Partida Rol por web

Al entrar en la casa todo parecía igual, la puerta seguía reventada y sujeta por apenas un extremo, los trastos estaban repartidos por doquier, nadie parecía haberse atrevido a llevarse nada. 

No tardó el grupo en dividirse mientras enarbolaba sus candiles con el fin de buscar el sótano. La imagen de aquel heterogéneo grupo con máscaras antigás era bastante amenazadora, y la palanca que portaba el agente Stokes no ayudaba a mejorar aquella imagen. 

-¡Aquí está! -.Gritó la distorsionada voz de Jeff bajo la máscara.

Smith se sentía altamente agobiado al momento de ponerse la máscara antigas. No estaba acostumbrado a llevarla, y respirar en algo tan cerrado era claustrofóbico. Pero sin duda, mejor que respirar algo que podía ser venenoso.

-¡Aquí está!- exclamó, al encontrar las escaleras del sótano. Era tan oscuro que apenas podía verse nada. El periodista habló de nuevo-. Necesitamos luz, y la palanca.. No vendría mal enarbolarla como arma. Solo por si acaso.

No le daba buena espina el lugar.

Una vez entraron nuevamente en aquella macabra casa, el historiador se fue derecho hacia una de las lámparas que utilizaron en su anterior visita. Mientras la encendía, algunos ya habían empezado a buscar la entrada al supuesto sótano. Al oír el anuncio de Smith, que había encontrado la entrada, Alan sonrió.

- Muy bien, yo alumbraré cuanto pueda con esta lámpara. - Miró nuevamente a Stokes, el único que llevaba algún tipo de arma encima y le invitó con un gesto de su brazo a adelantarse. - Señor Stokes...

El detective se dirigió hacia el señor Smith al oír su llamada. El tiempo parecía haberse paralizado en el interior de aquella casa.

Con ayuda de la palanca, abrió la puerta y contempló la vasta oscuridad que se extendía por las escaleras del sótano. Miró de nuevo al periodista y le cedió la palanca mientras echaba mano de su revólver.

—¿Bajamos? Señor Monroe, por favor, acérquese cuanto pueda y alúmbrenos; nosotros iremos delante.

Como si de una broma cruel del destino, se volvieron a escuchar en el piso superior varios golpes secos

BUM BUM

Miranda no se sentía cómoda estando de nuevo en aquella casa. Comenzaba a pensar que se habían equivocado, y que debería haberse esforzado más en defender su propuesta de dirigirse al psiquiátrico en primer lugar. Los antiguos inquilinos bien podían tener información que les podría ahorrar una nueva visita más adelante... aunque en realidad sabía que todo el motivo por el que prefería ese plan era para evitar regresar a aquel lugar. Se había dado cuenta de la peor forma posible de que las mesas de la morgue le presentaban horrores de una forma que se podría llamar gentil, incluso, y que aunque se había acostumbrado a ellos, fuera del depósito de cadáveres estos resultaban muy distintos. Para más inri, sus compañeros parecían decididos a adentrarse en el sótano. 

—Tengan cuidado, por favor. A poco estuvimos de despeñarnos anoche en aquella iglesia... 

Entonces lo oyó. Ruidos, en la planta de arriba. Tragó saliva. La oscuridad del sótano empezaba a resultarle hasta atractiva. 

—¿Han oído eso? 

Los ruidos paralizaron al detective en su descenso al sótano. Enmudeció unos segundos que le parecieron una eternidad mientras recordaba, o intentaba recordar, los sucesos acontencidos el día anterior cuando subieron a la planta superior tras escuchar los ruidos. Ahora se estaban repitiendo de nuevo y eso no podía significar nada bueno. ¿Qué deberíamos hacer?, pensó Stokes.

—¿Continuamos bajando? —susurró el detective a sus compañeros. Volver a subir y enfrentarse de nuevo a la traumática situación que terminó con él mismo precipitándose por la ventana; el mero hecho de pensarlo le puso la carne de gallina y comenzó a sudar.

El detective puso un pie en el siguiente escalón y continuó bajando, confiado en que sus compañeros lo seguirían.

Pese a los ruidos que venían de arriba, el grupo parecía dispuesto a seguir bajando. Alan estaba seguro de que aquellos ruidos serían lo mismo que la vez anterior y lo hizo saber.

- Traten de no prestar atención a ese ruido de arriba. La vez anterior comprobamos que no había nada, salvo "la casa misma". Esperemos encontrar algo,que resuelva este misterio ahí abajo. - El historiador pensaba que algo paranormal era muy latente en el ambiente de aquella casa. Siguió alumbrando con lámpara para que Stokes y el resto pudiesen bajar sin problemas.

-Cierto, Alan.. Parece como si lo que nos estuviera esperando ahí abajo quisiese despistarnos con ruidos en otra parte. Estoy convencido de que cuanto más nos acerquemos, más nervioso estará y no dejará de confundirnos- enarboló la barra de hierro que Stokes le dió, dispuesto a bajarla ante cualquier amenaza al grupo.

-No estaría mal que los demás cogiesen algo para defenderse o golpear. No sabemos qué hay ahí abajo, pero.. Si es tan poderoso y le importunamos, seguro que no será amigable.

La cobardía de Miranda se convirtió en su mayor aliada, mientras dirigía una mirada a la planta superior, esperando que lo que fuese el origen de aquellos ruidos apareciesde de un momento a otro, sus compañeros optaron por descender al recién descubierto sótano. 

La luz era inexistente, en su mayoría venía del objeto que portaba Alan mientras abría el paso. Sombras se proyectaban hasta que se perdían en la oscuridad mientras que los tablones de madera crujían como todo en aquella casa.

De repente un ruido brusco precedió una hecatombe: El detective Stokes perdió el pie al romperse uno de los escalones, no tardó el señor Smith en seguirle en la caída, mas lo peor estaba por llegar. Los ruidos los quejidos de de sus compañeros hicieron que el doctor pegase un respingo cayendo de culo y terminando por destrozar la estructura.

Tras un gran estrépito y un sinfín de polvo pudieron identificar el lugar en el que se encontraban: se trataba de una habitación de forma irregular, repartida por esta se encontraban numerosas cosas: herramientas, cañerías, trastos viejos, clavos, tornillos, etc. Los muros son de ladrillo a excepción de un cuarto de madera que se distingue en una esquina, y la pared opuesta también de madera.

A duras penas el historiador agarró fuertemente lo que parecía la tosca barandilla de madera, impidiendo una caída bastante dolorosa. No así, varios de sus compañeros que caen golpeándose al fondo de la sala.

- Caballeros, ¿están bien?

Miranda dio un respingo cuando los hombres cayeron sótano abajo, y en vano alargó el brazo intentando agarrar a alguno de ellos. Aguardó a la respuesta a la pregunta del señor Smith, mientras trataba de recordar si entre los cacharros con los que se habían cruzado por la casa, había alguna escalera, u otro útil que pudiera sacarlos de ahí. 

-Estoy bien. Un poco magullado —contestó el detective al incorporarse.

El detective echó un vistazo alrededor para vislumbrar la estancia donde se encontraban. Miró la altura desde donde habían caído y rápidamente acudió junto a sus compañeros para comprobar que todos estaban bien. Cuanto antes acabasen con la dichosa búsqueda, mejor; esta casa ya les había traído demasiados problemas.

-También yo, magullado.. Me he cortado con alguna cosa, me temo, pero no parece grave.. Apenas me duele -contestó Smith, incorporándose y aún con el susto-.. ¡Menos mal que pretendíamos ser sigilosos! -Añadió con ironía, tras ayudar a incorporarse a los infortunados excursionistas.

-Miranda, usted que ha tenido la fortuna de quedarse arriba.. ¿Podría buscar una cuerda o algo con lo que podamos subir en caso de una emergencia? Sería de locos seguir avanzando sin saber que podremos retroceder -preguntó a la joven que los miraba desde arriba-.. Esta casa es una caja de sorpresas.. Mi espalda da buena cuenta de ello.

buenas, entonces recapitulemos, pierdo 6 puntos de vida y un esguince en la pierna, pierdo mas de la mitad de la vida con lo cual supongo que estoy inconsciente, ¿No? o tiro como los demas y pierdo el doble de lo que saque

Miranda empezó a buscar entre las habitaciones algo que sirviese para subir y bajar. No encontró una escalera y una cuerda estaba descartado al no saber usarla.
Finalmente lo encontró. O al menos lo que parecía la mejor solución. En la cocina había una mesa pequeña que era lo suficientemente alta para funcionar como un escalón intermedio entre los dos pisos