Partida Rol por web

Dando un paso atrás apartándose de la señorita Miranda y haciendo un esfuerzo por no dejarse llevar por el pánico, lanza un puñetazo contra la señorita Miranda, no cree que esté en contra del grupo quizas tengan razón y este bajo algún tipo de hechizo, y al no saber que hacer y debido a lo debil que se encontraba optó por la acción menos descabellada que se le ocurrió y se coloco en una posición defensiva para intentar esquivar o parar los futuros ataques.  

El puñetazo impactó de lleno en Miranda pero el médico por precaución o tal vez por respeto a la recién adquirida amistad amortiguó el impacto. El golpe la pilló con la guardia baja pero no bastó para dejarla inconsciente.

-Menudo caballero estás hecho. -Se rió con desprecio a la vez que golpeaba en el aire con sus uñas. El policía se había apartado a tiempo pero estaba lo suficientemente cerca para advertir que aquello hacía tiempo que habían abandonado un aspecto humano y se asemejaban más a garras. ¿Quién sabe el tipo de daño que harían?

quedan 4 armadura.

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Temiendo por su vida al volver a ver aquel cuchillo que tenia Miranda en su poder, el historiador se lanzó hacía el viejo desnudo. Sin duda ya habia dejado de ser una persona normal, aquello era otra cosa y atentaba contra sus vidas. Trató de ayudar en la tarea y, con poca maestría pero mucha contundencia, propinó un puñetazo en los morros a su adversario.

Aquella aparición sin párpados recibió el impacto en su rostro sin resistirse. Apenas pareció verse afectada lo más mínimo a excepción de la carne de sus carrillos. Lo que fuese que cubriese su cráneo parecía haber perdido toda su elasticidad tal y como delató una recién creada abertura a través de la cual se vislumbraban los molares de aquella cosa confiriéndole una mueca irónica.

—Señor Bishop, intente inmovilizarla de alguna manera, nosotros procuraremos hacernos cargo mientras de esta criatura —gritó el detective al ver que Miranda no respondía de sus actos y que el disparo a bocajarro en la cabeza del muerto no había hecho el menor efecto.

Con el pulso tembloroso, Stokes dio un par de pasos atrás, observando como el señor Alan le propinaba un buen puñetazo en el que había sido mayor su daño en los nudillos que en la propia criatura.

Levantó de nuevo el arma y apuntó esta vez al pecho de la horrorosa monstruosidad. Apretó el gatillo, casi rezando que surtiese algún efecto en el demoníaco cuerpo.

BANG

El ensordecedor disparo seguía sin hacer demasiado efecto en la criatura, ajena a aquellos acontecimientos se encontraba Miranda que inútilmente volvió a intentar atacar a uno de sus compañeros, nuevamente cortó en el aire.

Smith no encontró nada al buscar, ni posiblemente fuese el mejor momento de encontrar algo que, de haberlo, requiere calma.

Sus amigos estaban ya en demasiados aprietos, y se decidió a intervenir también con la barra de hierro que aún llevaba en la mano. Un disparo no había hecho mella en la criatura. Golpes tampoco..

Por un momento Smith dudó si atacar a Miranda o a la criatura. A Miranda había que neutralizarla, o serían dos frentes a abatir. El señor Bishop lo había intentado sin éxito. Parecía que la mirada de la criatura era la clave.. A Smith se le ocurrió cegarle con su barra.

quedan 3 turnos en movimiento

La barra impacto en el rostro, además de la carne se escuchó un leve quejido en el cadáver. Con temor el periodista retiró la barra para encontrarse cara a cara con un rostro demacrado. Un rostro que era la encarnación de la maldad devolvió la mirada a su agresor, si se le podía llamar ser observado por un ojo sin párpado y una cavidad tan oscura como su alma.

El doctor no cejó en su empeño, consideraba que la señorita Thornton era un peligro no sólo para sus compañeros, también para ella misma. Volvió a insistir con un puñetazo, tal vez buscando noquearla, sin fortuna...

En aquel momento no pareció estar de humor para burlarse de nuevo del doctor, su tuerto rostro se encontraba contraído por los golpes confiriéndole un aspecto grotesco, más aquella aparición no parecía sentir el dolor. No era humana...

Volvió a atacar con un movimiento fugaz desgarrando ropa y carne a partes iguales. El detective al recibir el impacto de aquellas garras que tiempo atrás podían haber sido uñas se llevó la mano a su abdomen antes trastabillar hacia atrás y caer al suelo. 

-¿¡Qué pasó con el puto juguete maldito sodomita!?

Viendo que su compañero, el detective, había caído, Alan retrocedió y trató de ayudar a Bishop a noquear a Miranda con un puñetazo. Si bien, su golpe no tuvo mucho éxito y falló.

- ¡Señor Bishop! ¡Debe ocuparse de la hemorrágia de Stokes, rápido! - Por otro lado, dirigió su mirada al periodista, Smith, que llevaba un arma encima y no sabía si podría usar el revólver de Stokes. - ¡Smith! ¡Use el revólver!

Miranda encajó el puñetazo del doctor, encogiéndose, y cuando lo miró éste pudo darse cuenta de que algo había cambiado. Sus ojos ya no estaban vacíos de sentimiento e inexpresivos como hacía un segundo, sino llenos de lágrimas, perdidos en aquella escena tan espantosa. Poco a poco parecía que la mujer empezaba a darse cuenta de lo que estaba pasando, pero sin comprenderlo del todo, incapaz de encajar todas las piezas. Por todos los santos, ¿pero qué había hecho?

—Yo... no... 

Entonces vio a la criatura, y se le encogió el alma. Había sido él. No sabía cómo, no podía explicarlo, pero él era el responsable. Algo en su interior reconocía a aquel monstruo y la hacía temblar del miedo. Su voz, las garras... Había jugado con ella como si de una marioneta se tratara. Miró la hoja de la daga, sus runas bañadas con la sangre del doctor Bishop. Aquel demonio, o lo que fuera, parecía inmune a las armas mundanas... pero el cuchillo lo habían encontrado en aquella casa. Tal vez... 

Reuniendo todo el valor que pudo encontrar, Miranda se arrojó contra el monstruo, con la intención de apuñalarle. 

El periodista estaba internamente contento por el éxito de su golpe anterior, pero no sabría si podría repetirlo.. Ahora la criatura, además de enfadada, estaba herida. Stokes también, y parece que Miranda por fin había vuelto en sí.

Se abalanzó contra el ser maligno repentinamente, y tratar de repetir el éxito del golpe anterior implicaría poder darle a ella sin pretenderlo. No tiró la tan útil barra en absoluto, pero sí siguió las indicaciones de Monroe, cogiendo la pistola del detective y apuntando a la criatura. Pero no a un sitio cualquiera, sino al cráneo justo donde había sido herido. Parecía tener ya un punto débil, al menos.. Y Smith esperaba aprovecharlo, o el disparo se perdería en la pared. 

Recordó las tediosas lecciones de caza de su padre, que por aquel entonces le habían parecido inútiles, y ahora le vinieron a la mente.

Sujetó la barra de hierro bajo su brazo, y aseguró la trayectoria de la pistola con las dos manos. Al menos, la criatura era algo lenta de movimientos, esperaba conseguir buen resultado. 

A la criatura no le supuso apenas esfuerzo evadir aquel arma con la que intentaron atacarle.

-Te prefería cuando eras mi perrita-. Susurró en un volumen lo suficientemente audible mientras mantenía aquella deforme sonrisa fruto de las heridas. -Intentas dañarme con mi propio arma, ¡esa sí es...

BANG

La cabeza del desconocidó fue silenciada mientras se veía golpeada rápidamente hacia atrás... Poco a poco levantó nuevamente la cabeza, se encontraba cada vez más dañada cuestionando la inmortalidad de su portador.

-Este es mi momento.- Resolvió el médico aprovechando el tumulto para intentar reanimar a su compañero. -Respira, tiene pulso. -El médico trabajaba con una profesionalidad intachable fruto de la experiencia adquirida en la guerra, de repente su rostro se congestionó, algo malo parecía estar pasando...

-Señor Stokes, vuelva... ¡No se vaya!. -Empezó a practicar un masaje cardíaco el cuerpo inerte de su compañero, una y otra vez, aire, y vuelta a empezar. En segundo plano se iba materializando la amenazadora presencia de su enemigo que se iba aproximando lentamente. Al llegar a su altura alzó su brazo y falló por unos pelos al no calcular el momento en que tocaba insuflar aire a su compañero.

La corriente de aire no pasó desapercibida y temiendo por su vida se alejó dejando atrás el cadáver del detective.

El detective había caído y Bishop poco podía hacer por el. Parece que lo mejor que tenían era el arma de fuego que ahora empuñaba el señor Smith. Alan miró hacia sus compañeros, esperando que siguieran acosando a la criatura. El hizo lo propio y trató de golpearla con un puñetazo, aunque con poca fortuna.