Partida Rol por web

Día primero de la exploración. Son las 07:00 horas. La mañana es fría y las primeras luces del alba alumbran el puesto. Oleg despierta a los aventureros. Svetlana ha preparado un desayuno "reconstituyente". El olor a café, pan tostado, carne y vino caliente sale de la cocina y penetra en las estancias donde duermen los héroes.

Después de vestirse se dirigen hacia el comedor. Oleg no les acompaña. Sigue vigilando a su recluso. Comen en silencio y le dan las gracias a Svetlana. La mujer de Oleg sonrie complaciente. Su primera sonrisa relajada desde que hacía meses. Está feliz.

Son las 08:00 h. Ya es casi de día. Los héroes han desayunado y se sienten fuertes. Oleg sigue vigilando al preso. Svetlena les dice que sus monturas están preparadas: cuatro caballos "prestados" por los bandidos más dos caballos más que les presta Oleg (el suyo y el de su mujer). Oleg ha adornado las sillas de montar de los caballos que antes pertenecían a los bandidos, una medida para evitar que sean reconocidos por compiches de aquellos. No se sabe el truco funcionará.

Antes de salir, Oleg quiere hablar con vosotros, os dice su adorable mujer.

La noche había sido tranquila y reconfortante, lo que me hacía, el uso de mis conjuros cada vez me consumía más y un descanso así me venía bien para poder continuar.

Con la primera luz del alba me levante, tenía que poner en orden mi mente y repasar los conjuros, no quería que llegado el momento no me acordase de ellos.

Nuestros anfitriones nos habían preparado un desayuno digno antes de nuestra partida así que me senté en la mesa a desayunar. Rápido vera se posó al lado mía, mi fiel compañera, cogí un trozo de carne seca y se lo di. Me encontraba en silencio, era lo normal antes de aventurarme en lo desconocido, y realmente no sabíamos que nos deparaba esta exploración. Cargue mis cosas en mi caballo, y me acerque a donde estaba Oleg, me interesaba saber que tenía que decirnos antes de partir.

Después de rezar las pertinentes oraciones, desayunar y dar gracias por que a nuestro prisionero no le ha ocurrido nada desagradable ya que han operado con nosotros me dirijo junto a todos los demás, examinó mi equipo, acaricio al caballo que me asignen y montó en el- Hacia dónde nos dirigimos primero?- Lanzó la pregunta a nadie en concreto a la espera de dar conversación a cualquiera -Patric, en la lucha de ayer... Klurca lo hizo muy bien, ¿estarás a la altura la proximidad la vez? Jejejej- Sonrio abiertamente observando la expresión de nuestro gran guerrero....

- Mumfmfffiame em paf.- Rezongaba Bast a la hora de levantarse.Después de unas cuantas vueltas se presentó a desayunar con cara de pocos amigos. Párpados hinchados, bolsas en los ojos y un rastro de baba reseca en su mejilla derecha que indicaba que había dormido plácidamente.- ¡Waaaaaaaaaaaaaooo!- Bostezó desencajándosele casi la mandíbula a la vez que estiraba los brazos al máximo.- No sé qué prisas hay si lo que vamos a explorar no va a salir corriendo.- Pero el mal humor se le fue pasando a medida que veía el desayuno. Se frotaba las manos dispuesto a darse un homenaje ya que iba a ser el último gran desayuno en mucho tiempo. Al acabar se recostó en una de la sillas acentuando así la curva natural de su vientre complacido.- Estaba todo, ufff, delicioso, Svetlana.- Si no hubiera estado allí Oleg quizá le hubiera dado un cachete en las orondas nalgas a modo de agradecimiento pero no quería meterse en problemas. Cuando todos estuvieron dispuestos se acercó a ver qué quería comunicarles su "benefactor".

-Patric, en la lucha de ayer... Klurca lo hizo muy bien, ¿estarás a la altura la proximidad la vez? Jejejej-

Klurca se envaró. ¿Estaba menguando como una anciana o dudaban de su valía?

-Klurca gran guerrera del clan de laz Vivoraz- Repitió orgullosa. Después con la escasa discreción que la caracterizaba, se colocó junto a la clériga y comprobó satisfecha como seguía sacándola una cabeza.

Tras el desayuno aguardó con los demás las palabras de su anfitriona.

A la mañana siguiente el olor a café me ayudo a despertarme. ...la batalla anterior me pasó factura....puede que combatiera bien...puede que estuviera presente....pero yo sabia que no era así...mi mente estaba en otro lugar...quizás mi mente sabía que esa pandilla de vulgares ladrones eran un problema menor y fácil de resolver...sí.. Mi mente sabe que ahora empieza el verdadero problema...por eso al despertar sabia que mi cuerpo y mente volvian a ser uno. El olor del desayuno me habia devuelto a la realidad.

- ¿Habéis desayunado bien? Conociendo a Svetlana, seguro que así ha sido.... No quiero entreteneros más, pero escucharme con atención. Quiero encomendaros una misión, que podréis llevar a cabo mientras exploréis las tierras. Como ya os comenté, la fulana bandida se llevó un anillo al que teníamos mucho aprecio a pesar de su escaso valor:

-Nada más. Podéis partir. Aquí tenéis vuestro puesto para lo que queráis. Regresad a él, cada vez que tengáis necesidad de hacerlo. Yo os iré informando de las buenas nuevas que tenga. Suerte!

- ¿El anillo de boda? Claro, claro, tiene un gran valor sentimental.- Contestó Bast relamiéndose por esas mil monedas de oro en forma de crédito. Iban a vivir como reyes si todo iba bien. Tras acordar aquello con Oleg y ya teniendolo todo preparado, Bast tomó las riendas de su jamelgo.

- ¿Qué os parece si comenzamos a explorar hacia el sur? Hacia allí dijo que estaba el campamento Río Espino. Nos convendrá conocer bien la zona antes de decidir qué hacer al respecto.

Viendo la expresión de Bast, Klurca arrimó el hombro a Patric y preguntó en voz baja

-¿Mil monéaz zon muy-muchaz?-

No hacía falta recordarle a todo el mundo que los números no eran lo suyo.

- ¿Qué os parece si comenzamos a explorar hacia el sur? Hacia allí dijo que estaba el campamento Río Espino. Nos convendrá conocer bien la zona antes de decidir qué hacer al respecto.

La semiorca asintió con la cabeza y montó sobre su caballo. El animal abrió las patas para estabilizarse y volvió la cabeza para mirar a la amazona y lanzarle un mordisco. Klurca le mostró sus colmillos y el animal tuvo que resignarse con su pesada carga.

La misión que nos proponía Oleg no interfería en lo más mínimo con la misión que teníamos asignada así que no sería ningún problema cumplirla mientras explorábamos la zona, además Oleg sería un buen aliado a tener en esta zona y su puesto un sitio tranquilo al que poder volver.

Recogí mi equipo y me dirigi a mi montura y lo coloque todo.

-Klurca no pierdas el colgante, llegado el momento nos puede ser útil- subiéndome al caballo –por mí también está bien el sur-

Estamos todos preparados para parir, Oleg nos encomienda una nueva tarea, que se adecua perfectamente a nuestros planes - Recuperaremos el anillo- Comentó sonriendo a Oleg mientras me subo al caballo- Vayamos atentos por estas inhóspitas tierras, ahora conocemos más o menos donde se encuentran los bandidos, pero no sabemos si existe algún otro peligro-

Montar a caballo era mucho mejor que andar cuando de distancias largas se trataba. Sin embargo, el hechicero ya comenzaba a lamentarse de lo que iba a ser una travesía dolorosa. Ni siquiera se había subido al caballo y ya le parecía que le doliese el trasero. Con cierta torpeza de principiante consiguió subirse a lo alto de su montura.

- Llevémonos bien tú y yo.- Le susurró al caballo cerca del oído.- Parece que pasaremos mucho tiempo juntos.- Se apretaba contra la silla de montar para conseguir adoptar una posición cómoda. Se temía que iba a tener molestas agujetas y dolorosas ampollas.- Vayámonos pues.

Una vez terminado el desayuno...oído lo que el bueno de Oleg tenía que decirnos....lanzo un cuchillo al tonel más alejado. El situado más al sur.

Comenzáis vuestro primer día de exploración. En mente lleváis la misión encomendada por Oleg: recuperar el anillo de Svetlana.

Od dirigís, trotando alegremente, en dirección hacia el sur del puesto. A lo lejos, al poco rato de salir del puesto os adentráis en lo que parecía un bosque, pero no eran más que unos pocos árboles apiñados. Salís de nuevo al claro y vaís observando a vuestro alrededor como la planicie se ondula levemente a ambos lados de la senda que váis siguiendo. El color del campo es verde. Apenas veis animales, salvo unas aves que, a gran altura, vuelan sobre vuestras cabezas. Parecen águilas, pero no estáis seguros. Al fondo, muy al fondo, observais una amplia extensión de lo que podría ser un bosque. Hacéis un alto en el camino, hacia el mediodía, y coméis. No podéis hacer fuego porque no hay rama seca alguna, ni rastrojo que arda lo suficiente como para calentaros. La temperatura es agradable, pero teméis que, cuando caiga la noche, el frío os envuelva. Charlaís comentando lo sucedido el día anterior en el puesto de Oleg. Os acordáis de vuestro heraldo. Tras acabar las raciones de comida que os había proporcionado Svetlana, decidís seguir el camino, al menos durante unas horas más. El paisaje sigue siendo el mismo: llanuras con leves ondulaciones a ambos lados de vuestro camino.

El día va cayendo cuando estáis terminando de explorar la zona llana. Paráis. Es el momento de decidir si quereís dar la vuelta y galopar de vuelta al puesto (si galopaís deprisa llegaréis una vez caída la noche) o si decidís plantar vuestras tiendas en ese paraje para continuar al día siguiente. Habeís llegado hasta el principio de lo que parece ser un enorme bosque.

-Klurca no pierdas el colgante, llegado el momento nos puede ser útil-

-¿Lu qué?- Respondió la semiorca alzando las cejas. Por un momento había olvidado el colgante de los bandidos.

-...Zi, zi, claru- Respondió al momento, asintiendo repetidas veces con la cabeza. Agarró el amuleto y se lo tendió a Glockta. -No tiene yuyu- Explicó sonriente, convencida de que era mejor que no fuera mágico. Entonces se dio cuenta de que aun no había decidido fiarse del orejas puntiagudas. La bárbara se sintió tentada de retirar la mano y guardarse el colgante, pero ya era tarde y su orgullo se lo impedía.

El mago se sorprendió de la insólita amabilidad de la semiorca y se creó un tenso silencio. Klurca, incómoda, colgó la cadena sobre el mago de cualquier forma con un gruñido. -¡Que lu cojas, Carai!- Y terminó la conversación abruptamente.

Los aventureros recorrieron el camino hasta agotar la jornada. Alysia examinaba las ramas de los árboles mientras Patric, Bast y Glockta discutían si acampar o regresar pasada la noche. Los razonamientos de los magos no tenían el peso de la experiencia del guerrero, aun así estaban alcanzando un consenso cuando se dieron cuenta de que la semiorca había desaparecido. Klurca no tardó en aparecer con una rata gorda como un gato, ensartada en una flecha.

-¡Güen arcu!- Dijo agitando el arco largo compuesto de Happs. Los iris rasgados de la piel-verde relucían emocionados como los de una chiquilla.

Bast no compartió su entusiasmo y Klurca se apresuró a explicar cómo cocinaría la alimaña. El guiso de tripas no sonaba tan bien para los demás. Para rematar, la semiorca se acercó a uno de los caballos y recogió una plasta reciente que moldeó con las manos como si fuera una gran galleta. -Azí zeca maz rápido, y prende bien- dijo orgullosa de sus habilidades campestres.

De pronto la salvaje se impacientó:- ¿¡Habéiz decidíu qué hacer!?- gruñó mirando alternativamente hacia el bosque y al camino de regreso al puesto.

El labio de la semiorca se descolgó hacia abajo en un gesto pensativo. No era tan importante seguir o volver, como no quedarse quietos.

-Volver ez andar doz veces- concluyó tras un rato.

- ¡Hasta el infinito y más alla!- Gritaba Bast azuzando a su caballo para que galopase.

A Bast siempre le pasaba lo mismo. Comenzaba algo con gran entusiasmo y luego esa euforia inicial se iba escurriendo como el agua entre las manos. Era un problema de su inquieta imaginación que siempre creaba desmedidas expectativas.

- ¿Ya hemos llegado?¿Os he dicho que me duele el culo?- Sí, era la enésima vez que lo decía. Se movía inquieto en la silla pensando en su delicada piel y el constante y maldito roce de la toga con la silla que no paraba de moverse.-¡Qué aburrimiento! - Ser explorador estaba valorado en exceso.¡Culpa de los bardos y sus ingeniosas e interesantes historietas! Nadie contaba las horas infructuosas que había que pasar hasta que encontrar algo. Cuando por fin pararon a descansar Klurca desapareció para llegar al rato con una suculenta cena.

- Ehm...- Miraba a los demás tratando de buscar apoyo y de encontrar las palabras adecuadas que no hicieran enfurecer a la semiorca.-...¡Qué barbaridad!- Vaya aquella expresión sí que era desafortunada.- Perdona Klurca, muy bien hecho. Mmmmm- Se frotaba la tripa con la mano y se relamía como si fuera a degustar un magnífico guiso.- Pero con eso no da para todos. Voy a ver si pruebo suerte con la honda y así estiro las piernas que bien que me hace falta.- Sacó la honda y preparó unas piedras.- Bajo este aspecto grácil se encuentra puro músculo.- Fanfarroneaba. Sin embargo, cuando regresó con los demás traía la cabeza gacha y el rabo entre las piernas.- Tengo hambre...

Comienza el viaje y ya la peor parte, el camino sin conocer un destino, un fin en concreto. Trotar con el caballo es aburrido, el día se hace largo. Mientras algunos tratan de cazar -¿Alguno conoce si debemos de caminar mucho?- Nos hemos embarcado en ese viaje sin conocer cuánto vamos a tardar...

Caminamos rumbo a lo desconocido.Explorando y sobreviviendo a las adversidades.Ese es nuestro único destino....
"Caminamos...cabalgamos...hacia el sur. Es lo único que sabemos seguro." comento a mis compañeros de viaje. "Allí .... Se divisa un bosque.Busquemos algun lugar propicio para acampar...comer y descansar."
Una vez cerca del bosque intento cazar algo para comer....
Regreso al encuentro del grupo con cara de cansado y frustado. "Éste lugar empieza a gustarme muy poco".

Los aventureros habían decidido acampar y pasar la noche, a fin de seguir el día siguiente con su exploración en el mismo punto donde la dejaron. Salieron a cazar, pero solo Kulrca tuvo suerte. La rata que semiorca había cazado era enorme. Equivalía dos raciones de comida. Cómo serían los gatos de la zona....

La tarde está cayendo. El fuego encendido y las tiendas de campaña montadas. El único ruido que se escuchaba era el de los pájaros que buscaban refugio en el bosque cercano para pasar la noche. Ahora tocaba decidir las guardias de la noche.

De repente, los caballor comenzaron a relinchar. Se movían nerviosos. os fijáis en tres seres extraños que vislumbráis en el sendero que conduce hasta el bosque, junto a vuestro campamento.

Son tres grigs.
 

    Klurca agradeció que le dejaran la cabeza de la rata. Después de todo, ella la había cazado y le correspondía el bocado más suculento. Completó la ración con pan de Svetlana y algo que había sacado de los bandidos, aunque sus compañeros prefirieron no preguntar.

La semiorca se alertó al oír a los caballos. Instintivamente echó mano de su espadón y avanzó unos pasos agazapada como un zorro. Sus ojos brillaban en la oscuridad como los de los orcos, aunque con un hermoso tono azulado..

  Al ver los tres grigs acercar por el camino, la semiorca escupió los dientes de la rata (lo único que sus mandíbulas aun no habían triturado) y exclamó: -¡Por loz morroz dun gorrinu!-

Los bichos eran extraños a más no poder. Aunque  la salvaje no conocía el nombre de esos seres, su busto descubierto y finas facciones recordaban a las dríadas, ninfas y otros seres traicioneros.

-Grrrr- Gruñó en voz baja mientras su labio se levantaba dejando entrever su colmillo partido.

-¿Qué zer-zer ezo?- Susurró a Bast y Alysia, que tenían respuestas para todo, aunque bien podrían haber entendido "Qué Cerezo".