Partida Rol por web

-Bueno..- Viktor se ajusta el cinturón del panatalón mientras mira al capitán, evaluándolo. Nosotros íbamos a visitar un bar cercano que al parecer tiene planta octogonal. No sé.. no sé si es seguro dejarte sola. Quedarnos solos cualquiera de nosotros. Pero si crees que no hay problema, hey.. ¿podríamos decir que en un par de horas aquí?-

-Bueno, sí, no está mal. La verdad es que no tenemos prisa y si tienen pensado parar un poco en cada parada, mejor aún. os apetece hacer turismo. Eso sí, por nuestra cuenta. Querríamos tener libertad para movernos por los planetas una vez aterrizados y pasar noches fuera si es necesario.- Antón eleva las cejas e hincha levemente los carrillos. Mira a su chica y esta asiente, dando su aprobación.

-Llevo un montón de años manejándome sola, Viktor. Y no creo que lo que sé ahora me haga más vulnerable, la verdad. Pero gracias, en serio. Me refiero simplemente a que no voy a decir nada que me haga sospechosa de nada, así que asumo el mismo riesgo que llevo asumiendo desde que empecé a corretear por esos mundos, no más. Pero, ya digo, a la más mínima, os llamo. Y sí, un par de horas me parece bien. Aquí.

Sonriente dirige una mirada interrogativa a Dex, esperando su respuesta también.

-Bien, bien. Así adelantamos. Tiene mejor pinta lo del anticuario que lo del bar, pero no podemos dejar pasar ninguna pista.

Dex contempla por un momento las caderas y la cintura de la mujer, entrecerrando los ojos como si valorara o buscara algo.

-Al final, ¿cogiste un arma? Por si el soldadito se propasa, je, je... - ríe de manera socarrona. - Estaremos atentos al comunicador. Cualquier cosa, nos silbas. - añade más serio, aunque suavice el tema con un guiño de ojo.

-Eso haré, descuida. Vic le devuelve a Dex el guiño, hace una inclinación simpática a Viktor, y se vuelve de nuevo hacia la puerta, donde la espera el Capitán Burke. Pero, antes de ir hacia allí, les susurra a sus amigos: -Por cierto, se llama Conrad Burke. Por... si acaso. Y ahora sí, cruza el espacio hacia el militar con el andar seguro de una mujer acostumbrada a que la miren, aunque sin pavonearse de ello.

Erik y Dex no tardan ni diez minutos en llegar a Planetfall Liberty, una discoteca de dos pisos que en efecto tiene planta octogonal. El material en el que está construido es piedra de la zona y bastante robusta, lo que ha permitido que sobreviviera bien al meteorito. Esto os indica que el edificio es anterior al fenómeno. Es un edificio en sí muy sencillo, sin terrazas ni decoración, con pocas ventanas. Recuerda a una torre de vigilancia para cazadores o algo así.

Cuando entráis, os apabulla la música de disco duro aleatorizada. No tardáis en daros cuenta de que los clientes que hacen bailes espasmódicos en la pista deben haber mezclado algo fuerte en sus respiradores. Una camarera que tiene cierta belleza hembruna y natural, sin operar, se acerca a vosotros para tomaros nota. No tarda en darse cuenta de que sois de fuera. Ni vosotros en que debéis ser los únicos extranjeros del local.

El vehículo del capitán está en la puerta. Vaya, ruedas. Olvidabas que estabas en un lugar chapado a la antigua. Por lo menos es amplio y cómodo y el olor del biodiésel no es tan desagradable. Conrad pilota su trasto por las calles de la ciudad levantando un polvillo espeso que no se eleva más de un palmo, hasta que llegáis a vuestro destino, unos minutos más tarde.

Os encontráis en lo que debió ser el barrio viejo de la ciudad, que ha sido reconstruido hasta donde les ha llegado el presupuesto. Los locales tienen nombres que evocan el desastre, como la sala de entretenimiento Death from Above o la misma tienda ante la que os detenéis, Before the Fall.

En efecto, el escaparate y el interior están atestados de recuerdos de tecnología 8 y 9 y algunos más de tecnología A, pero obsoleta. Lo que parece tener más valor son aquellas cosas que recuerdan a cuando respirar en este planetoide no era tan peligroso ni requería de máscara. Afortunadamente el lugar está aclimatado, por lo que puedes quitarte la tuya para hablar con el dueño, que acaba de salir de tras de un estante y saluda afectuosamente a Conrad.

-¡Amigo mío! ¿No tendrás el descaro de haber venido a comprar, verdad? ¿No tengo la suerte de que vengas a verme sólo por mi carisma?-

-Calla ya, Manuel. Esta señorita está interesada en las antigüedades. Te presento a Vic. Vic, este es Manuel.- el azoramiento de Conrad delata que la cordialidad mostrada no es tan recíproca, como si Manuel fuera un sirviente que se toma demasiadas libertades o bien Conrad teme lo que Manuel pueda decir de él delante de una chica.

-¡Hola! ¿Así que sois antiguos amigos, eh? Bien, bien. Verás, Manuel, la responsable de que Conrad haya aparecido por aquí esta vez, es toda mía. Nos enzarzamos en una intreresante conversación acerca de tesoros perdidos, leyendas y gusto por la aventura, y él me dijo que conocía a alguien con quien me encantaría hablar...

Vic dirige mientras habla una cordial sonrisa al anticuario, pero no esconde repetidas y ansiosas miradas al interior del establecimiento, como evaluando qué clase de "secretos" guarda en sus estanterías.

-Y debo añadir que siento no venir a comprar, la verdad, porque no puedo permitírmelo. Pero estoy segura de que compartimos afición e interés por las historias antiguas de este planeta. Y las de otros, claro está. Jejeje, me temo que habéis topado con una soñadora.

Dex se abre paso hacia la barra por delante de Erik, mientras mastica chicle de manera aparatosa, con la boca medio abierta. Cada vez que pasa al lado de alguna fémina que le resulta medianamente atractiva, la mayoría, no puede evitar sonreirle y hacer un par de movimientos de baile ligeramente obscenos mientras camina siguiendo el ritmo.

-¡Bonito antro! - grita a una para hacerse oír - ¡Permiso! - cimbrea un par de veces la pelvis junto a las caderas de otra - ¡Perdona, nena! - guiña el ojo a una tercera.

Una vez en la barra, antes de que la camarera acuda, se acerca al capitán para que le pueda oir sin tener que gritar.

-Esto no puede ser lo que buscamos. ¿Dónde están los abuelitos avariciosos y sectarios que coleccionan joyas y artefactos raros? - en un arrebato de lucidez, aprovecha la pregunta de la camarera para pedir algo más que una bebida suave - Oye. ¿Esto siempre ha sido una discoteca? ¿No había aquí otra cosa? ¿Puede que antes de lo del meteorito?

-Jajaja. Bueno, chica, no te preocupes. En el fondo lo prefiero. Los clientes por compromiso siempre parecen querer lo imposible. Así que quieres saber cosas de Jhenge, ¿eh? ¿Y qué tipo de cosas?- dándole una palmada en la espalda a Conrad, que no recibe tampoco con una sonrisa os guía hasta el centro de la tienda, un claro en el bosque de estantes.

-No qué va.- responde la camarera. -Cuando lo cogimos, el local ya estaba vacío y llevaba mucho tiempo vacío. Creo que antes del meteorito ya lo estaba. Esto estaba lleno de porquería. Ha quedado bien, ¿eh? ¿Qué vais a tomar?-

-Pues todo lo que huela a misterio, a leyenda, a aventura. Por descabellado que parezca. Hum, verás... ¿conoces un antiguo libro terrano llamado "Moby Dick..."? Te cuento...

Vas dirigiendo la conversación con Manuel hacia donde te interesa, procurando que tus preguntas parezcan respuestas espontáneas a lo que él va diciendo. Te da la sensación de que sospecha algo, pero se deja hacer. No le importa y lo único dañado es la paciencia de Conrad, al que esto parece aburrir sobremanera.

Por fin, sonriendo como si fuese él el que ha pescado un pez, Manuel se dirige a uno de los estantes del fondo y vuelve, vaya que te aspen, un libro. El segundo que ves en poco tiempo; no es que sea tan raro teniendo en cuenta el tipo de trabajo pero es inevitable que te empiece a salivar el hipotálamo. Sobre todo cuando ves un octógono en la mismísima portada del libro.

-Esto es algo así como un manual divulgativo que presentaba al público a la Sociedad del Octógono. Parece que eran unos filántropos que en efecto se establecieron en Jenghe con la idea de proveer de ayuda a viajeros en mundos poco desarrollados, como este. Parecido a la Traveller's Aid Society pero con un carácter menos elitista, supongo. No lo he leído más que por encima.-

-Nota de tu número... - bromea - Uno de esos.

Dex señala la botella de una bebida de sabor ligeramente ácido y una graduación moderada. Está "de servicio".

-Podría ser...podría ser... ¿Qué opina, Capitán? ¿Habrá alguna cámara oculta bajo el edificio donde se guarden los trastos de la sociedad del octógono esa? Porque si hubiera habido algo de valor y estaba a la vista, ya haría mucho que alguien lo habría gastado.

A la mente del ex-marine viene el recuerdo de una misión en la que su escuadra tuvo que infiltrarse en un edificio fuertemente protegido. Recorrieron unos túneles de desague y abrieron un agujero con explosivos a la altura donde éstos colindaban con los sótanos de la improvisada base de los insurrectos. Niega con la cabeza cuando se da cuenta de que está imaginando demasiadas cosas. Ni siquiera están seguros de que éste sea el planeta, y la forma del edificio, sin ser excesivamente común, tampoco es tan infrecuente.

- bueno, personalmente no tengo inconveniente, pero la última palabra la tiene el capitán de la nave. esperen unos minutos por favor.

me alejo para hacer una llamada "privada", y trato de comunicarme con dante.

- dante. estoy con una pareja de probables pasajeros. me dicen que les gustaría tener libertad para moverse por los planetas una vez aterrizados y pasar noches fuera si es necesario. ¿hay algún inconveniente?

suena tu comunicador, y escuchas la voz de jared...

- dante. estoy con una pareja de probables pasajeros. me dicen que les gustaría tener libertad para moverse por los planetas una vez aterrizados y pasar noches fuera si es necesario. ¿hay algún inconveniente?

Dante se detine un momento para contestar la llamada.

-A priori no debería haber problema. Que abonen el importe del viaje completo al principio y comentales que dispondrán libremente del tiempo que pasemos en cada planeta. Añade que no se prevee hacer paradas que excedan los extrictamente necesario. Con eso deberíamos estar cubiertos.-

Argumentado su pensar, Dietri tiene la cortesía de dar ocasión al señor Danks por si requiere alguna otra cosa.

-Por lo demás, ¿todo bien?