Partida Rol por web

El mago tomó las pociones sin inmutarse.  No le gustaba nada todo aquello. ¿Quién había acabado con la vida de aquel hombre? ¿Sus propios compañeros? Intranquilo sacó unos anteojos de un bolsillo y examinó los alrededores. Las palabras de Yenian no le tranquilizaban.

Según lo que podía percibir el elfo, aquel hombre no podía haber andado mucho con semejantes heridas en el cuerpo por lo que el combate que hubiese mantenido con él debía haberse desarrollado en las inmediaciones. Caminando alrededor del hallazgo pudo apreciar cómo existían algunos puntos enterrados en la nieve que crujían bajo su peso. No fue complicado percatarse que todos esos puntos formaban una línea que finalizaba donde el cadáver fue encontrado. Removiendo la nieve con delicadeza el mago pudo percatarse de que existían huellas de hielo congeladas en la nieve. Estas se encontraban más espaciadas entre sí que las que dejaría una persona normal si se limitarse a caminar por lo que probablemente habría estado huyendo o corriendo por delante de su enemigo cuando fue herido por la lanza. Pero había una pregunta que molestaba a Al-Baridel en su interior: ¿El motivo de que esas huellas estuviesen en ese estado se debería a que el hombre se encontraba empapado de agua mientras huía de sus perseguidores?

El mago fue explorando la zona alrededor de la zona donde habían encontrado el cadáver hasta que encontró un rastro de huellas.

- Hay huellas de hielo congeladas en la nieve.- Dijo mientras retiraba delicadamente la nieve y que los demás pudieran apreciarlo.- Por el espaciado de las huellas este hombre huía de su enemigo cuando fue atravesado por la lanza. Si las huellas están congeladas...¿quiere decir que el hombre estaba empapado cuando huía? Quizá atravesara el río por algún tipo de vado.

- ¿Un desertor?- Soltó sin más la elfa cuando el mago explicó su teoría.- ¿Creéis que el asedio del Colmillo Oeste puede haber provocado motines e incluso deserciones castigadas con dureza, de esta manera?- No era descabellado. En un asedio la disciplina debía ser firme pues la falta de comida alteraba el ánimo de la gente.- Si la situación es tan crítica allí eso es favorable para nosotros.- Después reflexionó sobre lo de que el hombre hubiera travesado el río.- ¿Qué hacemos chicos? ¿Buscamos ese posible vado?- Sólo pensar en atravesar las gélidas aguas de un río le daban escalofríos. Con suerte estaría congelada su superficie.

-O un explorador o mensajero.-Apuntó el clérigo.-Posiblemente lo enviasen en busca de una ruta segura o incluso de ayuda. No podemos saberlo. Si hubiese sido alguien habría robado su comida o sus pociones, y esa espada no es de las que se dejan en el suelo. Por otro lado, la lanza puede ser de un no-muerto, algunos portan armas. Lo que me inquieta es la fuerza que llevaba esta lanzada. Casi lo atraviesa. Eso no es fácil.

Grasp se acercó a la espada y la cogió de la nieve. Podría serles útil en el futuro.

¿Creéis que debemos enviar algún tipo de señal al resto? 

- No creo que sea necesario alarmarlos sin un motivo de peso, contestó el paladín a Grasp, - Quizá deberíamos ir a echar un vistazo junto al rio por si descubrimos algo más sobre la muerte de este hombre o para ver si hay indicios de si existen criaturas de esas por la zona. Lo que hiciese huir a este hombre, es posible que esté cerca, no bajéis la guardia, concluyó desenfundando su espada. - ¿Vamos?

- Vayamos, pero esperad un instante.- Dijo el mago mientras rebuscaba entre sus pertenencias en busca de un pergamino.- Aquí está.- Desenrolló la pequeña tira de papel y leyó su contenido.- No hace falta alarmar a los demás, con esto sabremos si hay algunos de esos no muertos en la zona. -Sin esperar más, Al-Baridel se puso en camino hacia el río.

Los muertos vivientes no era lo que más asustaba a Zhaelín. Tenía sus propias ideas al respecto pero, además, la presencia de Grasp y Yenian la reconfortaban en ese aspecto. El mago salió disparado tras leer un pergamino y la elfa miró al cielo, como para que le diera fuerzas. Al-Baridel tenía una fea cicatriz en el cuello fruto de haberse expuesto demasiado en el último combate así que Zhaelín se apresuró en adelantarse para protegerlo de cualquier ataque que pudiera sorprenderlos. Seguía en guardia, con sus sentidos lo más alerta posibles y la maza de armas en la mano, aunque a veces su cabeza se distraía pensando en cómo le estaría yendo a su hermano.

-No busques fuerza arriba.-Dijo Grasp al ver como Zhaelin miraba al cielo.-Toda cuanta necesitas está abajo. Solo tienes que saber buscarla. 

Grasp y Yenian abrían paso a través de la espesa nieve seguidos de cerca por Zhaelín y Al-Baridel, éste último concentrado en su conjuro de detección escrutando toda zona por delante y en los laterales de su avance. Seguir las huellas congeladas no fue tarea fácil ya que había que ir tanteando con los pies hasta que encontraban la capa congelada que había dejado el hombre a medida que huía. En efecto y tal como era de suponer las huellas los condujeron al río, en concreto a un recodo en el que se formaba una poza un no demasiado profunda. Quién quiera que fuese ese hombre había nadado en aquella acumulación de frías aguas y había emergido allí, justo delante de donde se encontraban. Podía haber llegado nadando o incluso andando a través del lecho rocoso, ya que el agua no cubría más de tres pies, lo que hubiese convertido el seguir su rastro en tarea imposible. Sin embargo la aguda vista del mago elfo encontró la explicación a lo que había sucedido justo delante de sus ojos, o más bien debajo de sus pies.

Echando un vistazo al fondo del pequeño estanque, que no cubriría más de nueve pies, le extrañó la disposición de las rocas. Las rocas más grandes se hallaban separadas de la pared sobre la que ellos observaban. Una corazonada hizo que el elfo se arremangase la túnica y se acercase hasta un lateral. Una vez allí se introdujo en el agua del arroyo y caminó hasta los límites de la poza, fue entonces cuando lo vio.  Allí había una  puerta de madera, camuflada con vegetación y piedras pegadas sobre ella que cerraba el paso a un túnel poco más ancho que el cuerpo de una persona fornida y que habían excavado en la pared sobre la que aguardaban sus compañeros.

Al-Baridel sonrió con satisfacción. Estaba seguro de haber encontrado la puerta que les conduciría a la fortaleza del Colmillo Oeste. Elevó el brazo de nuevo para que Plumas volviera a levantar el vuelo.

- Busca a Jonas y tráelos aquí.- Sabía que el cuervo tendría más cariño al druida, además de ser entre los tres intrépidos rastreadores, el más fácil de divisar.

- Te vas a congelar.- Dijo Zhaelín preocupada cuando vio al mago meterse en el agua helada. Pero cuando vio que éste sonreía supo que había encontrado aquello que buscaban.- Esto lo cambia todo.- Dijo más para sí misma para de seguido girarse hacia los otros.- Está claro que esta es una de las entradas al Colmillo, pero no por donde meten los suministros ya que sería imposible.A no ser que la poza se vaciara de manera natural o artificial de alguna manera. Si no fuera así, eso me da una idea. Volvamos al campamento y encendamos la hoguera. Pero no esperemos a que vayan, metámonos directamente por aquí. Si es como creo, y salen a por los suministros, el Colmillo quedará aún más desprotegido y nos infiltraremos más fácilmente.

Las palabras de la elfa le hicieron reflexionar. Era un buen razonamiento. Si pro aquí no se pasaban los suministros sería un buen sitio pro el que infiltrarse. Observó la zona por si detectaba que, de alguna manera, natural o artificial, o incluso mágica, aquella poza pudiera vaciarse para meter por allí los suministros.

- Me parece buena idea Zhaelin, respondió Yenian, - Pero antes deberíamos echar un vistazo a ver que hay tras esa puerta, comentó mientras con decisión se aproximó a donde se encontraba Al-Baridel. Entonces enfundó su espada, tomó una bocanada de aire y se sumergió en las frías aguas tratando de abrir la puerta oculta.

El mago examinó las orillas cercanas, el lecho de cantos rodados y las marcas de agua sobre la pared de piedra que alojaba la puerta secreta, para concluir que se trataba más bien una salida de emergencia que una entrada de suministros, por razones evidentes tales como el tamaño y la disposición. No encontró rastro alguno que le permitiese afirmar que aquel estanque podía ser vaciado ya fuese por medios naturales o mágicos presentes en los alrededores, por lo que su función más probable era la más evidente, escapar sin ser vistos en caso de problemas. Aunque por la disposición de las piedras sabía que había sido utilizada más de una vez saltaba a la vista que no era un lugar muy transitado.

En un momento dado la imagen de Tanek y los hombres que le acompañaban vino a su mente. No era improbable que esos hombres hubiesen abandonado la fortaleza asediada a través de un lugar como este. ¿No llevaban consigo cada uno pociones que les permitían andar sin dejar rastro? A lo mejor el cadáver que se encontraba a pocos metros de ellos era uno más de la comitiva que iba en busca de ayuda a Castillo Alto y que fue sorprendido por los enemigos cuando emergió de las aguas.

El paladín llegó hasta una puerta sabiamente disimulada en la pared de piedra mediante trozos de helechos secos y diminutas piedrecitas. Distinguir la puerta para un observador casual hubiese sido tarea imposible de no ser porque los bordes de la misma eran más nítidos ahora debido a que había sido abierta hacía pocos días y el limo y el barro aún no los había cubierto de nuevo. La capa que daba hacia el estanque estaba fabricada en madera siguiendo la misma lógica que para crear un escudo. En la parte posterior habían adosado láminas de metal a las mismas para evitar que se desintegrase con el paso del tiempo y dejasen la puerta al descubierto. Compartía con los escudos algo más que el método de fabricación, el tamaño. Cuando el paladín llegó hasta ella se percató de que era más pequeña de lo que había imaginado. Al carecer de asideros que permitiesen asirla, deslizó sus dedos a través de los bordes que la unían a la pared y tiró de ella hacia atrás. Miles de burbujas se colaron a través de las rendijas y con un movimiento lento y pesado la puerta cedió para mostrar un túnel redondo que se internaba en la roca en dirección descendente durante varios metros.