Partida Rol por web

Pasasteis el día mal durmiendo, despertados de vez en cuando por los ruidos típicos de las labores del día. El ladrido de los perros, los juramentos de los cosacos o los cantos de las mujeres, a parte de los ronquidos de Mykola. Eso también os permitió pensar en las ideas de Yure. El fuego lo purificaba todo, y todo el mundo sabía que había que quemar o ahogar a las brujas.   

Una hora antes del crepúsculo Tsibulia acompaño a los seminaristas hasta la cocina del centurión. Esta vez la cocina estaba vacía y solo quedan los restos de la cena y algún palto que la cocinera había separado para vosotros. Parecía que nadie había querido quedarse a compartir una agradable sobremesa con los seminaristas.

Tras la cena Tsibulia os llevo a la iglesia. Todo en la iglesia era igual que la noche anterior: las tristes imágenes de los santos, los oscuros rincones sumidos en un silencio profundo y sepulcral... 

Cuando el cosaco cerró la puerta tras nosotros, me apresuré con los preparativos. 

- Debemos darnos prisa. Rodead el ataúd con sal. 

Yo saqué la botella que tenía escondida, la abrí con la boca y me dispuse a rociar el cuerpo con el alcohol, aunque manteniendo una distancia prudencial y atento a si la bruja volvía a despertar; no quería que me pillara desprevenido como la noche anterior.

El momento había llegado y el descanso en verdad fue muy malo para Inha que apenas pudo conciliar el sueño. Si bien la experiencia que venía trayendo consigo la mantenía en un estado de alarma constante, hizo que jamás pudiera estar relajada al completo porque era muy consciente de lo que llegaría en la noche. Por esto es que rápidamente se unió a sus compañeros reflejando ese cansancio natural en el rostro por los nervios mismos y la determinación de querer terminar con esta pesadilla de una buena vez. 

Ya que habíamos conseguido la sal, no dudó la joven en verter el contenido en torno al cajón y sobre la bruja. No tenía idea de como reaccionaría ante el efecto de la misma, pero al menos no molestaría más de lo necesario. Aún así, se desconocen los poderes de la bruja y le temía a ello la rubia. 

—Ya está lo de la sal... ¿O le echamos más?

Dormir en aquel pajar, si es que a aquello se le podía llamar dormir, no contribuyó al descanso de Borotkin. Así, cansado y ya medio ojeroso, llegó junto a sus compañeros a la iglesia por segunda noche. El pelirrojo carecía de muchas ideas más y aceptó con cansancio las del resto: sal y vodka para tratar de incinerar a esa bruja.

Mientras Kovalenko rociaba en vodka a la bicha e Inha esparcía la sal, Ilya tomó un candelabro prendido y se acercó a la bruja después de que Kovalenko echara el vodka.

A la pregunta de Inha, Ilya sólo pudo encoger los hombros mientras respondía con gesto cansado:

—Esperemos que esto acabe de una vez con esta bruja.

Y entonces llevó la llama del candelabro hacia el ataúd.

Mykola fue despertado a empujones y gritos- dejadme dormir malditos- pensó mientras casi lo llevaban en volandas a la Iglesia los hombres de Tsibuila.

Fue arrojado dentro del edificio, casi como un saco de heno y el músico se levantó como un resorte al sentir que estaba dentro de la Iglesia- allá está la bruja, despierta pazguato- las puertas se cerraron y se oyó como las bloqueaban desde fuera.

Mierda...- susurró.

Sus compañeros empezaron a rodear el ataúd con sal...¿cómo no se le había ocurrido a él antes?...tomaron un candelabro con fuego y sacaron una botella de vodka, no para beberla, ahhh, me duele la cabeza. Maldito vodka si no para otros fines....más ignífugos.

Sin tiempo que perder, Mykola se dirigió hacía la pila de agua bendita, se mojó la cara para despejarse...ahhhh, qué fresquita, ahora sí...- suspiró aliviado.

Se acercó a sus compañeros, presto a ayudarles, si quería salir de esta necesitaría trabajar en equipo con ellos.

- ¿Puedo ayudaros en alguna cosa chicos?- preguntó

Pero cuando Ilya acerco el candelabro al ataúd. La bruja se levanto como un resorte de su lecho. En ese instante el cuerpo de Ilya fue bañado por un frío sudor, y su corazón casi dejó de latir cuando la pálida mano del cadáver le agarro el brazo que sujetaba el candelabro. El cadáver estaba ya sentado dentro del féretro y estaba mirando con sus ojos llenos de odio.

Al acercar el candelabro, la bruja se incorporó repentinamente en el ataúd y agarró con fuerza a Ilya del brazo. Su corazón dio un vuelco.

—¡Por todos los demonios! —gritó asustado.

Trató de retirar su brazo, pero la bruja se lo tenía agarrado con fuerza. Entonces, ni corto ni perezoso, sujetó fuerte el candelabro y le arreó a esa hija de Satanás en la cara con aquel cacharro.

—¡Dale esto a Satán, bruja!

El golpe surtió efecto, pues el brazo de Ilya se soltó y el pelirrojo consiguió zafarse, tras lo cual dio varios pasos rápidos para alejarse del ataúd.

La noche se tornó una incertidumbre constante porque cada uno de los presentes era muy consciente de lo que estaba por pasar, la bruja despertaría y el baile no tendría fin hasta que alguno de los seminaristas le dé su final. Y por ello una cansada Inha se mantuvo a una distancia prudencial observando, quizás esperando a comprobar el efecto de tanta sal volcada sobre su cuerpo y en torno al ataúd. 

Y al parecer, ya ni efecto le hacía aquello cuando Ilya que estaba cerca de ella fue cogido del brazo. En un acto desesperado la joven de cabellos dorados, cogió un candelabro pero más astuta que el día anterior lo inclinó para que la cera queme sus delicadas manos. Estaba muy claro que defendería al peligroso, pero primero quería comprobar la reacción de la hija del Centurión. ¿Resistiría aquel golpe?

Mykola se mantenía fuera del círculo del sal atento a los movimientos de sus compañeros.

La bruja se levantó como un resorte y cogió el brazo de Ilya, tras unos segundos forcejeando, golpeó con fuerza el rostro de la hija del centurión.

Tenemos que impedir que se levante, vamos a sostenerla. La quemaremos entonces. Continua golpeándola Ilya. Ayudáme Inha. ¿O qué hacemos? mierda...mierda.-dijó el músico nervioso.

Fiodor, ¿qué te pasa? mueve el culo hasta aquí- ordenó a su compañero.

-No creo que unos golpes puedan matar a lo que ya está muerto. Sólo nos queda el fuego y... supongo que la oración. El camisón está empapado de alcohol, debería prenderse con cierta facilidad. Intentad acercarle una vela. 

Busco el crucifijo y lo sostengo delante de la cara bruja, cuidando no traspasar el círculo de sal ni de poner mi mano a su alcance:

Ecce Crucem Domini! 

Fugite partes adversae! 

Vicit Leo de tribu Juda, 

Radix David! Alleluia!

Ilya consiguió liberar el candelabro de manos de la bruja, pero cuando volvió a intentar golpear a la bruja en la cara esta ya no se encontraba ahí. El candelabro impacto sonoramente contra la caja de roble del ataúd. ¿Cómo era posible? Inha y Mykola vieron como el atad con la bruja dentro comenzaba a elevarse en el aire. La bruza comenzó a incorporarse en el ataúd y comenzó a reír a grandes carcajadas.

Ilya tuvo que apartarse para que el ataúd no le golpear y ese pequeño paso hacia atrás borro una parte del círculo de sal. En ese momento Yure levanto la vista de los sagrados escritos y contemplo horrorizado la escena. 

El ataúd, con un espantoso silbido, se puso a volar a lo largo y ancho de la iglesia, produciendo un viento huracanado. Tratando de acometer en su loco vuelo a los seminaristas.

Levanté la vista y no podía creer lo que veían mis ojos. La bruja volaba sobre el ataúd, riendo de forma que hacía que la sangre se helara. Continué con las oraciones, repitiéndolas una y otra vez, en voz cada vez más alta, intentando que sonaran más fuertes que esa horrenda risa, al tiempo que intentaba esquivar sus intentos de embestida.

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

El golpe del candelabro, sin embargo, no dio a la bruja en la cara, como había pensado Ilya, sino al ataúd, que empezó a levitar por obra de Satanás. Ilya retrocedió torpemente, pues borró parte del círculo de sal con sus pies. Pero aquello no terminaba ahí: la bruja se incorporó sobre el ataúd y empezó a volar por la iglesia a toda velocidad. Yure gritaba como un poseído una letanía en latín:

—¡Por todos los santos, Kovalenko, no parece que esas estrofas estén haciendo nada!

Ilya pensó que lo mejor sería agacharse lo suficiente como para no llevarse un buen golpe en la cabeza.

—Al suelo, ¡al suelo! —dijo a sus compañeros. Antes de hacerlo él, sin embargo, se acercó rápidamente hasta Inha y, agarrándola con ambas manos, trató de llevarla al suelo a ella también para evitarle algún golpe—. Señorita Inha, hay que echarse al suelo.

Con el candelabro en la mano, Inha abrió los ojos de par en par mientras la bruja comenzaba a volar con el ataúd. No lo podía creer, ni el círculo, ni la sal, ni el fuego siquiera había podido con ella y esto los dejaba a la deriva. Así que pensó en seguir las palabras de Yure para recitar entre los dos aquello. Si había una forma de deshacerse con ella, quizás la aplicada por el seminarista era la adecuada.

Y por ello, comenzó a pronunciar: 

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

ECCE CRUCEM DOMINI! 

FUGITE PARTES ADVERSAE! 

VICIT LEO DE TRIBU JUDA,

RADIX DAVID! ALLELUIA!

Y mientras continúo diciendo aquellas palabras, la indicación del pelirrojo la forzó a tirarse al suelo con su ayuda haciéndose pequeña entre sus brazos, cumpliendo de esta forma con las palabras de Ilya.

El sonoro golpe se estrelló contra el ataúd. Ilya ha fallado, mierda...mierda...mierda - se asustó el músico al ver cómo se elevaba la bruja en un ataúd.

Por suerte, Mykola no estaba tan cerca de la hija del centurión cómo Ilya o Yure y pudo evitar, en una primera instancia, los golpes del ataúd.

Se escondió en uno de los bancos, observando la situación, buscando sal para poder hacer un círculo a su alrededor.

¿Quién podía tener sal? ¿Fiódor?- miró al seminarista, estaba quieto como un pasmarote, y fue hacía él a quitarle la sal.

El ataúd comenzó a volar frenéticamente por la sala. Al primero al quien trato de arremeter el ataúd fue a Yuré, la bruja no estaba muy conforme con los rezos, pero el seminarista consiguió agacharse a tiempo con el misal aún en las manos. El ataúd también rozo la cabeza de Mykola, mientras miraba de un lado a otro. Mas preocupado por Inha que por su propia integridad, Ilya casi recibe un golpe de pleno en la cabeza. Solo la suerte o la intervención de Jesucristo nuestro señor impidió que Inha se quedara sin cabeza. Inha tuvo un pequeño inconveniente al tirarse al suelo mientras rezaba, y es que se mordió la lengua. Ahora la señorita tenía toda la boca llena de sangre y le costaba pronunciar alguna de las palabras.

El que tuvo peor suerte fue Fiódor, el escuálido seminarista se había entretenido buscando entre los misales y no vio llegar el ataúd que le golpeo de lleno en la nuca. Fiódor cayo de frente cuan largo era. La bruja detuvo momentáneamente el ataúd para poder reírse con comodidad.  

Ilya se había salvado de milagro del golpe del ataúd. No así el bohemio Kravchenko, quien cayó redondo al suelo. La atención del pelirrojo, sin embargo, fue para Inha, quien se había acurrucado en sus brazos cuando la ayudó a agacharse. De su boca salía sangre.

—¡Señorita Inha! —exclamó preocupado. Sacó de su bolsillo un pañuelo de fina tela, que tenía las iniciales I. B. bordadas, y se lo puso a la joven en los labios, en un intento por limpiar la sangre, mientras con el rabillo del ojo veía a la bruja riendo junto al cuerpo tendido de Kravchenko—. Tenga, quédese el pañuelo.

Después de eso, Ilya agarró la botella de vodka, que había quedado tirada en el suelo, y fue corriendo a la pila de agua bendita en la que Mykola se había lavado la cara momentos antes. Sumergió la botella en la pila para llenarla de agua y, a continuación, se acercó corriendo, pero con sigilo*, a la bruja e intentó echarle de ese agua encima mientras aún se reía de Kravchenko.

La caída le había salido cara, muy cara y por ello es que sintió el dolor dentro de su boca mientras intentaba no gritar. Ilya le había ofrecido un pañuelo y ella en ese momento descubre que tenía la boca con sangre, lo cual intentó comprobar que haya sido una simple mordida y no haber perdido la lengua. Lo cual podía resultar muy perturbador. 

Así que sentada en el suelo, ya más ajena a la bruja y a lo que el pelirrojo intentaba hacer, se preocupó en ver si se encontraba bien. Era importante para ella, no podía vivir sin poder hablar, sería horrible. 

Mierda...Fiódor- dijo Mykola al ver cómo el ataúd golpeaba la espalda del seminarista.

Corrió a su lado y empezó a tocar sus bolsillos, en busca de la tan preciada sal, iba a hacer un círculo alrededor de los dos e intentaría curarle.

El golpe que la bruja propinó a Fiódor sonó bastante feo. El filósofo se quedó tumbado en el suelo, inerte.

Vi que Mykola se acercó a socorrerle, del mismo modo que Ilya se aprestó a ayudar a Inha,  así que yo seguí con mi letanía. No creía que la sal ahora sirviera de mucho en el suelo cuando la bruja estaba en el aire.

Tomé un puñado de sal de la que había en el suelo y si la bruja se acercaba, se lo lanzaría directamente a la cara. Esperaba desequilibrarla y que cayera de su extraña montura.