Partida Rol por web

Diez

PROLOGO: La Patrulla

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08/03/2012, 12:11
Director

20:00 Horas del 23 de Marzo de 1.945.

Puesto avanzado del noveno ejercito, en algún lugar al oeste del rhin.

Oculta tras una colina, la vanguardia de las fuerzas del Noveno Ejercito estadounidense se preparan para iniciar la operación Plunder.

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08/03/2012, 12:14
Director

General William Hood Simpson.

Señores, el final de la guerra se acerca, y ustedes van a jugar un papel decisivo. He dado las instrucciones precisas a “El Capitán”, pero antes de que les informe quería tener la oportunidad de dirigirme a ustedes. La misión que les aguarda es peligrosa, no se lo ocultare, pero ustedes son el orgullo de nuestro ejército, y confió plenamente en que completaran su misión con éxito. Pero quiero que sepan, que cuando se encuentren en territorio enemigo, no estarán solos. Todos los hombres de este ejército, y todos los hombres y mujeres de América les observan y les apoyan.

El general se quita el casco y observa al nutrido grupo de cincuenta hombres en silencio durante un minuto.

Es para mi un orgullo luchar y servir a nuestro país con ustedes a mi lado. Buena suerte, y vuelvan de una pieza.

Tras ejecutar un saludo marcial, sale de la tienda dejandoos con el Capitán.

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08/03/2012, 12:19
Director

Todos conocéis al Capitán, puede que no os guste, o que lo admiréis, quizá os ha salvado la vida, o quizás se la habéis salvado a él.

Aquellos que lleváis poco tiempo en esta guerra, habéis estado bajo su mando desde que el 12º grupo de ejércitos fue activado en Brest en septiembre de 1.944, pero el resto lleváis luchando con el desde que la 82 aerotransportada fue lanzada como parte de la operación Overlor en Junio del 44. Puede parecer que tres meses no es mucho tiempo, pero para vosotros ha sido toda una vida.

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08/03/2012, 13:17
El Capitan

Cuando el general Simpson deja la tienda, comienza a hablar y lo hace con la misma frase de siempre.

- Bien, hoy vamos a ganarnos el sueldo. Dentro de unas horas el Noveno Ejercito cruzara el Rhin en dirección a la cercana ciudad de Wesel. Parece ser que algunos cabezas cuadradas de Washington creen que el Noveno Ejercito no lograra pasar por si solo, así que han decidido hacernos el “favor” de enviar unidades de paracaidistas como apoyo. El problema es que los Heinis tienen la orilla oriental plagada de antiaéreos, así que nuestra misión es darles mucho amor antes de que ellos quieran hacer lo mismo con nuestros chicos.

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12/03/2012, 19:19
Zoe Sunders

Arrugué la nariz en cuanto la costra de la herida cedió. Silbé casi inaudiblemente y me mordí el labio inferior al sentir el escozor en la herida del dedo recién abierta. Siempre me pasaba igual. Antes de que las heridas se curaran y cicatrizasen, me quitaba la costra y todo volvía a empezar. Luego me quejaba. Con razón mi hermano me llamaba quejica: no paraba de molestarle por tonterías como esa.

Apreté con el dedo de la otra mano en la herida y escuché, mientras hacía presión para que dejara de sangrar, las palabras de aquel tipo.

Me dio la impresión de que se lo había estudiado de antemano, que había estado durante todo el día escribiendo en una hoja sucia de un cuaderno perdido aquel pequeño discurso. 

Es cierto que eran palabras de aliento, que reconfortaban y daban un rayo de luz a nuestros oscuros corazones, calentándolos bajo el orgullo se servir y proteger. Quise sentirlas así, como parte de mí, que me calaran hondo, que no las olvidara y que, de verdad, allá fuera, esas simples palabras me protegieran de los horrores que acechaban, de las sombras, de la muerte. Sin embargo, mi mente vagaba por otros derroteros. Ni me di cuenta cuándo se fue aquel hombre para dejar paso a otro. 

Sacudí la cabeza y despejé mi cabeza de ideas y pensamientos que poco o nada tenían que ver con lo que allí se discutía. Miré la herida y me llevé el dedo a la boca con el fin de poder cortar la sangre que manaba. En seguida noté el sabor amargo de la sangre y fruncí el ceño, asqueada.

-Ahora, te fastidias- murmuré para mí misma, echando un vistazo a la herida, viendo cómo, por fin, la sangre dejaba de salir.

Alcé la vista y seguí atenta a las palabras del hombre, intentando no perderme detalle.

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12/03/2012, 21:57
J.C Sherpar

J.C atendio como buen soldado que era, firme igual que si se hubiera tragado el palo de la bandera, tal como aprendio a hacerlo desde temprana edad.

Aun le dolia el brazo de la ultima inyeccion que le habian puesto. Le dijeron que era un compuesto de vitaminas, como siempre, pero no habia que ser muy listo para saber que las vitaminas no inchaban las venas de su brazo como si fueran gruesos cables de luz azul.

Por suerte las mangas del uniforme las tapaban y el temblor de su mano se habia pasado unas horas antes.

- A sus ordenes mi capitan.- respondio rotundo, con la voz de un trueno.

La idea de saltar en paracaidas no le apasiono demasiado pero no dejo que se le notara en su impasible rostro.

- Saben lo que se hacen, son el ejercito americano.- Razono para si mismo, pensando que su pais solo contaba con nobles hombres de infalible pensamiento. 

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13/03/2012, 00:32
Anthony Massini

Recibió las palabras de aliento como un baño. Eran reconfortantes, y cálidas, aunque vacías de sentido, porque muchos, no saldrían nunca vivos de aquella guerra, y era algo que pasaba en ambos bandos, aunque muchos no quisieran ver las vidas que se perdían en ambas orillas.

El hombre que miraba desde dentro de sus ojos, era un patriota, pero un patriota poco convencido. Sabía que había una guerra, y que había que ponerle freno.

Sabía que los Nazis eran la piedra a sortear para llegar a la paz, y a la libertad, aunque sabía que si hubiera sido alemán, seguramente creería lo contrario.

El era medio italiano, o eso quería creer, y los italianos no estaban siendo precisamente aliados en aquel encuentro de sangre y muerte.

No era el soldado perfecto, lo sabía. Primero porque su garganta no le dejaba mucho gusto para hablar, no se relacionaba con los compañeros cuando estos empezaban las trifulcas por cualquier cosa, y discutían hasta el amanecer sobre quien era mejor piche de las grandes ligas.

Pero en cierta manera era uno más. Nunca había dejado de lado a ninguno de sus compañeros, y  sabía que estos lo tenían en cuenta. Si bien no bebía con ellos, estaba ahí, para abrir fuego, o para lanzarse encima de un grupo de alemanes y despejar el camino.

Ahora el capitán explicaba, con su peculiar forma de hablar, como un grupo de hombres, y mujeres, iban a enfrentarse a la muerte, para dar cobertura a cada soldado americano que llegara después de ellos.

Las mujeres eran otro tema aparte. No era capaz de hacerse una idea de si era bueno o malo tenerlas en el ejército, aunque sin duda, las que estaban aquella noche allí, eran dignas de tener en cuenta. Ninguna necesito nunca a un hombre para hacer su trabajo.

Su mente volvió de golpe a la sala. Donde ya había algunos removiéndose y hablando por lo bajo. Como solía pasar en aquel tipo de charlas antes del combate, la gente lo único que quería, era que llegara al hora, y con suerte, salir vivos de allí para volver a casa.

El no tenía ese problema, pues no tenia casa a la que volver.

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13/03/2012, 04:02
Svetlana Emelianenko

Katyusha no había podido entender todas las palabras del militar americano. Su inglés todavía no era perfecto, a pesar del entrenamiento intensivo que le habían dado, y el acento americano era particularmente difícil de descifrar. Pero había captado el sentido general de la arenga. Bastante sosa, poco motivadora y con el agregado de vulgaridades innecesarias, típico de los militares americanos. Muy distinta a la que hubiera dado un oficial soviético.

De pie en medio de aquellos paladines de la burguesía occidental, disfrazados de maneras tan variopintas y absurdas, Katyusha se sentía completamente fuera de lugar. Sólo era uno de ellos en cuando a sus dotes especiales, pero allí terminaba el parecido. En sus países, ellos se dedicaban a combatir el crimen, sin entender que los criminales, contra los que luchaban, eran producidos por el propio sistema corrupto y decadente que ellos mismos ayudaban a perpetuar. Hubiera querido explicarles que, gracias al Camarada Stalin y guiados por la sabiduría del gran Lenin, en la Unión Soviética no había criminales y las personas cómo ellos no eran necesarias.

Había visto las capacidades de algunos de ellos en acción y sabía que no eran farsantes, cómo había creído en un principio, pero de otros todavía tenía sus dudas. Su veteranía de casi cuatro años en la guerra, no podía comparase a los escasos meses de experiencia de los personajes que la rodeaban. Sin embargo, hubiera sido descortés mencionarlo. A los americanos les gustaba ser los primeros y los más importantes en todo. En general, le daban a impresión de ser personas algo “tocadas” por decir lo menos. ¿A quién se le podía ocurrir ponerse un disfraz y salir a oprimir al Lumpemproletariado, desvinculándose del aparato de seguridad del Estado? Era una locura. Su evidente desesperación por controlar sus crecientes niveles de delincuencia era un indicio más del inminente desmoronamiento de su endeble sistema.

Pero ella no expresaba sus opiniones en voz alta. Le habían dado la orden de no polemizar y de ser lo más sociable posible con los decadentes capitalistas americanos. Hasta que terminara la guerra, sus países eran aliados. El propio Camarada Stalin le había explicado la importancia de su misión. La contribución de la Unión Soviética a la victoria sobre los fascistas era tan importante o más que la de los occidentales. Su presencia allí, en representación de la Madre Patria, no debía dejar lugar a dudas sobre ello. Ella había aceptado el alto honor, casi sin poder disimular sus lágrimas de emoción.

En los últimos meses, había hecho el intento de encajar con sus nuevos compañeros, pero las barreras del idioma y la cultura eran difíciles de franquear. Además de que los militares americanos no se mostraban demasiado contentos por su presencia y la mantenían vigilada. Las vidas que los americanos llevaban en su país era tan distinta a su experiencia que a veces no podía imaginarse de lo que le estaban hablando. Sin embargo sabía que todos sus cuentos de progreso y felicidad eran puro engaño. Su contradictorio e injusto modelo social estaba condenado a la desaparición, cómo había predicho Marx. Primero caerían los sanguinarios Fascistas y luego sería el turno de los inhumanos capitalistas.

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13/03/2012, 12:14
James H. Little

Destruir antiaereos para que los soldaditos puedan desplegarse tranquilamente, si señor, ahora somos las niñeras del Noveno Ejercito...

Miro al numeroso grupo de superheroes que escuchan al Capitan, cada uno con su indumentaria diseñada y confeccionada para ser reconocido o para todo lo contrario.

Hay algunos turistas pero parece que todos sabemos desenvolvernos bien en el frente.
Incluso hay mujeres, me temo que hay alguna cocina huerfana.

Niego con la cabeza mientras cambio mi puro apagado de lado.

Deberiamos estar tomando Berlin y pisandole el cuello a Hitler, somos muy superiores a ellos. Podriamos acabar con esta guerra de un solo golpe. Le pondrian nuestro nombre a cientos de colegios, a calles e incluso habria estatuas de todos y cada uno de nosotros. O al menos de los que nos lo merecemos.

Observo a algunos de los presentes, mas que soldados o heroes parecen reporteros en busca de una noticia.

Malditos turistas...

Retiro el puro de mi boca y escupo disimuladamente algunos trozos de tabaco sobre la reluciente espalda de un enorme robot cuyo funcionamiento exacto nunca llegaré a comprender.

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13/03/2012, 16:24
Samuel Johnson

Alzándose por encima del resto de la tropa como un centinela de bronce y goma azul al estilo de los antiguos colosos griegos, Submarineer atiende a los pequeños discursos del General Simpson y el Capitán con cierta emoción contenida, de brazos cruzados, inmóvil como una estatua. Admiraba al Capitán desde que lo viera volar sobre los tejados de Nueva York por primera vez, seguía todas sus hazañas con la intensidad de un niño emocionado por su maravillas, tenía incluso una pared en la que colgaba las fotografías y los recortes de las noticias que aparecían en la prensa de sus intervenciones. Servir a sus órdenes era todo un privilegio, la guía que necesitaba para poder cumplir sus objetivos. Cuando todo aquello acabara con la victoria aliada y por fin pudiera abandonar su autoimpuesto anonimato, haber combatido junto a uno de los grandes héroes americanos doblaría o triplicaría el valor de sus propias acciones.

Todo el mundo nos observa ¿eh?... - Repitió mentalmente para si mismo, sonriendo bajo el pesado casco - Pues que observen bien y no se pierdan detalle, porque vamos a hacer historia. Vamos a salvar el mundo libre...

Sin embargo, aún con toda su confianza puesta en aquella operación y en las fuerzas estadounidenses, seguía teniendo sus dudas sobre el equipo que se había formado para desmantelar los antiaéreos enemigos. Una chica despistada, una camarada, un tipo que parecía enfermo y apenas hablaba, un soldado poco convencido que además le acababa de escupir a la espalda... Siempre pasaba lo mismo con aquellos tipos. Los tenía mas que calados. Arrogantes, prepotentes, pagados de si mismos. Por hombres como él era por los que se habían enfundado aquel traje y había cruzado medio mundo.

Giró sobre si mismo como el eje de una gran máquina con un silbido de presión liberada, encarándose al pequeño y frágil hombrecillo, ocultándolo bajo su sombra.

- Compañero... Deberías mostrar un poco mas de respeto. - Murmuró con voz irradiada, átona, retransmitida a través de un sistema de micrófonos oculto que le dotaban de un aura siniestra y de otro mundo.

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13/03/2012, 19:50
Bryan Penrose

La guerra, la guerra no cambia nunca. No sé dónde he escuchado esa frase, pero lo cierto es que tiene toda la razón. Y en realidad se ha convertido en un por qué estoy yo aquí, para hacer nula esa afirmación. Muchos de los que me acompañan son quizá de lejos mucho más impresionantes que yo en capacidades, o se les da especialmente bien aplastar enemigos de una manera u otra. Y por eso cada vez que salgo al campo de batalla procuro hacer todo lo posible por salvar unas cuantas vidas, sin importarme demasiado de qué bando sean. Si toda esta gente dejasen de pelearse los unos con los otros, incluso dentro de nuestro bando como pasa con el soldado-parche y la masa de metal, estoy seguro de que podríamos conseguir mucho más como especie que cargarnos el planeta y a todo lo que se mueve. O igual es que las charlas de mi hermana se me han calado más hondo de lo que esperaba...

-Si es que... -murmuro para mí, mientras trato de cambiar mi concepción del entorno a la de Mentalista. Rodeado de superhombres (y mujeres), al menos puedo decir que no soy uno más. Y si anulando los antiaereos se salvan vidas, aunaré esfuerzos por conseguirlo de la forma más rápida y menos homicida posible.

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14/03/2012, 09:57
El Capitan

Uno a uno el Capitán fue llamando a los presentes por su nombre organizando a los cincuenta presentes en cinco escuadrones de diez hombres cada uno.

Escuadrón 4: la Duelista, Finder, Katyusha, Mentalista, Agente Fantasma, Relámpago, Submariner, Tankman, Monk Nero, y Enigma.

Según son nombrados, los cincuenta presentes se organizan en grupos y veis al fin quienes serán vuestros compañeros en la misión que esta por empezar. Para cuando los cinco grupos están organizados, el Capitán despliega un mapa sobre la pizarra que tiene tras de si y prosigue con sus instrucciones.

La fiesta comenzara a partir de la 1:00 de mañana. Nosotros cruzaremos a las 22:00 mientras el General bombardea la costa oriental para distraer la atencion del enemigo, así que tenemos que movernos rápido.

Coge un puntero de madera y comienza a explicar cuales serán los puntos por los que cruzara cada escuadrón y las zonas que deberá cubrir. Os explica que el plan consiste en atravesar el rió en botes mientras la artillería barre la orilla oriental. Cada grupo cruzara por un punto distinto, de forma que el enemigo no pueda cubrir todas las zonas, y quizá siendo grupos tan pequeños no os descubra. Una vez en territorio enemigo, debéis barrer la zona y destruir cualquier antiaéreo o puesto fortificado que encontréis. Cuando termina la explicación, apoya el puntero en una zona cercana a una población identificada en el mapa como Wesel.

Este es el punto de reunión. A las 3:00 debemos reunirnos allí para apoyar a las unidades que ya se habrán desplegado. Eso significa que debemos movernos rápidamente porque solo tenemos tres horas para despejar la zona y dos más para regresar. Bien, vamos a demostrarles a esos Heinis a que hemos venido. Os recomiendo que aprovechéis la próxima hora para descansar, será una noche muy larga. Retírense.

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14/03/2012, 09:59
Oliver Perry Owens

Poco a poco todos van dejando la tienda, hasta que solo quedáis vosotros diez. Y entonces un hombre de largo pelo gris y vestido como un cowboy se decide a romper el silencio.

No se vosotros, pero yo no tengo sueño. Lo que si tengo es una botella de Bourbon y una baraja.

Os dedica una sonrisa mientras espera que alguno responda a su invitación.

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14/03/2012, 09:59
Caprice Grenier

La primera en responder es una mujer que lleva un colorido uniforme de mosquetero, que parece sacado de la película de Fairbanks. Niega con la cabeza, y hace una reverencia antes de salir en silencio.

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14/03/2012, 11:46
James H. Little

Atiendo al plan ignorando por completo al robot, me cruzo de brazos y muevo el puro en mi boca a medida que mencionan los datos.

Asi que nos espera un paseo nocturno en barca y despues tan solo hay que arrasar todo. Suena divertido, veremos de lo que es capaz este escuadron.

Miro a mi alrededor analizando al resto del grupo, me encojo de hombros en un gesto de conformidad.

Mujeres hermosas y tipos duros, espero que todos esten preparados, esto es una maldita guerra.

Cuando termina la sesion informativa y el Agente Fantasma ofrece alcohol y cartas me acerco a él con una sonrisa.

- Amigo, tenemos una hora para terminar ese Bourbon. Y si alguno de nuestros ilustres compañeros nos acompaña ademas podremos hacer buen uso de esa baraja de cartas. Una noche de poker antes de destrozar a esos nazis, para eso luchamos en esta guerra, para poder disfrutar de la vida.

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14/03/2012, 15:41
J.C Sherpar

J.C escucho con atencion cada palabra del plan con suma atencion. Cuando termino la reunion relajo un poco la postura y se quedo mirando el mapa un poco mas, como si quisiera memorizar cada punto y guardarlo en su cabeza. Nunca destaco por ser el primero de clase pero con esfuerzo simpre lograba estar en una media aceptable.

Escucho a sus compañeros planear una noche de alcohol y cartas, no sonaba mal pero necesitaba la mente despejada si en poco tiempo iban a tener que verselas contra los nazis. El ejercito aleman no eran nenazas, eran cabrones muy duros, fanaticos de una causa que luchaban hasta la ultima gota de su sangre.

- Suena interesante, señores, pero no cuenten conmigo por esta noche. Quiero estar descansado para cuando empiece la fiesta. Si me disculpan.- dijo saliendo de la tienda, rumbo a la suya para tratar de dormir un rato.

Comenza a sentir arcadas, otro efecto secundario de las "vitaminas" normalmente se pasaban con un rato de sueño... esperaba que esa vez tambien se terminara asi.

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14/03/2012, 16:06
Zoe Sunders

Asentí a cada palabra que se decía, corroborando. No tenía ni idea de estrategia militar, ni de armamento pesado ni de la guerra en sí. Había dos bandos, cada uno autodenominado como "los buenos" y el otro el malo, cuyo objetivo era acabar con el enemigo. En eso no tenía ninguna complicación y me quedaba claro. 

Lo difícil venía en ese momento. No era de acatar órdenes. No era militar ni una persona que se diera a la disciplina. Ése era mi hermano, el correcto, el que decía a todo que sí. Pero no era mi estilo. Sin embargo, me autoconvencí de que debía respetar y llevar a cabo las decisiones que allí se tomaran y las órdenes que se me dieran. O, al menos, esa era mi intención.

Después de aquello, escuché la invitación de lo que me pareció un vaquero. Se me dibujó una media sonrisa en el rostro al verlo  y me dije que no era mal plan.

-No veo por qué no- acepté, acercándome hacia el hombre-. Será divertido.

Antes que amargarme en la cama, con los ojos abiertos sin poder dormir y dando vueltas durante toda la noche pensando en los horrores (y eran aún pocos) de aquella guerra, prefería estar un rato jugando a las cartas. Arrastré la silla hasta él y me acomodé, sonriente.

-Os lo advierto: soy muy buena en las cartas- reí, asintiendo con la cabeza-. Por lo que, después, no quiero problemas- bromeé.

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14/03/2012, 17:11
Bryan Penrose

Por un momento, me planteo la grandiosidad de la cantidad de gente con capacidades especiales que hay reunidas en tan poco espacio. Contemplo al reducido grupo que voy a tener por compañía en la misión, preguntándome hasta dónde puede llegar cada uno, y mientras escucho la misión no puedo dejar de pensar en que con gente como la que somos, incluso una misión tan arriesgada puede conseguirse. Destruir artillería y fortificaciones no me quita el sueño, pues es vidas que conseguimos salvar en algún bando, y si pudiésemos llegar hasta los controles de uno de ellos y destrozar desde ahí puntos lejanos, probablemente conseguiríamos hacerlo más rápido aún.

Cuando el Capi termina, me quedo un instante más con el gigantón contemplando el mapa y pensando en todo lo que puede significar que gane un bando u otro antes de acercarme a la mesa donde mis nuevos compañeros ya están empezando a abrir una bebida y sacar unas cartas. Contemplo con desgana unos y otros, pero la verdad es que estar en compañía, incluso teniendo que cuidar muy mucho si toco a alguien, es bastante mejor que intentar dormir un rato sin éxito.

-Que vaya bien. -Le digo al gigantón cuando se va, mientras cojo una silla. -Señores, damas, supongo que un vaso de ese brebaje no me matará, pero tendré que declinar la invitación al juego. Al fin y al cabo, sería un tanto injusto por mi parte. -Digo con una sonrisa en el rostro. -Aunque si hay complicaciones, sí que me ofrezco para hacer de árbitro en la trifulca.

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14/03/2012, 18:28
William Everett

Un hombre vestido con una túnica marrón similar a la de un fraile da un par de pasos y se pone frente al pequeño corro que se ha formado en torno al vaquero.

Cartas, alcohol y jovencitas, no puedo permitir que corrompan ustedes el alma inocente de esta criatura. Dice con la mano extendida hacia la Finder. Será mejor que me una a vosotros… para vigilaros claro. Me llaman Relampago.

Eleva su rostro y tras unos ojos intensamente azules, casi electricos, se dibuja una sonrisa. No lleva antifaz bajo la túnica y podéis ver que es un hombre joven y bien parecido.

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14/03/2012, 18:33
Oliver Perry Owens

El cowboy sonríe al recién llegado pero dirige sus palabras hacia la mujer.

¿Una mujer que sabe jugar a las cartas? Se quita el sombrero y hace una reverencia. Ojala nos hubiésemos conocido hace unos años, señorita.