Partida Rol por web

- ¿Hombres de honor?- Dijo Zhaelín sorprendida y con rostro serio. - Dudo que a unos mercenarios que protegen a aquellos que hacen cosas tan horribles con pobres muchachas les quede algo de honor para compartir con nosotros.- Prosiguió después para expresar su opinión sobre qué hacer.- Estoy de acuerdo con Sally. Encendamos la hoguera. Que Sally, Nü, y quizá Al- Baridel, se escondan en los alrededores, vigilándonos. - El cuervo de Al había resultado de gran utilidad en muchas ocasiones para lo mismo.- Es obvio que preguntarán por Tanek y los otros si no los ven aquí. Podemos decir que fuimos atacados por los no muertos y que Tanek cayó. Tenemos a los caballos heridos como prueba del ataque y algún objeto del Tresfuegos ese para probar que estuvimos con él. Tienes que estar desesperados, si están asediados, por obtener las provisiones. Les diremos que les ayudaremos a llevarlas y que nos uniremos a ellos si nos pagan lo que a los demás. ¿Si? Si sospechan siempre los otros podrán echarnos una mano en caso de que ocurra algo.- Miró a Aldo, después de todo era su hermana la que corría más peligro, aunque todos arriesgaban su vida por ella.

El monje con brazos cruzados asistió a la conversación callado, como ausente. No se atrevió a abrir la boca, temía por los reproches de algún que otro compañero. Temía la ira de su hermana y el frío le debilitaba. Prefería callar... ya llegaría su momento... desde luego este no era.

El mago elevó el brazo al aire para que el cuervo emprendiera el vuelo.

- Echar un vistazo primero, tanto por aire como por tierra, no nos hará daño. Aprovechemos que aún hay luz para que Sally, Jonás y Nü echen un vistazo hasta las faldas de la montaña que se ven al fondo.- Dijo apuntando con su dedo.-Al fin y al cabo todo está nevado y no debe ser fácil ocultar las pisadas en la nieve...- Mientras hablaba se daba cuenta de que esa condición servía tanto para sus enemigos como para ellos mismos.

Tras unos instantes debatiendo el modo de proceder llegaron a la conclusión de que sería mejor enviar a unos cuantos de ellos a investigar la falda de las montañas, ya que aún disponían de varias horas de luz sobre sus cabezas y siempre podrían ejecutar la segunda opción si la primera no arrojaba resultados. Examinando el lugar desde donde se hallaban, cualquier pico escarpado podía ser el misterioso Colmillo Oeste, si es que lo llamaban así por su semejanza con un colmillo, por lo que no era descabellado investigar primero aquel que se encontraba justo al norte de su posición atravesando la meseta. Si los compinches de Tanek detectaban el humo de la hoguera probablemente lo hiciesen desde un punto elevado que les aportase una buena panorámica de la zona en cuestión.

Los voluntarios para llevar a cabo las tareas de investigación fueron los que lógicamente mejor podían desenvolverse en ese terreno gracias a sus habilidades de subterfugio. Jonas, Sally y Nü estiraron sus extremidades entumecidas y partieron sin demora hacia la montaña elegida dando un rodeo a la meseta para aprovechar la cobertura arbórea. Atrás dejaron a sus compañeros a cubierto bajo los árboles y aprovechando la carreta para protegerse del gélido viento. 

Pronto los compañeros desaparecieron entre la espesura en dirección a la falda de las montañas. El sonido de sus pisadas amortiguadas por la nieve pronto dejó de ser audible quedando únicamente el aullido del viento. La distancia que los separaba de la montaña que tenían pensado explorar según las estimaciones de Jonas y Aldo sería de en torno a unas tres millas en línea recta, recorrido suficiente para que, pese a la dificultad de andar a través de la nieve, sus amigos llegaran allí y tuviesen tiempo de explorar durante un par de horas antes de regresar. Si todo salía como tenían planeado los tres compañeros regresarían con luz suficiente sobre sus cabezas para poder encender la hoguera en mitad de la meseta. A pesar del frío Plumas seguía sobrevolando la zona alrededor de la carreta alerta ante cualquier amenaza cercana al grupo.

Pasado un rato desde que sus compañeros dejaron la carreta Plumas regresó raudo para posarse en el pescante y graznar llamando la atención de su dueño. Arrgg! Arrrggg carne muerta arrrg!! En la nieve argg! - Dijo agitando las alas. Al-Baridel, que lo conocía bien, supo que se refería a algún cadáver ya que su familiar no estaría tan tranquilo si un no muerto se dirigiese hacia ellos.

Los tres compañeros caminaron todo lo silenciosos que la nieve, la cual les llegaba por las rodillas, se lo permitió. Fue un avance lento pero seguro a través de un bosque  que parecía no haber sido molestado durante siglos. El canto de una perdiz nival así como de algunos pajarillos que sólo Jonas fueron las únicas muestras de vida que percibieron en la hora que emplearon en llegar hasta allí. Nada que indicase la presencia de depredadores y no digamos ya una fortaleza que tuviese como objetivo el rapto de mujeres embarazadas. De todas formas la relativa seguridad que inspiraba aquel paisaje estaba muy lejos de ser real según apuntó el druida. Las nevadas que con frecuencia caían eran las responsables de que las huellas o los restos de caza no fuesen visibles durante mucho tiempo.
La zona por la que andaban, al carecer de matorrales, les permitía tener una clara vista de todo lo que los rodeaba con la única molestia de los troncos de los pinos y abetos que crecían dispersos por el lugar. No era un bosque tupido con lo que pudieron caminar con relativa comodidad hasta la zona en la que comenzaba la suave ladera que precedía a la escarpada montaña.

Una mirada por encima a la pared rocosa que tenían ante ellos les hizo dudar de la utilidad de la exploración. Sólo la falda de la montaña abarcaba varias millas y eso sin contar el subir hacia arriba. Grandes cortes verticales de roca afilada como cullillas sobresalían de la montaña aportando varias pistas claras: la primera era que la cordillera estaba compuesta por montañas jóvenes y poco erosionadas; y la segunda era que iban a sudar tinta para encontrar un lugar protegido como debía ser el Colmillo Oeste. Podía estar en cualquier sitio, en cualquier recodo, puede que incluso bajo la espesa capa de nieve! ¿Cómo encontrarlo entonces? Desde luego una cosa estaba clara, si tenían algún puesto de vigía debía estar por encima de la línea que formaban las copas de los árboles.

Haciendo el menor ruido posible Jonas empezó a mirar a su alrededor a ver si era capaz de encontrar algún tipo de pista que pudiese servir de ayuda en el desalentador panorama. Pensando aún en la terrible situación de su amigo Aldo no desistió en su impulso de seguir adelante y ascender un poco hasta donde comenzaba la parte pronunciada de la montaña.

-¿Vamos?-Preguntó el clérigo.-Creo que sería interesante examinar el cuerpo. Si vemos de qué ha muerto puede ser información útil, y si lo enterramos cerca del campamento, a la vista, podemos usarlo como aviso por si los muertos aquí se levantan también. En ese caso habría que quemarlo después. 

Quizas aquello no convenciese al grupo, pero no podía sino proponerlo.

Sally apenas pudo disimular su disgusto. A punto estuvo de negarse. No sólo tenía que lidiar con los problemas propios de una mujer, sino que le tocaba irse de excursión con el rarito de Jonas y con el estirado del cocoliso.

Era cierto que últimamente cocoliso había estado un poco más agradable que al principio, incluso la chica se había dado cuenta de alguna huidiza mirada que le soltaba de vez en cuando. Suponía que se había dado cuenta de lo capullo que había sido al principio y que ahora trataba de enmendar su actitud. Aunque desde el episodio del almacén se había vuelto más callado y taciturno.

Encima el frío que luchaba por atravesar sus defensas térmicas y congelarla.... Dioses, odiaba el frío.

El camino fue complicado pero al fin llegaron a la falda de la montaña, y bien ¿ahora qué?

Al principio le pareció razonable que Nü, dadas sus habilidades, fuera uno de los que fueran a investigar las faldas de la montaña. Pero en cuanto le vio partir supo que ella debía haber ido con ellos. En cuanto lo perdió de vista se quedó arrebujada bajo la manta, comiéndose las uñas pro los nervios.tal era su estado que cuando el cuervo de Al-Baridel regresó con noticias, graznando, Zhaelín dio un respingo.

- Te acompaño.- Soltó rápidamente la elfa apoyando las intenciones de Grasp. Había sido tonta por haber dejado a su hermano partir sin su protección, pero se era tan ruidosa que tampoco hubiera sido de mucha ayuda. Esto era otra cosa.  Podría estar entretenida mientras los demás regresaban porque si no iba a desquiciarse.

El monje se incorporó y siguió a sus compañeros, así lo había decidido el grupo... Otra vez le había tocado con Sally es rápida y letal y hoy tiene un humor... se encontraba pensando el monje. Miraba con curiosidad aquel paraje. No había visto muchos parajes iguales. Jonás parecía ir a su bola con su lobo.
Igual si nos separamos... dijo encogiéndose un poco de hombros. Aunque sus pensamientos seguían en Sally y su humor. Y entonces se acordó... su hermana también tenía ese humor algunas veces. ¿Cómo podría ser posible que no hubiese caído antes?
El monje miró en busca de unas raíces... con esta nieve... se le escapaba de la boca mientras miraba alrededor. Hasta que finalmente en el camino, cerca de unas piedras encontró unas pequeñas hierbas que se usaban como infusiones. No eran mágicas, pero mezcladas con agua hirviendo aliviaban los dolores. Nü recordaba a su madre dárselas a Zhaelín en su primera luna. El monje miró con una sonrisa las hierbas. Ja... Zhaelín no se creerá que aquí crecen estas hierbas también. desde luego había sido una fortuna encontrarlas.
El monje se aproximó a Sally algo torpe.
Ehm... bueno, encontré estas hierbas. dijo algo avergonzado. Ya que era con Sally con la que peor se llevaba y la chica parecía no tragar al monje.
Luego las mezclaré en unas infusiones. Te sentarán bien, hazme caso... dijo con una cálida sonrisa. Evitó decir para que eran las infusiones A Zhaelín le encanta! dijo evitando decir cual era el problema real de Sally. Además de que realmente a su hermana le encantaba la infusión que preparaba su madre, aunque la de Nü... eso era otro cantar...

Aldo se empezó a preguntar si había sido buena idea mandar a un trío de sus compañeros a investigar cerca de la boca del lobo -o del colmillo en este caso-, sin embargo al repasar los nombres de los que habían partido se tranquilizó un poco, pero noto la cara de preocupación en el gesto de Zhaelin, como el de una madre cuando se separa de su hijo pequeño.

Se acercó a la Elfa mientras la nieve crujía bajo sus gruesas y finas botas de invierno -No te preocupes Zhaelín, tú hermano estará bien, ha demostrado ser muy habilidoso y muy sigiloso, aún lo recuerdo desaparecer de mi vista en aquella emboscada en el camino, donde Nü no solo demostró ser ligero de pies, sino fuerte de nudillos. -Las palabras, en ciertos momentos, podían tener más poder que los brebajes, pociones o infusiones más poderosas, una palabra tranquilizadora, en algunos momentos, tenía más efecto que cualquier conjuro.

Escuchó la propuesta de Grasp, era una propuesta bastante buena, pero le preocupaba un poco que los exploradores volvieran antes de tiempo.

-Vayan ustedes, acompañados de Yenian para proteger y de Al para informar, yo me quedaré aquí, oculto, en caso de que nuestros amigos vuelvan antes. Si necesitan algo, me informan mediante Plumas!

La propuesta de Grasp era buena, pero Aldo no iba a ir, y tampoco iba a permitir que algún otro compañero se quedara con él. Si tenían problemas Yenian tenía que estar presente y si hallaban algo, Al tenía que estar ahí ya sea para aportar conocimiento o para advertir mediante plumas si llegaran a necesitar algo!

Conocedores del carácter de Aldo los amigos no trataron de convencerlo para que los acompañase o para que aceptase la compañía de alguno de ellos junto a él en la carreta, al fin y al cabo tenía razón en cuanto a su planteamiento. El cadáver que Plumas había detectado no estaría muy lejos y no les llevaría mucho tiempo investigarlo. Así pues Yenian, Grasp, Al-Baridel y una preocupada Zhaelín dejaron al bardo y siguieron al cuervo hasta su hallazgo. 

Tal y como el mago elfo había supuesto el cadáver no podía estar más lejos de lo que el vínculo mágico que lo unía a su emplumado y negro amigo le permitía alejarse de su persona. Caminaron con la nieve hasta las rodillas bordeando el río de aguas cristalinas por la orilla norte del mismo dejando a su derecha la gran extensión carente de árboles donde deberían encender la hoguera en caso de que los exploradores no hallasen ninguna pista de la posición de la fortaleza. A una milla de distancia aproximadamente Plumas comenzó a describir pequeños círculos en el cielo para luego descender casi planeando en dirección a un montículo de nieve que perfectamente podría haberse tratado de una roca. Como era de suponer las facultades del ave para encontrar carroña no le habían engañado. Posándose sobre el punto elevado graznó varias veces para animar a los compañeros a que se acercasen hasta él. 

Una vez estuvieron a pocos pasos de él pudieron comprobar que efectivamente el montón sobre el que se posaba el pájaro era en realidad el cadáver de un hombre ataviado con un traje de pieles, probablemente de oso. Tan sólo medio cuerpo sobresalía por encima de la nieve pudiendo apreciar su rostro azulado y sus ojos abiertos de par en par. Su barba, y su aspecto desaliñado encajaba a la perfección con el aspecto que presentaría un hombre que había sufrido un asedio y había conseguido escapar del mismo. Pero de ser así, ¿dónde estaba el ejército sitiador? Volviendo al hombre congelado, éste se hallaba con la parte inferior de su cuerpo enterrada bajo la nieve indicando que esa persona había muerto sentada. No hizo falta acercarse mucho para distinguir las manchas de sangre  que habían empapado su abrigo antes de congelarse. No portaba armas, o al menos no en las manos, por lo que podía ser que se hallasen enterradas junto a él. 

Separados uno de otros aunque siempre manteniéndose visibles unos respecto a los otros los tres amigos comenzaron a peinar la zona pactada en dirección ascendente. Desde luego no iban a llegar hasta la cima de la montaña, ya que eso era virtualmente imposible debido a lo escarpado de sus paredes, pero sí que pudieron ascender lo suficiente para tener una amplia visión de la meseta donde supuestamente se encendían las hogueras cuando los hombres de Basrim traían provisiones. Sin demasiado esfuerzo distinguieron el lugar donde se encontraba el carromato que los había traído hasta allí cerca de la línea ondulante que debía ser el curso del río. Hincharon sus pulmones con el frío pero puro aire de las montañas y retomaron la búsqueda. Fue entonces cuando Sally, quien miraba al cielo con el fin de conocer cuantas horas de luz quedaban aún, lo vio. Desde ese lado en el que se hallaban, el pico que tenían justo a su lado era idéntico a un colmillo que emergía desde el blanco terreno nevado. 

Clack! - Escuchó la Alegre cuando pisó algo que creyó una rama. Retiró cuidadosamente el pie temerosa de que pudiese tratarse de una trampa o algo por el estilo cuando distinguió un hueso tan blanco como la misma nieve en la que se hallaba enterrado. Desde luego ese hueso no era un hueso solitario, era parte de un brazo en el que aún se distinguían restos de carne azulada y congelada. El resto del cuerpo debía hallarse bajo la nieve y algo le decía que o iba a gustarle lo que iba a encontrar.

En cuanto vio el cadáver, Zhaelín se apresuró a desenterrarlo con sus propias manos enguantadas.

- ¿Qué le habrá pasado?- Decía retiraba la nieve de alrededor del azulado cadáver. Continuó despejando la zona pro si servía a sus compañeros para determinar la causa de la muerte.

- Hazlo con cuidado, Zhaelín, podrías ocultar alguna pista.- Comentó el mago mientras se acercaba a husmear el cadáver para tratar de vislumbrar lo que le había provocado la muerte.

Sin demasiado esfuerzo la muchacha elfa desenterró el cuerpo del desdichado combatiente. Moverlo y examinarlo fue tarea más complicada debido a su rigidez extrema por los días muerto así como por hallarse completamente congelado. Sin sorprenderse en demasía descubrieron en su nunca la herida correspondiente a un mordisco de una mandíbula en principio humanoide. Ésta no le había causado la muerte desde luego, ni tampoco los garrazos idénticos a los que presentaban los caballos que Basrim guardaba en los establos de CastilloAlto. Lo que había matado a aquel hombre era un lanzazo por la espalda que lo había atravesado casi por completo. Entre sus posesiones contaba con un par de pociones curativas, un zurrón con pan duro, un par de galletas y varios trozos de cecina todo ello sin tocar. Portaba una daga idéntica a las poseían Tanek y sus compinches  y una espada larga de buena manufactura pocos pasos más de donde fue hallado el cadáver.

- Probablemente este pobre infeliz fuese uno de los hombres de Tanek, comentó Yenian mientras investigaba el cadaver, - Fijaos en esas marcas del cuello y en esos arañazos, podría haber sido atacado por muertos vivientes antes de que finalmente acabasen con su vida... lo que me hace pensar que quizá sigan por la zona alguno de esos seres...estad alerta, sentenció mientras miraba a su alrededor por si acaso...  

La elfa asintió a las palabras de Yenian a la vez que tomaba la daga entre sus manos. ¿Podría ser una especie de marca identificativa del grupo? Se la guardó por si acaso. Las pociones se las pasó al mago por cuyo bienestar había temido durante el incidente con Polter. Ahí tenía la cicatriz en el cuello para recordárselo. Miró alrededor, como si tuviera la sensación de que algo o alguien los observase. Ella no temía a los muertos, al menos a estos, no aún.