Partida Rol por web

Abro mi mochila y le ofrezco a Baga, un trapo algo ennegrecido y un pequeño frasco de aceite. Y mientras lo recoge, echo un vistazo a su espada. La hoja es grisácea y a lo largo de su filo, se pueden observar mas de una melladura causada por el uso. No obstante, el metal conserva su consistencia y no hay indicios de una posible fractura. Le tiendo su espada a Baga mientras digo.

Que te sea útil en los días venideros y que logre atraer la victoria para tu causa.

Y tras decir esto, vuelvo a cerrar la mochila mientras añado.

Ya me devolveras los materiales cuando termines. De momento, sugiero que  continúes en el carro reponiendo tus fuerzas. Pues creo que acabaras necesitandolas en breve.

Y dicho esto, miro hacia delante.

Pues bien, si hemos acabado el almuerzo, propongo que continuemos. No quisiera perder mas tiempo del estrictamente necesario.

Edha escucha atentamente a sus compañeros sentada en una roca, con la punta de la espada enfundada apoyada suavemente en el suelo, cómo jugando con ella; su mirada esta enfocada al mismo sitio, la guerrera mira cabizbaja los pequeños surcos que se van haciendo en la tierra, parece que recordando algún pasado episodio de su intensa vida, hasta que toma la palabra -En la guerra es más util creer en la victoria, que disponer del mejor armamento... no se exactamente a que tribu pertenecerían esos guerreros, pero me he enfrentado en más de una ocasión a fuerzas parecidas y gracias a su fé, ferocidad y tenacidad pueden resultar igual de letales que los ejercitos más disciplinados- sus palabras suenan experimentadas, incluso intimidan un poco dichas por alguién que sostiene un espadón cómo ese en sus manos -Amlaith tiene razón, esto tiene pinta de ser algo más que una simple incursión de los Cultirith, los arcaicos guerreros de los que habla Baga han realizado un viaje considerable para llegar a estas tierras.- En esos momentos se pone en pie y se ata lentamente la funda de la espada - En lo que no estoy tan de acuerdo es en nuestra posición cómo salvadores, el sitio más seguro ahora mismo es el Tirthon, eso si no lo han asaltado ya...-

Me cuesta la misma vida sostener un rostro impertérrito ante mis compañeros, porque un caudal de negros pensamientos me lleva por los rápidos de la angustia: “Qué historia más desgarradora ha contado el muchacho. Y qué negra premonición ha lanzado la guerrera. ¿Qué pasará si no encontramos refugio en nuestra meta, si me asesinan en estas regiones inclementes? Mi madre, mi padre, no saben dónde ando… Pero, ¿qué he hecho, cómo me fui sin decir ni una palabra, acaso tengo el corazón lleno de púas?”

Siento la garganta áspera como la piedra de afilar que Amlaith le acaba de prestar a Baga. Al comienzo del almuerzo, había buscado distracción apoyado en el carro donde van los heridos y cortando las tiras del queso más mohosas y echándoselas al gato de Ivorwen, pero ahora lo vuelvo a guardar, extinguida el hambre.

“¿Nos pillará la noche en campo abierto?”, me siento tentado de preguntar, pero temo quedar como un necio. Sí me apresuro, gozoso de la urgencia del dúnedan por retomar la marcha, a recoger mi zurrón. Si bien el paseo de la mañana ha sido más que provechoso, nos conviene apurar la tarde.

Antes de ocupar mi puesto en vanguardia, le presento mis condolencias a Baga:

-Siento mucho tu pérdida. Por fortuna, la luz de los tuyos sobrevive en ti. Deseo que caliente tu corazón como un hogar de amor y experiencia antes que como un fuego de venganza.

 Una vez terminado el breve descanso para la comida, me levanto y recojo mi arco, preparado para volver vigilante a la cabeza de la comitiva. Escuchando las intervenciones de los demás, estoy de acuerdo en que nuestra mejor opción está en llegar cuanto antes a la torre del Tirthon.

Por supuesto que estoy pensando en ello amigo mio.

Respondo a las palabras de Harandir girándome y dejando de mirar el camino.

Y si eso fuera asi, al estar bajo vigilancia, ya podéis imaginar todos los que nos esperara cuando nos aproximemos al Thirthon. Es fácil de deducir.

Ya que estos lobos se han mostrado incapaces de detenernos, es altamente posible que seamos emboscados por fuerzas mayores. Ahora bien. Si al final, acaban siendo mayores en numero o en poder, eso ya no puedo saberlo. Y puesto que hemos de tener presente la posibilidad de sufrir un nuevo ataque y esta vez, a campo abierto, querría que ocurriera lo mas cerca de nuestro destino. Y también, que contáramos con todas nuestras fuerzas disponibles. Por eso no quiero que ni Baga ni Ivorwen, se excedan de momento. Cuanto estén totalmente recuperados, mejor.

Mi charla no contribuye a serenar los ánimos precisamente. Y viendo los rostros de mis compañeros, añado con torva sonrisa.

De todos modos, también puede ocurrir que este equivocado. No obstante, tened prestas vuestras armas.

La caravana se pone en marcha nuevamente después de la frugal comida y la posterior charla, los aventureros han sacado durante ella algunas conclusiones sobre la incursión en el poblado dunledino de fuerzas combinadas, así cómo del ataque del grupo de lobos comandados por un huargo, algo bastante raro en opinión de la guerrera Edha y el cazador Harandir.

El camino es igual que todo el día desde que salisteís del Maig Tuira, transcurre casi imperceptible por una vegetación cada vez más densa, subiendo y bajando, serpenteando por un bosque de hayas en una estampa completamente otoñal, el suelo húmedo y lleno de hojas, los colores rojizos de casi todo lo que les rodea, las copas de los árboles prácticamente peladas; Dagar les explica que el trayecto es muy poco concurrido y puede que los vehículos tengan dificultades en algún punto, aunque al menos de momento, los dos carromatos avanzan pesada pero constantemente y, si no fuera por los malos presagios y los hechos acontecidos anteriormente, los viajeros tendrían motivos para estar contentos, pues no han sufrido ningún percance en toda la jornada.

Cuando ya han transcurrido unas tres horas desde la salida del poblado dunledino, en una de las bajadas, que por otra parte ya empiezan a ser habituales y donde los bueyes tienen que ir frenando para que el carro no se embale, Harandir levanta el brazo y avisa a Lolyan señalando el sitio donde cree haber visto algo moverse, la caravana se detiene de inmediato y por un momento todo queda en el más absoluto de los silencios, el cazador está seguro de que a unos 150 metros algo o alguien se esconde tras unos matorrales...

Allá a lo lejos, a unos 150 metros, me parece divisar algo que se mueve por entre la cobriza vegetación. Levanto el brazo al instante, temeroso de una emboscada, y no tardo en gesticular y hacer señas a Lolyan para que escrutara con sus agudos ojos en la dirección en que me parecia haber detectado algo. Puede que simplemente fuera un corzo o algún otro animal, pero teníamos que ir con pies de plomo, no quería que nos pillaran desprevenidos si alguien se escondía en el bosque.

Me giro para indicar a los demás igualmente la situación, sin mencionar palabra. A nuestro alrededor sólo se oía el murmullo de las hojas de los árboles mecidas por la brisa, ni siquiera el leve canto de un pájaro rompía esa extraña quietud que nos envolvía.

Parece que, frente a todo pronóstico, mi atención se había relajado en este tiempo, tal vez bajo el influjo de los tonos melancólicos presentes en la naturaleza. Son los gestos turbadores (con la turbación de lo barruntado al postergarse) de Harandir los que me obligan a poner los pies en el suelo y retomar conciencia de lo comprometido de nuestras circunstancias.

Asiento al hombre (pero las manos ya están a lo suyo, interpretando el arco), y con proceder furtivo me aparto hacia la margen derecha del camino, aspirando al abrigo de un tronco unos metros por delante de la caravana. Desde aquí, escudriño la posición señalada.

Continuamos avanzando hacia nuestro destino totalmente alertas a nuestro entorno. Y esa precaución, no tarda en dar sus frutos. Pues Harandir, de pronto, nos hace una señal, Inmediatamente me preparo para combatir deslizando mi escudo sobre mi brazo izquierdo y preparándome para desenvainar.

Entretanto, Loylan se adelanta tratando de identificar al posible objetivo. Yo me giro y, por señas, le indico a los demas la situación. Y satisfecho, veo como el resto de mis compañeros, sin emitir ruido alguno, se preparan.

Tras esta comprobacion, vuelvo a girarme y examino el terreno para descubrir unas rocas que me permitirían colocarme en posición avanzada a la izquierda del camino que seguimos.

El camino transcurre tranquilo y relativamente en calma. No hemos visto ni rastros de lobos y menos de los responsables de la masacre de mi pueblo; no se si alegrarme o no ya que pretendo darles caza pero lamentablemente no estoy preparado para ello. La herida en el costado aunque curada con gran habilidad sigue doliéndome. Espero estar recuperado lo antes posible o que el dolor esté dentro de lo permisible para poder moverme, lo de ir sentado en un carro no va conmigo.

En un momento dado noto al resto algo alborotado, parece que unos movimientos han llamado su atención. Espero que no sea nada peligroso y menos una emboscada, ojalá fuera un jabalí o un ciervo. Me apetece algo de carne jugosa y es lo más jugoso que hay por estas tierras.

De todas formas agarro la espada con fuerza y me preparo por si la sorpresa no es agradable.

Durante el dia había comprobado algo satisfecha que el brazo ya no me dolía aunque casi no podía moverlo. Continúo con el cabestrillo haciendo ronronear al gato arathorn mientras pienso si en el Thirton habrá algún sanador para Baga y para mí.

Y como no podía hacer mucho más me dedico a repasar mis conocimientos, percatándome de que aún me falta mucho por aprender.

Estaba concentrada en ello y sólo me entero que pasa algo cuando la carreta se para. Me asomo y veo a Harandir haciendo señas silenciosas a Loylan señalando algo a varios metros de distancia, entre la vegetación. Loylan asiente y observa. Amlaith se percata de la situación y nos manda silenciosamente que estemos en alerta.

Asiento a sus gestos, viendo que Baga también asa su espada.

Acaricio la daga con el brazo bueno mientras salgo del carro y me quedo allí mismo, con la mano apoyada en la madera mientras miro a ver que hacen el resto. Sólo haría falta un salto para volver a meterme dentro. Entorno los ojos mirando al vacío, quedándome quieta, intentando recordar...

Edha se da por enterada de lo que pasa en seguida desenfundando el arma de la espalda, acto seguido, con paso firme y seguro, se mueve por detrás de los carros, a la izquierda de Amlaith y a la vista de este, flanqueando así aún más, y a pesar de que se encuentran todavía bastante lejos, a lo que quiera que sea lo que se esconde detras de aquellos matorrales.

El silencio que rodea la escena es sólo roto por el ruido de furtivos pasos entre la maleza, nadie ha dicho nada desde que avistaran el extraño movimiento pero todo el mundo toma precauciones. Mientras los demás se mueven, los que permanecen en los carros se quedan quietos cómo estatuas, esperando acontecimientos.

Desde su posición. se ven todos los unos a los otros, pero el mejor colocado para divisar a un posible enemigo es el elfo, en la otra parte del camino, puesto que al resto un pequeño monticulo les tapa la visión y de asomarse para ver algo,  se descubrirían. Aparentemente no hay nada extraño que frene su avance, nada se ha movido desde que Harandir percibiera algo unos metros más adelante...

Desde tú posición y con tú potente vista de elfo puedes observar a alguién tumbado detras de los matorrales, mirando furtivamente de un lado a otro, queriendo descubrir por donde avanzan hacía donde está él. No puedes percibir bien si lleva armadura o va armado, sólo le ves parte de la cara y los movimientos de cabeza que hace...

Sin apenas dejar huellas en la hojaresca que cubre el suelo del bosque, Edha se coloca cerca de mi a cubierto detrás del afloramiento rocoso. Apenas giro la cabeza para ver su avance y cuando llega junto a mi, hago un breve gesto con la cabeza.

De nuevo, vuelvo a prestar toda mi atención a nuestro compañero de las Falas para tratar de descubrir, por sus gestos, si logra identificar la amenaza potencial. Pues desde nuestra posición, ni Edha ni yo podemos asumir el riesgo de asomarnos. Pero no obstante, presto atención a cualquier posible ruido por si lograra descubrir el típico tintineo de metal que producirán las piezas de una armadura al rozarse.

Hago una señal a los de mi izquierda para que suspendan de inmediato toda palabra o movimiento.

Vuelvo a observar para asegurarme. A continuación, les señalo hacia el punto de delante y les presento un dedo.

Se queja el cuerpo del arco al ser combado otra miaja; la cuerda profundiza en el culatín de la flecha. Hago ademán de ir a disparar, pero niego a mis compañeros con la cabeza.

Les hago un gesto para que avancen por su ribera, mientras que yo hago la pantomima de hacerlo por la mía, y me encojo de hombros, esperando su reacción.

En total silencio, giro la cabeza para descubrir a Loylan observandonos a Edha y a mi. Doy un pequeño codazo a Edha para llamar su atención y le señalo a Loylan. Y una vez que ambos prestamos atención, Loylan se comunica por gestos.

 Nuestro compañero elfo, nos indica el mejor curso de acción, pues solo el logra divisar al objetivo. Un movimiento de flanqueo aprovechando la cobertura del bosque para pasar desapercibidos. Asiento con la cabeza y compruebo que mi espada se halla por completo dentro de su vaina. Vuelvo a colocarme el escudo sobre mi hombro izquierdo y tras asegurarlo para que no se mueva y haga algún ruido, le indico a Edha que ya estoy listo para ponerme en movimiento.

Me coloco igualmente a la izquierda del camino, con una rodilla apoyada en la hojarasca y resguardado detrás de las rocas en el que no había tardado en posicionarse Amlaith, atrás de él. Una mano sujetando el arco, la otra en la cuerda, distendida pero con una flecha ya preparada. 

Giro la vista un momento hacia los carros, atrás quedaban Dagar, Ivorwen y Baga. Acto seguido veo cómo el elfo se prepara para disparar, pero no ha de ver el tiro demasiado claro, pues finalmente se decide por indicarnos a los demás que avancemos por nuestro lado. Quedo secundando a Edha y Amlaith, preparado para salir tras sus pasos y cubrirles.

Veo que nadie abre la boca ya; todo el mundo ha empezado a prepararse para la acción. Desde mi posición en el carro no veo mucho y no tengo pensado levantar mucho la cabeza para no recibir un flechazo; son los peligros de no llevar yelmo puesto aunque de momento las ventajas superan claramente las desventajas.

Impera la ley del silencio, levanto un poco la cabeza para ver que sucede y poder prepararme por si hay algún ataque. No creo que pueda luchar mucho desde el carromato pero si puedo prepararme para defenderme. La espada la tengo bien sujeta con mi mano y creo que haciendo un gran esfuerzo podría ponerme de pie y presentar batalla durante un corto periodo de tiempo. No creo que durase más de dos asaltos pero prefiero morir con orgullo aunque mi muerte sea rápida y poco honorable.

Sigo atento ante cualquier movimiento brusco, respiro profundamente para intentar tranquilizar mi corazón que se acaba de acelerar. Demasiadas emociones para la vida de un pastor en pocos días.