Partida Rol por web

El combate comenzó y ahora no había vuelta atrás, tras recibir el primer impacto me incliné un poco pero envolviéndome el aura oscura que generaba cada vez que me peleaba, me lancé contra el elemental que me atacó, directo a su cuerpo con una estocada.

- ¡Aguanta Artemias! - Dice Yelena mientras hace un par de volteretas hacia atrás alejándose del enemigo.

Rapidamente, concentra su cosmos, y una ligera luz verdosa rodea su cuerpo por un momento, regenerando las heridas que le habían causado.

Artemias, sin dejarse amedrentar, ignora sus heridas y se lanza al ataque. El elemental, sin molestarse en moverse, recibe de lleno el estoque, el cual le atraviesa limpiamente sin oponer resistencia y sale con la misma rapidez y elegancia. Sin embargo, aunque por un segundo se ve un claro corte en la masa de electricidad y nubes, esta se cierra.

Los elementales, sin dejarse amedrentar, se abalanzan.

Uno de ellos acorta la distancia que le separaba de Yelena y lanza de nuevo sus garras, aunque el escudo de la joven aparece de la nada, bloqueando el ataque, haciendo que la santa permanezca intacta.

Su compañero no tiene tanta suerte y las garras llegan hasta él, justo en el momento en que su armadura no funciona, aunque por suerte Artemias es rápido y apenas logra producirle un ligero corte en el costado.

Observo de reojo cómo le va a Artemias, que parece ir bastante bien. Mientras trato de seguir manteniendo a raya al espectro que se cierne sobre mi escudo. Trato de alejarme más de él de nuevo con las acrobacias mientras reúno mi cosmos para volver a intentar una vez más ayudar a mis compañeros. 

En cuanto le tengo a tiro y creo que no voy a salir herida, lanzo mi segunda esfera destructora. Espero que esta vez no se produzca una onda expansiva tan virulenta. 

El golpe había sido tan solo un roce, mientras Yelena había podido cubrirse con el escudo.

-Gracias- le dije por haberme curado, mientras me ponía nuevamente en guardia.

-Quizás no le di lo suficientemente fuerte- dije mientras la energía oscura me rodeaba completamente, cubriendo con jirones también el estoque- pero estoy seguro de que puedo dañarlo- tras decir esto me incliné y sencillamente me imaginé traspasando a aquel ser y tras pensarlo, desaparecí para aparecer delante de el con una estocada.

Yelena, aunque contaba con la ventaja de la velocidad, retrocede intentando alejarse de su enemigo, el cual se adelanta a su movimiento y la impide alejarse más.

Ambos elementales, enfrentados cada uno a un Santo, arremeten contra ellos. 

Yelena no es capaz de colocar su escudo a tiempo y las garras eléctricas acarician la armadura de la joven sin hacerle nada. Al igual que Artemias, que gira sobre si mismo haciendo un quiebro, consiguiendo que las garras también pasen por su armadura sin hacerle nada.

Ahora sí, concentro mi cosmos y uso mi poder sobre mi compañero. 

- ¡Velo de Casiopea! - grito al completar el primero de los hechizos, que se derrama sobre la armadura de Artemias, haciendo que reluzca -. ¡Ala sanadora! - grito de nuevo, mientras mi cosmos merma, pero la vida de Artemias crece. 

Acto seguido, vuelvo a levantar el escudo para detener a la criatura. 

-Estas bien?- pregunto dando un salto hacía atrás para ponerme al lado de Yelena- ataquemos los dos al que ya impacté, de alguna forma no parecen sufrir daño, pero siento que lo estoy debilitando, si atacamos los dos al mismos nos exponemos a un ataque del otro, pero nos libraremos de una amenaza...-

Tras decir esto esperé que Yelena asintiera para lanzarme nuevamente al ataque, lanzando un corte de costado esta vez.

Yelena, usando su cosmos, coloca una película blanca que cubre el cuerpo de Artemias antes de volverse invisible. Seguidamente, pequeñas partículas de luz se acumulan en las heridas del muchacho y comienzan a recuperar sus heridas.

A continuación, Artemias se lanza contra el Elemental al que ya había atacado. La hoja impacta de lleno en él y le produce una herida que, casi al momento, parece curarse, aunque en realidad el Elemental parece haberse hecho más pequeño.

Sin embargo, esto no les impide volver a la carga. Aunque, por suerte, Yelena logra interponer su escudo entre ella y su enemigo, al mismo tiempo que Artemias gira a un lado y esquiva la garra del elemental.

Asiento al escuchar a Artemias. Ahora que él no va a sufrir ningún daño, es lo mejor que podemos hacer. 

- De acuerdo. Alejate de tu elemental todo lo que puedas, ¡le atacaré con las esferas de destrucción! - grito mientras trato de mantener a raya al que está encima mío y apenas me deja moverme. 

No puedo soltar una de las esferas con él tan cerca. Lo único que podría funcionar es que Artemias se alejara lo suficiente para poder lanzar el proyectil al que él hace frente. 

Por última vez, tratando de alejarme del elemental, salto hacia atrás a la espera de poder usar la esfera. 

-De acuerdo!- dije en cuanto escuché lo que iba a hacer Yelena, dando un pisotón para realizar una mortal hacía atrás y caer sobre el elemental que estaba al lado de ella, no solo dándole espacio para lanzar sus esferas de destrucción si no también aprovechando la inercia de la caída para intentar partir al elemental en dos con un solo ataque. 

Yelena, intentando de nuevo alejarse, salta hacia atrás, pero el Elemental acorta la distancia. Sin embargo es Artemias el que, dejando de lado a su enemigo, ataque al que se encara con Yelena.

Realizando una voltereta, el SAnto descarga todo su poder contra el Elemental, el cual es cortado por la mitad. Sin embargo, como en casos anteriores, se vuelve a reconstruir aunque disminuyendo su tamaño.

Los dos elementales, atraídos hacia Artemias, le atacan. Ambos se lanzan al unísono y logran clavar sus garras en su tierna piel,aunque lo justo para hacerle sangrar, pero no de forma muy grave.

Concentro el cosmos en mis manos y a esfera empieza a crecer. Desde la distancia, busco la posición idónea y conjuro el resto del hechizo: 

- ¡Esfera destructora! - grito, y cargo la enorme esfera en mis manos lanzándosela por la espalda al espectro más dañado. 

Al ver que el ataque había resultado sonreí de costado aunque me habían impactado podíamos vencer y eso era algo bueno.

Me coloqué al lado de Yelena al momento en que lanzó su esfera, esperando a ver los resultados de esta para luego atacar al elemental.

Yelena mueve sus manos a toda velocidad y lanza la esfera contra el Elemental que está más dañado.

La esfera acorta la distancia e impacta de lleno en el enemigo, el cual estalla por los aires en una nube de humo y relámpagos que se deshace.

Sin inmutarse ante la perdida de su compañero, el otro Elemental se acerca a Artemias y lanza de nuevo sus garras. El santo salta a un lado, pero no es lo suficientemente rápido y los dedos del monstruo acarician uno de sus costados haciendole sangrar.

Uno menos, ¡a por el otro!

- ¡Esfera destructora! - repito bien alto, volviendo a repetir el mismo hechizo y apuntando de nuevo al espectro que faltaba por la espalda. 

El primer elemental había caído, el segundo me atacó sin dudarlo y pese a mi rápida reacción sus garras me alcanzaron y sentí el corte al costado y vi la sangre brotar.

Me apreté la herida con la mano libre y miré con odio a aquella criatura, justo en el momento en que Yelena volvía a lanzar su esfera de cosmos.

Di un salto hacía arriba para darle espacio al ataque y luego giré en el aire para impulsarme directamente contra el elemental con una estocada, en caso de que quedara algo tras la esfera yo me encargaría de rematarlo.

Antes de que el Elemental se diera cuenta, la esfera de Yelena impactó de lleno contra su cabeza y este estalló en una nube de humo y electricidad... Lo había destrozado de un solo ataque casi sin inmutarse...

Ya no quedaban enemigos, pero las explosiones y goles de espada que escuchaban indicaba que el caballero dorado y el desconocido de la armadura negra, seguían luchando.

Me acerco hasta Artemias. 

- ¿Estás bien? - digo mientras le examino los cortes en cuanto el elemental se evapora. 

Me siento débil, me queda muy poco cosmos. Espero aguantar hasta que salgamos de aquí. De todas formas, sus heridas no parecen profundas. 

- ¿Puedes aguantar? - pregunto preocupada.

Pero el ruido de batalla hace que me vuelva hacia donde el león y el tipo de armadura luchan. 

- Tenemos que ayudarle... - murmuro. Me vuelvo de nuevo hacia Artemias -. ¿Alguna idea? 

La batalla había terminado, las técnicas de Yelena eran realmente destructivas, debería de comenzar a crear las mías una vez pudiera tener un tiempo de descanso.

-No hay problema- dije lamiéndome el dedo que tenía manchado con la sangre de la herida del costado- son solo heridas menores-

Las explosiones demostraban que el combate continuaba y era impredecible el saber quien iba ganando, ante la pregunta de Yelena la miré analizándola antes de contestar:

-Tu puedes seguir? El único plan que se me ocurre es atacar por la espalda a quien no es el caballero de Leo y o bien herirlo de gravedad o bien darle la oportunidad a Leo para matarlo y no me mires mal por pensar en atacar por la espalda, Athena era la diosa de la estrategia y el hacer un ataque efectivo y certero es también una estrategia válida-

Asiento ante la idea de Artemias. A continuación, busco con la mirada a los dos combatientes. ¿Desde dónde podría buscar un buen ángulo? Sí, las bobinas ya no son un problema, empezaré por ahí. 

Me giro hacia Artemias. 

- Apoya al león, yo buscaré un lugar desde el que lanzar los hechizos. Aún puedo concederme un par de curaciones - digo con firmeza -. Esta batalla aún no ha acabado. 

Es más, es posible que sea ahora cuando se ponga seria.