Tirada: 1d100
Motivo: RR
Dificultad: 53-
Resultado: 97 (Fracaso)
Tirada: 1d6
Motivo: RR
Resultado: 2
Abraham, sin rastro alguno de animadversión hacia el líquido de la fuente, mete su mano hasta el fondo y se pone a palpar en busca de vísceras o animales muertos que expliquen la contaminación del agua. Después de unos momentos afaenado, saca el brazo totalmente cubierto del líquido oscuro sin haber encontrado nada en el fondo, aunque con la certeza cada vez más firme de que en esa fuente, lo único que hay es sangre.
Sí, la que mana también es sangre.
Tras las palabras de Gonzalo, ambos se giran hacia los otros tres huéspedes. Lo que ven les hace pensar que su extraño comportamiento de antes no fue aislado, sino que es parte de su nueva forma de actuar. En concreto observan como Abraham se arrodilla frenta a la fuente y, arremangado, mete su brazo en el fondo y comienza a palpar, buscando Dios sabe qué.
-Algo les está ocurriendo... ¿no veis quan extraño se comportan...? Más vale ser cautos, y no exponernos a sus delirios, para no desencadenar su ira...
María dejó de lado la idea de entrar de nuevo en la Iglesia, estaba más que claro que no iba a ser posible.
-Vayamos a ver qué ocurre allí fuera, Gonzalo, pero sin dejar de vigilarles a ellos... por si acaso. Vayamos a ver si algo les ha ocurrido a los guardeses, ¿de acuerdo...?
Cambio de itinerario. Ya que no hay acceso a la Iglesia, vayamos hacia el lugar del que vienen nuestros raritos amigos.
¿alguien se anima a destruir la fuente?
-Bien, tratemos de que no nos vean, para poder observar sus movimientos. Espero que no hayan caído en las garras del maligno.
Digo tratando de esconderme y vigilar a Tomás y los otros, aunque casi más pendiente del resto del monasterio, por si veo algo más extraño aún que ellos.
Hicham se queda mirando la fuente estupefacto, no daba credito, nunca había visto nada parecido y eso que en su oficio había visto cosas raras.
Ve como Abraham mete la mano buscando algo que tiñese la fuente pero su mano solo sale llena de roja y viscosa sangre.
-"Creo que no conseguiremos gran cosa urgando ni preguntandonos porque la fuente mana sangre, quizás el acuífero de donde mana la fuente tiene un poso de barro y de hierro que tiñe el agua de color rojizo y viscoso..."
Mira a los demás levantando los hombros.
-"...o eso me gustaría creer"
Abraham mira al sabio de origen árabe, le gustaría creerle y sería mucho más fácil sin las experiencias previas que había.
- "Por desgracia, mi buen amigo, es algo que ocurre con todas las fuentes de agua del monasterio... Por eso aún no he podido traeros agua. ¿Conocéis alguna forma de convertir esta sangre en agua?"
Aunque Abraham parecía estar pidiendo al curandero algún tipo de magia ancestral había oído de eruditos que además de saber destilar el licor sabían sacar agua de las plantas y de otros elementos. La alquimia no era algo que se pudiera tomar en vano, si se podía separar las aguas del Mar Rojo y sacar agua de las piedras, cualquier cosa era posible con la ayuda de Yahvé.
Tomás bufa. Estos dos están peor que Gonzalo y María.
Lo que deberíamos hacer es huir de aquí, dice al final. ¿Es que no os dais cuenta de que en este monasterio ocurren cosas muy extrañas, que algo atenta contra nuestras vidas y nuestras mentes?
Abraham mira al nervioso Tomás con aspecto tranquilo y pausado, ha decidido tomarlo con la mayor de las paciencias en un intento de mantener entera su cordura.
- "Tal vez solo estamos cansados... ¿No será un sueño o algo que nos ha sentado mal?"
La verdad es que el comerciante cada vez era menos coherente, tanta tranquilidad en aquellos momentos era tan preocupante como la urgencia de la noble María por meterlos en la iglesia.
De repente se le encendió una luz:
- "Si es una cosa del demonio, el agua bendita debería estar a salvo. ¿Qué os parece si cogemos a los heridos guardeses y los llevamos a la iglesia? Peor que en el patio no creo que estén..."
No me fio de lo que pueda haber ahí dentro -dice, señalando hacia la iglesia-. Creo que deberíamos echar un vistazo antes de entrar.
Tomás mira el imponente edificio.
Creo que Hicham y yo deberíamos entrar en la iglesia primero, ver lo que ocurre y volver a salir. Entraríamos por el pórtico principal, y una vez dentro, nos separaríamos, uno por la derecha y otro por la izquierda, y avanzamos hacia el altar. Abraham puede quedarse fuera y hacernos una señal convenida, por ejemplo, un silbido, si viene alguien más.
Quedo a la espera de qué contesta Hicham.
Hicham mira a Tomás con los ojos como platos.
-"No, no ,no ¡yo no entro ahi ni loco!, tengo que salvar la vida de la guardesa y de su marido y estos, sobre todo la señora no puede moverse o se desangraría,...si ustedes lo desean pueden echar todos los vistazos que quieran, luego pueden venir a informarme..."
Pone los brazos en jarras.
-"¿No se dan cuenta que lo que quieren es que entremos en la iglesia?. Señor Abraham si el agua bendita esta incorrupta no dude en traermela..."-dice con voz socarrona- "Si nadie mas tiene algo que decir me voy a ver a la señora y su marido..."
Espera a que alguien diga algo, si nadie dice nada...se va hacia donde habia dejado a la guardesa y esposo.
Abraham se queda indeciso sin tener muy claro que hacer. Tampoco tiene muchas ganas de entrar en la iglesia, no es un hombre especialmente valiente y el edificio no le transmitía buenas sensaciones ni cuando no pasaban cosas raras.
El problema es que es probable que el agua bendita que lleva tiempo allí tal vez sea la única que no está corrompida por quién quiera que se dedica a mancharla...
- "¿Serviría el vino o otro licor embotellado para limpiar sus heridas?"
Hicham mira a Abraham sonriente y un poco sorprendido.
-"¡Claro que sirve!, ¡como no se me había ocurrido antes!, que buena idea, ademas de limpiar sus heridas el alcohol del vino o el licor desinfectará los cortes, ¿sabe usted donde hay esos productos?"
Se queda mirando inquisitivo al comerciante.
El rostro de Tomás ha pasado poco a poco a enfurecerse.
Muy bien -le dice a Hicham-. Salvadle la vida a quien vos queráis. Yo me voy a buscar otra salida. No pienso morir aquí.
Y vos -se gira a Abraham-. Acercaos sin miedo a la hospedería a por vino. Tal vez os ataque el edificio, como ocurre con la muralla. O el muerto redivivo, que ya debe caminar por la zona. De cualquier modo, moriréis. Podéis esperar eso o haceros más viejo, no os falta mucho.
Tomás se gira y se va caminando con la cimitarra bien apretada en la mano, dispuesto a matar por su vida.
Me voy por la parte derecha del plano, recorriendo la muralla a una distancia prudencial de esta y observando si es de la misma naturaleza que la de la parte de la entrada. También busco una salida, camino hacia la parte superior del plano.
Abraham se gira a Hicham desconcertado:
- "¿Parezco más viejo que hace unas horas?" - Pregunta con aire inocente y sorprendido.
La verdad es que no puede evitar preocuparse por la cordura del buen Tomás, aunque sabe que es habitual que los soldados sufran ataques y vean enemigos invisibles, pero ver enemigos en los edificios y en los muertos le parecía excesivo, de novela de fantasía.
Miró a Hicham y luego le hizo un gesto para ir a la Hospedería que les cogía de camino.
Simplemente para que quede claro antes de que os mováis. María y Gonzalo no han entrado en la iglesia, cuando miráis hacia la puerta por la que supuestamente entraron les observáis vigilándoos desde la distancia.
Confirmadme si seguís con vuestras acciones.
Antes de que os mováis, simplemente deciros que los tres, después de estar un rato junto a la fuente y charlar vehementemente entre ellos, se habían empezado a mover hacia la salida del claustro (por donde entraron), pero al descubrir que no habíais entrado en la iglesia, han dudado y siguen allí, mirándoos recelosos.
Abraham a menos que Hicham le confirme que se le está cayendo la piel a cachos, se va hacia la Hospedería y le invita a que le acompañe... La verdad es que ir solo después del "mal de Ojo" de Tomás le da un poco de yuyu.