Partida Rol por web

Digimon & Pokemon ¡Fusión!

¡Puerta digital abierta!

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05/11/2014, 23:19
Z-Out- Miguel Suárez
Sólo para el director

Desde pequeño, Miguel siempre había soñado con tener su propia jardín con plantas de diferentes países, algunas exóticas, otras desérticas, de jungla, silvestres, etc. por lo que en cuanto pudo entrar a la universidad su objetivo fue claro. La carrera de Biología, quería saber cómo funcionaban los seres vivos y además, quería transmitir sus conocimientos a aquellos que como él cuando era pequeño, se quedaba fascinado con las propiedades de cada una de ellas y como utilizando una podías obtener un remedio para una enfermedad y como con otra muy parecida un poderoso veneno.

Al poco de licenciarse consiguió trabajo como profesor de Biología en un instituto de Asturias, utilizando al principio una pequeña  parte de su sueldo a cultivar un pequeño jardín de flores. Poco a poco fue ascendiendo hasta conseguir el puesto de Director de Departamento y con el aumento de sueldo y los ahorros de varios años, construyó en los terrenos de alrededor de su casa, grandes invernaderos con las condiciones climáticas que cada tipo de planta necesitaba, algo que en algunas ocasiones le podría haber producido problemas económicos, aunque solía acudir a la herencia familiar para paliarlos.

Todo había empezado una semana antes, cuando recibió una carta en la que solicitaban su comparecencia ante el director del centro en el que trabajaba para realizarle una serie de preguntas. Ese día le comentaron que un padre le había denunciado por intentar que sus alumnos le comprasen algún producto. Él mismo tuve que detallar que se trataba de un error, como profesor de biología, llevó a sus alumnos al jardín para que conociesen algunas de las plantas que estaban estudiando, que él lo hacía por su trabajo y nunca para beneficiarse. El director le pidió que escribiese un informe con los detalles de la visita y que en caso de que fuese desfavorable no tendría más remedio que expulsarle del centro.

Los siguientes días fueron peores, parte de las plantas de su jardín parecían que se estuvieran secando, algo iba mal y no sabía qué, no había ninguna plaga, el suelo estaba humedecido, la temperatura era correcta. Pasó gran parte de su tiempo con distintos expertos que parecían tan desconcertados como él.

Largas noches se hicieron estudiando sobre cada tipo, pero nada aparecía, hasta su mejor amigo y su novia, estuvieron con él para tratar de ayudarlo pero nada parecía tener resultado. Fue su propio amigo el que le recordó que el día siguiente era la fecha límite para la entrega del informe, por lo que algo desmotivado se acercó a la cocina a por un café, preparó la carpeta indicando los pasos a seguir en el informe para finalmente encender el ordenador y terminar lo antes posible.

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15/11/2014, 03:43
Z-Out- Nagisa Saya

La primera vez que Saya miro el agua de una piscina, se quedo cautivada por los colores azulados que obtenía por la superficie y de parecer bañado en plata por la iluminación. Sus padres le explicaron que se quedo mas de diez minutos quieta antes de meterse dentro, por supuesto bajo la supervisor de uno de ellos. Desde aquel momento en su niñez había deseado estar todo el tiempo sumergida en el agua y un pequeño viaje a la playa en sus vacaciones acrecentó ese deseo no saliendo mas para que no la regañaran mas de lo que hacían por estar perdida en su superficie. Después de cursar los estudios obligatorios y de especializarse se formo en buceadora profesional. Sin ningún camino especifico mas que el de surcar el agua con su propio cuerpo como si fuera una sirena. A su lado siempre estuvo Yui, su amiga de la infancia, ella no siguió su camino ya que en su corazón no bombeaba el agua salada. Pero no la abandono, fue su soporte en los momentos de duda y su consejera de por vida. Ademas de una agradable compañía.

En una de sus inmersiones, buscando un extraño espécimen de coral para unos biólogos. Unas criaturas marinas se acercaron a Saya y su equipo, defendiendo lo que parecía su hogar. La gran mayoría salieron con heridas graves ya que algunas criaturas eran venenosas. Saya se considera afortunada ya que solo obtuvo una buena colección de marcas por su cuerpo. Unas mas que añadir a las que ya tenia por sus inmersiones. Ademas de que no siempre tenia “días tranquilos” de buscar alguna piedra curiosa en el fondo marino o de fotografiar alguna dorsal marina desde lo lejos. En mas de una ocasión se tuvo que enfundar bien el traje de buceo y adentrarse en alta mar, ayudando a algún marinero que se hubiera extraviado en la mar o como rescate marítimo. La gente que se ofrecía era limitada, pero Saya se ofrecía sin pensarlo dos veces ya que al igual que el mar era su pasión, también sabia el temor que podía dar.

Su carácter solo se endurecía en el trabajo, sabia desconectar por lo que su humor era alegre y animada fuera del trabajo. Aquella misma noche había quedado con Yui, pero para hacer tiempo se encontraba tumbada tranquilamente en su sillón, con una tablet en las manos y un tentempié a su derecha. Antes de darse cuenta, no supo exactamente que toco, pero unas letras de “WELCOME” se dibujaron en la pantalla antes de perder de vista el mundo real por culpa de la blanca luz.

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15/11/2014, 20:40
- Fénix Ember
Sólo para el director

Era en la ducha donde se le ocurrían los destinos que en su vida quería recorrer. Ser una trotamundos no era fácil, sobre todo no era fácil económicamente, pero le gustaba pensar que, en algún momento de su vida, después de terminar los estudios en la Universidad, y de reunir el suficiente dinero como para vivir de manera escasa durante unos meses, recogería sus cosas, y se iría de Londres para comenzar su particular vuelta al mundo.

Era en la ducha donde había sabido el primer destino al que le gustaría ir: debía de ver con sus ojos el desierto del Sáhara. Contemplar con la mirada los kilómetros de extensa arena, sentir en su piel la humedad, notar cómo las pupilas se contraían por los rayos del sol, saborear el aire que la rodeaba con labios agrietados a falta de agua.

Sonrió para sí misma mientras salía de la ducha y se despedía de una de las chicas que había coincidido en clase de spinning, y fue hacia el vestuario para vestirse y salir corriendo. Había quedado para hablar con su hermano por gtalk en menos de media hora, y presentía que el tráfico en Londres iba a estar horrible a aquella hora del día.

Se vistió lo más rápido que pudo, se anudó las zapatillas, recogió sus cosas, poniéndolas de cualquier manera, y salió de la sala sin molestarse en si se había dejado algo. Una semana después, echaría en falta su coletero rojo, pero, en ese momento, tenía en su mano su móvil mirando la hora.

Se despidió de los que estaban en las máquinas musculando hasta triplicar su peso, ayudados también por esteroides, y agradeció a la monitora, antes de salir a la calle, la gran clase de bicicleta que les había dado. Una vez más, pidió que subiera el nivel y escogiera canciones más rápidas. La monitora se limitó a reír, y a indicarle que pronto sería ella la que diera la clase. A Fénix se le iluminaron los ojos, pensando realmente en aquella posibilidad, pero miró esta vez su reloj de pulsera. El tiempo corría.

Salió a la oscura calle, y se dirigió hacia su bicicleta, encadenada a la farola de enfrente. Más de una vez se la habían intentado robar, pero el dueño del gimnasio, un armario de hombre, lo había evitado alguna que otra vez.

Quitó la cadena con premura, se subió a la bicicleta sobre un pedal, dándose impulso con el otro pie, y tiró calle abajo, mientras se ponía la cadena al cuello, como si fuera un collar.

Pedaleó lo más rápido que pudo, sorteando los coches, notando los cláxones detrás de ella, aullando furiosos. Fénix se limitaba a seguir sorteando los coches.

—Vamos, vamos, vamos— decía algo apurada, mientras la luz roja de un semáforo la deslumbraba. Miró de nuevo su reloj. Los minutos pasaban como si fueran segundos.

Bufó, poniendo los ojos en blanco, y miró a ambos lados de la calle. Pedaleó de nuevo, y se saltó el semáforo cuando vio que no pasaban más coches por la calle perpendicular.

Notaba los pulmones arder debido al aire frío de la calle, y supuso que podría llegar a resfriarse por ir con el pelo mojado en un día tan frío como aquel, pero no le importó. Quería llegar a casa cuanto antes. Lo demás, era secundario. Además, nunca se resfriaba.

Giró de manera brusca, tomando una calle hacia la izquierda, resbalando la rueda trasera, y teniendo que poner el pie para evitar caerse de costado. Pedaleó con el otro pie de manera fuerte, y siguió su camino.

Cuando vislumbró el edificio donde estaba su piso, sonrió de manera abierta, apretando aún más el ritmo. Notaba los músculos quejarse por recibir aún más castigo, después de la sesión del gimnasio, pero Fénix no les hizo caso. No había tiempo.

Bajó de su bicicleta roja frente al portal, y sacó las llaves de la mochila con rapidez. Abrió, y cargó con la bicicleta subiendo las escaleras hasta su piso. Respiraba de manera entrecortada y agitada, pero estaba feliz. Después de tantos días, hablaría con su hermano. Le diría que, por fin, había encontrado un tema para su trabajo final de Máster, y tenía muchas ganas de saber lo que él pensaría de ello. Le preguntaría después por sus días de maniobras en no sabía dónde. Pero, estaba segura que lo había pasado bien. Al fin y al cabo, estaba cumpliendo su sueño.

Llegó hacia la puerta de su casa, y metió la llave con ímpetu. Entró con la bicicleta, dejándola en el pequeño recibidor, y tiró la mochila al suelo, pensando exclusivamente en el tiempo. Miró su reloj, y sonrió al ver que había conseguido llegar a tiempo.

Exhaló aire, tratando de controlar su ritmo cardiaco, y fue a su habitación para coger el ordenador. Era de esos pequeños, cuya pantalla tenía 11 pulgadas, no tenía lectora de CD o DVD, pero sí la suficiente potencia como para conectarse a internet rápido, y tomar apuntes en la universidad.

Miró la chimenea y la encendió con algo de prisas. Cuando vio la primera llama, rió entre dientes. Se sentía completamente a gusto.

Fue a por el cargador, sospechando de una charla larga, y lo enchufó. Abrió la tapa del ordenador, y presionó la tecla para que se encendiera. 

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23/11/2014, 17:45
- Elen Jhonson James
Sólo para el director

Me desperté justo antes de que el despertador empezara a sonar. Lo apagué con un ligero golpe y una sonrisa en la boca. Hoy te he ganado. Salté de la cama y me vestí con una sudadera y un chándal. No tenía intención de salir a ningun lado, así que no había razon para ponerse otra cosa.

Me senté en el comedor y desayune algo ligero, un cafe y un par de tostadas mientras leía el periodico en la tablet. En portada traía la noticia del efecto Catanismo, lo cual me puso bastante nerviosa. En menos de una semana se publicaría el libro, y dos semanas después la primera de las peliculas. Estaba contenta con el resultado, pero no sabía si a mis lectores estarian de acuerdo. No podía estarme quieta.

Entonces de golpe sonó el timbre. Me levante y me dirigí a la puerta. Miré por la mirilla y despues de soltar un suspiro para relajarme abrí la puerta con una sonrisa.

-Mama, que haces aquí ha estas horas? Apenas son las 9-le dije.

-Vamos hija, ni que fuera un estorbo. Ademas, ¿que haces con esas ropas? Así no me conseguiras un yerno.

-No es que sea mi prioridad ahora mismo-dije soltando otro suspiro.

-¿Y cuando lo sera? Te recuerdo que ya no eres una niña, que tienes ya...

-...34 años, y que por mucho que mi trabajo como secretaria sea lo mas importante para mi (cosa que no entiendes), tengo que pensar en buscar un marido para poder tener hijos-mi madre me miro con cara inquisitiva nmientras la interrumpia-. Mama, ya sabes que quiero tener hijos, pero si no encuentro alguien adecuado prefiero no tenerlos. 

-Hija, algun dia me daras tantos quebraderos de cabeza que me mataras-dejo de mirarme y comenzó a recoger toda mi casa-. Ya podrias recoger esto un poco no?

-Mama, dejalo ya lo recogeré yo luego.

-Vale, vale, ya me voy. Veo que no hago mas que estorbar.

-Si estorbaras no me habría quedado a vivir tan cerca-le dije con una sonrisa en la boca. Ella me la devolvió mientras me daba un beso en la mejilla.

-Si necesitas ayuda avisame-dijo justo antes de irse. 

Me sente agotada en el sofa. Quería a mi madre, pero me agotaba hasta tales extremos que me no podía moverme mas. De pronto volvio a sonar el timbre. Rece para que mi madre no hubiera vuelto con un candidato para ser mi marido. Cuando abrí la puerta me encontre con un repartidor.

-¿Señorita Elen Jhonson?

-Yo misma. ¿Es el portatil?

-No lo se, al menos de Sony es.

-Muchas gracias-dije mientras firmaba y le daba 5 dolares de propina. 

A usted.

Entre en casa y dejé la caja sobre la mesa. Con un cuchillo le quite el celo y lo abrí. Allí estaba, ese demonio de la ciencia que hacían llamar ordenador. Jamas me habían gustado, y jamas escribiria en uno de ellos mi historia, pero necesitaba uno para poder mantener el contacto con la agencia y James. Así que me dispuse a montarlo.

Despues de media hora por fin había descubierto que el portatil traia la bateria sin poner. La puse y le di al boton de encendido. Las luces empezaron a verse. Por dios, me parece que esto va a tragarme y no he empezado ni a usarlo.

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23/11/2014, 20:03
Z-Out- Klaus Rhode

Y una vez más Klaus por motivos de trabajo tuvo que estar delante del ordenador más de la cuenta, provocando alguna discusión absurda con su novio Edvard sobre que pasaba demasiado delante del equipo programando a saber qué en esta ocasión. Su jefe le pidió una aplicación de gestión de archivos, y después de varios días y días quería un avance real, por desgracia el programador tuvo algún que otro día nada productivo, con los correspondientes bloqueos tanto de su sistema operativo como de su cabeza.

Aún recordó el plazo casi injusto que tuvo que acceder, y el pago que pese a no ser malo, tampoco compensaba demasiado el trabajo excesivo. Tras unas cuantas líneas realizadas, y a falta de comprobar que funcionasen correctamente se tomó un descanso, amén de un necesario café revitalizante.

Suspiró holgadamente y regresó a aquella desagradecida tarea, escribiendo más líneas que para algunos podrían resultar indescifrables, en cambio para Klaus era su rutina. Su aburrida rutina. Desde luego no era su mejor ánimo, ya que últimamente con Edvard la relación no marchaba como él desearía. Cuanto más distancia existía entre ambos, más se volcaba Klaus en su trabajo, provocando alguna que otra disputa absurda entre la pareja y haciendo que existiese más distancia.

Ya templado el café, el pensativo programador tomó un sorbo para combatir el aburrimiento, y la amenaza de bostezo. - Uff, esto va para largo. - Comentó aburrido más para sí mismo que para nadie, ya que se encontraba solo en su estudio. Ser desarrollador de software tenía sus ventajas, como por ejemplo el poder trabajar en casa, sin embargo requería demasiadas horas.

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30/11/2014, 13:19
- Álex Aldrich "Al"
Sólo para el director

Habían pasado varias semanas desde su última misión en campo abierto y, aunque nunca le ha gustado tomarse un respiro, la verdad es que ese tiempo con sus padres en Tejas le estaba sentando realmente bien. Eran días cálidos, con una paz que parecía imperturbable.

Pero al igual que la paz no es imperturbable, tampoco lo es el descanso del deber, y menos aún cuando el deber consistía en defender esa paz. Una llamada de Coronel General Blood bastó para que al amanecer siguiente se plantase puntual, como un amante en su primera cita, en la puerta del cuartel, justo cuando los primeros rayos de luz despuntaban por el horizonte.

Una andanada de novatos enteritos para Al y eso le hizo sonreír. Y a ellos les hizo estremecerse.

Pasada la primera semana de instrucción era hora de escribir un informe con los progresos, y la verdad es que aunque ya cuatro muchachos habían solicitado cambiarse de escuadrón, los que aguantaban prometían bastante. Con calma, encendió el ordenador y, mientras éste cargaba, abrió una botella de whisky decente y dejó caer el tibio líquido en un vaso ancho y bajo, sin hielo, como bebían los hombres de verdad. Se humedeció los labios y acto seguido introdujo la contraseña.

Le esperaba bastante tiempo delante del ordenador, aunque por fortuna el viejo Johnny* estaba allí para amenizar el rato que de cualquier otro modo se podría antojar eterno. Ajustó su viejo sombrero, era hora de ponerse manos a la obra.

Notas de juego

*Johnny Walker

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30/11/2014, 16:15
- Brandon Castelain (Bran)
Sólo para el director

Como todas las mañanas, el despertador sonó a las 7:20, y como todas las mañanas, Denna ya estaba levantada. Bran se desperezó y se metió en la ducha, dejó que el agua caliente se llevara los últimos rastros de sueño y salió. Se puso la ropa que preparó la noche anterior y entró en el salón, era uno de esos salones con cocina incorporada, allí estaba Denna preparando el desayuno. Hola cariño. Dijo acercándose y dándole un cariñoso beso. Siéntate, yo preparo las tostadas.

Una vez acabado el desayuno cada uno se fue a sus respectivos trabajos, Bran cogió el bus como de costumbre que le llevó al puerto, donde tenía que coger un par de  lanchas para llegar al campamento de investigación. Estaban investigando si el movimiento de un enorme iceberg se debía a causas naturales o era causado por el efecto invernadero. Entró en la cabaña desde donde se realizaba el trabajo de investigación y saludó al pequeño grupo de investigadores que trabajaban con él, se sentó en su mesa y sacó su portatil para empezar con el trabajo

 

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03/12/2014, 22:17
- Elhena Medianor

Elhena despertó tarde, como era de costumbre, por haberse quedado hasta altas horas de la noche dibujando. Con el pelo descolocado, salió corriendo de la habitación, chocando su dedo meñique contra la puerta

¡Ay! ¿Quién ha puesto ahí la puerta? gritó, mientras se dirigía al cuarto de baño corriendo. Salió de allí al rato con el pelo todavía mojado y volvió a su cuarto para vestirse. No tardó ni cinco minutos en volver a salir y llegar a la cocina, donde su madre le tendía una tostada.

¡Otra vez, Elhena! Vas a conseguir que te echen, ¡ya verás!... Aunque... Siempre puedes currar con tu tia, la de la peluquería... ¡Oh, así me podrías cortar el pelo en casa!

Mientras Elh recogía sus cosas y se comía la tostada, su madre seguía divagando, hasta llegar al punto de una cadena de peluquerías llamadas "Elh & You"

¡Me voy, que no llego, que no llego! gritó, segundos antes de dar un portazo.

Ese día los autobuses no estaban de su lado. Corrío de un lado para otro, intentando cogerlos, pero los autobuseros habían decidido no parar. Al final, la pobre muchacha no le quedó otra que coger un taxi para llegar a la universidad.

Con cinco minutos de retraso, Elhena llegó acalorada. Bajó las escaleras de la universidad hasta el sótano, donde tenían los simuladores de los movimientos sísmicos. La joven se pasó allí todo el día, comiendo un sandwich que le trajeron y haciendo pruebas. Sus ojos no paraban de moverse a cada temblor, tomando datos gráficos y técnicos. En algún momento de la tarde, se subió a la máquina que generaba los terremotos. ¡Ajajajaja! se reía como una histérica. ¡Ese era el mejor momento del día!

Ya casi de noche, volvió a su casa. Bostezando, recordó que aún tenía unos datos que pasar al ordenador, y allí, muerta de sueño, se conectó.

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06/12/2014, 11:28
Z-Out- Iván Kozlov
Sólo para el director

El calor asfixiante de Egipto nos pega la ropa a la piel. No estoy acostumbrado a que haga más de 15 grados, y jamás he estado a más de 20. Por eso, en el sofocante interior de la furgoneta, el sudor cubre mi frente, y me está rozando los ojos. Me los seco con un movimiento veloz de los dedos. Estoy escuchando la conversación, que no está yendo demasiado lejos. Un toma y daca de negociación de dinero. Cierro los ojos un segundo.

Entonces suena el disparo.

Tan fuerte que lo escucho por los cascos y lo escucho fuera del furgón. Alexandr se levanta.

- ¡Vámonos, Iván! ¡Corre!

Se tira hacia la puerta, y la abre de un tirón. Alguien esperaba eso. En cuanto Alexandr abre las puertas del furgón, una escopeta le saluda esparciendo sus sesos por el techo de la furgoneta. No tengo tiempo apenas para pensar, así que me lanzo sobre el que ha abierto fuego, y le agarro del cuello, apretando, y apretando, y apretando...

El despertador suena, pero yo ya tengo los ojos abiertos. He vuelto a la pesadilla. No hay nadie con quien compartirla. Me levanto. Desayuno. Me lavo. Recojo un poco el huerto. Cojo el coche. Llego a San Petesburgo, y subo a casa de mi hijo Alex. Aún no ha vuelto del trabajo, así que me recibe su mujer. Charlo con ella un poco. Los niños aún no han vuelto de clase. Le pregunto donde está el baño. Sigo sintiendo la sangre de ese hombre en las manos, y han pasado más de 40 años. Si aún no me las he lavado lo suficiente, ¿por qué lo sigo intentando? Alex llega más tarde, con los niños, que se alegran de verme y se tiran encima de mí. Comemos. Alex dice algo. Contesto con monosílabos. Sigo notando las manos húmedas. A la tarde, Alex me pregunta.

- Papá, conozco una residencia muy buena. No tienes que estar solo en la montaña.

Niego con un gesto. Ahora si me siento mal. ¿Estoy haciendo que se preocupen por mí? ¿Debería dejar de visitarles? Ya es de noche cuando salgo, aunque apenas ha pasado una hora desde que comimos. A mitad del camino, cuando ya solo hay una luz en la carretera y es la de mi coche, veo que algo refulge en la parte de atrás, en los asientos de pasajeros. Uno de mis nietos se ha dejado su tablet en el coche. No hay quien entienda estos cacharros. Quiero decir, en mis tiempos solo teníamos una computadora gigante y mucha paciencia. Ahora, con los entornos gráficos y las pantallas táctiles, cualquiera con un poco de maña puede piratear la NASA. Que desperdicio. Aunque claro... ¿Cuándo he dejado que me desactualice? Yo llevé el internet a la Unión Soviética, ¿por qué me impresiona un cacharro americano? Al final, todas las máquinas funcionan igual, solo hay que meterle mano al hardware, darle un par de vueltas al funcionamiento interno del Kernel y cuando te quieres dar cuenta, tienes las tripas del sistema operativo dispuestas a que hagas lo que quieras.

Alex tiene razón, desde que murió mi mujer, dos años hace ya, no he hecho nada salvo subsistir. Solo como cuando tengo hambre, bebo cuando tengo sed, me ducho cuando estoy sucio, y voy a ver a mis hijos como un autómata. ¿Por qué no volver a ponerme al día con los cachivaches?

Entro en casa, con la tablet en la mano, y la apago antes de coger un destornillador y abrirla. Tiene una señal wifi muy corta, me pregunto quien lo habrá construido. Retoco un par de cables, empalmo un par de sensores y ¡voilá! La tablet ahora pilla señal de toda la montaña. Abro el sistema operativo, retoco algo y su interfaz es seis veces más rápida. Casi seis horas más tarde, he convertido la tablet en lo más similar a un ordenador último modelo que me permiten sus componentes. Ya sale el sol cuando me levanto al frigorífico para coger una botella de cerveza y celebrarlo.

Pero cuando regreso, veo algo muy extraño en la pantalla...

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09/12/2014, 19:22
- Director -

Aquella imagen que había aparecido en el dispositivo digital que acababis de abrir o encender era claramente un signo de que algo no iba como debía ir. Nerviosos por lo que pudiera significar aquello, ¿quizá otro virus más? ¿quizá alguna actualización de un programa o una aplicación? Fuera lo que fuese, de pronto una gran luz pareció iluminar el lugar donde se encontraban.

Inevitablemente llevaron los brazos hacia sus ojos o se verían deslumbrados por semejante luz. Y entonces, sintieron la misma sensación que se siente cuando estás montado en una montaña rusa, montones de subidas y bajadas, e incluso "lupins". El estómago estaba a punto de revolverse, casi con ganas de vomitar. Los ojos parecía salir de sus cuencas, el cerebro parecía agitarse dentro de una bolsa y la boca no hacía más que morder la lengua.

Si alguno de los nueve que estaban viviendo aquella situación fuera capaz de abrir los ojos, tan solo verían luces de colores claros, blancos, amarillos e incluso algún azul. Y quizá, aquellos que supieran algo de informática, podrían descubrir un montón de datos binarios, ceros y unos por todas partes.

Para cuando se quisieron dar cuenta, un grupo de nueve personas se encontraba tendida en el suelo. Un suelo húmedo y repleto de una espesa y fina hierba verde. Muy verde. Tan verde que parecía de mentira, como la de los campos de fútbol artificiales. Al rededor de ellos un cielo azul, brillante y con un sol radiante en lo más alto. Se encontraban en lo que parecía ser un claro, porque alrededor había gran cantidad de árboles y unas plantas completamente desconocidas para cualquiera de los presentes. Parecían enredaderas, o zarzas, o alguna extraña fusión entre las dos. Los troncos de los árboles parecían de metal, aunque luego daban unos frutos anaranjados y brillantes que tenían muy buena pinta.

Era un lugar sumamente extraño y sobre todo, completamente desconocido para los presentes.

Ahora, aquellos nueve elegidos estaban rodeados de otras ocho personas que no conocían de nada, en un lugar extraño y mágico. Pero lo más preocupante de todo aquello era, ¿cómo habían llegado hasta allí y cómo serían capaces de salir? Quizá entre aquellas personas, estuviera la respuesta. ¿Que harían a partir de ese momento? ¡Eso aún nadie podría averiguarlo! ¡Nadie sabía lo que el destino les deparaba!

Notas de juego

¡Por fin hemos empezado la partida!

¡Os recuerdo que a partir de ahora, la partida empieza y que procuraremos llevar un ritmo entre 5 y 7 días! Al menos yo postearé como mínimo eso, pero vosotros tenéis total libertad para hablar entre vosotros. Podéis empezar a conoceros y hablar entre vosotros, o incluso a pelearos, conoceros o lo que querais.

Por favor, recordad las normas de la partida y tratar de cumplir todos los puntos, especialmente el estilo de roleo.

Siempre que sea necesario resolver alguna acción, se hará mediante una tirada de 1d100 en oculto y yo ya daré el resultado.

¡Espero que la espera haya merecido la pena y que a partir de ahora todos seamos capaces de mantener el ritmo!

¡Un saludo a todos y bienvenidos!

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09/12/2014, 19:49
- Elen Jhonson James

¿Que demonios? ¿Aquella luz era normal? Asi claro que la gente terminaba con problemas de vista usando esos aparatos del demonio. Pensó mientras comenzaba a sentir como si el mundo se moviera. Eso ya si que no podía ser normal. No sabía lo que estaba pasando pero había demasiada luz, demasiado movimiento. Su estomago no podía aguantar mas.

Cuando todo hubo parado no pudo aguantarse y soltó el desayuno.  Una vez hubo terminado miró a su al rededor. Todo era muy verde, era hermoso. Un verde de fantasía capaz de asombrar al mayor de los soñadores, entre las que se incluía a ella misma, unas frutas que enamoraban con solo verlas, y un ambiente inigualable. ¿Acaso era todo aquello un libro?

No podía cerrar la boca. Era el lugar en el que cualquiera quisiera vivir, o al menos así le pareció. Una sonrisa se dibujo en su rostro. Aquel lugar la devolvió a su mas tierna infancia, cuando su jardin era un prado encantado con hadas y unicornios. Pero ahora era real. O eso esperaba.

Entonces se dio cuenta de que no estaba sola. Miró a los allí reunidos. Eran un grupo variado, incluso una chica tenía el pelo azul. Sin poder quitarse la sonrisa de la boca se puso ha hablar.

-Hola, yo soy Elen Jhonson, ¿y vosotros?¿alguien sabe donde estamos?-las palabras salían a toda velocidad de su boca.

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10/12/2014, 11:39
Z-Out- Nagisa Saya

Que demonios había tocado para que la tableta hiciera aquella luz? Quizás se había estropeado o algo parecido pero antes de darse cuenta se sentía fatal y no pudo mas que cerrar los ojos con fuerza. Tenia gran resistencia con su cuerpo, no se dejo tambalear ni hacer que su cena se fuera al suelo por culpa de un dispositivo roto. Al levantarse del suelo, quizás había caído del sillón, abrió los ojos y se quedo asombrada.

Era como estar en un plató, todo lo que veía era como falso, artificial. Incluyendo el terreno, arboles y frutas. Sea como sea no se encontraba en su casa, de eso estaba completamente segura. Tampoco estaba sola. Con un rápido movimiento de manos se palpo las piernas y sonrió levemente, aquel objeto no se le olvidaría. Tenia delante de ella a 8 personas, no reconocía a ningún japones mas, como mínimo la comunicación era posible.

-Saya, Nagisa Saya.
Dijo respondiendo a Elen sin dejar de mirar al resto. -La verdad es que iba a preguntar por lo mismo. Estaba tumbada en mi casa cuando antes de darme cuenta me encontraba aquí.

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10/12/2014, 16:20
- Fénix Ember

No sabía ni cómo ni por qué, pero notó que algo raro pasaba. Arrugó la nariz ante su ordenador, y quiso golpearlo de manera frenética, cuando vio que no iba bien.

—Mald…— fu lo único que le dio tiempo a decir antes de que todo aquello pasara.

Creyó que gritaba o, al menos, sabía que, mientras se notaba girar y ver por entre los párpados las luces extrañas, tenía la boca abierta, y los pulmones desgarrados. Y lo más irónico de todo era que lo único en que pensaba no era en lo extraño de la situación o en el comportamiento de su ordenador, sino en lo que pensaría su hermano si ella no estaba conectada al chat de Gmail para hablar con él y ponerse al día.

Se preocuparía, estaba segura, y no quería preocuparlo. No quería ponerle una excusa para volver del norte del país y hacerle pasar la oportunidad que estaba viviendo. Ella podía arreglárselas. Siempre lo había hecho. Y tenía claro que aquello no iba a ser suficiente.

Arrugó la nariz cuando sintió pequeñas punzadas suaves en las manos y la mejilla. Fénix abrió los ojos, poco a poco, todavía algo mareada, y miró a su alrededor. Le dio un vuelco al corazón al verlo.

Se llevó las manos a la cabeza, revolviendo su pelo, sin reconocer el lugar en el que estaba. Primero, pensó que era un sueño, que se había quedado dormida después de la clase en el gimnasio. Antes de que se encendiera el ordenador, había pestañeado de una manera más larga que otras veces, y había quedado rendida frente a la luminosa pantalla, esperando ésta a que introdujera la contraseña.

Pero, pronto, al segundo siguiente, como si tuviera un instinto nuevo, se dio cuenta de que no. De que lo que estaba viviendo era su vida, real, la de siempre, pero en un sitio completamente inexplorado.

Respiró aire, o, por lo menos, lo que ella solía hacer para respirar, aunque no sabía si sus pulmones se cargaron de oxígeno. También, tragó saliva con dificultad.

Se puso de pie de un salto, y volvió a marearse un poco. Gimió, frunciendo el ceño, y siseando por entre los dientes, y contempló a los demás. Se dio cuenta de que no estaba sola. De que alguien más había allí con ella.

Ladeó la cabeza, preguntándose si debía de conocerlos, o, como ella, estaban allí por error, equivocación o algo.

Oh— dijo, abriendo mucho los ojos cuando vio a una mujer vomitando. Deseó tener algún pañuelo para ella, pero no tenía nada en los bolsillos, salvo su móvil.

Se giró sobre sus talones al escuchar otra voz. Las miró extrañada, sin comprender del todo lo que hacían allí. No las conocía. No conocía a ninguno de los que estaban allí tumbados, tendido en el suelo.

—¿Estáis bien?— preguntó, algo apurada, inclinándose para comprobar que los que aún seguían en el suelo respiraban—. ¿Qué es lo que ha pasado?

De nuevo, se enderezó, contempló a su alrededor, y respondió sin mucho interés:

—Fénix Ember— respondió, sacudiendo la cabeza, como si aquello fuera lo menos importante de todo lo que estaba pasando—. Comprobad que ellos estén bien— señaló a la muchacha del pelo azul, y a un tipo con barba espesa, mientras ella se acercaba a un joven muchacho y a un tipo con el pelo cortado a lo militar.

Qué mierda de locura es esta, pensó, nerviosa, tensa. 

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10/12/2014, 22:11
Z-Out- Miguel Suárez

Cuando Miguel abrió el ordenador se dio cuenta de que algo ni iba bien, la luz cada vez era más potente y aunque intentó hacer algo para el brillo, la luz hizo que tuviera que cerrar los ojos por su intensidad y comenzó a sentir algo extraño. No podía abrir los ojos pero parecía como si ya no estuviera en la silla del ordenador. 

Finalmente cuando abrió los ojos, comprobó que lo que sintió antes de desmayarse era realidad, ya no estaba en su casa delante del portátil, pero no sabía que mundo era aquel. Él era experto en plantas pero sin embargo, no conseguía reconocer ninguno de aquellos árboles, ni sus frutos, las luces y sombras. Se acercó al primer árbol y comenzó a tocar el tronco y se sorprendió a la vez que una pequeña parte de él enloqueció al ver que era verdad que nunca había visto esa variedad.

¿Dónde estoy? - dijo justo antes de ver que había otras personas con él.

No conocía a ninguna de ellas pero sin embargo allí estaban, no sabía cuanto tiempo llevaban allí o si debían tener algún tipo de relación pero permaneció callado hasta que comenzaron a hablar y presentarse.

Hola, yo soy Miguel Suárez. Que yo sepa nunca he estado aquí ni he visto algo como esto. ¿Vosotros sí? - dijo algo confuso.

 

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11/12/2014, 00:33
Z-Out- Klaus Rhode

En un momento, fue llevado a un lugar desconocido, pasando por un túnel de lo más pintoresco, ¿eso que veía eran datos lógicos? No podía ser. Le era imposible de creerlo, además de que multitud de luces de colores dispares le impedían ver qué estaba pasando.

Vueltas, vueltas, y más vueltas removieron su estómago, había perdido el sentido del equilibrio y también el de la orientación.  Giraba tan rápido que no podía hacer nada salvo dejarse engullir por aquel conducto hacía ninguna parte.

Y de estar en su escritorio ocupado en su tarea, acabó en una especie de ¿prado? ¿Eso era posible? Aterrizó boca abajo contra el suelo de mala manera, dejándole fuera de combate durante varios segundos. Intentó incorporarse como pudo, pero solamente consiguió girarse para estar boca arriba.

Mi cabeza. – Se quejó mientras llevó sus manos a la zona nombrada para sujetársela.

Poco después intentó de nuevo levantarse y comprobó que ya no se encontraba donde se suponía tenía que estar. Además, había ocho rostros desconocidos que tenían la misma expresión de confusión que él.

¿Qué? ¿Qué es este lugar? – Preguntó visiblemente nervioso olvidándose del malestar de su cuerpo. - ¿Dónde estamos? ¿Es una llanura? Eso es imposible. – Conforme más hablaba más incrédulo parecía.

Con desconfianza retrocedió un par de pasos del resto de la gente. Algunos se presentaron, y él también lo haría, guardando las distancias claro está. -  Klaus, Klaus Rhode -  Con visible nerviosismo añadió un nombre más a la lista que se estaba formando poco a poco.

Escépticamente realizó un par de barridos a su entorno, en donde se encontraban. Después de hacerlo negó con la cabeza. – Es imposible. - Repitió de nuevo.- Parece…..- No consiguió terminar la frase, antes de eso cerró la boca descartando lo que tenía pensado decir.

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11/12/2014, 17:14
Z-Out- Iván Kozlov

El ejército le enseñó a mantener la cabeza fría en todas las situaciones. Tuvo casi cincuenta años de servicio para meterse eso en sus hábitos. "Observas, piensas, actúas, repites". Y aún así, tuvo que recurrir a toda su disciplina para no salir corriendo, atacado por el pánico.

"Observa". "Un hombre toca un árbol, una mujer vomita, una chica japonesa se presenta... La gente a mi alrededor están tan perdidos como yo. Y no parece que nadie de muestras de reconocerse entre ellos." El color de la vegetación hacía presagiar que no estaba en Rusia.

"Piensa". "Se están presentando unos a otros; deben haber entendido que hay que colaborar. Si esto no es Rusia ¿dónde estoy? ¿Qué era esa código? Relaja." Suspiró. "Distintos lugares. Descarto un atentado contra mí. Por otro lado, ¿por qué me iban a atacar a mí? Soy inofensivo. Céntrate. Hay que volver a casa. Y somos muchos. Tenemos que trabajar en equipo. Cada uno por su cuenta no va a funcionar."

"Actua". Iván se colocó en pie. Observó a su alrededor. Le dolía la cadera, debía haberse lastimado en la cabeza. O quizá era el cambio de temperatura. "¿De dónde son estas plantas?" "Actúa"

- ¿Alguien sabe donde estamos?- Preguntó, antes de hacer una mueca de dolor. La cadera.- Soy Iván.- Lo dijo en inglés, primero, y luego lo repitió por si acaso en francés y español. Luego paso de nuevo al inglés.- ¿Alguien sabe de análisis computacional? ¿Alguien más ha visto los códigos?

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14/12/2014, 22:48
- Álex Aldrich "Al"

Aunque aquel peculiar evento marcaría el comienzo de una nueva vida para los que se habían visto inmersos en él, unos despertaron antes que otros.

No sucedió así con Alex el cual, mientras algunos se presentaban y otros analizaban, y nadie sabía nada, permaneció unos minutos más extendido en el suelo antes de recobrar del todo el uso de su propio ser.

Para cuando lo hizo, se incorporó lentamente y se llevó una mano a la cabeza, entornando la mirada y tratando de averiguar dónde y cómo, por que el por qué al menos para él estaba realmente claro.

Creo que mi amigo Johnny se ha pasado esta vez...

Masculló entre dientes, más para sí mismo que para cualquier otro. Orientales, rusos -a judgar por el acento-, latinos. Mayores y niños. Probablemente esta vez sí se había pasado. Aunque el tema de los códigos le hizo levantar una ceja. Un ruso más códigos igual a problemas. Seguro.

¿Qué códigos?

Pregunta, más por seguir la corriente que otra cosa. De reojo ve a una chiquilla con el pelo azul y un escalofrío recorre su espalda. Probablemente iba a ser un viaje muy largo... al menos hasta averiguar dónde estaba, aquel lugar era lejano a la civilización y aquel grupo era el único grupo de personas que parecía haber en la zona. Entonces recapacita.

Álex Aldrich.

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15/12/2014, 23:11
- Elhena Medianor

Otra vez dijo, enfadada y casi gritando. El ordenador volvía a hacer cosas extrañas. Elh podía solucionarlo, pero era una mujer poco paciente y, aunque la violencia y la tecnología no se llevaban bien, siempre probaba lo mismo. ¡Venga, venga, funciona! regañó al ordenador, mientras le daba unos golpes a la pantalla. ¡Veng... Aaaaaaaah! gritó, desorientada, deslumbrada mientras sentía como algo o alguien la agarraba y tiraba de ella.

La fuerza que la había arrastrado parecía descomunal, y sólo podía sentir como si estuviera cayendo, cayendo a un vacío al tiempo que daba vueltas. Quería gritar, quería llorar, pero no tenía ni lágrimas ni aliento. Quiso hacerse un ovillo, como si con eso se fuera a proteger de lo que fuera que estuviera pasando. Pero nada, no servía de nada. Su cuerpo se quedó recto, como si se lanzara en plancha a una piscina...

PUM

Eso es lo primero que escuchó cuando sintió tierra bajo su cuerpo. Auch... sólo consiguió emitir ese sonido cuando el aire había vuelto a sus pulmones. Notó como trozos de hierba se le metían en la boca, y lo escupió mientras intentaba ponerse en pie. El último trozo se lo sacaba con los dedos cuando se dio cuenta de que no estaba sola.

Elhena se puso roja como un tomate, cosa que no le hacía ningún favor al color de su pelo. Intentó sacarse el trozo de hierba rápidamente, pero una pequeña babilla decidió no despegarse, dejando un espectáculo un tanto desagradable, aunque no tanto como el vómito que estaba en el suelo. La muchacha se limpió tan rápido como pudo en el pantalón, intentando recuperar una digindad de la que se había sentido desposeída... Hasta que entendió que no sabía dónde estaba.

Pero... pero... ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? ¿Quíen me ha traído hasta aquí? empezó a moverse de un lado a otro. El eco de la conversación que habían tenido parecía llegar ahora a sus oídos. Se están presentando, ¡se están presentando con toda la calma del mundo! Ay, madre, están locos, están todos locos meditaba, mientras no dejaba de caminar en círculos. Pero la voz de su madre llegó a sus oídos

Si te haces amigo de un loco, entrarás en su locura, y no te atacará. Sólo te reíras con él

Oh, claro... Eh.. Yo soy Elhena, Elhena Medianor No puedo entender que estén tan calmados, parece que les ha pasado antes ¿Quién me ha traído hasta aquí? ¿Me han secuestrado? ¿Y a vosotros? Un escalofrío le recorrió la espalda A lo mejor el secuestrador está entre ellos... Miró a todos lados. ¿Podría correr antes de que la capturaran de nuevo?

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16/12/2014, 05:28
- Director -

Notas de juego

Mientras os pongo escena en la otra, por aquí podéis seguir roleando y posteando, para conoceros y tal.
 

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16/12/2014, 12:10
- Fénix Ember

Escuchó las conversaciones, los saludos y las primeras impresiones de cada uno. Negó con la cabeza ante la pregunta de los códigos. Y hubiera sido algo maleducada al comentar que no había ningún símbolo, pero prefirió cerrar la boca. Tal vez, sí que los había habido, pero ella no los había visto.

Suspiró, y se llevó las manos a la cadera, colocando los brazos en jarras. Oteó el horizonte, como si estuviera en un barco, e hizo visera con la mano, pestañeando un poco al notar una luz fuerte proveniente del sol.

Notó que allí los colores eran diferentes, como si un aura extraña los envolviera a todos. Chascó la lengua, impaciente, y contempló a los demás. Pensó que estaban en un programa de la televisión, estilo el Show de Truman, donde muchísima gente los estuviera contemplando, y apostando por quién adivinaría primero la prueba que tendrían que pasar para lograr el premio. O, simplemente, tenía que luchar entre ellos para conseguir quedar invicto.

Arrugó la nariz, y comenzó a buscar algo con lo que entretenerse. Finalmente, llegó a la conclusión de que estaba soñando. Era un sueño lúcido. Se había quedado dormida frente a la pantalla del ordenador debido al cansancio del gimnasio, y nada más.

Aquellas personas que la acompañaban serían personas con las que se habría cruzado en algún momento del día o de la semana, y su mente dormida había guardado, escaneándolas. No lo entendía muy bien, pero Fénix intuyó que debían de trabajar juntos. Ser un equipo. Y, pese a que a ella le encantaban los deportes individuales, y se molestaba si tenía que hacer pareja con alguien para entrenar pues era una persona difícil con la que trabajar, supo que aquel sueño era para aprender de ese continuo error. Por lo que aceptó.

Bueno, pues, ¿qué hacemos?— preguntó—. Deberíamos de movernos. Saber dónde estamos— su cuerpo le pedía movimiento, cuanto más rápido, mejor—. Averiguar qué límites tiene… esto— hizo un gesto con su brazo embarcando todo lo que les rodeaba—. Quedarnos aquí no nos será muy productivo— su paciencia se agotaba, y quería descubrir lo que su mente había sido capaz de crear. Aquel mundo inventado le parecía genial, y estaba totalmente encantada de la imaginación que podía llegar a tener—. Venga, vamos— se limitó a decir, animando a los demás a levantarse, y a caminar sin saber muy bien a dónde.