Partida Rol por web

¿Pasa algo? - Preguntó la elfa con una leve sonrisa. ¿Hemos dado con el primer mago mudo? En ese caso no creo que nos sirvas de mucho, porque muchacho, te queremos por tu boca y más concretamente por lo que va a salir de ella. - Dijo mientras se movía con una gracia sublime alrededor de Al-Baridel y su piwafi verde oscuro bailaba al son de la brisa dejando ver unos muslos fuertes y bien formados. Sus compañeros, a excepción del mago, tamborileaban sus finos dedos sobre la empuñadura de las ballestas, de las que asomaban unos pequeños pero muy puntiagudos dardos. No perdían de vista el otro lado del claro que es por donde habían desaparecido Grasp y los demás hacía escasos instantes. 

Al, de pronto, notó que en su cesta que contenía el libro y el estuche de pergaminos no estaba la pequeña nota que había conseguido Plumas por lo que tuvo que esforzarse por recordar todo lo que estaba escrito en ella. Desde luego no era una tarea difícil para él pero en esos momentos los pensamientos fluía con dificultad a través de su estresado cerebro.

El bardo jadeaba de cansancio luego de que el sangre verde cayera decapitado a los pies de Yenian, quizá haya sido la espada de Yenian, la saeta de Sally o el golpe de Grasp lo que haya matado al fortentoso oponente, pero la realidad era que el verdadero héroe había sido el mago. El Elfo frágil que siempre perdía cuando hacían carreras hasta el lago en verano en busca de refrescar las cabezas o el primero en cansarse cuando emprendían caminatas por el bosque de Cormanzhor y el primero en magullarse cuando montaban a caballo. Ese mismo frágil Elfo había decidido acompañarlo en la búsqueda de su hermana secuestrada. Suspiró y sonrió, a pesar del cansancio y de la adrenalina que aún corría por sus venas, el pensamiento lo reconfortaba.

Rápidamente empezaron a hurgar las pertenencias de los caídos y Aldo cogió para si una de esas pociones que el clérigo identificó como curativas -muy útiles- pensó mientras se la metía en la bolsa de cinto, junto a las monedas que tenía, esperaba no tener que utilizarla, pero era muy poco probable que eso ocurriera.

La carta que leyó el Elfo le puso la tez de la cara muy pálida, como si él se hubiera convertido en uno de esos muertos vivientes que mencionaban, sintió nauseas de solo pensar en lo que le harían a su hermana, no era más que un vientre utilizado para sacar huevos de quien sabe que criatura. -diez años...- Dijo con una voz temblorosa. -Coincide con el tiempo que lleva sin operar la torre de ese mago rojo.. ¿Cómo era que se llamaba? Drakaros?. Si el albergaba Drows, quizá hoy en día siga siendo la base de operaciones. -La trama se complicaba más cada vez que encontraban algo nuevo, pero en esos momentos solo tenía cabeza para pensar en su hermana y en el propósito con el que la habían secuestrado.

Una angustia afanosa empezó a invadir su mente, se empezó a morder los labios y a rascar la cabeza, tenía que llegar a su hermana lo antes posible antes de que le hicieran lo que fuese que le quisieran hacer. -Vamos a la cueva ahora mismo! -Respondió a Grasp cuando intentó insinuarle que se quedaran quemando los cuerpos, parecía una decisión apresurada y valiente. Lo primero era verdad, lo segundo no, simplemente su poca sabiduría, su imprudencia y el afán de rescatar a su hermana le impedían ver que bajo esa caverna se alojaban criaturas que habían sido capaces con un centenar de goblins y kobolds, sin duda una decena de críos no supondría problema alguno. Pero no lo pensó por un instante y se adelantó junto al monje. A veces, como en este caso, la imprudencia podía disfrazarse de valentía.

Agradeció el gesto de Al-Baridel de quedarse replegado haciendo él solo el trabajo que insinuaba Grasp. Agarró su lanza larga con fuerza. No llevaba guantes y el pomo empezaba a hacer de las suyas, la piel de la palma de su mano empezaba a desprenderse y no tardaría en quedar a carne viva si seguía sosteniendo la lanza con tal fuerza, pero no le importó y siguió a buen paso hasta la boca de la cueva.

No pudo evitar respingar la nariz y hacer una mueca cuando el primer aliento de la caverna golpeó su nariz, el olor era nauseabundo, similar al que desprendía el semiorco, solo que en la caverna se condensaba y se acumulaba. Iba a ser difícil seguir así al principio, pero posteriormente su nariz se acostumbraría -o eso esperaba-. Tomó su lugar detrás de Grasp y junto al Monje, presto para lo que sea que hallaran al voltear la esquina....

Nü... - Logré agarrar a mi hermano. Balbuceaba unas palabras, unas que yo conocía demasiado bien. Mi mente había estado toda la mañana con mis sueños, y las palabras de mi hermano solo sumaban más terror a mi mente ya demasiado enroscada. Tantos nombres conocidos, tantos terrores que había escuchado en su pasado y vendrían por ella en un futuro. Tomé la carta -C-cómo...?-Susurré, pero inmediatamente guardé la carta. No se suponía que el.... Pronto Nü se aleja de mi y se adelanta.

Sigo las indicaciones de mi hermano y me posiciono al lado de Sally, atenta a cualquier movimiento más adelante. Mi mente vuela por lugares, pero intento ahora concentrarme en el aquí y ahora. Si todo sale bien, tendremos más información o directamente a la hermana de Aldo con nosotros. Con la espada en la mano, y un aire de protección, sigo la linea con el resto del grupo, preparada para lo que sea que ocurra.

Sally sonrió a Yenian después de acabar con el monstruo enorme y aún más después del comentario de Grasp.

No importa quien haya acabado con él, lo que importa es que ha caído y que todos estamos bien.

Pero una última mirada a Yenian demostró lo vacío de sus palabras. Le estaba cogiendo el gusto a matar. Recordó el horror que le supuso quitar la vida de un hombre, el bandido en casa de la anciana, y que ahora había conseguido evitar ese sentimiento y cambiarlo por otro, el de satisfacción al acabar con la vida de aquellos miserables. 

¿La convertiría en eso en un ser tan despreciable como aquellos a los que había arrancado la vida?

La voz de Aldo instándoles a ir a la cueva la sacó de sus pensamientos. Volvió a centrarse en la realidad. Rápidamente se acercó a a los cuerpos de los caídos y les quitó las características capas que llevaban. Repartió una entre cada uno de sus compañeros y ella se puso otra.

Puede que sea una tontería, pero puede darnos algún segundo de ventaja, no cuesta nada probar.- dijo mientras lo hacía

Después cogió el arco y se dispuso a seguir al grupo atenta a todo lo que les rodeara. Aquel lugar olía a muerte y putrefacción, lo ideal para que tuviera que darse un largo y profundo baño para poder quitarlo de su pelo y de su piel.

Miró a la elfa y asintió, cómplice, cuando se situaron juntas. Era una chica fuerte y eso Sally lo sabía valorar.

Allí estaba él, Al-Baridel, cara a cara frente a un grupo de Drows... La misma raza que había masacrado a su familia, ¿Quizás sería el destino?, nadie lo sabía pero lo que si sabía era que no podía permitirse volver a sentir miedo y quedarse sin hacer nada, esta vez debería dejar de un lado el resentimiento que tenía hacia sus primos lejanos y debería cooperar con ellos si quería sobrevivir.

-Per... Perdonad mis modales también - Rompió el silencio con la voz entrecortada, a la vez que intentaba poco a poco recobrar la compostura - Mi nombre es Al-Baridel... y ese grupo variopinto, como mencionas, son mis compañeros.... Sólo estamos tras la pista de una de las mujeres que esos bastardos han secuestrado, hemos descubierto que son unos tal Xorlaii o algo parecido.... Imagino que sabes de que hablo, ¿verdad? - Indagó, el terror estaba mermando en su cuerpo, sabía que tener miedo no mejoraría en nada la situación, así que lo mejor sería hacerles pensar que podemos estar de su parte ya que tenemos el mismo enemigo en común.

La elfa asintió levemente, miró al mago que los acompañaba sólo durante una fracción de segundo y le dijo en lenguaje drow con evidente enfado - No miente, dice lo mismo que el otro acerca de los primeros nacidos. Hemos perdido un tiempo precioso Izthér,  podíamos haberlos seguido y haber atrapado al menos a uno. ¿O es que temías que fuesen demasiado para ti dos dracos apestosos y sus dos jinetes? ... En fin.

El mago contestó secamente en lenguaje drow también - No señora, ya se lo dije. No estamos preparados para que adelante su planes. Es mejor que se centre en nuestro maldito "aliado" y ver qué se traen entre manos. Nadie paga tanto por...

BASTA!!! - Gritó la elfa oscura aún en lenguaje drow - Ya es suficiente varón, ya es suficiente. Dáselo y terminemos con esta tontería tuya.

La elfa se giró hacia Al-Baridel, destensaba el arco y decía en lenguaje común. - Escucha buen "amigo"...por el bien de tu grupo y de la hermana de tu amigo espero que esta pequeña visita quede entre nosotros. No vamos a hacerte nada si es lo que temes... siempre y cuando nos ayudes. - Una sonrisa lobuna volvió a apoderarse de su cara -  No me des las gracias a mi, dáselas a mi compañero - señalando al mago - que opina que puedes ser útil.

El mago drow se acercó lentamente hacia Al y le tendió un pequeño medallón de plata de aspecto sencillo que llevaba engarzado una minúscula piedra roja, probablemente un rubí. Mientras lo hacía, la mujer continuó. - Cada vez que pronuncies la palabra de mando podremos ver y escuchar a través de él lo que suceda a tu alrededor. Utilízalo sólo cuando tengas que mostrarnos algo sobre esos tal Xorlaii, cualquier cosa que creas que pueda ser interesante acerca de para qué quieren a las embarazadas y los huevos de dragónidos.  ¿Entendido? Puedes decir a tus amigos que lo has encontrado en uno de los cadáveres si ves que preguntan por él. - La mujer  terminó su exposición y dio unos rápidos pestañeos que resaltaron el precioso e intenso color verde de sus ojos.

A cambio nosotros nos comprometemos encontrar a la hermana de vuestro amigo y deciros a dónde se la han llevado esos Xorlaii.

Una vez retirada la flecha y aplicada la poción le herida de Melk cierra superficialmente lo suficiente como para que este pueda caminar con un poco de dolor pero al menos camina - Melk junta - dijo Jonas. En su tono de voz aun se podía notar el nerviosismo producto de las heridas tan severas padecidas - Tomaré estas pociones...!.

Tal cual ha dicho Nü la mejor formación que podemos hacer es la sugerida, estar en la parte trasera cubriendo es una buena estrategia, una vez tomadas las 2 pociones restantes Jonas procede tal cual se ha sugerido...

Bajo el opresivo ambiente los siete compañeros, el lobo Melk y Plumas sobre el hombro de Yenian llegaron hasta el fondo del corredor que bruscamente giraba hacia la izquierda y descendía durante otros veinte escalones hasta una estancia mejor iluminada que la escalera. Cubiertas su cabezas con las capuchas de las capas retiradas por Sally a los cuerpos de sus enemigos, Grasp y Yenian entraron con paso seguro en una amplia estancia con paredes irregulares pero cuyo suelo estaba perfectamente enlosado con piedras rectangulares de unos seis pies de longitud por tres de ancho. Su techo, a unos veinte pies de altura, parecía ligeramente abovedado y estaba cubierto por una espesa nube de humo procedente de las hogueras que estaba repartidas por la zona. Éstas servían como mecanismo para caldear la fría cámara así como para cocinar en pequeños hornillos de metal que se situaban encima de ellas. Pequeños pucheros y sucios calderos se encontraban próximos a ellos.

La escena que se abrió ante ellos era sobrecogedora a la par que escalofriante. Aproximadamente cincuenta hombres permanecían recostados en unos camastros hechos con tablones, paja o ropajes. Todos ellos, sin excepción, padecían graves heridas de diversa índole y consideración, como amputaciones de brazos, piernas, pies o manos así como pérdida de uno o ambos ojos. Algunos de ellos presentaban aún virotes sobresaliendo de sus maltratados cuerpos y en sus rostros podía percibirse la amargura de aquellos que han conseguido una victoria a un costo demasiado alto como para permitirse alegrarse por ello. Ninguno hizo el menor gesto o intento por levantarse al ver entrar al grupo. Algunos porque ya habían perdido toda esperanza y sólo esperaban que Kélemvor reclamase sus almas y las condujese al mundo de los muertos y otros, la mayoría, porque las altas fiebres que sufrían debido a las heridas recientes o a las infecciones de algunas más antiguas deliraban y veían visiones e imágenes de su niñez o de horrores que sólo existían en sus cabezas. Las condiciones en las que eran hacinados eran totalmente insalubres y las moscas danzaban a sus anchas poniendo huevos en cada herida abierta que encontraban caótico deambular. Semejante panorama estaba acompañado por supuesto por una mezcla de gritos, voces que llamaban a sus madres, rezos y plegarias que provocaba que incluso los más valientes sintiesen congoja ante lo que tenían frente a sí.

A mano izquierda desde la salida de la escalera, en la pared norte, un hueco en la pared daba a otra cámara en la que existía un pequeño estanque de agua cristalina que mana del subsuelo. Antiguamente estaba cubierto casi en su totalidad por una construcción de piedra y sólo había un pequeño hueco por el que arrojar un cubo para extraer de él sus frías aguas. De esa estructura lo único que se conserva hoy son tres escalones semicirculares y un trozo de columna que sobresale sobre las aguas. De todas formas, lo único que altera la tranquila y placentera quietud de su superficie semejante a un espejo son las gotas que caen desde el techo debido a la condensación. 

En la parte sur de la cámara se distinguía un pasillo que continúa hacia el oeste y giraba bruscamente al sur. Flanqueando su entrada dos jaulas de madera como las que los dracos trasportaban en sus garras esa mañana temprano pero al igual que como visteis desde la posada de Hap, permanecían vacías.  

La estancia principal era iluminada gracias a los braseros y a lámparas de aceite que colgaban de las paredes a intervalos medianamente regulares. En algunos puntos de la estancia eran visibles grandes trozos de roca que se habían desprendido desde el techo y bajo los que las ratas tenían su pequeño reino en el que criar sin ser molestadas. Un par de muchachos humanos, probablemente más jóvenes que cualquiera de los miembros del grupo, vestidos con túnicas marrones totalmente agujereadas y probablemente infestadas de piojos eran los únicos que se encargaban del cuidado de los enfermos. Ambos llevaban escrito en sus rostros en un lenguaje que cualquiera podría entender lo que estaban y habían padecido: piel descamada y palidez extrema provocada por la ausencia no ya de una buena alimentación, si no del más mínimo rastro de ella, ojeras violáceas debido a la falta de sueño que los dotaba de un aspecto cadavérico y unos andares desgarbados que indicaban que funcionaban al límite de sus fuerzas. Si por algo se mantenían en pie era porque sabía con total seguridad que si se dejaban caer se convertirían en uno más de los condenados a muerte de los cuales cuidaban. Cada uno corría descalzo y de tropiezo en tropiezo de cama en cama aplicando paños de agua fría sobre las frentes ardientes de los convalecientes y espantando las moscas de las heridas antes de vendarlas. 

Vienen los lobos a devorarnos!!! Las bestias van a comernos vivos!!! - Gritó uno de los hombres que yacía frente a la escalera sobre un montón de paja enrojecida por la sangre. Totalmente despeinado y con la barba sin afeitar de varios días intentaba quitarse la sucia camisa y mostrar su torso descubierto ofreciéndose a Melk para que el lobo comiese sus entrañas en primer lugar. Le faltaba la mano derecha y un virote había vaciado uno de sus ojos. Ahora en la cuenca, un trozo de gasa introducido a presión era el único medio que evitaba que los insectos hiciesen de ella su nicho y la convirtiesen en un nido repleto de larvas.

Llévame a mi criatura de la noche y arranca los grilletes con los que Loviatar nos mantiene con vida para su deleiteeeee!!! - Gritaba su compañero que reposaba bocabajo en un jergón de madera a su lado dejándose llevar por las visiones que sin duda sufría.

Uno de los chicos se desplazó hasta él y colocó sus manos sobre los hombros del hombre mientras lo empujaba contra el lecho ayudándose de una rodilla a la vez que susurraba a su oído vanas palabras reconfortantes en un fútil intento por tranquilizarlo. No pasa nada, es todo una ilusión. Vamos, vamos, ya pasó, ya pasó, shhhh.

La escena era de terror - ¿Cuánto tiempo llevarán aquí estas personas?, pensó para sí mismo Jonas, era horrible, no solo el estado de estos sujetos sino el ambiente en sí mismo - Yenian, Grasp creo que tenemos trabajo - ya no era solo la presión del tiempo con la hermana de Aldo, ahora también eran ellos, sería el gesto mas inhumano dejarlos así en estas condiciones...

¿Qué haremos con todas estas personas? - la cantidad era enorme, 50 heridos muy bien heridos de por sí... 

Pese a haber visto las enfermerías de un templo, el joven clérigo apenas si había alcanzado a imaginar lo que podía albergar un lugar como aquel. Un puñado de desdichados convalecía entre la extenuación y la muerte abandonado a su suerte por aquellos a quienes en algún momento habían servido. Eso era todo lo que deparaba seguir a alguien carente de palabra. 

En ese instante, el miedo y la angustia hicieron mella en el clérigo por un segundo. Después de todo, apenas si era un niño. 

Apretó su arma con sus manos para sentirla con fuerza y alejar el temor. No caería allí. No estaba dispuesto a ello.

-No, Jonas.-Dijo respondiendo al Druida.-Aún no. Nuestro objetivo va primero y no dejan de ser parte del enemigo. No somos responsables de lo que les ha pasado, es más, tendríamos que haberles hecho algo peor que esto si no lo hubiesen hecho otros antes. Y además sabían a lo que se exponían. No son una prioridad.

Sonaba frío, sonaba desalmado, sonaba distante, pero Grasp sabía que no dejaban de ser parte del enemigo. Por ello no estaba dispuesto a perder el tiempo allí.

-Si quereis puedo salvar a los más posibles, pero la hermana de Aldo se aleja.-Planteó.-Aún así, puedo esperar a Al y alcanzaros cuando llegue. No debería tardar mucho y en ese tiempo igual puedo ayudar a un puñado de estos desgraciados. Pero creo que lo más urgente es encontrar a los que huyen... Si alguno deja una marca en la pared lo seguiremos en cuanto Al llegue. ¿Os parece? Si no, podemos ir todos ya para allá. Tampoco es cosa que me importe demasiado.

Al entrar en la cueva el monje se tapó la cara, las enfermedades estarían por llegar. Al menos aquellos guerreros no podían hacer frente al grupo. Jonas y Grasp hablaron, pero Nü negaba con la cabeza, con la mano empujó a Grasp - Sigue andando... Su rostro seguía desencajado, su aliento lo había recuperado y parecía que poco a poco volvía la actitud del monje. Han elegido su destino y seguirán aquí cuando volvamos. Entonces los curaremos y encerraremos por sus fechorías... Todo a su tiempo.   

El hedor que se respiraba en aquella cueva era casi insoportable, y el paladín se tuvo que tapar la nariz para poder continuar. Cuando llegaron a la estancia, la situación no hizo si no empeorar, ya que al mal olor se sumaba la vista de aquellos hombres mutilados, junto con las moscas revoloteando a placer entre ellos.

Nada me gustaría más que ayudarlos, pero viendo su estado no creo que podamos hacer mucho más, sólo cabe rezar para que sus vidas se apaguen con el menor de los sufrimientos.

Yenian cerró lo ojos mientras susurraba unas palabras a su dios para que se apiadase de aquellos desdichados hombres. Al abrirlos, el paladín se dio cuenta de que había unas jaulas cerca de un pasillo, parecidas a las que habrían portado los dracos por la mañana.

Mirad, puede que sean las jaulas que llevaban los dracos esta mañana, ¿aún estarán por aquí? El sólo hecho de imaginarse delante de aquellas bestias le hizo estremecerse hasta tal punto que el paisaje que tenía ante sus ojos quedó en segundo plano.

El grupo avanzó serpenteando entre los camastros de los heridos y esquivando las sucias y ensangrentadas manos de algunos que intentaban retenerlos para que los ayudasen o simplemente implorando que acabasen con su sufrimiento con un espadazo directo al corazón. Lamentablemente en los pensamientos de Grasp y compañía no había tiempo para detenerse ni un instante hasta comprobar si la hermana de Aldo se encontraba en esa caverna.

Indudablemente el grupo durante su recorrido fue reconocido por algunos de los heridos que aún conservaban la cordura pero de ellos no salió ni el menor grito de alarma. Se veían a si mismos como animales apunto de ser sacrificados a los dioses, era pura y sencillamente resignación ante los hechos que estaban por llegar. ¿Qué podía haber peor que su situación actual? La muerte simplemente era un alivio para ellos.

Al llegar al corredor de la parte sur de la cámara y dejando atrás a la horda de tullidos y enfermos, los muchachos descubrieron otra cámara alargada y con el techo ligeramente más bajo e superficie irregular, al igual que las paredes de todo el complejo. Probablemente, esta estancia había sido construida en épocas recientes y por gentes que no disponían ni del tiempo ni de la pericia de los primeros habitantes que habían acondicionado la cámara principal. 

A mano derecha existía una jaula bien construida, con barrotes de madera endurecida y tan anchos como el torso de un hombre fuerte. En su interior yacían sobre el suelo cuatro personas semidesnudas y extremadamente pálidas. En un primer momento parecía que estaba muertas pero algún que otro leve movimiento indicaba que algo de vida conservaban en su interior. Desde luego sus rostros eran humanos, pero sus colmillos y garras rápidamente confirmaron que aquellos seres se trataban de alguna especie de zombi o algo similar privado de conciencia y sólo guiado por sus instintos más primarios.

Más hacia el interior había otra celda con los mismos barrotes que la primera pero de ella sólo llegaba el olor a descomposición que emanaba una mujer fallecida. Como todos constataron al mirarla, había estado embarazada y probablemente había muerto por alguna clase de enfermedad... Gracias a los dioses, y aunque pudiera parecer cruel, todos se alegraron al comprobar que no era la hermana de Aldo.

Más adelante y cerca de la pared de piedra que indicaba el fin de la caverna, una bola de cristal reposaba sobre un pedestal de hierro. Una fría luz azul la rodeaba iluminando la parte más cercana a ella. 

Lo más extraño de todo es que desde esta zona habían llegado hasta los oídos de los compañeros sonidos de conversaciones, pero al llegar nadie se encontraba ocupando la cámara. Únicamente mochilas con exiguas provisiones, algunas camillas, rollos de cuerdas y quince caballos ensillados en la parte más occidental de la cueva indicaba que algo allí no encajaba del todo.

Nü pasaba disculpándose por todos aquellos heridos. Ahora no eran la prioridad, era muchos y les llevaría demasiado. Era mejor ir hacer lo que tuvieran que hacer y mandar los soldados para que se ocuparan del resto, o mejor a los sacerdotes... El monje aún con la mano en la boca no pudo evitar apartar la mirada de las mujeres malditas. Una vez se recompuso se obligó a mirar. Mirar el mal que había causado este dolor. Esto es por lo que lucho... erradicar este tipo de mal... Volveré a liberaros... ¡lo prometo! Miró unos segundos más. Su mirada está perdida, como su alma. Su piel blanquecina hace tiempo que no bombea sangre. Siguió caminando para descubrir lo que todos se estaban fijando en la mujer embarazada. Desgraciadamente... mis sospechas se confirman. Quieren los bebés para un ritual. volvió la mirada a los "malditos" Y tras quitarles la semilla... su mirada se pierde. Por fortuna no era la hermana de Aldo, ¿pero cuánto tardarían? El monje permanecía meditabundo con los brazos cruzados. Siguió escrutando la habitación y parecía que todo terminaba ahí. Por más que el monje mirase no veía nada. Así que volvió a concentrarse, cerró los ojos* y se concentró. Abrir los ojos musitó el monje... Cosa que él no hacía. El sonido... consiguió apagar el barullo de la habitación contigua, el crepitó de los malditos y consiguió concentrarse para ignorar a sus acompañantes. Sólo ee esforzaba en escuchar un ruido que le acercase a un lugar exacto en el que hubiese una pista... Seguro que había una habitación escondida....

Nü tras escuchar se pone el dedo en la boca. Mira a sus compañeros y a traves de sus típicas señas se pone a practicar su ya habitual código secreto: Dedos en los ojos. Una vuelta con el dedo índice. Dedos en los ojos. Señala la esfera. Se toca la oreja. Señala a la esfera y luego hace una señal de salto con el dedo. Vuelve a tocarse la oreja. Se toca la cabeza y señala la esfera. Luego se acerca sigilosamente e inspecciona detenidamente la esfera... Debe ser un mecanismo para la puerta secreta...

En el momento que Nü tocó la esfera una voz resonó hueca en su mente.

¿Qué quieres? Ya te he dicho que no vuelvas a llamarnos hasta que tengas respuestas. ¿Ya sabes para quien trabajan?