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-¡GRUMBAR!-Gritó el clérigo alzando su martillo con la mano derecha.-Preparaos, hay asaltantes emboscados en los matorrales. 

Dicho esto, avanzó hasta el matorral más cercano a su posición y descargó un tremendo golpe con su martillo sobre el asaltante allí escondido.

El secuestrador recibió a Grasp con una sonrisa pensando para sí que el clérigo había elegido un mal contrincante. Cuando el martillo golpeó la mandíbula y los dientes saltaron por los aires sus gesto tornó en horror.

ARRGG!! - Fué lo único que pudo pronunciar. A duras penas el hombre aguantó en pie y mirando a su alrededor se preguntó varias veces dónde estaba, hasta que vislumbró la silueta cubierta por la armadura pesada del clérigo por el rabillo del ojo.

TURNO 1 - MOVIMIENTO DE GRASP

Mapa para los que no pueden ver Pyromancers

Aldo llevó raudo sacó la flauta de su cinto y la llevó a sus labios en un pestañeo. Rápidamente las notas musicales inundaron la zona de combate e infundieron nuevos ánimos y fuerzas a sus compañeros. 

Sally aprovechó la oscuridad para moverse entre la espesura del bosque. Intentaría coger a aquellos bandidos por detrás.

Agazapó su cuerpo y avanzó en silencio. 

TURNO 1 - MOVIMIENTO DE ALDO Y SALLY

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Parecía que tenían comité de bienvenida, pero al estar ocultos, Yenian no era capaz de distinguirlos entre la maleza, tan sólo veía al que luchaba con Grasp.

El paladín avanzó unos pasos protegiéndose con su escudo para conseguir que el resto de enemigos delatásen su posición para poder cargar.

La luz de la luna daba un color especial a la escena del combate. La primera vez que todos y cada uno de ellos luchaban como un grupo, no sólo de compañeros si no de amigos. El zumbido de las traicioneras flechas, el olor a sudor y muerte y la visión de la sangre empapaba sus sentidos. Durante un instante, las historias de Shassarel a la luz del fuego en El Ojo Vigilante cobraron vida. Ahí, en el bosque de Cormanthor, a escasamente unas diez millas de sus hogares comenzaba un capítulo épico de sus vidas. Ahora Aldo y el resto de sus camaradas tendrían una nueva historia que contar que ningún bardo conocía, una historia de cuyo libro sólo se había escrito el título y de la cual muchos capítulos más quedaban por escribir. Ellos aún desconocían lo trascendente que iba a resultar lo que iba a descubrir muy pronto.

Tan pronto Yenian se colocó al lado de Melk varias flechas empezaron a caer sobre el grupo. Una de ellas rebotó en el suelo cerca del lobo y cayó entre los arbustos muy cerca de Sally, que ahora se ocultaba tras las ramas bajas de uno de los árboles. De pronto un grito conocido rasgó el aire. Jonas se sujetaba una flecha clavada bajo su hombro muy cerca de del pulmón izquierdo. La fuerza con la que impactó el proyectil fue suficiente para que este casi atravesase al muchacho quedando la cabeza de la flecha asomando por la espalda de este.

Yenian notó un golpe fuerte y poco profesional contra su escudo. Maldito seas!- Escuchó que decía. La respiración nerviosa de su adversario lo delataba. No era un enemigo ducho en el arte del combate y mucho menos rival para él.

Al-Baridel se agachó cuando disparo pasó zumbando cerca de su cabeza. Su agresor, que había salido al camino para tener un blanco más claro, hizo un gesto de rabia por haber fallado contra un objetivo despistado. LA PRÓXIMA NO FALLARÉ!! - Gritó enfurecido al mago elfo mientras su mano ya buscaba la siguiente flecha en el carcaj.

Al sur de camino el contrincante de Grasp sólo consiguió desenfundar su espada y retroceder un paso a la par que  interponía su arma entre él y el clérigo. Las ramas del árbol se combaban mientras su espalda buscaba el contacto del tronco. Poco podía hacer ya, sabedor de que su final estaba escrito en la cabeza de un martillo de acero.

Melk atacaaaa...! Fueron las palabras de Jonas antes de que los afilados dientes se dirijieran hacia la piel del atacante mas cercano. Al mismo tiempo después de ese flechazo la ira dentro de Jonas que fluía por sus venas le dio fuerzas para salir corriendo al lado del Melk. Un tajo con su cimitarra no se hizo esperar en el cuerpo de aquel bandido que se acercaba peligrosamente a Yenian pero el dolor nublaba visión y atenazaba su cuerpo con lo que su ataque pasó muy cerca pero fue totalmente inefectivo.

De repente, una sombra apareció en la espalda del secuestrador que se defendía de Grasp.

Al estaba completamente sorprendido ante el ataque de los bandidos, tanto así que al sentirse en peligro sólo atinó a lanzar una de sus flechas a su agresor, para después salir corriendo a buscar refugio bajo los matorrales... Pensaba que estaba preparado, pero no era así, el pánico se apoderó de su cuerpo al revivir el momento en que su familia fue masacrada.

_Vamos Al.... tienes que dejar de huir, concentrate, enfocate, no dejes que el miedo te domine....- Poco a poco fue recobrando la compostura, si queria convertirme en un gran mago, debería superar situaciones como esta con facilidad.

Una sombra se mueve rápido, como un tigre agazapado sale detrás del secuestrador. El pobre venía de sus quehaceres malvados y nunca supo lo que se le venía encima... quería ir en busca de uno de los guerreros, pero ante que se diera cuenta una patada directa a la cabeza le lanzó contra el suelo. El guerrero sin armas se pone en pie, cruje su cuello y los puños. Rapado completamente y moreno de piel, se intuyen unas orejas picudas, sonríe confiado a Grasp que está enfrente suyo - Luego hablamos y saca una ballesta...

Detrás del moreno que acababa de entrar en escena, una silueta encapuchada (aparentemente femenina) de la cual salen unas orejas puntiagudas, se acerca sacando un arco y una flecha. -Te cubro la espalda.- Dice en élfico, dirigiendose al otro recién llegado.

INICIO DE TURNO 2

-Exactamente, luego hablamos.-Dijo el clérigo visiblemente disgustado porque otro se hubiera cobrado su pieza. No es que fuera demasiado partidario de la fuerza como solución para todo, pero tampoco dejaba de considerarla una solución más y no le gustaba que nadie metiese las narices cuando él estaba arreglando un asunto a martillazos. Suponía la buena intención del recién llegado, pero no le agradaba del todo su actuación.

-No son rivales para nosotros, compañeros.-Dijo entonces.-Vamos a mostrarles de qué estamos hechos.

Un par de pasos decididos lo llevaron hasta donde se encontraba el siguiente de sus objetivos. Avanzaba tranquilo entre el caos del combate, casi indolente ante los ataques de los emboscados en el camino. El primero de los atacantes había demostrado no ser rival, no había motivo para que el resto lo fuese.

-Siente el poder del metal.-Dijo al llegar a su destino mientras descargaba un potente martillazo sobre otro de los agazapados.

Cuando escuchó el crujir de las hojas del suelo y levantó la vista hacia su izquierda ya era demasiado tarde para él. De entre la oscuridad surgió un resplandor plateado que       impactó contra la parte superior de la espalda. Los huesos crujieron y el arco cayó de su mano. Las flechas así como el el carcaj destrozado quedaron desperdigados por los alrededores. 

Lentamente, como un tronco serrado por los leñadores, el secuestrador iba inclinándose hacia adelante hasta que impactó de bruces contra el suelo ya como cadáver.

El Bardo dejó de sonar su flauta y vuelve a desenfundar su lanza larga que no hacía mucho había acoplado por completo.

Se dispuso detrás del Paladín, sabía que él lo mantendría distraído mientras los demás lo atacaban. Lanzó una estocada pero tanto movimiento y ajetreo en el combate lo hizo fallar, la punta afilada de la lanza solo pudo clavarse en el aire.

Sally se movió con rapidez bordeando la maleza. Cuando volvió a salir al camino vio a uno de los bandidos que estaban rodeados por los suyos.

Por un instante vaciló, o seguir para enfrentarse a un nuevo rival o acabar con uno que tenía ya pocas posibilidades de sobrevivir.

Optó por lo segundo, un rival menos es una posibilidad menos de salir herido.

Salió de la espesura y buscó un hueco en las defensas del rival para clavar el finísimo estoque.

La afilada punta penetró entre las costillas del bandido que se puso de puntillas en un último estertor antes de morir. La sangre resbalaba por la fina hoja que sujetaba la muchacha. Sally contemplaba con los ojos abiertos como platos qué fácil había sido arrancar la vida al hombre. 

El secuestrador cayó ante las piernas de Yenian mientras Melk lanzaba una dentellada contra el cuello del desafortunado como si fuera uno más de los ciervos que había abatido durante su vida.