Así se hará Lucaius - Fue la respuesta de Helen, la mujer que sujetaba la ballesta con la mano derecha. Dándose un impulso con su pie sobre el tronco la mujer avanzó hacia un lateral para evitar que el ciempiés se interpusiese en su trayectoria de disparo.

Nunca me han gustado los clérigos y creo que hoy me voy a desquitar. - Dijo la mujer a Grasp, lo que indicaba que se habían tomando el tiempo suficiente para estudiar a sus contrincantes. Levantó su brazo el cual ahora no temblaba lo más mínimo y  guiño un ojo para apuntar a la cabeza del muchacho. Cuando el click del gatillo sonó el virote voló directo a su objetivo y solamente la fortuna quiso que Grasp no hubiese pasado a mejor vida. El proyectil pasó rozando la sien izquierda haciendo que su largo pelo castaño se elevase a medida que la punta metálica cortaba limpiamente la piel. La sangre fluyó al momento y el clérigo supo que aquello no era una simple herida superficial.

La acción al otro lado de la enorme criatura estaba perfectamente ensayada también. Jandral, un semielfo forajido conocido en el Valle de de la Batalla y que hasta ahora había mantenido su rostro oculto tras el tronco sobre el cual reposaba, se impulsó con su mano izquierda sobre la madera y se dio la vuelta mientras daba un par de pasos hacia Yenian. En su mano derecha, al igual que su compañera de armas, portaba una ballesta ligera cargada y lista para ensartar a su víctima. Apuntó sin mucho cuidado al paladín y su disparo, a consecuencia de esto, salió muy desviado y el virote se perdió en la lejanía. Aún así el hombre no perdió su sonrisa, sabía que sus habilidades con la ballesta no eran nada comparado con lo que podía hacer con su amado estoque. Esto sólo es un divertimento. - Pensó para sí mismo mientras notaba su flanco derecho seguro con la presencia del gigantesco miriápodo.

Toda la acción que transcurría en el camino era contemplada por unos pequeños ojos que no perdían detalle de nada. Murian, un mediano explorador que conocía aquellos terrenos como la palma de su mano,  optó por revelar su posición ya que ahora tenía a su oponente a tiro. Se concentró en los veloces movimientos que tendría que hacer para encajar las dos flechas en el pequeño blanco que era el druida al cual tenía que abatir. Hubiese preferido matar a un elfo pero las órdenes eran las órdenes. Aguantó la respiración y soltó la primera flecha. Murian perdió el efecto de la poción invisibilidad en el peor momento de su carrera como explorador y en su rostro se pudo ver el color rojo de la vergüenza. No es que hubiese fallado estrepitosamente su primer disparo, que pasó varios pies por encima de Jonas, si no que el segundo había caído prácticamente a sus pies. Os dije que me gusta verme las manos cuando disparo, maldita sea. - Se quejó a sus compañeros.

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Nü corrió en dirección al follaje para intentar obtener una visión más clara del campo de batalla y de lo que sucedía más adelante. Desde su posición logró divisar una inclinación del terreno por donde se podía acceder a la plataforma que dominaba el territorio circundante sin tener que trepar por el corte rocoso.

Sally pasó una de sus piernas por la grupa del caballo para así desmontar. 

Dejó al caballo entre ella y el bandido del norte, estaba escondido entre algunos matorrales por lo que sabía de la dificultad del tiro, aún así apuntó y dejó que la flecha volara hacia su destino.

Nada más salir de su arco supo que aquel tiro no llegaría a su blanco, así que volvió a parapetarse detrás de las patas del jamelgo.

Vamos Aldo, muévete.

Maldición, todo era una trampa!

Zhaelín se puso alerta desenvainando su espada y se acercó hasta quedar al lado de Grasp. Su objetivo próximo sería esa tramposa mujer que se había atrevido a engañar a sus compañeros.

-¡Todos! ¡Tengan cuidado!

Gred se preguntó a sí mismo qué hacer ya que no había rastro alguno del mago. Era su misión abatirlo y su pequeño y malvado corazón esperaba que el resto de sus compañeros se hubiesen hecho cargo de él para así poder dedicarse por entero a la caza de aquella pequeña zorra. La Alegre nunca le había caído bien. Sus primeros recuerdos sobre ella se remontaban a hacía un par de años cuando la vio limpiar los bolsillos de un par de mercaderes borrachos en la Grulla blanca, la taberna de Essembra que Gred Rasposo y sus amigos se adjudicaban como terreno de caza propio. La segunda vez que Sally volvió a la taberna a hacer de las suyas Gred estaba preparado y le salió al paso. Ese día la muchacha no se llevó nada de allí pero el peor parado fue Gred quien quedó como un auténtico estúpido al recibir una patada en sus genitales y ser el hazmereir de sus compañeros durante varias semanas. Nunca te lo perdonaré. Pensó mientras apretaba con fuerza la mano izquierda sobre el arco invisible. Ahora la veía allí abajo indefensa y desconocedora de su posición.

Es muy tentador, pero el mago... Bah, qué demonios. Ya se encargarán los otros del mago, tú eres mía Sally. - Gred tensó el arco y disparó contra Sally. En ese momento el mediano perdió el efecto del hechizo de la poción de invisibilidad al igual que su compañero y reveló su posición sobre el terreno elevado. Por desgracia Gred estaba demasiado alejado de Sally para poder utilizar sus habilidades como asesino y al ver que sólo la había acertado de refilón en un brazo se arrepintió de haber desaprovechado la oportunidad. Aún así el mediano dedicó a Sally una leve inclinación a modo de saludo cuando ésta le miró desde el camino.

-Pues sí que.-Dijo el clérigo con indiferencia ante las palabras de la mujer. En ese instante, sintió el virote rozar su rostro. Aquello iba en serio. No podía permitirse errores. No esta vez. 

Se bajó del caballo lo más rápido que pudo colocándose junto a Zhaelin. EL broquel de su mano izquierda centelleaba al sol mientras que la atarraga de su derecha se alzaba amenazante. En ese momento, entonó una oración. Esperaba que Grumbar lo escuchase, porque probablemente no tendría una segunda oportunidad de usar el mismo conjuro. 

-Yenian, mátalo.-Dijo señalando al salteador semielfo.-A él o al mago. Aldo y Sally, tenéis a uno escondido por el flanco derecho, Si lo matáis y buscáis más os lo agradecería eternamente.

La brusca desaparición del mago desconcertó a Bixel que esperaba poder cobrarse a un enemigo de esa envergadura y poder presumir de ello durante mucho tiempo. Frustrado por ello dirigió la punta de su flecha hasta el otro enemigo que aún permanecía sobre el caballo. Puede que ese sea el bardo que decía Gred. Pues bien, eres mío muchacho.- Pensó antes de soltar la flecha de su arco. La flecha iba bien dirigida y podría haber causado mucho daño pero golpeó en la armadura del muchacho y salió despedida sin hacer daño alguno al bardo.

Al otro lado del camino, entre las rocas apiladas, Humer se incorporó para disparar a su objetivo. La mujer acababa de desmontar del caballo y aún estaba concentrada en el señuelo que el gnomo Herguen había convocado. No había rastro alguno del muchacho rapado con lo que supuso que habría perecido por el camino o que aún se encontraba sobre el caballo en el ángulo muerto de la curva del camino. Sus disparo rozó a Zhaelín en un muslo y el proyectil continuó su camino hacia los matorrales que había más allá sin hacer ningún daño de consideración.

Milren, el último de los salteadores que permanecía oculto entre el follaje buscaba entre todos sus enemigos al monje rapado o al mago pero no había rastro alguno de ninguno de los dos. Ante la duda optó por desenfundar su espada y salir al encuentro del paladín que era el miembro más adelantado de su grupo. Abandonó su cobijo entre los matorrales a la derecha del mago y rodeó el conjunto de piedras evitando pasar por encima del tronco derribado. Eres mío.- Amenazó a Yenian mientras avanzaba hacia el con la espada en ristre.

La enorme criatura que serpenteaba en el camino se irguió poderosa sin signos evidentes de que el conjuro de Grasp lo hubiese afectado. Avanzó lentamente y lanzó una dentellada contra el paladín en el momento que éste pasaba a su lado. Yenian apartó las fauces del miriápodo sin apenas despeinarse con un golpe seco con la parte plana de su espada.

Ante un gesto con la mano por parte de Jonas Melk salió disparado en dirección al salteador que se aproximaba hacia Yenian por el norte. Su gruñido amenazador fue suficiente para hacer que el hombre se detuviese en seco. La dentellada que el lobo lanzó contra una de las piernas del salteador fue bastante predecible pero aún así faltó poco para que el animal hincase sus dientes en la pantorrilla del enemigo.

Las flechas pasaban zumbando como abejas por encima de su cabeza por lo que optó por seguir el consejo de Sally y bajar del caballo. Su descenso no fue todo lo elegante que él habría deseado puesto que uno de los estribos se resistía a soltar su pie. Cuando cayó al suelo, se apoyó en el flanco izquierdo de su caballo para utilizarlo como cobertura con respecto a los disparos que venían del salteador que estaba escondido al noreste de su posición.

Al ver que sus compañeros estaban recibiendo las primeras heridas Aldo sujetó con fuerza su lanza pero en un último instante optó por infundir a sus amigos el coraje suficiente para dar la vuelta a esta inesperada situación. La melodía conocida por todos se elevó por encima de los relinchos de los caballos y del fragor de la batalla llegando clara y nítida a sus amigos, quienes automáticamente notaron su calidez dentro de ellos.

TURNO 2

Jonas pasando por delante de su caballo se desplaza lo mas posible hasta colocarse en paralelo entre Yenian y Aldo. Consciente del peligro que corren toma la decisión de llamar al poder de la naturaleza nuevamente. Cantos y movimientos hacen que la magia de la naturaleza emane de su cuerpo. Sus amigos ya lo han visto antes, una energía entre sus manos presionada contra el suelo libera a la madre de Melk de sus ataduras del otro lugar donde solo la naturaleza sabe dónde puede estar. El aullido de una loba negra se hace sentir en el área y sus dientes afilados hacen saber que no viene a buscar amigos. Ataca a ese gnomo miserable - Son las palabras de Jonas para que este nuevo aliado corra a destajar a sus enemigos.

La loba corre sobrepasando la posición de Melk y salta contra el gnomo que se guarecía entre el tocón y el conjunto de piedras.

Su fuerte mandíbula se cierne sobre el brazo del pequeño hombre hundiendo sus dientes hasta el hueso.

Helguen abrió los ojos como platos al ver como la inmensa loba se abalanzaba sobre su pequeña persona. Las patas del animal se plantaron sobre su pecho y el peso y la gravedad hicieron el resto. Helguen cayó con un espaldarazo sobre el húmedo manto verde.

Arggg. Lucaius  quítame a este bicho de aquí!!!! - Gritó desde el suelo viendo como su su brazo perdía sangre entre las fauces del lobo. 

Lucaius , al ver como su compañero caía al suelo corrió presuroso hacia él. Sabía que gran parte de su éxito radicaba en que el mago consiguiese lanzar sobre él un par de hechizos más para cuando el ciempiés hubiese desaparecido. Jandral, ayuda a Helguen rápido!! 

 El caos se había desatado por su alrededor, los gritos de sorpresa, rabia y auxilio pugnaban por quitarle el protagonismo a las notas de Aldo, era difícil evaluar la situación, pero el caballero tomó una decisión, no se alejaría dejando desamparados a sus compañeros, así que cerrando filas, el joven Yenian atacó aquella gran criatura que tenía delante, llamando su atención para que no atacara a sus compañeros.

 Con los ánimos inflamados por la situación, y las notas de su compañero, el caballero lanzó un tremendo tajo horizontal que se abrió camino a través del abdomen quitinoso de aquella criatura. De bien seguro que había llamado su atención...

El agudo chillido que surgió de la boca de la criatura espantó a todos los pájaros de la zona. Las vísceras del miriápodo salieron a través de la gran abertura que Yenian había abierto como si fuese avena vertiéndose desde un saco roto. El charco humeante que se formó en torno al enorme ciempiés así como las incontrolables convulsiones que padecía indicaban que su final estaba cerca.

Murian, espectador de ocasión, quería resarcirse de su anterior actuación, la cual había sido bochornosa. Si Lucaius lo había reclutado era, a parte de por sus facultades como guía, por su habilidad innata con el arco. Volvió a poner toda su atención en el druida corriendo por el camino. Tenía que abatirlo cuanto antes y lo sabía ya que había visto cómo había invocado a un animal para deshacerse del pobre Helguen, que en ese momento se debatía bajo el cuerpo de la gran loba. Pero bueno, los problemas del gnomo no eran su problema, si Helguen caía en combate sería uno menos para repartir el botín, así como el pago por su labor.

Apartando de su mente al desgraciado gnomo pidió a su carcaj mágico una nueva flecha y ésta apareció entre sus dedos índice y corazón lista para ser extraída. La colocó en el lugar correcto entre sus manos y tensó el arco con un movimiento rápido y preciso. La cuerda protestó ante la tensión como era habitual y la flecha se dirigió describiendo una ligera parábola hacia Jonas.

Ambas flechas fallaron su objetivo y el rostro de Murian fue un fiel reflejo de la decepción y el enfado. Nooooo!! Maldita seas Beshaba!!-  Se quejó mirando a los cielos.

En su forma invisible, Al-Baridel conjuró de nuevo... -me'urramya- Fue el murmuro que se escuchó en el viento a la vez que las piernas del joven elfo se volvían mucho mas ligeras, entonces aprovechó su nueva velocidad y su estado invisible para analizar el campo de batalla y la situación actual, rápidamente avanzó hasta posicionarse al lado de Sally y Aldo, quienes se ocultaban detrás de los corceles y eran asediados con flechas...

-Acá estoy amigos.... Necesitamos salir rápidamente de esta situación, Sally, necesitamos de tu habilidad, pero a la vista de todos, poco puedes hacer... Ya sé!...- Exclamó en medio de murmullos a sus amigos quienes no podían ver a Al, pero le escuchaban con claridad -Aguanta un poco más y podré hacerte invisible también, así actuarás a tus anchas y ayudarás para equilibrar la balanza a nuestro favor.

Entonces observó desde su nueva posición y aún en su estado invisible el panorama del combate.

Helen arrojó la ballesta a un lado y avanzó hacia el clérigo y la elfa que se había posicionado a su lado. No tenía la más mínima idea sobre quien era ya que ninguno del grupo había podido conseguir información sobre su persona al igual que sobre el otro elfo de la cabeza rapada. No temía enfrentarse a dos contrincantes ya que no era la primera vez que se veía obligada a ello pero sí que se sentía incómoda ante la sensación de que tras aquella cara angelical podía encontrarse a un enemigo peligroso. Aún así avanzó cautelosa unos cuantos pasos, afianzó los pies frente a la pareja y sujetando la espada con la mano derecha adoptó una posición defensiva esperando que ellos tomasen la iniciativa. Vamos niños, a ver qué sois capaces de hacer. - Increpó a Grasp y a Zhaelín.

Por su parte Jandrak, pese a haber escuchado las órdenes que Lucaius le había dado en cuanto a defender al pequeño gnomo, hizo caso omiso de ellas. El gnomo era un personaje excéntrico y no apreciaba en demasía su compañía, a parte de que no se fiaba lo más mínimo de él. Por otro lado el avezado guerrero siempre había sido un alma solitaria y el seguir órdenes ciegamente durante el combate nunca había sido una de sus señas de identidad. Además si algo le había le había influenciado para no seguir las indicaciones del líder del grupo fue el hecho de ver blandir la espada al paladín que tenía frente a él. Ciertamente es un enemigo formidable... -  Pensó. En ultima instancia decidió cargar contra el lobo que luchaba contra Milren para así buscar el flanco de  la formación enemiga y en caso de matarlo contar con la ayuda del muchacho en la lucha contra el paladín. Hinchó sus pulmones cuando estuvo justo al lado del lobo y descargó un golpe con todas las fuerzas que pudo reunir sobre los cuartos traseros del animal. Fue un golpe atroz que casi sentó de culo a Melk, quien automáticamente chilló de dolor y empezó a perder sangre a raudales.

Sally tenía pensado correr hasta la posición del arquero que les asediaba desde los matorrales situados al norte. Pero escuchó la voz de Al detrás suya.

¿Invisible? No pudo evitar echar un reojo a aquel odioso Gred. Soñaba con hundirle su estoque entre las costillas, directo al pulmón, y ver como se ahoga en un charco de su propia sangre.

Encajó otra flecha en su arco y, se asomó un instante de la protección del caballo para disparar su flecha contra el bandido de los matorrales.

Vamos Al que tengo una cuenta pendiente

El proyectil de Sally impactó directo contra la frente del desgraciado muchacho quien cayó de espaldas entre los arbustos, sin vida.