Partida Rol por web

Turno 7 (Santuario: Camión (2) - RdZ: 3)

-. Viernes, 8 de Junio de 2012 (Día 69) -- Praga, República Checa .-

-. 8:05 am .-

Ruben maldice en español mientras advierte que Miko no va a abrir la puerta. La puta puerta! Deja de golpearla con los puños y se gira, para enfrentar su destino. Unos cuantos de esos monstruos, estirando las manos en su dirección. Solo puede ver a los primeros tres: un muchacho en bañador, la mandíbula faltante y con su lengua colgando, sinuosa y babosa hasta la base del cuello; un barrendero de anchos hombros a quien le falta medio brazo derecho y cogea, inestable pero inexorable en su avance; otro hombre, flaco, con los restos de un traje, la elegante corbata hecha girones y los lentes incrustados en la cara tal que no tiene nariz ni ojos. No parece necesitarlos, tampoco.

Tereza observa desde el camión, petrificada. 

Dentro, Miko se pasa las manos por su pelada cabeza desesperado. No puede abrir, vendrán a por él! Vendrán a por él. Un gorgoteo en el oscuro interior de la tienda entonces lo alerta, y se pone de pie, apretando su arma con fuerza.

Allí en una esquina, apenas visible, sobre una silla, unos ojos ciegos se vuelven hacia él. 

Extrañamente, no se mueve, más que un pequeño bamboleo de cabeza al ritmo de los gorgoteos...

-.-.--

Guarecidos en el interior de una (milagrosamente intacta) caseta debajo del puente. Allí solo hay papeles abandonados, una silla caida, algunas colillas de cigarrillo en el suelo. Escuchan al camión arrancar, a los monstruos seguirlos... y luego una relativa paz.

A través de una pequeña y sucia ventana pueden ver la superficie del río y el velero, allí adelante. Son menos de 100 metros desde donde están... 

Tereza no sabía qué hacer, lo observaba todo boquiabierta, estaba petrificada, incapaz de reaccionar.

-¡Oh por Dios, oh por Dios! ¿Cómo lo ayudo? ¿Qué hago? -repetía, nerviosa- ¡Ay Dios!

Se llevó una mano a la frente, tapándose los ojos, no quería ver, pero enseguida la apartó. Tenía que ayudarlos, tenía que hacer algo, la cuestión era qué.

Lenore se quitó la ropa, lo más rápido que pudo y se quedó en ropa interior. Miró al alrededor, y se frotó los brazos.

—Joder, que hace frío. No quiero ni pensar en cómo estará el agua.

Ella y Vilem estaban solo, en un muelle, a orillas del río. Miró alrededor, un grupo de zombies ya los habían visto y se tambaleaban hacia ellos.

—Tenemos que saltar ahora —dijo.

Lenore se acercó hasta el borde de la plataforma y se quedó esperando, de cara a los muertos caminantes. Los zombies estaba a punto de alcanzarla, con sus brazos extendidos, ella se zambulló al agua. En su apresuramiento para atraparla, varios muertos vivientes se empujaron unos a otros y terminaron cayendo al agua también, hundiéndose hasta el fondo. Para entonces, Lenore nadaba a toda velocidad, hacia el velero, intentando concentrarse en su objetivo e ignorar el frío que la atenazaba.

 Splash, splash, SPLASH.

 - ¡Hijo de PUTA! ¡abre la jodida puerta de los cojones!- Rubén arreaba patadas a la maldita puerta que había cerrado el gordo de Miko.

 El miedo atenazaba las vísceras del español, allí estaban aquellas cosas. Eso te pasa por confiar en los demás. Pero de algún modo una fría racionalidad se apoderó de su ser. Estudió sus posibilidades. Podía sortear a las cosas y subirse de nuevo al camión para largarse junto con Tereza. Diós sabe que el puto Miko se merecía que lo dejaran allí tirado. Pero pudiera ser que el camión, por ley de Murphy le jodiera y entonces pondría en problemas a Tereza. No le gustaba esa opción. Le pasó por la mente el recuerdo de Jana.

 Sin más el español se apresuró por un lado, alejándose perseguido por las tres cosas, alejándolas de Tereza, por fortuna no eran demasiado rápidas. Pero no podía huir de forma continua, tarde o temprano se cansaría y lo atraparían y también había la posibilidad de que se topara con más cosas de esas.

 En su carrera pasó por delante de una tienda de electrodomésticos saqueada. Se coló dentro, escondiéndose en un rincón, con la respiración entrecortada, recuperándose. Con el corazón latiéndole desbocadamente en su pecho, paseó la mirada por la parte de la tienda que había dentro. Encontró unas latas de conserva y una vieja radio, de casete, joder aún existían esos cacharros. El ruido. Sin dudarlo tomó el aparato y tras comprobar que tenía pilas, bajó el sonido al máximo, sintió que era el corte entre dos canciones, rebobinó lo justo para que faltara unos segundos entre canciones y subió a tope el volúmen. El ruido atraería a las cosas.

 Sacando furtivamente la cabeza para ver donde estaban las cosas. Joder casi estaban encima. Sin dudarlo arrojó con fuerza el transistor hacia la otra parte de la calle, hacia el interior de un container de basura... un segundo... dos... tres y la canción empezó a sonar de forma estruendosa.

 El sonido atrajo a las cosas de forma directa, pudo ver como esas se alejaban para ir hacia el container. Tenía que aprovechar la distracción par aregresar. Tomó las pocas latas en conseras que pudo y se largó por patas antes de que las cosas se cargaran el transistor y fueran a por él de nuevo. Rubén se fue directo hacia elcamión para apillar a Tereza y dirigirse hacia el lugar acordado.

Miko aguanta un callado sollozo mientras intenta autoconvencerse de que de ninguna manera puede volver a abrir esa puerta. Los golpeteos continuan, y cierra una verja en acordeón que hay en el interior para asegurarla mejor. Sólo entonces, se aleja adentrándose más en el establecimiento.

Su vista se pierde entre los estantes de comida. Por unos momentos se olvida de los zombis, tanto que ni se percata de que los golpes en la puerta han cesado. Entonces, justo cuando está apunto de abrir un paquete de donuts para devorarlos, escucha el murmullo. Hay alguien ahí. Es uno de esos condenados muertos.

Miko se acerca despacio. Es una zombi pero esta actúa de forma extraña. No se mueve, tan sólo gime y mira a Miko fíjamente. Este sigue acercándose, traga saliva y alza la palanca. Sus manos tiemblan. Casi parece una ejecución. Miko había golpeado antes a estos monstruos, pero siempre como acto de defensa, nunca así. Aprieta los dientes y de pronto la muerta viviente abre sus mandíbulas y lanza un grito agudo ensordecedor. Miko se asusta como un niño y grita casi al compás de la criatura. La palanca cae de sus manos y sale corriendo sin dirección concreta. En medio de su huída a ninguna parte, el desgraciado de Miko se estampa contra una estantería y cae al suelo inconsciente, desplomándose como un enorme y pesado saco.

Lenore saltó la primera, varios zombies se acercaron hasta la orilla, poniéndose entre Vilem y el río. Lenore logró tirar al agua a uno de ellos, pero el resto se giraron en cuanto vieron que la chica se alejaba rápidamente hacia el velero.

Vilem tomó aire, su intención era placar al más grande de los zombies y tirarlo al agua, para luego seguir nadando.

Pero entones lo vio, el corpulento zombie. Aunque la mitad de la cara estaba en carne viva y su color era prácticamente blanco no lo dudó ni un instante, era Thomas. Era imposible que pudiera con él, incluso muerto era más fuerte, siempre lo había sido.

Solo quedaba una posibilidad... correr.

Miró a un lado y vio la escalera que subía a la parte superior del puente, si se marchaba por allí es posible que los estúpidos zombies no pudieran seguirle.

Con el duro cemento golpeándole los pies descalzos Vilem huyó de allí, dejando a Lenore sola en medio del Moldava

Ya casi al borde de la desesperación tuvo una idea, una que ni siquiera sabía si iba a funcionar pero había que intentarlo. Volvió a encender el motor del camión, pues lo había apagado para que los zombies no siguieran yendo hacia ella atraídos por el sonido, puso marcha atrás y pisó el acelerador. Condujo el camión directo hacia el aparcadero haciendo sonar la bocina insistentemente. Sujetando el volante con fuerza, con los espejos laterales como únicos ojos, embistió contra los vehículos estacionados con la intención de activar las alarmas.

Si lo consiguió o no, ni se enteró porque tan pronto como les hubo impactado, pasó a primera, a segunda y finalmente a tercera (el camión es un trasto viejo, así que de cuarta o quinta ni hablar) y se alejó de allí tan rápido como el camión se lo permitió. Rodeó el aparcamiento y al salir de éste por poco y arrolla a Rubén. Pisó el freno y alcanzó a maniobrar para evadirlo, acto seguido él subió al camión, pálido y sudoroso.

-¿Dónde está Miko? -le preguntó cuando él todavía no terminaba de cerrar la puerta, pese a haber sido testigo de lo que había passdo, no podía culpar al pobre grandulón por haber entrado en pánico y si podían, tenían que ir por él.

 Rubén se sube al camión jadeando, respirando de forma entrecortada, entre bocanadas de aire contesta.

 - Se rajó... en medio de esa locura me dejó... tirado, me abandonó ante tres cosas de esas... ¡el muy cabrón me cerró la puerta delante de las narices!

Turno 8 (Santuario: Camión (2) - RdZ: 3)

-. Viernes, 8 de Junio de 2012 (Día 69) -- Praga, República Checa .-

-. 4:12 pm .-

Lentamente, Lenore asomó la cabeza del agua. Buscó con las manos en el casco; hasta por fin encontrar una cuerda. El barco se movía, mecido por las aguas. Era como escalar una pared, pero una pared que se escapaba de bajo sus pies, rehuía de ella cuando buscaba apoyo.

Con un terrible dolor de brazos y piernas, las palmas peladas, llegó a la borda y se deslizó adentro. El barco parecía en un silencio sepulcral; la distancia que lo separaba de tierra firme junto con el rítmico golpetear del agua ahogaba el sonido de los monstruos a la distancia. Solo se oía el viento, el crujir de la madera, los leves pasos debajo.

Leves pasos debajo de cubierta.

-.-.-.-

Rubén y Teerza continuaban aún en el camión, aunque lentamente habían tenido que alejarse de la zona donde dejaran a Miko, Vilem y Lenore. El lugar estaba infestado de ellos, llenaban las calles de punta a punta. 

Despacio y procurando hacer el menor ruido posible, se alejaron. El combustible del camión se agotó*, y aunque todavía parecía sólido ante los golpes, que por suerte aquí eran pocos. Podían ver desde donde estaban una pared baja, de solo 2 metros de altura, que escondía un hotel de importantes proporciones**, o tal vez... se habían perdido con tantas vueltas, pero eso que estaba tras un portón metálico era una ambulancia, no podía no reconocerse las luces sobre un techo tan alto, aunque no vieran el resto del vehículo.

-.-.-.-

Agachado, Vilem intentó cuadrar los hombres tras el auto. Sobre el puente todo era destrucción; los vehículos chocados, volcados, algunos incendiados hace días ya. 

Por suerte los monstruos parecen ser más letárgicos a con el sol en lo alto. Rápidamente había evaluado su situación: sobre el puente, en el cual deambulaban una importante cantidad de esos seres, apretujados entre los restos. Algunos se enganchaban en hierros retorcidos, dejando allí pedazos de carne.

En un extremo, el profundo túnel al otro lado del río. De este lado, la parte sur de la ciudad. Y allí abajo, boyando sobre las aguas, el velero con Lenore a bordo...

Comenzó a hacerse a borde del puente. Una vez tranquilizada su mente, tenía claro que le había fallado en dejarla sola. Y que tenía que llegar hasta ella. Buscó algo para descolgarse sin tener que lanzarse al agua desde esa altura. 

Una camioneta con equipo de viaje. Genial. Patente alemana, y varias mochilas para hacer campamento. Una carpa para 4. Un pequeño tesoro. Si tan solo hubiera una forma de llevarse todo eso...

Mientras buscaba una cuerda, una caja de bengalas náuticas cayó al piso y un humo acre comenzó a salir de ellos. Pronto, cuando Vilem se percató del asunto, la media docena de pirotécnicos comenzó a sisear con violencia y un fuerte resplandor.*

Tal vez fueran lentos, no les gustara el sol... pero era demasiado. No podían evitar dirigirse hacia él, chocando entre los autos, encerrándolo...

---EN EL BARCO---

El sonido de los lentos pasos se notan cada vez más claros. Ahora la madera que cruje es la de los escalones que suben a cubierta. Una figura se asoma, empuñando un revólver con la mano derecha. Sus ojos, abiertos como platos, y su rostro tenso se relajan al contemplar a Lenore.

El individuo, con un aspecto bastante echo polvo, permanece unos segundos observando a la joven antes de abrir la boca.

-Víte, jak řídit tuhle věc? -pregunta en checo.

Lenore parece no entender muy bien, y el sujeto se pronuncia en inglés.

-¿Sabes cómo conducir este trasto?

En la mano izquierda, el hombre sostiene el libro de instrucciones de funcionamiento del barco.

---SOBRE EL PUENTE---

Vilem miró asustado como las bengalas se encendían y atraían a unos cuantos zombies. Se acercaban a él lentamente, pero en entre los coches del puente lo tenían acorralado.

Miró una vez más al equipo de acampada. Era demasiado voluminoso para llevárselo si quería escapar... se encontraba pensando si había algo imprescindible que coger, cuando una mano huesuda le tocó por la espalda.

En un acto reflejo Vilem se dio la vuelta y le partió el cuello. Se trataba solo de una niña, una niña con las cuencas de los ojos vacías y con la mitad de la cabellera arrancada, pero solo una pequeña niña.

Vilem cogió el cuerpo inmóvil y lo lanzó sobre el resto de los zombies para después salir corriendo como alma que lleva el diablo en dirección al centro de la ciudad.

 Swp, swwp, swwwp...

 - Estupendo... el deposito está vacío.

 Dijo Rubén antes de cerrar los ojos, como no dando crédito a la mala suerte que tenía. Con un suspiro de resignación abrió los ojos y miró a Tereza.

 - Tenemos que largarnos... ya. Pronto llegaran las cosas hasta el camión. Salgamos antes no nos vean.- Señalaando con una inclinación de cabezaa el gran edificio comentó.- Quizás si tenemos suerte  encontramos algo útil allá dentro. Provisiones o un medio de transporte ...

 Sin más, para dar más fuerza a sus palabras el joven español se baja del camión y da la vuelta para abrir la puerta de Tereza y le tiende la mano para aayudarla a descender.

 - Vayamos rápido.

***

 Tomados de la mano los dos suprvivientes abandonan el maldito camión a su suerte y se alejan, con las pocas provisiones que encontró Ruben en su correría tras el abandono de Miko. Tras apearse en el muro de dos metros, y ver que no parecía haber un peligro inminente, baja y ayuda a Tereza a saltarlo y se adentran a las cercanías del hotel...

 Los ojos de Rubén se abrieron por la sorpresa, una motocicleta. Si hiciera falta podrían usarla para llegar al punto de encuentro...

Ruben sacudió la motocicleta, probando los contactos. Las luces han quedado encendidas, y la batería está muerta. Perra suerte...

---EN EL BARCO---

Lenore apoyó la espalda contra una pared y respiró hondo, tratando de recuperar el aliento y de aquietar su corazón, que había estado a punto de salírsele por la boca, cuando creyó que aquel hombre barbado era uno de los muertos caminantes.

—¿Sabes cómo conducir este trasto? —le preguntó el sujeto, que sostenía lo que parecía ser una especie de manual en una mano.

Temblando, un poco por el frío y otro por el reciente susto, Lenore, se apartó el pelo empapado de la cara.

—No tengo la menor idea, pero tengo un amigo que sabe cómo hacerlo.

Miró hacia la portilla, que daba a la cubierta, con gesto apesadumbrado.

—Aunque, a estas alturas, ya debería estar aquí.

Se volvió hacia el hombre.

—Iré a echar un vistazo. ¿Te importaría conseguirme una toalla? Me estoy congelando.

Dejando huellas de agua, Lenore subió por la escalera. Una vez en cubierta, giró sobre sí misma, con una mano sobre los ojos, para cubrirse del sol, mientras intentaba divisar a Vilem.