Partida Rol por web

...y espera porque te digan "Forjados en la batalla", a lo que deberás de responder "Templados en sangre". Con eso como poco tendrás una noche de auspicio gratuito y una oferta de trabajo asegurada.- Alcanzó a oir la druida mientras el enano mantuvo el medallón frente al hombre en espera de que lo tomase

-Una noche de refugio y una oferta de trabajo es mucho más de lo que nadie me ha ofrecido desde hace mucho tiempo, Thorgrum, muchas gracias.- Respondió el explorador tomando el objeto ofrecido por e enano y llevádolo a su pecho -Tomaré muy en cuenta la oferta, si más adelante acudo a la capital. Que el camino te sea propicio, amigo mío.-

  Al parecer la druida solo había llegado a poder oír las últimas palabras antes de que el hombre marchase, pues tras aquello solo quedó un contundente apretón de manos y sendos gestos de despedida mientras el explorador levantaba la mirada y tomaba las riendas de su montura en espera de dar con lo que parecía andar buscando. Si iba a seguirlo tendría que aprovechar ahora, aquel hombre resultaba bastante esquivo y pese a que en la ciudad avanzase lento la multitud podría suponer un problema, sin embargo cuando regresó su atención a donde se encontraba descubrió a una mediana con su hijo preguntando sobre las hierbas que ofrecía, en concreto alguna que pudiera servir como remedio para las jaquecas y que ayudasen a sus hijos a crecer fuertes.

  Thorgrum no mostró más reticencia a dejar que el explorador marchara, parecía haber comprendido la situación perfectamente y ahora tenía algo mucho más interesante que un colega de profesión poco dispuesto a conversar, por lo que tomando la jarra comenzó a dar grandes tragos mientras seguía lanzando comentarios tratando de atraer la atención a cualquiera que juzgase como un potencial compañero de verbena.

  El medallón de Rompeyunques era bastante sencillo en apariencia, seguramente habría sido realizado en serie para los miembros de la compañía, tenía un hombre de armas blandiendo un hacha y una espada con las palabras "Perros de guerra de Darijorr" toscamente impresas en torno al mismo, al menos su aspecto era bastante mundano y el lustre estaba desgastado, pero juzgar siempre a un libro por sus tapas podía tener sus riesgos.

  Tomando a su montura por las riendas comenzó a alejarse no sin pasar por alto la sensación de estar siendo observado, estar rodeado de gente le hacía complicado descubrir de quien se trataba, pero sus instintos le pusieron a alerta, una herbolaria que anunciaba sus mercancías a plena voz, una pareja de medianos jugando a los dados y un hombre sentado en la mesa próxima a Thorgrumm bebiendo un cuerno de vino eran sus principales sospechosos, aunque tampoco podía asegurar con certeza si no seguirían siendo sus nervios que le traicionaban. Alzando la mirada para buscar un posible refugio en el que ocultarse no le costó mucho averiguar que en las cercanías se hallaba su objetivo, al otro lado de la plaza el letrero de "La Mesa Negra" hizo acto de presencia por lo que si lo deseaba podría refugiarse en su interior para decidir desde allí sus próximos pasos.

- Está claro que no se trata de un arma convencional- continuó el gnomo, asintiendo ante el análisis de Jake- incluso para ser mágica se trata de algo... diferente.

Avlin se frotaba el mentón, con cara de concentración, tratando de dar con la clave.

- Es posible que el espíritu de algún ser de los planos haya sido atrapado en el arma, otorgándole conciencia y vida propias.

El gnomo levantó la vista, como los demás, buscando un gesto de Corum que les dijera que iban en la dirección correcta.

Tome señora, esta es buena para los dolores de cabeza, dele un té pero nunca dos, al día.  Y sólo tres días, que con cuatro el dolor es otra cosa.  Y de crecer fuerte, este quelite es bueno, pero hágalo de comer todos los días, variando fruta y verdura de color.  ¿Ve ese puesto del mercado?  Visitarlo debe cada semana y comprar cuanto pueda caber en una mano, por cada hijo que tenga.  

Y del precio, hoy es gratis mi señora, pero no lo diga en alto para que no pierda clientes.  Le guiñó el ojo y salió volando tras Aldar, a riesgo de perderlo.  Tan amiguero él. 

   -¡Ja! Supongo que aunque me duela admitirlo sois bastante más suspicaces de lo que lo fui yo en su día.- Rio de nuevo el montañés, que viendo que nadie aproximaba su jarra paso a rellenar la suya antes de responder a las preguntas formuladas por sus invitados. -Tal como señaláis el arma esta "viva", aunque parece que por la cara que ha puesto el enano no a todos les hace mucha gracia. Esto es porque el mango esta tallado con algo que perteneció a un ser de gran poder y que pese a haber muerto más de mil años atrás aún dejo restos de esa fuerza en sus huesos. A eso que me refiero es lo que le da gran valor al arma y que pueda ayudar a desvelar el misterio de los istharok. Como no quiero volveros locos tampoco puedo responderos ya y deciros de que ser se trata a no ser que el orgullo os empuje a aguantar un poco más el suspense. Lo digo porque una vez terminemos con esto, si no pensáis cenar, nos quedaran los dados o que otro siga con sus historias a no ser que tengáis alguna otra clase de propuesta.-

Gruñí cuando Corum confesó que el mango de aquel mágnifica arma estaba hecha de hueso o de algo similar. Me tensé, victima del cerval terror que los enanos teniamos con respecto a honrar a nuestros muertos.

- Barbas de Moradin... No queria creerlo... Los enanos quemamos a nuestros muertos... En las forjas o en piras funerarias... Copón...- Trinqué un trozo de tasajo para masticarla lenta y pausadamente antes de continuar.-  Todas las armas enanas llevan marfil de hueso como decoración y recordatorio de enemigos derrotados... Pero nunca uno de los nuestros...

Me meso la barba, escuchando a mis compañeros.

- Todas las armas, con el tiempo, desarrollan una especie de consciencia, de... "vida". Pero es porque la piedra y el metal están vivos. Las montañas crecen y mueren... Eso lo sabe todo el mundo, ¿no?

Avlin, obviamente, recurre a la explicación más "lógica": la magia. Y Corum se muestra condescendiente con nosotros, haciendo que arrugue la cara.

- Danos un momento más, Corum... Tenemos claro que este hacha es mágica y que su fuente de poder tiene que ver con el material con el que esta hecho el mango. Si, como dice Avlin, se trata de un ente... Yo creo que es un espiritú... Y, si nos fiamos de lo que representa las cabezas del hacha... Debe ser un animal...

Miro a la mujer pelirroja.

- ¿Un lobo, tal vez?

No había acertado el particular acertijo, pero al menos no iba muy desencaminada según dijo Corum. No creí oportuno añadir nada más, pues Jake ya dijo en voz alta lo mismo que yo había percibido al tocarla. Parecía que sí había algo vivo en el arma, lo cual escandalizó algo a Balakar, lanzándome al final la pregunta de si podría tratarse de un lobo.

- Puede que uno de esos Jumalasu, ¿De ahí la obediencia de estos? Como si se tratara de una especie de alfa. – dije en voz alta, aunque mirando a Balakar, mientras me encogía de hombros.

Algo aburrida ya de esperar la resolución del acertijo, aunque sin querer manifestarlo por el deseo del hijo de Moradin de seguir intentando descubrirlo, me terminé la jarra de vino de otro par de tragos, con mi codo apoyado en la mesa y mi cabeza sobre esa mano.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? – pregunté de forma repentina a la mesa. – Dijiste que Aldar no tardaría más de una hora… - añadí mirando a Corum, poniéndome nuevamente algo tensa al pensar en el enano.

Avlin aprovechó la apertura oficial del picoteo a partir de que Balakar cogiese un trozo para servirse él también un poquito mientras escuchaba las elucubraciones de sus compañeros.

- Esperad, esperad- pidió Avlin que empezaba a divertirse con el juego- si todo eso que insinuáis fuese cierto. Tal vez podría significar que el arma podría permitir a su portador hablar con los lobos, incluso forzar mágicamente su obediencia.

El gnomo sintió como se le secaba la garganta repentinamente y tuvo que hacer una pausa para beber un trago antes de continuar.

- Pero- su cara pasó a la preocupación- si eso fuese así, los Ishtarok nunca habrían permitido que un objeto así escapase de su control, con honor o sin él. A no ser que el arma también les controle a ellos, de algún modo.

Jake aprovechó que se había levantado para pillar algo de comida y rellenar su copa. No era mucho de comer, sabía que los excesos se pagaban y en su oficio cualquier descuido se pagaba con la vida.

Volvió a su asiento para escuchar a sus compañeros. No le interesaba el arma, al menos no en estos momentos. Valoró volver más adelante para "negociar" con el gigantón la transacción, estaba convencido que podría sacar un buen pellizco por ella.

Seguro que no tardará.- trató de tranquilizar a la pelirroja. Se habrá parado a tomar otra cerveza con quien haya ido a ver. 

Miró a Freya esbozando un a sonrisa apaciguadora. Era hora de limar esas asperezas que ella y Aldar habían creado, pero que él se resistía a quitar. Al menos ella había dado un paso al acercarse, aunque eligiera un mal tema para hacerlo.

Tras la charla con ese enano, que debo reconocer que no ha hecho objetivamente nada para hacerme sospechar, pero del que no puedo evitar sospechar igualmente, me avisa la desagradable sensación de estar siendo observado. Nuevamente, me repito lo mucho más sencillo que es todo en el mundo de ahí fuera, en la naturaleza, donde el depredador no se oculta entre sus iguales. El mito del lobo caminando alegremente entre ovejas se corresponde más a una fábula acerca de lugares como éste.

Sin embargo, tengo mi objetivo a plena vista. La Mesa Negra, el lugar donde encontrar a ese explorador. Tomo nota mental de cuanto hombre o mujer me ha resultado sospechoso aquí fuera, y dejó al caballo bien amarrado junto a un suministro de agua, dirigiéndome al interior de la taberna. No debería costar mucho dar con ese semielfo, liberando un par de monedas extra al tabernero al pedir una jarra de cerveza, supongo. Es alguien que frecuenta este lugar, y no debería tener motivos para ocultarse.

Sonreí un apice ante el encogimiento de hombros de Freya. "Aldar removeria cielo y tierra por esos hombros." Aunque esa sonrisa se desvaneció en cuanto me dí cuenta de que mi pequeña niña estaba preocupada por el hombre de los bosques. "Ah, señor de los enanos... Danos un respiro..."

- Es posible, si. Explicaria la obediencia de esos seres... Y, ahora, haz el favor de relajarte, niña. Conociendo a Aldar, habrá escogido el camino más largo y retorcido solo para ir detras de un arbol... Jajajaja.

Solté una risotada un poco forzada para calmarla.

- No tardaré en volver para que podamos cenar y para que Corum nos resuleva el maldito acertijo.- Espeté, lanzandole una mirada de soslayo, antes de lanzar una anhelante ojeada al estofado que bullia alegremente en el fuego.

Con un suspiro, devolví mi atención a la mesa, rascandome la mejilla.

- Coincido con Avlin. No recuerdo ningun arma que otorgase la capacidad de hablar con las bestias salvajes... Aunque si recuerdo uno o dos martillos enanos capaces de cantar mientras hendian cabezas de trasgos y orcos. No veo porque no podrian hablar con lobos, por ejemplo.- Tomé otro trago y eché mano de un trozo generoso de carne curada.- Pero un arma así no se otorga a cualquiera.

La intervención de Sully se gano un asentimiento de agradecimiento por mi parte.

- ¿Ves, Freya? Deja de preocuparte... Eres demasiado guapa como para que te salgan arrugas... Jajajaja...- Esta vez mi carcajada fue un poco más sincera y le guiñe un ojo a la barbara como muestra de complicidad y camaraderia.- Bastante arrugado esta ya el vejete, ¿no te parece?

  Aldar pudo recortar la distancia que lo separaba de la entrada de la taberna con relativa facilidad, la presencia de la bestia de carga tras él y su cara rebelando su falta de intenciones de entablar nuevas amistades fueron más que suficientes para que el gentío se apartase.

  Aprovechando la lejanía del abrevadero lanzó un par de miradas furtivas a su espalda, parecía que a lo mejor aquella sensación de estar siendo observado podría venir más un impulso a estar alerta al encontrarse en un lugar tan poco agradable para alguien de su naturaleza que de una razón bien fundada, pues por lo menos en esos momento nadie lo había seguido.

  Y tras el pequeño paréntesis llego a la puerta de la taberna, a aquellas horas aún se mantenía abierta de par en par, repleta de paisanos y transeúntes por igual deseosos de pasar un  buen rato compartiendo bebida y comida para llenar sus estómagos y juegos de apuestas e historias para quienes quisieran algo más. Un rápido vistazo le dio toda la información que necesitaba, en una mesa un grupo de enanos y mercenarios se esforzaban en recrear la engorrosa escena protagonizada por Balakar al poco de llegar a Saduj compitiendo en un juego para medir su tolerancia al alcohol, por otra parte un grupo de jóvenes fingía hablar entre ellos mientras lanzaban miradas furtivas a un grupo de damiselas que actuaba igual de mal mostrando que no eran conscientes de los primeros, el resto de mesas se llenaban por pequeños grupos menos variopintos más interesados en lo que transcurría en sus respectivos tableros que en lo que pasaba a los alrededores y entre todos ellos un grupo de meseros se afanaba en abastecer a todos los presentes.

  En fin, nada que no hubiera visto antes, o al menos así parecía hasta que finalmente poso su mirada en la barra tras la que cual se encontraba la cocina. Estaba claro que la figura que allí se encontraba no encajaba con el resto del cuadro, aquel hombre no estaba bebiendo, en su lugar examinaba los alrededores como si estuviera valorando posibles amenazas, su presencia era bastante amenazadora, con la mitad del rostro cubierto por un pañuelo rojo, por si eso fuera poco sus ropas de cuero tenían más semejanza con alguna clase de armadura ligera que con los atuendos que alguien llevaría puestos en aquel ambiente. Justo en ese preciso instante sus miradas se cruzaron y las dudas del explorador se despejaron al instante, aquella mirada era como la que solo podían dedicarse dos lobos en medio del rebaño que acabaran de reconocerse. Sin embargo, tras posar su ojo en Aldar para examinarlo, del mismo modo que el lo había hecho antes, no mostró interés alguno y siguió sentado en su taburete como si nada hubiese pasado.

  Amaranta tuvo que andarse con cuidado de no perder el equilibrio en un par de ocasiones esquivando a todo aquel gentío acelerado, el explorados la sacaba una mínima ventaja y ella no podía permitirse quedarse atrás si no quería perderlo de nuevo. Por suerte para ella el caballo del que Aldar tiraba era algo lo suficientemente grande como para tomar de referencia entre la multitud y una vez el explorador cruzó la calle para amarrar a la bestia en un abrevadero cercano la druida logró reanudar el contacto visual con su excompañero. La elfa no podía estar del todo segura, pero el hombre parecía un poco tenso, como si se mantuviese en guardia pese a haber cruzado aquella empalizada. Poco después se introdujo en un local, una taberna sobre cuya arcada colgaba el letrero de "La Mesa Negra" escrito en común. Desde su segura posición pudo ver como el humano se mantenía en medio de la entrada sin acabar de cruzar el umbral.

  El grandullón se mesó las barbas entretenido mientras atendía la nueva ronda de respuestas y la breve queja de la pelirroja que mostraba una tensión que no pudo alcanzar a comprender del todo.

 -Puedes escuchar tranquila a tus compañeros, lo más seguro es que alguno de ellos acierte con respecto al montaraz, si te deja más tranquila siempre podemos terminar esto y salir en busca del montaraz tras la cena.-  Tras aquello, Corum fue directo a por la jarra, por desgracia esta se encontraba vacía de nuevo por lo que la devolvió a la mesa cargado de frustración mientras iba en busca de algo con lo que llenarla de nuevo. Sin embargo, se detuvo a mitad de camino como cayendo en la cuenta de que quizás por el momento vendría bien detener aquel ritmo frenético, especialmente si acaba teniendo que ir en busca de jovencitos aventureros sin tanta tolerancia por el alcohol o algo por el estilo. -Bueno, alargar esto quizás empiece a ser excesivo, de hecho...- El montañés no pudo evitar contener una carcajada antes de continuar. -quizás sea lo mejor, los jumalasu eran grandes, pero no se yo si hubiéramos logrado sobrevivir a un lobo con semejantes huesos. Tranquilos, no es una burla hacia vosotros, es solo porque, como dije antes, yo también pasé por la frustración de desconocer de donde provenía el mango del hacha. 

  Como decía se trata de una bestia muy antigua ligada a multitud de leyendas. Es un hueso de un antiguo dragón, como demonios semejante reliquia pudo llegar hasta aquel valle es un misterio. Esto, sumado a que la cabeza proviene del acero de una forja, algo que generalmente esta fuera del alcance de las tribus bárbaras, hizo pensar al gnomo que aquel lugar pudo haber sido en el pasado un emplazamiento de los caballeros dragón. A partir de ahí el como pudo llegar a mano de los istharok y sus capacidades especiales es pura especulación, aunque al parecer el gran tamaño, su corpulencia y control sobre las bestias podrían revelar un lejano parentesco, aunque claro, eso también lleva a plantear muchas otras dudas y yo no soy Gnorflin ni Jardal para responderlas.- Una vez resuelto el misterio una sonrisa se dibujo en el rostro del robusto hombre que volvió su vista al fuego, al parecer la charla había sido lo suficientemente larga para permitir que la cena comenzase a estar lista.

  -Bueno, podemos seguir esperando al muchacho con alguna pregunta más, una nueva historia, juegos de azar o empezar a calentar nuestras tripas con algo de comida, cualquiera de ellas me vale.-

- Wow- exclamó Avlin entusiasmado.

El gnomo casi no podía estarse quieto y pegaba saltitos como un niño nervioso antes de que le den un regalo. Todavía no podía creer lo que le estaban contando.

- Esto si que es una historia. Jumalasu, dragones, armas mágicas, caballeros dragón... por las barbas de Hamarragh que Gnorflin sabía bien lo que buscaba. Yo digo que sigamos investigando tras los pasos de Gnorflin, al demonio con la montaña y sus misterios. Esta es una historia de auténtica leyenda. Nuestros nombres serán cantados en las canciones.

La mente del gnomo divagaba extasiado con las posibilidades hasta que recibió un cachete de Balakar que soportaba estoicamente la cháchara justo detrás mientras esquivaba la coleta del mediano entre salto y salto.

Resoplé con fuerza, frotandome la mano despues de la colleja que le habia tenido que soltar al gnomo, para calmarle.

- Basta ya, Avlin. Comportate.- Le lanzé una mirada severa, digna de un padre.- Nos avergüenzas.

Huraño, me dedique a la bebida, mientras rumiaba que podiamos hacer a continuación. La preocupaciónde Freya era evidente, aunque no parecia haber pasado demasiado tiempo desde que se marchase.

- Bien. Os propongo echar unas manos de dados. Si despues de... no sé... 30 puntos, Aldar no esta de vuelta, nos acercamos a por él. ¿Que os parece?

El interior de la taberna es más o menos lo que cabría esperar, el tipo de gente habitual en esos lugares que, realmente, no me resultan del todo agradables. Por supuesto, son menos desagradables en pequeñas aldeas que en las grandes ciudades amuralladas, pero aún así continúa sin ser mi ambiente.

En medio de ese jolgorio, de los cánticos beodos y las competiciones enanas, detecto en seguida a un hombre que, como yo, no parece encajar. Nos miramos un instante, lo suficiente como para reconocernos como depredadores de otro lugar, y como para saber la dirección que debo tomar. En dirección a la barra lo suficientemente cerca de ese hombre como para que pueda escucharme.

A las buenas, tabernero. -Saludo apoyando los codos en la barra, pero sin tomar asiento- Una cerveza para mí, y otra a mi cuenta para aquel que llaman Durian, si se encuentra aquí. -Digo lanzando una mirada de soslayo al desconocido. Sólo hace falta una pequeña reacción...