Partida Rol por web

Si no estoy equivocada, y creo que no lo estoy, ante una sobrecarga, las turbinas deberían pararse. O encuentro un panel de control donde lanzar una alarma que detenga todo (lo cual sería demasiado idílico), o forzamos una sobrecarga, para que al menos no nos achicharremos con nuestra simple presencia. Además, el que las esté generando, se dará cuenta enseguida. Y el otro, podrá ser considerado un aliado, por el momento. Si ambos quieren atacarnos, cuanto con poder huir al instante. 

- Detengamos las turbinas - le digo a Artemias -. Haré que se sobrecarguen. Quédate detrás del escudo, si explotan, detendrá el daño. ¿Preparado? - añado mientras retrocedo poco a poco para ponernos lo más lejos posible de todas las turbinas. 

Preparo una esfera destructora mis manos. Debería ser suficiente. 

-Podría destruirlas a espadazos si eso quieres, deberías de conservar tu cosmos por si hay combate!- dije preparándome, pero sin perder de vista a aquellos que estaban combatiendo.

Veamos quien juega en cada bando...

Mientras los santos siguen decidiendo qué deben hacer, otras descargas eléctricas cortan el aire. Por suerte para ellos, las armaduras brillan justo en el momento indicado y no sufren ningún daño.

Me coloco en un ángulo en el que los dos hombre peleándose no nos vean a primera vista, le hago una seña a Artemias para que venga conmigo. 

- Yo las paro para que no te achicharres. Luego, destrózalas - digo mientras observo cómo la esfera ya está formada -. Esto no consumirá mi cosmos, tranquilo - añado con una sonrisa momentánea.

Después, mi rostro vuelve a tornarse serio, como las circunstancias lo requieren, y libero el orbe destructor. 

-Entendido!- dije poniéndome en posición, para esperar que Yelena me diera el pie para comenzar el ataque.

Me quedé un paso detrás de ella, después de todo en cuanto destruyéramos el generador, poco iba a importar esconderse, llamaríamos la atención de los combatientes indudablemente.

Estando ambos santos preparados, Artemias lanza una estocada a uno de los generadores, haciendo que este practicamente se parta por la mitad.

Como consecuencia, el generador explota creando una oleada de electricidad...

Instintivamente, coloco el escudo a nuestro alrededor instantes antes de que la esfera diera a su objetivo. 

Pues tengo que confiar en que las armaduras aguanten a falta de morir si no me cubro...
Porque con un -40 nos da a los dos.

La explosión lanza a los santos por los aires, haciendo que estos caigan al suelo.

Aunque el escudo de Yelena no los logra defender del todo, sí lo suficiente para que ninguno de los dos se hagan daño a pesar de salir despedidos...

A pesar de todo, la explosión del generador no ha hecho explotar al resto, pero sí ha creado un cortocircuito que ha detenido toda la maquinaria.

La explosión ha hecho que todos los ruidos se apaguen, levantando una manta de humo que no os permite saber  exactamente donde os encontráis...

Me quedo muy quieta y busco a Artemias con ímpetu. Una vez lo tengo localizado, me permito por lo menos respirar, pero esto no ha acabado ni mucho menos. Sin la electricidad, las armaduras no son necesarias. Después de todo, los otros dos estaban usando sólo su fuerza. 

A continuación, poniéndonos a cubierto con el escudo aún levantado, busco a los otros dos combatientes. Me mantengo en una postura defensiva, alerta. 

Con un ligero chispeo, veo cómo la armadura de luz se termina disolviendo en el aire. 

Al salir despedido intenté reaccionar pero fue algo muy rápido, tras caer giré sobre mi mismo hacía atrás para quedar arrodillado, cubriéndome la cara por el humo y procurando encontrar a Yelena, preguntándome si los dos sujetos aún permanecerían combatiendo.

Al ver la luz del escudo de Yelena me acerqué.

-Aguardemos en silencio- susurré, mientras un halo oscuro comenzaba a rodear mi cuerpo- perdón por el frío...-

El resto de generadores se han apagado... Un extraño y perturbador silencio ha invadido el lugar... Ni siquiera se escucha el chocar del metal de los dos desconocidos... ¿Qué...

Pero antes de que podáis formular nada de vuestros pensamientos en voz alta, una sombra aparece detrás vuestro...

Una criatura hecha de humo, oscuridad y relampagos se alza ante vosotros, crepitando y moviendo sus electrificantes brazos...

Pero no está solo... Hay más a su alrededor... Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco...

- Matarlos... - Escucháis una voz masculina, ronca y profunda en la distancia.

Los monstruos os empiezan a rodear y a acercarse poco a poco a vosotros... Cuando...

De entre el humo y el silencio surge una figura con una espada en la mano y, sin que esta haga ningún movimiento, tres de aquellos monstruos se parten por la mitad explotando en pequeñas esferas de electricidad que avanzan hacia los santos y el desconocido.

Pero este, sin que vosotros le veáis hacer ningún movimiento, corta las esferas desvaneciéndolas, sin que estas os hagan ningúna daño.

- No pensaba que el llegaríais tan pronto... -Dice el joven que está frente a vosotros con un tono ligero.

A parte de llevar una espada larga, va vestido con unas particulares ropas. Ni modernas ni antiguas, simplemente distintias, aunque en ellas veis cortes y algunas manchas de sangre. Si embargo el chico parece estar bien. De sus muñecas cuelga dos cadenas inertes que tintinean cuando mueve los brazos.

- Será mejor que me quite esto ya... - Y de nuevo, sin hacer ningún movimiento que vosotros veáis, las cadenas caen al suelo hechas pedazos. Tras esto, os mira de arriba a abajo sin prestar atención a los dos elementales de electricidad que quedan. - Unicornio y Casiopea, ¿no? Es un...

Pero antes de que pueda continuar, una esfera negra de dos metros de diámetro sale despedida hacia él.

Rapidamente, el joven de pelo plateado interpone la espada entre él y la esfera, bloqueandola. Pero esta parece ser muy potente y le hace retroceder por el suelo unos 10 metros alejandole de vosotros.

De entre los elementales, surge un hombre trajeado de negro de arriba a abajo pero que, de un movimiento de su mano, se desviste...

Lo que veis es metal negro, duro e imponente, con un ligero brillo morado.

La armadura es completa, con unas placas afiladas a la espalda, al igual que placas similares en el resto del cuerpo.

En cada mano lleva una espada y, en el centro del torso, brilla una gema morada que parece palpitar...

- Encargaos de los mequetrefes... - Dice pasando entre Artemias y Yelena. - Yo iré a por el gatito...

Y sigue avanzando hacia el joven de pelo plateado.

- Al final me vas a obligar a ponerme serio... - Dice el muchacho.

El joven levanta un momento la mano que sujeta la espada y deja ver una fina pulsera de oro con un pequeño cristal rojizo. La pulsera comienza a brillar y, en un segundo, el cuerpo del muchacho se cubre con una armadura dorada, lisa y espectacular: La armadura de Leo.

- ¿Empezamos?

Una gema dorada... ¿como una armadura de oro? Tiene que ser el Santo de Leo. Sonrío de oreja a oreja a pesar de las circunstancias. Después de todo, no fue mala idea sobrecargar las bobinas. Mis deducciones fueron erróneas, ¡él es el que está de nuestra parte! No el tipo del sombrero. 

Pero antes, tenemos que librarnos de esos dos fantoches eléctricos. 

- Ayudemos al león, pero primero acabemos con estos bichos. Yo te apoyaré... - digo mientras me pongo en posición. 

Si puedo, lo primero quiero saber lo de la gema. 

Lo segundo, voy a acumular cosmos. Además, mantendré el escudo. Si los dos atacan a Artemias a la vez, lanzaré una de las esferas destructoras contra e que tenga mejor ángulo. Si me atacan a mí, me defenderé. 

- ¡Dame tres segundos! - grito a Artemias mientras mi cosmos arde. 

Este hechizo nos ayudará a todos. Hasta al león que, si estoy en lo cierto con mis sospechas, ha perdido su armadura. 

Al ver aquellas manifestaciones de poder comprobé que realmente estábamos ante dos adversarios de gran calibre, en cuanto el joven nos protegió comprendí que había hecho bien en elegir este lugar para ser investigado, mi alegría fue mayor al ver el magnífico cloth de Leo.

-Adelante, nosotros te cubrimos Leo- le dije al santo dorado mientras me levantaba y ponía en guardia contra los elementales- si me cubres entonces supongo que primero vamos a por uno y luego por el otro no es así?- dije poniéndome en guardia- ya vienen- dije mientras me rodeaba de un aura negra que extendía a mi arma y por mi armadura.

Las criaturas, adelantandose a los Santos, se lanzan al ataque.

Se desplazan silenciosamente, casi como si flotaran por la superficie del suelo y acortan la distancia hasta llegar a ellos, uno para cada uno. Ambos lanzas sus eléctricas garras y lanzan el ataque.

Yelena, intenta interponer su escudo entre ella y el ser, pero este es más rápido y logra traspasar sus defensas, clavando sus eléctricas garras en el cuerpo de la joven al atravesar parte de su armadura. 

El segundo, Va a por Artemias, el cual le pilla desprevenido y, aunque en esta ocasión su armadura sí le protege, los largos dedos electricos resvalan por la superficie y se vlacan en la tierna piel que no está protegida.

- ¡Dame tres segundos! - Grita Yelena intentando soportar el dolor, aunque la electricidad le recorre el cuerpo y no logra concentrar su cosmos.

De fondo, escucháis el entrechocar de las espadas, aunque vuestro combate no ha empezado demasiado bien como para permitiros distraeros.

Grito cuando noto las garras del elemental sobre mi piel. 

Trato de zafarme del elemental. Pongo distancia entre los elementales con unas cuantas acrobacias y buscando ocultarme detrás de alguna de las turbinas rotas.

- ¡Aguanta Artemias! - grito mientras concentro el poco cosmos que he reunido para sanar mis heridas desde una posición más segura.

A continuación, trato de acercarme a mi compañero para prestarle ayuda mientras sigo usando el escudo.