Partida Rol por web

Oscuridad y silencio...

La inmensidad del espacio parece ser vacío... un vacío negro en el que sólo alguna lejana estrella rompe la oscuridad con una minúscula luz que llega a nosotros a través de años luz de distancia...

Pero de pronto la imagen se amplia en un zoom que nos permite ver algo que antes no distinguíamos. Un enjambre de transportes espaciales moviéndose todos en la misma dirección. Se trata de cerca de un centenar de naves de diferentes tamaños, todas en torno a una astronave tipo colonial cuyo tamaño ridiculiza a las otras, como un banco de peces acompañando a una ballena azul en los oceanos de la Vieja Tierra, cuando aun quedaba vida en el planeta...

Bienvenidos a la Metamorfosis Extática.

Pero ahora hay algo diferente... Nuestro zoom amplía una zona en concreto cerca de la gigantesca astronave, donde podemos ver una multitud de reflejos de luz. Cuando nos acercamos más descubrimos que se trata de miles de pequeños escombros y fragmentos flotando en el espacio.

Es todo lo que queda de la astronave Annora Arabella...

Alrededor de la nube de escombros, una pequeña nave escolta se desplaza en círculos, escaneando el área, buscando...
A sus mandos, sentada en un puente de mando virtual, River, una Proxie de la organización conocida como Firewall, maneja las pantallas que muestran el exterior y mandos virtuales por medio de movimientos de sus manos y ordenes verbales. La velocidad con la que lo hace muestra la urgencia que no refleja su rostro de maniquí.

[Centinelas, responded.]

River sólo obtiene silencio por respuesta.

[Amplia los parámetros del escaneado.] Ordena a la IA de la nave. [Aisla las interferencias causadas por los restos y la explosión.]

De pronto una de las pantallas resalta una imagen en concreto. La pantalla se mueve hasta quedar frente a River, donde se amplía y se mejora la resolución de la imagen para mostrar de que se trata.
No es fácil en un primer momento, pero la Proxie identifica un cuerpo, reventado brutalmente, casi partido en dos y con sus entrañas formando extrañas formas alrededor. El cadáver gira lentamente sobre sí mismo, hasta colocarse de frente y permitiendo obtener una mejor imagen del rostro.

River lo reconoce.

Lo siento... dice en voz baja, para sí misma. Lo siento mucho...

Veintisiete minutos antes...

Un enorme ventanal os separa del espacio exterior. A través suyo podéis ver la Annora Arabella, un transporte de minerales de la clase Warp, anexa al puerto al que acabáis de llegar.
En cinco minutos está concertada la entrevista con Xu Gris.

El puerto de embarque número 4, uno de los seis con los que cuenta la Metamorfosis, no se parece a los de las grandes estaciones orbitales diseminadas por puntos Lagrange a lo largo del sistema, donde gigantescos hangares alojan a las naves. Aquí las astronaves se colocan junto a la superficie de la gran nave colonial y se conectan a través de una compuerta que se convierte en la única entrada y salida de las mismas.

De esta manera, el puerto es un gran corredor alargado, en gravedad cero como toda la zona más externa de la nave, por donde se puede acceder a diferentes secciones que son accesos a cada una de esas compuertas por las que se embarca en las diferentes naves acopladas.

Tililantes hologramas forman pantallas sobre las que se da información sobre cada una de las naves estacionadas y sobre las que van a llegar o irse próximente. La Annora Arabella no tiene fijada hora de salida.

El puerto no está demasiado concurrido, pero hay algunos viajeros y bots de transporte de mercancías moviendose a través del espacio ingrávido. Pasáis desapercibidos mientras consultáis que la nave a la que os dirigís se encuentra atracada en la septima sección, un poco más adelante vuestro. Una compuerta circular en el suelo, de unos tres metros de diámetro dará a un corredor vertical que lleva hasta la entrada de la nave de Xu Gris.

Un gesto ante la compuerta hace que esta se abra con un ligero siseo, permitiéndoos acceder al conducto que os llevará a la entrada principal de la nave...

Con un simple pensamiento el mono ceñido de trabajo de Elis se reconfigura en un traje espacial, poco a poco se queda aislada del entorno por una delgada capa de nanos que la aislarán del vacío en caso de que algo falle. Ahora puede oir su propia respiración en el eco sordo de su casco, Koryo emplea una iterfaz sencilla para presentar los datos en una pantalla holográfica semi transparente ante los ojos de Elis. Todo normal.

Con un pequeño enmpujón la técnico se desliza al interior del tubo y aterriza amortiguando con las piernas en una habitual maniobra. Espera a que sus compañeros entren y respira para tranquilizarse, tratando de disipar el nudo que aprieta la boca del estómago.

Koryo, quiero que me avises si la Annora Arabella comienza las maniobras de desatraque o si sus motores principales se ponen en mantenimiento. Que coño, avísame de cualquier cosa rara que se produzca en la nave.

Incoscientemente la mano se mueve hasta el bolsillo derecho de la pernera del pantalón, donde va fijada la multiherramienta.

[Está hecho, Elis.] Responde Koryo. [He reajustado todos los sensores del puerto que controlan el estado de la Arabella para que nos avisen de cualquier cambio.]

Os preparáis para descender flotando hacia la entrada a la nave de transporte teniendo bien presente el plano traslúcido que mantenéis en miniatura en un lado de vuestro campo de visión y que muestra la distribución de una nave de este tipo.

Koryo se acerca hasta tí y con los nudillos golpea el visor de tu casco como si estuviese llamando a una puerta.

[¿No crees que estás exagerando un poco, chica?] Dice con una sonrisa divertida. [No vamos a salir al exterior de la nave ni nada... ¿o es que hay miedo?]

Un poco contrariada te das cuenta que Koryo ha dado en el clavo. No es necesario que lleves puesto el traje de vacío para acceder a la Arabella. Sin embargo, un presentimiento te atenaza las entrañas, como si algo te dijese que algo malo fuese a pasar...
De todas maneras, en el peor de los casos, el traje de vacío se activa en unos pocos segundos, y eso es algo tranquilizador en caso de una despresurización de emergencia.

Mientras piensas en ello, Koryo te ha cogido de la mano y examina ceñuda tus guantes conmocionadores.
[Elis, aunque a vista no destaquen, si te escanean detectarán tus guantes como arma. Quizás deberías dejarlos y no llevarlos contigo antes de bajar ahí.]

Quizás. Meditas sobre ello, pero tu musa sigue informándote.

[Y recuerda que una vez dentro de la Arabella podremos acceder a la red local de la nave, lo que nos permitiría infiltrarnos en ella. Si las cosas se ponen feas, claro.]

Si las cosas se ponen feas... Es como si a Koryo también le diese mal rollo todo este asunto...

Está a punto de lanzarse tras Elis por la compuerta, cuando instintivamente antes de hacerlo se lleva la mano a la pistolera vacía de su cinturón. No le había gustado tener que dejarla en aquella taquilla del puerto de embarque, pero tampoco le habría gustado que los mafiosos la recibieran a tiros nada más entrar. [Quien sabe si lo harán de todos modos.] Le recuerda su musa tras adivinar sus pensamientos. Gracias Errico, es justo lo que necesitaba oír. Saltando por la puerta al pasillo que comunica con la nave, se adhiere de pies y manos a la superficie del suelo procurando evitar las molestias de la gravedad cero. Su piel empieza a teñirse de los colores metálicos y reflectantes que predominan en el ambiente, y antes de echarse a reptar por el pasillo, vuelve la cabeza atrás dirigiendo una breve mirada al resto de sus compañeros que no habían acabado de decidirse a entrar. - Venga vamos, camaradas. -

Si que hay miedo, si. A ti como te da igual todo... pero llevas razón.

Admite Elis ante las recomendaciones de su musa.

Estoy exagerando con el traje de vacio, solo es que... algo va mal, puedo sentirlo.

La técnico hace que su traje vuelva a ser un mono de trabajo y no puede evitar sentirse desnuda en aquel endeble embarcadero con tan solo unos milímetros de pared separándola del vacío. También a regañadientes se quita los guantes y los esconde en cuadro del panel de control de amarre.

Vale, creo que ahora si estoy realmente lista.

Dice informando a sus compañeros.

Os introducís en el conducto de la sección siete y descendéis (o ascendéis, todo depende del punto de vista) ayudándoos de los múltiples asideros que hay, por un corredor bien iluminado que tiene una forma curva.
A los pocos segundos alcanzáis a ver la compuerta de entrada externa que conduce a la nave atracada. Junto a ella, montan guardia dos serpentoides (morfos robóticos con forma similar a la de las serpientes).

Los dos serpentoides mantienen sus cuerpos anclados a la entrada, con lo que os miran desde "arriba" cuando os aproximáis.
No se os pasa por alto el hecho de que ambos están armados con pistolas aceleradoras cinéticas (comunmente llamadas railgun), aunque las mantienen a un lado del cuerpo, sin empuñarlas.

Bienvenidos. Dice uno de los dos serpentoides con una voz femenina standard claramente artificial. Les estabamos esperando.

Pero antes de entrar debemos asegurarnos que no llevan armas. Dice el otro, con una voz masculina igual de artificial. Entonces ambos alzan sus manos robóticas y os muestran las palmas, en las que brilla una luz rojiza. Un escaner.

De esta manera, os escanean a cada uno, hasta quedar satisfechos.
Muy bien, adelante.

En cuanto pronuncian estas palabras, la compuerta circular se abre, dando paso a otro compartimento en el cual ya está la esclusa de la nave propiamente dicha. Se escucha otro ruido neumático y la esclusa se abre hacia dentro.
De ella surgen dos neohominidos enfundados en armaduras corporales y también armados con railguns. Los ojos negros, animales, pero con el brillo de la inteligencia, de los gorilas os examinan mientras uno se mantiene frente a vosotros y el otro se desplaza hasta quedar a vuestras espaldas, moviéndose con gracilidad en gravedad cero. No dicen nada. Quizás sean simples gorilas cuya inteligencia haya sido aumentada hasta los parámetros humanos, pero siguen siendo incapaces de hablar.

Sígánlos. Declara uno de los serpentoides.
Así lo hacéis, entrando en el interior de la Annora Arabella a través de la esclusa con uno de los neohomínidos delante vuestro y el otro situado en la retaguardia. Al entrar en el pasillo cilíndrico oscuro y mal iluminados que forma el corredor principal de la nave de transporte, constatais que habéis accedido a la Arabella a través de una de las esclusas delanteras y que los gorilas evolucionados os llevan en dirección a la zona de carga.

Detrás vuestro, las esclusas y compuertas se sellan con un siseo...

Te mueves por el corredor de la nave con seguridad, gracias a tu morfo gravedad cero, casi tanta facilidad como los neohomínidos, cuyos cuerpos de gorila parece que hayan sido diseñados para vivir en falta de gravedad.

Sin duda, estos dos son la "seguridad" que protege a la traficante. No dudas en que saben manejar esos railgun y sólo esperas que la situación no llegue hasta el extremo de tener que enfrentar el filo de tu polímero fléxible contra proyectiles acelerados electromagnéticamente.
Por lo menos el arma "blanca" (que mantienes enrollada alrededor de tu brazo), no ha sido detectada por los serpentoides...

A pesar de todo, lo potencialmente peligroso de la situación no te afecta en lo más mínimo. Sientes como mantienes un absoluto control sobre tí mismo y tus emociones.

Estás más centrado que nunca...

Tratas de mantener la calma al entrar en la Annora Arabella, pero sientes como tus músculos se tensan, se te seca la boca y se te revuelve el estómago.
La misma sensación que tenías cuando debías atravesar una de las Puertas de Pandora. La sensación de que dar ese paso hacia adelante bien pudiera ser lo último que hicieras...

[Tengo acceso inalámbrico a la red local, Elis, está controlada por la IA de la nave.] La voz de Koryo susurra junto a tu oido, más seria y centrada que de costumbre. Tu musa controla tus constantes biométricas y percibe tu nerviosismo.

[De momento me mantendré en modo pasivo hasta que me pidas que me conecte.]

Te impulsas por el pasillo cilíndrico para seguir al neohomínido que os lleva hacia la zona de carga, donde supones que se encontrará Xu Gris.

Estás a la cabeza del grupo. Quieres que la traficante te vea a tí primero y te identifique como el responsable de las negociaciones. Tienes que dar la cara por tus compañeros, y llevar el asunto con delicadeza.
Pero para eso estás aquí ¿no? Eres un profesional y piensas demostrarlo. En peores situaciones te has visto involucrado.

De momento, lo principal será que Xu muestre sus cartas. Antes de enseñar u ofrecer nada, tienes que hacer que la traficante desvele la naturaleza del arma de destrucción masiva que dice poseer.
A partir de ese momento podrás establecer una estrategia de negociación...

Delante tuyo, el gorila alcanza la zona de carga. Hace un gesto con la mano prensil y la compuerta comienza a abrirse.

Te desplazas por el conducto cilíndrico central de la Arabella, ágil como un lagarto, las almohadillas de agarre con las que cuentas se adhieren perfectamente a la superficie y te hacen avanzar rápidamente pegada a la pared, en lugar de flotar a impulsos como hace el neohomínido que cierra el grupo, a tu espalda.

Errico ha hecho un trabajo excelente con vuestra tapadera, como siempre. Si no fuese de esa manera no estaríais aquí ¿verdad? Aun así, sabes que sigue trabajando con ello, actualizando datos y tratando de anticiparse a cualquier pregunta o referencia que Xu Gris pueda solicitaros.

Delante tuyo, el gorila evolucionado que abre la marcha os da acceso a la zona de carga. Te preparas para entrar mientras evalúas las distintas variables que pueden sucederse durante la negociación.
En el peor de los casos, aunque contáis con la ventaja numerica (cuatro contra tres), el hecho de estar desarmados os pone en una posición complicada si tenéis que resolver esto por la fuerza.

Sin embargo, Xu Gris no sabe que contáis con un refuerzo en forma de vuestra Proxie, River, que mantiene una vigilancia estrecha sobre la Annora Arabella.

Pero sabes que establecer contacto con River podría ser detectado, por lo que de momento esa opción la mantienes como último recurso.

Suficiente por ahora. Si todo va bien no necesitaremos entrar, gracias Koryo.

De alguna manera la presencia de su musa, de su amiga, reconforta más a Elis que la de sus propios compañeros guardianes. Casi siente sus manos desnudas sin sus guantes, por fortuna su multiherramienta puede llegar a ser un arma si es preciso y eso ya es mejor que nada.

Penetráis en la zona de carga de la nave a través de la compuerta abierta para llegar a...

...un bosque otoñal al atarceder donde las hojas amarillas y doradas caen como una lluvia, mecidas por una ligera brisa, y los rayos de sol que atraviesan las ramas de los árboles son como un caricia en vuestros rostros...

No. No es real, claro. Se trata de un espacio simulado.

Desconectáis inmediatamente del relajado entorno virtual creado en esta zona de la nave para acceder a la realidad.

La zona de carga es la más amplia de la nave. La carga transportada se guarda en decenas de contenedores de seguridad de diferentes tamaños que se mantienen sujetos por medio de redes de seguridad a cada una de las paredes de este área.

Sin embargo, la zona central del área está despejada de contenedores, y hacia ella se desplazan los neohomínidos sujetandose a las redes de carga mientras la compuerta se cierra detrás vuestro.

En es momento, desde uno de los laterales de la zona de carga salta una grácil figura que acaba su vuelo en una de las paredes, sujetándose a un asidero con un piel prensil.

La mujer se gira hacia vosotros. Tiene que ser Xu Gris.

Su morfo gravedad cero es del mismo tipo del de Ahmir, y le permite desplazarse con facilidad en entornos sin gravedad, pero por lo demás, son físicamente muy diferentes. Su piel es de un tono claro, al igual que sus ojos, dando la impresión de no llevar ropas de ningún tipo. Su largo cabello blanco flota libre en ausencia de gravedad.

Bienvenidos. Gracias por venir. Transmite Xu directamente a vuestras mentes mientras os examina cuidadosamente con sus ojos sin pupilas.

¿Hablamos de negocios?

Deslizandose en gravedad cero Gavin se sentia incomodo, todos ivan armados excepto ellos, no era dado a recurrir a la violencia, esta siempre es el ultimo recurso, pero con firewall ir desarmado en esta clase de ocasiones es como ir desnudo por la calle, por supuesto no transmitia lo que realmente pensaba y mucho menos iva a comunicarselo al resto del grupo, cuando por fin apareció Xu Gris se tranquilizo, ahora le tocaba demostrar lo que mejor sabia hacer.

-Por supuesto

Gavin sonrió y adoptó una postura relajada junto a su respuesta a la pregunta de la contrabandista.

-Pero antes de mercadear, ¿De que hablamos?¿Vale la pena? supongo que con estas medidas de seguridad no tendreis cualquier tonteria, pero nunca esta de mas asegurarse.