Partida Rol por web

- No me cabe duda.- Dijo el mago husmeando alrededor como Melk el lobo de Jonas.- Esto es una salida de emergencia, como dice Zhaelín, para escapar sin ser vistos. De hecho, nada impide decir que fuera el camino que Tanek y sus hombres utilizaran para salir. Eso explicaría porque ese cadáver llevaba la daga similar a la que tenían esos pobres hombres.

Caminando tranquilamente como íbamos a pesar de la temperatura y no muy distantes los unos de los otros, Jonas admiraba la naturaleza, el paisaje helado que seguía dejándolo encantado pues era algo nuevo, frío pero nuevo...

Tras unos breves pasos logro escuchar un Crack lo que hizo que éste se voltease para mirar a sus amigos- ¿Qué paso?- Preguntó.

Yenian se sumergió hasta el fondo del estanque descubriendo una pequeña puerta bien camuflada. Con más dificultad de la que en un inicio preveía, el paladín consiguió hacerla ceder tirando con fuerza de los resbaladizos bordes debido a limo que albergaba la madera. La puerta dio paso a un largo y oscuro túnel. Tras ello, Yenian volvió a la superficie e informo al resto de compañeros:

- La he abierto…, comentó con la voz entrecortada al estar reponiendo el aire, - La puerta da entrada a un túnel, parece largo pero no supe calcular de cuantos metros de profundidad es, volveré a bajar a ver hasta dónde llega… deberíais ir avisando al resto.

Nuevamente el paladín tomó aire, está vez con más intensidad, y se volvió a sumergir en dirección al misterioso túnel.

Nü se acercó intrigado a Sally para ver que se cocía por ese lado, parece que Jonas también estaba intrigado ya que sin decirle nada también se acercó hasta la chica al escuchar aquel extraño crujido.

El paladín desapareció a través del agujero sin dar tiempo a réplicas a sus compañeros. Fue algo que no les pilló de sorpresa  a los amigos que lo conocían bien ya que Yenian era de esa clase de personas que parecía no temer a lo desconocido.

El agua estaba helada pero a pesar de ello Yenain avanzó a través del oscuro túnel buceando ayudándose de manos y pies para impulsarse por el suelo irregular. Pasados unos segundos comenzó a plantearse si aquello no sería una locura ya que notaba como el oxígeno que almacenaba en sus pulmones no sería suficiente para emprender el camino de regreso. El pecho comenzó a quemarle pese al frío que sentía en su piel hasta que por fin su mano emergió de entre las aguas.

Se encontraba en un estanque en el interior de una caverna o algo semejante ya que no había luz alguna que pudiese darle una pista acerca de donde se encontraba. Al menos sabía que estaba a salvo y que podría volver a salir en caso de que fuese necesario. El estanque no era profundo ya que una vez se puso de pie el agua le llegaba por la barbilla.

Ya que el único sentido que le servñia para algo en aquella insondable oscuridad era el oído aguardó durante unos instantes a que cesase el latir en su cabeza y se aprestó a escuchar detenidamente. Nada. Absolutamente nada, ni el más ligero sonido aparte de las ondulaciones de agua golpeando las paredes.

La sensación que experimentó el paladín en ese ataque de valentía no fue precisamente agradable. Durante el trayecto por el estrecho pasadizo Yenian notó, además de cierta claustrofobia, la sensación de que el oxígeno se le agotaba y que aquel oscuro túnel no tenía fin. Cuando llegó por fin a la superficie, la sensación de alivio al recuperar el aire, se veía contrastada con el frío por todo el cuerpo que le había provocado las gélidas aguas del estanque….y lo peor aún, la más absoluta oscuridad que gobernaba en la recién descubierta caverna.

Tras unos segundo tratando de percibir algún sonido sin éxito, el paladín echó mano de su linterna sorda y la encendió para poder contemplar donde se había metido.

Yenian a medida que caminaba hacia lo que él creía que era hacia adelante podía apreciar como el estanque se hacía cada vez menos profundo. Una vez el agua le llegó por la cintura sacó de su petate, el cual chorreaba agua por los cuatro costados, su linterna sorda. No fue fácil encenderla pero cuando lo consiguió su cálida luz iluminó una pequeña cámara de paredes excavadas en la dura tierra congelada . No mediría más de veinte pies de ancho por unos cuarenta de largo y el techo se encontraba a la altura de la mano si saltaba. 

Tal y como había imaginado era un pequeño estanque que se había formado por la filtración de aguas del río. Un vistazo detallado a las paredes indicaba que estas habían sido excavadas a base de pico y pala, cosa que daba más crédito a lo que el mago había comentado, que se tratara de una salida de emergencia. La orilla del estanque quedaba a escasos pies de un corredor del tamaño de una persona que se internaba en la oscuridad mucho más de lo que la luz de su linterna podía alumbrar. Llamó la atención también del paladín las huellas de varios pares de pies que habían caminado por la orilla del mismo. Podía imaginar a Tanek junto a aquellos que lo habían acompañado así como el cadáver que yacía sobre su cabeza preparándose para zambullirse en el estanque no muchos días atrás.

¡Claro!- Se asombró con la claridad del razonamiento de Al-Baridel pero disimuló para no parecer tonta. Entonces volvió a escuchar a Yenian sumergirse.

- Pero...- La elfa se quedó ojiplática mirando ora al agua ora a sus compañeros.- ¿Pero es siempre así?- Zhaelín puso los brazos en jarras enfurruñada. ¿A dónde pensaba ir el paladín sólo? Suficiente tenía con su hermano. Pensar en Nü le hizo pensar en que quizá si acababan con esto rápido no tuviera por qué correr un riesgo innecesario. Sin pensarlo demasiado se lanzó al agua y, tapándose la nariz con una mano, se sumergió por el mismo sitio por el que había desaparecido el humano.

El agua estaba helada pero a pesar de ello Zhaelín avanzó a través del oscuro túnel buceando ayudándose de manos y pies para impulsarse por el suelo irregular. Pasados unos segundos comenzó a plantearse si aquello no sería una locura y no acabaría encontrándose el cuerpo ahogado de su compañero en la siguiente brazada ya que notaba como el oxígeno que almacenaba en sus pulmones no sería suficiente para emprender el camino de regreso. El pecho comenzó a quemarle  pero pese al frío que sentía en su piel se esforzó por continuar hasta que por fin distinguió claridad y su mano emergió de entre las aguas. 

Se encontraba en un estanque en el interior de una caverna excavada en el duro y congelado suelo de las montañas. El estanque no era profundo ya que una vez se puso de pie el agua le llegaba por la barbilla. La cámara no mediría más de veinte pies de ancho por unos cuarenta de largo y el techo se encontraba a la altura de la mano si saltaba. Un vistazo detallado a las paredes indicaba que estas habían sido excavadas a base de pico y pala, cosa que daba más crédito a lo que el mago había comentado, que se tratara de una salida de emergencia. La orilla del estanque quedaba a escasos pies de un corredor del tamaño de una persona que se internaba en la oscuridad mucho más de lo que la luz de la linterna que portaba un sonriente Yenian podía alumbrar. Llamó la atención también de la joven elfa las huellas de varios pares de pies que habían caminado por la orilla del mismo. Podía imaginar a Tanek junto a aquellos que lo habían acompañado así como el cadáver que yacía sobre su cabeza preparándose para zambullirse en el estanque no muchos días atrás.

Zhaelín salió del agua dando una reparadora bocanada de aíre y chorreando. Era difícil no hacer ruido toda mojada como estaba. Maldijo para sí misma por la impetuosidad de los hombres. Su corta vida les hacía ir más rápido, aunque precisamente ella, con el hermano que tenía, no podía recriminar mucho al amigo de Aldo.

- ¡Yenian!¡Espérame!- Desenvainó la espada y comenzó a caminar mientras sus ojos, casi felinos, se acostumbraban a la oscuridad.

- ¡Maldita sea, Zhaelin, que susto me has dado!, exclamó Yenian a la vez que se percataba que había usado un tono de voz demasiado elevado dadas las circunstancias. – Pshh, intenta no hacer ruido, no sabemos si tendrán vigilada esta entrada, susurró el paladín, - Por cierto, ¿avisasteis al resto?, preguntó aunque dando por evidente la respuesta, - Como tardarán aun en llegar vayamos a echar un vistazo más al interior, pero seamos cautelosos, ¿vale?. Vamos, sígueme..., concluyó el paladín para seguidamente poner rumbo hacia el corredor de la orilla. 

Al observó como Yenian y Zahelin se zambullían, el Elfo miró al cielo, su amigo emplumado ya estaba lejos, ideas pasaban por su cabeza sin llegar a una conclusión clara de lo que debería hacer, entonces miró a Grasp. -Deberías ir con ellos, yo le avisaré a Aldo de nuestro hallazgo y esperaré por Plumas para darle aviso a los demás, sea lo que sea que encuentren allí, no se arriesguen solos, si es necesario regresen por ayuda, sin embargo intentaré estar lo mas pronto posible con ustedes, ¿de acuerdo?.- El elfo parecía decidido y con un cabeceo y una palmada de aliento en el hombro de Grasp, regresó sobre sus pasos en busca de Aldo, quien se había quedado en la carreta con los suministros.

Sally miró al cocoliso sin saber qué decir. 

¿Para qué le daba unas hierbas ahora? ¿Qué intenciones tendría? Primero la atacaba y se reía de ella, después dejó de hablar... y ahora le daba unos hierbajos. Que los dioses se llevaran su alma si entendía a aquel extraño elfo.

Gra-gracias.- acertó a decir sin adivinar el propósito de aquel elfo.

Después se puso manos a la obra. Subió un poco más la ladera y fue cuando lo vio, un penacho con forma de colmillo.

Se giró para decírselo a los otros dos cuando un chasquido a sus pies llamó su atención. Un hueso que formaba parte de un brazo había chasqueado al pisarlo. Sally retrocedió un poco con la boca abierta y señalando lo que había encontrado.

Mierda, aquí hay un tío muerto.

En efecto lo era, tal y como pudieron apreciar sus dos compañeros cuando llegaron hasta la muchacha. Se trataba del brazo del cadáver de alguien que había fallecido hacía mucho tiempo por lo que podía deducirse viendo el estado de avanzada descomposición en el que se encontraba. Además de eso había algo más que ellos desconocían y era que esa persona había muerto en tierras muy lejanas al lugar donde se hallaba ahora. De haber tenido tiempo para remover la nieve que cubría el montón de huesos congelados hubieran apreciado que el hecho más relevante acerca de él no era la carencia de heridas en su congelada carne o en muescas en sus blanquecinos huesos, si no la espada oxidada que sujetaba con la mano derecha y que en ese instante emergió de la nieve. De pronto, como si de una coreografía espectral se tratase, más cuerpos, todos ellos esqueletos, se alzaron de entre la nieve con sus diabólicos rostros de vacías cuencas y amplias sonrisas. Todos ellos portaban armas y por su actitud no estaban allí para conversar con los tres muchachos. 

Al ver como los esqueletos emergieron del suelo Jonas sólo pudo maldecir entre dientes - A la verga...

Tan pronto Zhaelín y Yenian desaparecieron bajo las aguas el mago elfo dejó al clérigo de Grumbar solo frente al remanso de agua con la única compañía del viento ululando a su alrededor y meciendo sus cabellos. Un vistazo a un lateral le permitió distinguir su propio rastro que llevaba de vuelta Al-Baridel hasta Aldo. La carreta no se hallaba lejos con lo que no temía por la seguridad de su compañero. Quienes sí pasaron por su cabeza fueron los dos que con tanto ímpetu se habían apresurado a entrar a través de la puerta secreta. Conocía a Yenian desde hacía mucho tiempo y sabía que tanto con la compañía de la muchacha elfa o sin ella no se iba a detener una vez alcanzase el otro lado del oscuro túnel. Sin pensárselo dos veces Grasp descendió al estanque y se zambulló para alcanzar el agujero en la roca. El agua estaba condenadamente fría pero a pesar de ello el muchacho avanzó a través del oscuro túnel buceando ayudándose de manos y pies para impulsarse por el suelo irregular. Pasados unos segundos comenzó a plantearse si aquello no sería una locura y no acabaría encontrándose los cuerpos ahogados de sus compañeros en la siguiente brazada ya que notaba como el oxígeno que almacenaba en sus pulmones no sería suficiente para emprender el camino de regreso. El pecho comenzó a quemarle, notaba palpitaciones en las sienes y un dolor agudo en la frente pero pese a ello avanzó con entereza hasta que por fin distinguió claridad y su mano emergió de entre las aguas. 

Se encontraba en otro estanque en el interior de una caverna excavada en el duro y congelado suelo de las montañas. No era profundo ya que una vez se puso de pie el agua le llegaba por la barbilla. La cámara no mediría más de veinte pies de ancho por unos cuarenta de largo y el techo se encontraba a la altura de la mano si saltaba. Un vistazo detallado a las paredes indicaba que estas habían sido excavadas a base de pico y pala, denotando que no había habido mano experta para acometer tal proyecto y que más bien parecía un desesperado intento de construir una huida. La orilla del estanque quedaba a escasos pies de un corredor de dimensiones no mayores a las de una persona fornida. La claridad que había distinguido al llegar a este lado provenía del interior del estrecho corredor en el que no tardó en escuchar el inconfundible sonido de la armadura de Yenian. 

Al salir de las aguas llamó la atención también del joven las huellas de varios pares de pies que habían caminado por la orilla del mismo aparte de las de sus compañeros, mucho más recientes. Imaginó a Tanek junto a aquellos que lo habían acompañado así como el cadáver que yacía sobre su cabeza preparándose para zambullirse en el estanque no muchos días atrás.

No habían recorrido más de unas decenas de pies cuando el sonido de alguien moviéndose a través de las aguas que habían dejado atrás indicó que algún compañero más los había seguido. Debido al ruido de la armadura y a la tos inmediatamente supieron que se trataba de Grasp. El hecho de que el clérigo de Grumbar hubiese entrado en el interior del subterráneo y de que éstos lo hubiesen escuchado hizo que se detuviesen el tiempo necesario para que a Zhaelín dispusiesen de unos valiosos segundos para examinar lo que había varios pasos por delante de Yenian. 

Llamó poderosamente su atención cuatro pequeñas piedras que formaban los vértices de un cuadrado en el terroso suelo. Eran prácticamente insignificantes pero no encajaban allí ya que su disposición era demasiado perfecta como para ser algo natural o simplemente casual. Por otra parte no existía huella alguna en el interior del área delimitada lo que dio  muy mala espina a la muchacha elfa. Sujetando por el brazo a su compañero impidió que éste continuase su avance.