos atropellados momentos de la situación, Leonora regresó a las escaleras para encontrarse la dantesca escena que de algún modo ya intuía que tendría que presenciar. Donde antes yaciera el cuerpo de John, yacía ahora el de una mujer despojada de su piel y cabello, envuelta en las ropas que sin duda instantes antes portara Virginia. Su cuerpo despellejado no se movía ya, muy posiblemente muerto o inconsciente. Sus rasgos resultaban grotescos, posiblemente por el terrible sufrimiento al que se habría visto sometida. Pero lo más inquietante era que su piel se había vuelto de un moreno tostado, como si el radiante sol la hubiera pigmentado antes de caer.

Algo más abajo, como si hubiera caído de espaldas y resbalado unos palmos, un cuerpo masculino yacía también despellejado, en una masa demasiado sanguinolenta y demasiado desmejorada como para ser reconocible como John. Con la ropa en trozos a su alrededor, posiblemente debido al desmesurado crecimiento anterior, su tamaño había vuelto a la normalidad y el tercer ojo de su frente había desaparecido totalmente.

Viendo la nueva situación, pero sin sobresaltarme demasiado, decido bajar corriendo por las escaleras, antes de que a Virginia le dé por crecer y tener ojos nuevos. Quiero ir a la calle, y si es necesario pisaré cadáveres, y si alguno de ellos se mueve, pisaré más fuerte, y a correr.

Leonora ascendió por las sucesivas escaleras del colegio mayor femenino, sin poder evitar pensar que en el siguiente recodo le esperaría un nuevo cuerpo despellejado a cada momento. Los desangelados pasillos del edificio resultaban tan oportunos como atemorizantes. Por fortuna o desgracia para sus mutaciones, la aguileña nariz de Rosemary tampoco descollaba por la zona.

Así, alcanzo su presunto cuarto, que estaba prácticamente como una foto más oscura de la situación en la que lo abandonó, antes de encaminarse a su nueva aventura con... el Sr. Price esta vez.