Partida Rol por web

Ambos podeís ver cómo otro lobo negro parecido al que os ha estado acechando a vosotros está apunto de abalanzarse contra el elfo, que desde encima del muro le lanza una flecha con premura, sin tenerla cargada.

Entrecierro los ojos satisfecho al ver el resultado de mi primer ataque. Este lobo, esperaba encontrar una presa fácil. Y su destino ha querido que se encontrara conmigo. Ahora el animal ruge de dolor y cólera mientras un reguero de sangre emana de la herida que le ha infringido mi acero. Pero yo, no bajo la guardia y lo observo con atención esperando su próximo movimiento.

Mi oponente peludo, lanza una nueva dentellada dispuesto a desgarrar mi carne. Y aunque esta vez no soy lo suficientemente ágil como para apartarme por completo de la trayectoria, mi espada relampaguea describiendo un semicirculo perfecto para golpear, con fiereza, sobre el animal. Y he aquí que en ese preciso instante, escucho el viso de nuestro compañero elfo. Sin perder de vista al lobo, digo.

¡Deja que las bestias que rondan por aquí intenten atacarnos!. Si puedes, trata de cubrir el avance de la caravana. Ellos avanzan a campo abierto y son unas presas mucho mas fáciles.

Mi primer intento por herir al lobo que tengo delante no sale tan bien como esperaba, la rapidez del animal me sorprende y mi espada sólo consigue hacerle un leve rasguño a la criatura. Ésta, aprovechando la situación, se hace un hueco en mi defensa y llega a morderme en la pierna.

El ataque del animal hace que retroceda un par de pasos al sentir como sus colmillos se clavan en mi carne, pero la herida no ha sido grave y vuelvo a aproximarme al lobo empuñando con fuerza la espada. No acabarás conmigo...

Cuando me encuentro de nuevo a unos centímetros de mi adversario, con un rápido movimiento levanto el espadón con ambas manos y me dispongo a clavarlo en el cuerpo de la criatura, pero las palabras de Lolyan desde lo alto del muro me distraen momentánemente, haciendo que mi ataque no sea tan preciso como intentaba.

La cosa se estaba complicando, si justo unos segundos antes creía que los lobos que nos estaban acechando se irían en cuanto viesen el poblado, ahora me encuentro con que otros lobos los están atacando!

Veo a Loylan disparando contra uno y otro lobo, más grande,  que está a punto de abalanzarse sobre él.

Desgraciadamente no tengo más armas que dos dagas que no haran mucho daño y con la distancia que hay seguramente se quedaría a mitad de camino. En cambio Harandir con el arco que llevaba preparado todo el tiempo...

Mientras me decido y me muevo para proteger a Dagar en caso que un lobo decida meterse cuerpo a cuerpo, le hago señas a Harandir para que dispare al lobo que está a punto de atacar a Loylan.

¿Donde estarán los otros?

Cuando por fin llegamos a alcanzar a ver el campamento, observo preocupado que no eramos los únicos del grupo con problemas con lobos, la situación pintaba peor de lo que imaginaba. En lo alto de la muralla divisaba a Lolyan, luchando contra otros dos lobos más que le amenazaban, y probablemente Edha y Amlaith se encontraran dentro del campamento. No, esto no pintaba muy bien...

 Veo, alertado por Ivorwen, que uno de los animales se preparaba para atacar al elfo, y sin pensármelo un instante disparo hacia su posición la flecha preparada en el arco. Por el rabillo del ojo, alcanzo a ver al mismo tiempo que los lobos que nos acechaban se deciden también a lanzar su ataque, e intento girarme para afrontar al fin a las bestias. Definitivamente la situación empeoraba por momentos...

RESOLUCION TURNO 2

Amlaith y Edha siguen luchando encarnizadamente con los animales practicamente espalda con espalda, conteniendolos por el momento. A pesar de estar gravemente herido, el lobo que se encuentra frente al montaraz, muestra su fiereza lanzando un desesperado ataque hacia su rival, al que intenta morder en un muslo, llegandole a rozar haciendole un pequeño arañazo, pero quedandose de nuevo descubierto para el ataque del humano. Amlaith aprovecha la situación con maestria descargando un golpe letal que se hunde en el lomo del animal, este cae al suelo mortalmente herido envuelto en espasmos, no tardará demasiado en morir sobre un charco de sangre...

Muy próximo a ellos esta Edha, en una contienda mucho más igualada, esta vez la guerrera vuelve a adelantarse tomando la iniciativa, pero esta vez el lobo consigue esquivar su ataque atacando inmediatamente después y mordiendo ligeramente muy cerca de donde lo ha hecho antes. Las cosas siguen igual por el momento, pero la mujer guerrera esta aguantando bastante bien las acometidas de su rival...

En lo alto del muro, Lolyan ve cómo un enorme animal negro corre directamente hacía el con la clara intención de abalanzarse sobre su posición. El elfo decide valientemente hacerle frente y, a pesar de no tener su arco cargado, intenta disparar con un rápido movimiento. llevando su mano al carcaj para cargar y tensando la cuerda en sólo unas décimas de segundo. Pero a pesar de su pericia el disparo sale muy desviado, y Lolyan contempla cómo el animal se aproxima hacía él si remedio...
En el último momento la suerte parece ponerse de parte del elfo, que ve cómo el lobo, en su ansia por atraparle se pasa de frenada derrapando y sin poder saltar, en cuanto se recupera pone sus dos patas delanteras en la pared del muro y amenaza con sus dientes al humano, que se ha salvado por los pelos...

La comitiva ya se encuentra a pocos metros de la entrada del poblado, pero la situación es crítica, ellos esperan un inminente ataque y sus compañeros ya están enfrascados en él. Precisamente por eso, porque uno de los huargos está apunto de abalanzarse contra su compañero el elfo, Harandir decide disparar la flecha que tenía preparada para defenderse y evitar así que el elfo salga mal parado del ataque.

El nórdico apunta a su objetivo que corre ajeno al ataque que va a recibir, pero se pone nervioso en el último momento y la flecha sale muy mal dirigida, golpeando con su parte trasera en el antebrazo del montaraz. Una punzada de dolor recorre todo su brazo hasta la espalda, y Harandir suelta una maldición.

Mientras, Ivorwen se aproxima a Dagar, que ya tiene su espada corta desenvainada y suelta las riendas de sus bueyes dandoles a la vez en el trasero para que avancen. Al ver a la mujer da una orden directa a Pad:

-¡¡PAD!!-le ordena gritando-intenta llevar los carros a ese edificio, es una pequeña posada y creo recordar que dispone de un establo, si llegamos allí podremos hacernos fuertes-en ese momento se gira hacía los dos guardias-¡¡Intentaremos contener a los lobos y alcanzar a Pad!!-

El viejo Pad se afana en sacar los carros del camino para llegar hasta el improvisado refugio a la vez que ellos tres se quedan para hacer frente a los lobos, dos de ellos se abalanzan rápidamente contra Dagar,  e Ivorwen , Harandir tiene suerte, pero pronto serán más...

Al mirar hacia la comitiva que custodiaba la caravana te das cuenta de que ya han sido alcanzados por los lobos y de que están intentando guarecerse en el único edificio semiderruido que se encuentra fuera del perimetro del poblado, el viejo Pad es el encargado de llevar los carros hacía allí antes de que sea demasiado tarde...

A pesar de haberme adelantado de nuevo a los movimientos de mi adversario, para mi desconcierto, no consigo alcanzar a mi objeto. La espada pasa rozando el cuerpo del lobo pero no logro hacerle ni un rasguño. Parece que al animal se le está dando mejor la pelea y vuelve a alcanzarme con sus dientes en la pierna.

Las heridas no son graves y por el momento puedo seguir presentando batalla como al principio, si de algo me sirven mis años de experiencia es para soportar situaciones como ésta.

Mantengo mi posición frente a frente con la criatura, mirándolo directamente a los ojos, cada vez con más rabia reflejada en mi rostro. Esta vez vas a caer...

Rápidamente, sin dejar un segundo para que el lobo vuelva a alcanzarme, me lanzo contra él, volviendo a dirigir la espada contra su cuerpo, haciendo uso de todas mis fuerzas en el ataque.

Ante mi, finalmente el lobo se derrumba con la columna vertebral destrozada. Es el momento en que echo un rapido vistazo hacia atrás y veo como Edha prosigue su particular duelo con el oponente que le ha tocado. y lo que descubro, es una mancha oscura que se va extendiendo lentamente por una de sus piernas. Giro de nuevo la cabeza alcanzando a atisbas, a otro animal de mirada aviesa observandome pegado a la cara interna del muro. Con el escudo alzado y mi espada lista para golpear, retrocedo un paso sin perderlo de vista y, tras aproximarme a Edha, digo.

Estoy libre de momento. Si necesitas ayuda, solo tiemes que pedirla.

Disparo con premura hacia el huargo que se dirigía a atacar al elfo, pero no iba a ser un buen tiro... Tal es es mi impaciencia por lanzar la flecha que termina golpeándome en mi antebrazo, y no puedo evitar lanzar una maldición. Tras el desafortunado tiro no pierdo un instante en soltar el arco a mis pies, ya de poco iba a servir con los lobos junto a nosotros... Dolorido y un poco encorvado por el golpeo de la flecha, me dispongo pues a intentar embrazar mi escudo y desenvainar el hacha.

-¡Venid lobos venid! -aullo mientras me doy la vuelta equipándome. Pero no se dirigían de momento hacía mí, sino que lo hacían con decisión a atacar a Dagar e Ivorwen.
 

Llevado por su propia vehemencia y amilanado tal vez por mi acción, la bestia ha perdido la oportunidad de impulsarse y terminado por caer en el foso, transformado en un basilisco de frustración, y es sobrecogedora la visión de sus encías y sus colmillos a pocos centímetros de mis tobillos, el volumen hirsuto escarbando la pared, tratando de izarse y eclipsando al primer lobo. ¿Es el hambre lo que les lleva a ser tan osados?

-¡La caravana ha sido alcanzada, tratan de refugiarse en el edificio en ruinas! –vuelvo a informar.

Pero no puedo girarme para ver qué está pasando detrás. Postergando la indicación del guerrero, conservo la entereza para recargar y descargar el arco sin intermedio contra las fauces chasqueantes del temerario lobo negro.

Noo, que no vengan!!! Que no tengo nada preparado y sólo dos dagas y una antorcha!!!! ¿Porque no me compraría al menos una espada corta? ¿O un arco? ¿O un bastón? Ah si! porque no tengo dinero...

Miro al lobo que va a abalanzarse sobre mí con decisión y sin mostrarle temor, al fin y al cabo soy hija de Oesternesse y un lobito no podrá con una dúnédain (o eso espero), poniéndome en guardia, de perfil, la espalda recta, la mirada serena, las piernas algo flexionadas y una algo más adelante que la otra y con el brazo y el codo protegiendo la parte del estómago, una de las partes más vulnerable.

El golpe de Edha acaba con el lobo de un plumazo, el peso de la espada y su filo cortante se hunden próximos al cuello del animal, que se desploma ahogando un gemido que apenas dura unas décimas de segundo, pero que es audible para sus compañeros de manada más próximos. Estos, como intimidados aguantan en su sitio sin atacar a los humanos, tal vez se hayan dado cuenta de que no podrán con ellos, al menos en aquella posición, donde ya han masacrado a dos de sus compañeros. Los animales no paran de gruñir y mirarlos con cara de rabia...

A escasos dos metros de ellos se encuentra Lolyan, que ha vuelto a disparar con premura contra el gran lobo negro, pero un zarpazo de este en el momento del tiro a hecho que volviera a errarlo. Frustrado al no poder atraparlo, el animal retrocede unos metros mirando al elfo, gruñendo y moviendose lentamente, hasta que después de una especie de grave ladrido echa a correr hacía la caravana, dejando a su compañero vigilando al humano.

En cuanto el lobo que se encuentra afuera ladra, los dos que se encuentran frente a Amlaith y Edha se dan media vuelta, corriendo a toda velocidad hacía la puerta del poblado...

La situación no es demasiado favorable, dos lobos han alcanzado a los aventureros que se han rezagado para proteger la caravana, y se dirigen a toda velocidad a Ivorwen y Dagar, estos se disponen a hacerles frente, mientras Harandir, embraza su escudo y saca su hacha cómo puede, envuelto en el dolor que le ha provocado el mal disparo de la flecha en el antebrazo, donde lleva un gran arañazo.

Nada más llegar a sus enemigos, los lobos se abalanzan contra los dos humanos. Dagar repele el ataque desplazando ligeramente el lobo con su atebrazo ayudandose de la empuñadura de su espada corta. Ivorwen intenta hacer lo mismo, pero el animal consigue agarrarla del brazo en el que lleva el arma, con el que se intentaba proteger, nada más tocar tierra, el animal estira hacia atras provocando un agudo dolor en la Dunedain llevandosela hacia delante. La Daga cae de su mano y la Maga grita de dolor, sin poderse soltar de las fauces del lobo, la manga de su ropa se tiñe rápidamente de sangre...

“Estos animales son insuperables”, he pensado en el lapso posterior a ver malogrado mi disparo, “Está claro que la precipitación me pierde”, voy asumiendo a medida que lo persigo con la vista, “¿Qué haces aquí? Vuelve a tus libros”, siento esta amarga punzada en cuanto me permito girar la cabeza para supervisar cómo se las arreglan Edha y Amlaith y descubrir dos lobos aniquilados a sus pies.

-¡Dos lobos atacan al norteño y a Ivorwen! ¡Y ahora otro, el más fiero, más va hacia ellos! –me limito a informar, sin dejar traslucir mi impotencia.

“Lo detendré”, con esta promesa, vuelvo a encarar el campo y, rastreando las evoluciones del lobo negro, extraigo una nueva flecha y recargo con la serenidad como única aspiración.

Mientras agarro mi hacha, Dagar me sorprende gratamente demostrando sus habilidades para el combate. Por su contra Ivorwen, al lado mío, estaba teniendo un poco más de problemas en eso. Los magos no suelen destacar por su destreza con las armas...  Intento acercarme todo lo que puedo a ella, mejor combatir a los lobos lo más unidos posible que separados cada uno a su suerte. Aunque no era eso precisamente lo que estaba haciendo el viejo Pad a señal de Dagar, quizás no fuera mala idea intentar alcanzar el refugio...

Como puedo, aún dolorido, me lanzo hacia el lobo que atacaba a Ivorwen atenazándole el brazo. Descargo el golpe con toda mi furia, pretendiendo ayudarla.

Agghh!!!

El lobo consigue morderme el brazo y pierdo la daga. Caigo al suelo arrastrada por las fauces del animal, el dolor es intenso.

Con las piernas intento al menos recuperar el equilibrio y entonces caigo en la cuenta de que aún llevo la antorcha en la mano izquierda.

Haciendo un esfuerzo intento pegarle al lobo con la antorcha encendida, con la idea que el fuego le aleje y al menos le haga daño y me deje libre el brazo, mientras le ordeno apartarse como si fuera a hacerme caso, pero por intentarlo.. En adunaico quizá se entere que no le conviene meterse con los dunedain...

Déjame! Lig dom dul! Ordú mé!

Al fin logra Edha deshacerse de su oponente y es en ese momento, cuando me preparo para entablar combate con el siguiente cachorro de manada. Pero en ese instante, veo como el lobo da media vuelta y desaparece de mi vista. Quedo por unos instantes extrañado hasta que oigo la voz de nuestro compañero elfo. Y lo que dice, me hace soltar un reniego por lo bajo.

Con rapidez, me giro hacia el muro mientras envaino mi espada. Y mientras lo encaro, le digo a Edha.

A pesar de las circunstancias, lleva cuidado con esa herida. No te extralimites, pues podría resultar algo peor. En cuanto pueda, le echare un ojo a esa dentellada.

Tras decir esto, flexiono las piernas y trato de impulsarme para alcanzar la parte superior del muro. Logro hallar asidero para mi mano derecha y, aprovechando el impulso, no tardo en plantarme en lo alto de la pared. Y ya desde allí, atisbo el panorama. Y lo que veo, no es que me guste demasiado. Dos de esta manada de bestias, acosan a nuestros compañeros en la caravana. El que parece el líder de la manada, también se dirige hacia allí. Y, por lo tanto, no es difícil deducir hacia donde se encaminan los otros dos lobos que han huido ante nosotros.

Miro de soslayo a Loylan y le digo.

Afina ahora tu puntería, pues la vamos a necesitar.

Y nada mas decir estas palabras, salto desde el muro al exterior del asentamiento. Y antes de que mis pies toquen el suelo, ya brilla mi acero desenvainado mientras que mi escudo ocupa su lugar en mi brazo izquierdo.

¡Bestias, aquí estoy!. ¡No necesitáis correr tanto para encontrar carne fresca!.

Y conociendo el agudo oído de nuestros oponentes, sonrío levemente pues se que no voy a tardar en tener compañía.