Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

1. El Monasterio de Caedus - Orígenes.

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23/09/2012, 00:55
Dariel

Dariel había seguido a Natalia hacia el patio en cuanto ésta se lo había indicado, reflexionando por el camino sobre lo que le había enseñado -o al menos tratando de grabarlo en su mente-. Por supuesto, pidió llevarse prestada la Biblia que llevaba en brazos, y en cuanto llegaron al jardín se sentó en la hierba para leer las primeras páginas.

Resultaba un texto bastante denso para él, así que apenas percibió al hombre que charlaba con la joven de pelo morado; no al menos hasta que la despidió y se acercó a ellos para presentarse. Transmitía una innegable aura de elegancia, y tanto aquella espada de energía como las patadas en el aire resultaron muy llamativas, por lo que cuando al fin les pidió que imitasen sus movimientos Dariel se levantó entusiasmado.

Sin darse cuenta se había colocado al fondo de la clase, y en cuanto empezaron los primeros movimientos una revelación le golpeó la conciencia: para Gilbe, aquel ejercicio sería extremadamente duro. Es decir, ya era casi imposible imitar los movimientos de Petros pudiendo ver lo que iba haciendo, con lo que conseguirlo guiándose únicamente por indicaciones casuales del tipo "levantamos el brazo a esta altura..." sería un milagro.

Procurando molestar lo menos posible al resto de compañeros, Dariel se escabulló hasta donde estaba Gilbe y le posó la mano en el brazo para llamarle la atención- ¿Quieres que te ayude? -susurró.

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23/09/2012, 01:23
Dariel

Según pronunciaba esas palabras, Dariel se dio cuenta de que seguramente a Gilbe no le haría mucha gracia que alguien le fuese diciendo en voz alta -y de manera completamente detallada- todos los movimientos que tenía que ir haciendo, aunque esa fuese manera más fácil de hacerlo- No te preocupes -le murmuró aún más bajo para tranquilizarle- Nadie se enterará de que te ayudo... si quieres que lo haga solo niega con la cabeza.

El pequeño estaba satisfecho con la idea que se le había ocurrido: quería ayudar a su compañero, pero por lo ocurrido con anterioridad en el combate de práctica, sabía Gilbe no quería que pareciese que recibía un trato especial. Por eso mismo, si nadie se enteraba podría echarle una mano sin problema.

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23/09/2012, 19:21
Gilbe Klimb

Gilbe volvía a sentirse fuera de lugar. De nuevo ejercicios que requerían el uso de la vista para acometerlos. El monasterio era su oportunidad para no ser un mendigo para siempre. No sabía el por qué de su presencia en ese lugar lleno de prodigios pero no quería pensar en abandonarlo. Sólo llevaban un día pero sabía que pertenecer al monasterio sería una oportunidad única. 

Comenzó el ejercicio y a pesar de las indicaciones que poco a poco daba el profesor el ejercicio seguía siendo asombrosamente complicado, sin embargo confiaba en que no lo estuviera haciendo de un modo desastroso. Al fin y al cabo, a base de escuchar y sabiendo qué parte de su cuerpo tenía que mover ya era bastante más de lo que en un primer momento llegaría a conseguir hacer.

Mientras se movía Dariel se le acercó y le dijo: ¿Quieres que te ayude? - debía estar haciéndolo muy mal si el chico le ofrecía su ayuda tan pronto... Le siguió hablando, esta vez en un tono mucho más bajo, y le aseguró que nadie se enteraría de que le estaba ayudando. Gilbe pensó que sería entonces Arly quien le ayudaría, se sintió tentado de aceptar, pero cierto resentimiento, cierta desconfianza y, sobre todo, su afán de superación le hicieron decir con tono serio y su mirada perdida en el vacío.

- Gracias Dariel, pero primero quiero hacerlo sólo. - No puedo depender siempre de que otros me ayuden- Por lo menos tengo que intentarlo. 

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23/09/2012, 19:57
Aclamado Director

El cuerpo de Gilbe intentaba hacerlo lo mejor posible, obedeciendo a las palabras de Petros a pesar de la distracción que Dariel podía suponer. En uno de aquellos movimientos, realizado de forma casi perfecta, el chico no pudo atinar a decir si fue producto de su imaginación o no, pero le pareció ver como la eterna noche cerrada y sin luna que había ante sus ojos se atenuaba mínimamente. Fue algo casi imposible de ver, pero estaba ahí Unos puntitos de un negro más claro sin llegar al tradicional gris que el chico no conocía, aparecieron entre la noche. Eran un relieve abstracto, como una secuencia de líneas borrosas que difuminaban un contorno.

Eran líneas de Ki mal vistas. Las líneas de Ki que recorrían el brazo de Gilbe. Y como parecieron venir, desaparecieron.

Fue algo tan efímero y confuso, abstracto, que probablemente fuese simple imaginación del chico, producto del estado mental en el que intentaba sumirse y engañarse. Pero, real o no, sucedió.

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24/09/2012, 00:26
Dariel

Ah... vale -asintió Dariel, y rápidamente compuso una pequeña sonrisa- Voy a intentarlo yo también -con el pequeño paseo se había perdido unos cuantos movimientos, así que buscó un hueco a toda prisa y empezó a imitar las katas como mejor pudo. Al principio miraba exclusivamente al profesor, pero tras los primeros segundos se dio cuenta que aquella niña de pelo blanco -la que lo había hecho tan bien en los combates de práctica- estaba a su lado, y empezó a imitar cómo lo hacía ella para intentar llevar mejor los distintos movimientos.

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24/09/2012, 12:04
Ace Velvet

Ace llegó junto a Elohim al patio y los dos se colocaron cerca de los compañeros que habían reconocido. El niño rubio escuchó con atención las palabras del profesor (cuando este acabó de hablar con la chica del pelo morado y llegó finalmente a clase). Bien, aquello que decía el señor Salieri ya le sonaba, Tyler le había enseñado algo.

Cuando el profesor les dio una hora para meditar Ace cerró los ojos y trató de poner la mente en blanco. Pero no lo consiguió. Pensaba en Elohim y en las cosas que habían hablado antes, pensaba en aquella nana que le cantaba su madre cuando era mucho más pequeño, pensaba en el entrenamiento al que se había sometido en el último año. 

Demasiados recuerdos afloraban como para poder relajarse por completo, por lo que Ace se limitó a cerrar los ojos, respirar hondo, y a dialogar consigo mismo sobre aquellas cosas. Sentía muchas cosas, y algunas le confundían, pero todas aquellas cosas formaban parte de él. 

Una vez hubo pasado la hora Ace volvió a abrir los ojos y miró a Elohim. Cuando sus miradas se cruzaron durante un instante Ace sonrió, pero aquella mueca escondía tristeza y resignación detrás la aparente felicidad. Aún se sentía algo mal por su amigo.

Entonces imitó los movimientos del profesor. Ya sabía algo de artes marciales, por lo que no le costó demasiado entender la finalidad de aquello. 

Tampoco dijo nada, creyó que era mejor callar después de todo lo que había pensado durante aquella hora.

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24/09/2012, 14:15
Aclamado Director

Ace, por un momento, creyó haber notado algo. Seguramente se debía al estado subjetivo de consciencia en el que se había sumido, pero si era o no una impresión suya era algo que no estaba del todo claro, y quedaba a interpretación de su juvenil mente.

No pudo verlo, pero sí sentirlo. Por un instante, pareció notar como sus movimientos, inconscientemente, seguían más a los de Elohim que a los de Salieri. Seguramente fue algo inconsciente, pues estaba muy interesado en ese chico, pero le pareció creer que así fue.

Y aún así, no lo hizo nada mal, de hecho, fueron unas katas fantásticas. Suerte que sabía Sambo y tenía algo de idea en aquellos temas, pues pudiera haberlo hecho mucho peor de no ser así. La experiencia hacía al maestro, eso estaba claro.

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24/09/2012, 14:26
Elohim

La voz de aquel hombre era familiar. Ya la había oído antes. Sin embargo, no le dio importancia y continuó sentado al lado de Ace, esperando el momento en el que la clase diera comienzo. Su mente estaba ahora en off. Hace solo un momento que había desnudado su alma y le costaba pensar con fluidez.

Aquel momento que había compartido con Ace era verdaderamente mágico. Se había sentido unido a su amigo, tan unido como para confiarle uno de sus más ocultos secretos. Aunque... quizá un secreto que el mundo no tardaría en conocer. De hecho, dudaba mucho que fuera un secreto para sus profesores, y más para cualquiera que le conociera bien. 

Pasar un poco de tiempo con él haría que se desvelara sólo, pero por ahora, Ace era el único que tenía un conocimiento directo de él. El único con el que había podido desnudar su corazón. Quizá no fuera coincidencia. Elohim miró a Aenea, y a Resha. Ambas eran unas niñas majísimas, y se habían ofrecido a ayudarle cuando tras la clase de Maestro el ángel estaba a punto de caer desmayado. También sentía un vínculo hacia ellas, pero mucho menos intenso que el que notaba hacia Ace. Era... especial.

La clase comenzó con aquel sorprendente profesor. Cada uno de sus movimientos eran espeluznantemente bellos. Tanto que el ángel se quedó embobado mirando cómo Salieri explicaba los fundamentos de su clase.

El alma, el espíritu es lo que enseñaba a fortalecer. Bien, no se le daría mal. Su alma era fuerte. O al menos eso pensaba. Aquella asignatura no tenía nada que ver con Dones Divinos, y a la vez estaban muy unidas. Lo cierto es que realmente Dios había bendecido a cualquier persona con la posibilidad de realizar milagros, tan solo hay que obtener el poder de tu alma. Cualquier hombre está capacitado si no para hacer lo mismo que Elohim, sí para acercarse o realizarlo de otra manera. Sólo cambia la manera de abordar el problema. Y por esa facilidad Elohim ya estaba pagando.

Escuchó con detenimiento las palabras de Petros, esas bellas palabras y se puso en pie, tratando de realizar los ejercicios de relajación que el profesor les enseñaba. Si esos movimientos, si esas sucesiones de posturas realmente podían relajar su mente, lo agradecería. 

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24/09/2012, 19:24
Charlotte Bourgeois

Tras una hora muy entretenida en la Gran Biblioteca, Charlotte consiguió hacerse con unos pocos libros que cargaba amontonados sobre sus bracitos escaleras abajo junto a su hermana, intentando no llegar tarde al jardín, pues era una de las normas recién aprendidas y no pretendía desobedecerla, faltaría más.

Con mucho cuidado bajó los escalones no fuera a caérsele algo, tropezar y terminar todo en un estropicio fatal, una vez desandado el sendero laberíntico de pasillos y arcos de piedra consiguieron dar con el lugar, no sabía si había llegado puntual pues los niños estaban por allí cada uno a lo suyo. El profesor, un apuesto joven de cabello claro y movimientos fluidos, emanaba tranquilidad y armonía; Charlotte se sonrojó al darse cuenta de que le estaba mirando con la boca ligeramente abierta.

El hombre, llamado Petros Salieri, empezó a presentar lo que sería su asignatura, decía algo del espíritu y parecía moverse de una manera muy...complicada, al menos para Charlotte, hacer aquello era imposible, ¡qué elasticidad, qué fuerza, qué equilibrio! Seguidamente, cambió sutilmente el ritmo del compás de sus movimientos, meciéndose como las hojas, fluyendo; tenían que imitar sus gestos, o eso creía.

Charlotte miró a su hermana con expresión de incredulidad, confusión o duda, con el ceño fruncido y volvió la vista hacia el profesor, poniéndose en lo que para ella sería una torpe posición, intentando moverse al son del profesor.

Sus libros, a buen recaudo a su lado, descansaban en silencio como vigías sin ojos. No era un lugar que los dejase a salvo si se ponía a llover de repente, pero era una posibilidad poco probable, y era mejor tenerlos cerca que lejos, pues era responsable de todo lo malo que les pasase. El césped desde luego no les haría daño, y el aire fresco les vendría bien. Un libro debía acabar cansado del aire estancado que se respiraba en la biblioteca. Demasiado polvo.

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24/09/2012, 19:38
Charlotte Bourgeois

...¿Y esto exactamente para qué sirve? Bueno, vamos a intentarlo, al menos parece relajado...

Dijo, relajando la expresión y el cuerpo a la vez que se ponía en posición.

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24/09/2012, 22:03
Aclamado Director

Charlotte, por un momento, creyó haber notado algo. Seguramente se debía al estado subjetivo de consciencia en el que se había sumido, pero si era o no una impresión suya era algo que no estaba del todo claro, y quedaba a interpretación de su juvenil mente.

No pudo verlo, pero sí sentirlo. Por un instante, pareció notar como sus movimientos, inconscientemente, seguían más a los de Salieri que a los que de verdad intentaba. Creía que le salían mejor de lo esperado. Seguramente fue algo inconsciente, pues estaba muy interesado en ese... chico, pero le pareció creer que así fue.

Por tanto, no lo hizo nada mal, de hecho, fueron unas katas fantásticas. Suerte que era una chica avispada de por sí.

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24/09/2012, 22:08
Juliette Bourgeois

Juliette encontró muchísimos libros de cuentos, libros que en el orfanato no faltaban y libros que le ayudaban a descansar y a relajar la mente, su arma más poderosa. Después de un rato en la biblioteca, las dos hermanas se dirigieron a hablar con el encargado de la biblioteca para sacar los libros. Juliette solo pretendía sacar un libro de cuentos para leer en sus ratos libres y el libro de normas en conjunto con su hermana, para no caer en las reglas tontas, en las que todos aquellos compañeros que habían salido por patas nada más les dejases caerían.

Después del pequeño papeleo se encaminaron al jardín donde sería la primera clase, la verdad que ese día estaba siendo agotador para la pequeña pero lo vivía con ilusión, nuevos amigos, nuevos profesores, y su hermana, como no, junto a ella.

Al llegar al jardín ambas se sentaron, cerca del resto de sus compañeros, cerca de Gilbe y de Richard sus nuevos compañeros de estudio, aunque parecía que Gilbe no se había percatado que las niñas se encontraban allí. De repente apareció el nuevo profesor, era una belleza, quizá el hombre más atractivo que había visto nunca, y pensaba que "quizá" porque no es que fuera una lumbreras que recordara todo lo que le pasaba en su corta vida.

Se movía de una manera muy fluida, sus movimiento eran simples pero bellos, todo lo que hacía era una verdadera belleza. Les explicó los contenidos de su asignatura, cosa que Juliette no entendió muy bien porque estaba demasiado embobada mirando al profesor como para atender a lo que pudiera o no estar diciendo. Ya podría estarles echando la mayor bronca de sus vida que aquello le parecía el canto de los mismísimos angeles...

- En pie, intentadlo conmigo. Eso la despertó de su ensimismamiento y rauda y veloz se puso en pie para intentar realizar aquella sucesión de movimientos lo mejor que podía. Eran bastante complicados y la verdad no sabía muy bien como le estaba saliendo porque solo podía mirar el profesor y desde que le perdía de vista por cualquier giro o vuelta trastabillaba y se desequilibraba un poco. Pero como pudo lo siguió intentando...

...¿Y esto exactamente para qué sirve? Bueno, vamos a intentarlo, al menos parece relajado...- Le dijo su hermana

La verdad es que no tengo ni idea, pero vale la pena intentarlo ¿no crees?- Dijo sin dejar de mirar al profesor sacando la lengua haciendo ver cuánto se estaba esforzando.

 

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24/09/2012, 22:22
Petros Salieri

Y tras las Katas, Petros aplaudió cual niño, con su característica gracia natural. Felicitó a algunos de los chicos, como Nicholas, Ace, Shelinne... o Charlotte y ¡Gilbe!

Era difícil de creer, pero estos dos últimos pequeños lo habían hecho tan bien como los tres anteriores. Algunos seguramente se sentían decepcionados, pero la realidad es que no todos habían seguido los pasos igual de bien. Era importante imitarlos a la perfección. Y Gilbe, paradójicamente, lo había hecho, siguiendo las instrucciones con una capacidad casi innata.

Miró a Juliette, y sonrió con su hilera de dientes blancos cual tiza, pero no la felicitó. Era una niña encantadora, y se había esforzado. Lo había casi conseguido, pero un casi no bastaba. Debía esforzarse más, aunque suponía que esa niña estaría mucho mejor en manos de Alexander. Era su verdadera Área, aunque parecía tener potencial para la materia del artista.

Meditaron, todos, y Petros les enseñó los principios básicos de las Artes Marciales. Les dijo nuevamente que eran una responsabilidad, que eran peligrosas, y que debían usarse con precaución. Sin embargo, les dijo que olvidasen aquello de no golpear primero. A veces, según él, la mejor defensa era un buen ataque, aunque este estuviese encaminado a un fin constructivo y no letal.

Les enseñó su reluciente arma marmórea, incentivándoles con la promesa de que tendrían un arma igual de maravillosa si superaban todos los cursos. A muchos eso no les interesaba, sobre todo a las chicas, pero a muchos de los chicos que soñaban con ser caballero les interesó, y más aún a los que deseaban convertirse en inquisidores y sabían lo que significaba verdaderamente esa palabra. Nicholas no mostró mucho entusiasmo, del mismo modo que Shelinne, aunque sentían curiosidad. Las tres chicas con el cabello verde estaban encantadas con la posibilidad de tener un arma así, y alguno que otro optó por reaccionar de forma extraña. Un chico con gafas enormes, capaces de sellar los ojos al vacío, respondió interesándose por su fabricación, muestra de que Forja se le daría bien. Natalia ignoró totalmente el arma, aunque no a Petros, al que miraba con ojitos de damisela degollada.

Y la clase acabó en un visto y olido.

- Mañana, a primera hora, tenéis clase de Suberfugio en... el segundo piso, preguntad la puerta- dijo Petros cerrando los ojos con fuerza, intentando acordarse mientras su voz y balanceo de pies en cuclillas hacía el resto y el encanto, dejando ondear la gabardina y marcarse la musculatura al pecho. Engañaba, pues parecía tener pectorales, aunque antes había dado la impresión de ser un palillo humano- Preguntad por el despacho de MJ a los guardias, de seguro sabrán donde es. No tiene pérdida. ¡A las nueve!

Pronto era. Con Theresia las clases hubiesen empezado a las ocho. Se despidió con la mano, apuntalando que ojalá hayan disfrutado la clase, y se marchó diciendo que estaría por el monasterio para lo que quisiesen.

Pero entonces, se giró y levantó el dedo, haciendo revolotear el aire a su alrededor sin darse ni cuenta.

- Oh, se me olvidaba. ¿Kael?- preguntó intentando ver a lo que debía ser a un chico pelirrojo y con ojeras. Lo localizó y le señaló-. Tú. Después de cenar aquí, tienes otra clase de esta asignatura, pero con otro instructor. Temo que no es tan simpático como yo, lo siento.

Y se giró nuevamente, marchándose en redondo mientras su gabardina bailaba feliz y contenta de tener a un amo y señor tan... encantador. Lástima que, aunque no los mostrase, no fuese perfecto. Los adultos bien lo sabían.

Los chicos se quedaron solos en el jardín, cuando escucharon silbar a sus espaldas con voz enérgica y aguda. Un hombre, conocido, con el pulgar y el índice metidos en la boca para amplificar el pitido, se alzaba tras ellos. Owen.

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24/09/2012, 22:28
Aclamado Director

Owen, con una sonrisa, les indicó a los chicos que era la hora de la cena. Parecía estar... mucho mejor, recuperado de su crisis nerviosa, más propia de un neurótico que de un hombre estable mentalmente. Pero todos tenían quimeras, incluido Owen.

No dijo lo que había estado haciendo todo ese tiempo, pero les recordó que él y Judith eran los más indicados, junto con Leona, para cualquier duda que no fuese de una materia concreta. Si ellos querían, claro, Owen no iba a forzarles a nada, se tomaba muy en serio su trabajo como tutor y los límites del mismo. Simplemente hacía lo que él quiso que su tutor hubiese hecho con él.

Y entraron en el gran comedor. Las velas de los candelabros estaban encendidas, y sobre las mesas algunas velas, rebosantes de cera por cada parte de su esférica figura, descansaban alumbrando un poco más el lugar.

Afuera estaba anocheciendo, y debían ser las siete o las ocho, el artefacto con manecillas de la sala de descanso y algunas muñecas de los adultos lo sabían con certeza. Era cuestión de ciencia saber rápido la hora, pero cualquier enterado, mirando la posición del sol en el cielo, la hubiese sabido, más o menos.

Había hambre en la mayoría de los casos, pero más aún al ver la cena. Seguía sin haber carne ni pescado, pero había mucho más queso, y había variedad, algo importante. La mezcla de sabores podía ser deliciosa. Sobre los boles de madera reposaba queso con hebras de especias verdes, o rojas, y el lácteo podía pasar del blanco al amarillo e incluso al naranja, dependiendo del trozo de queso.

Había cuchillos de madera, sin casi filo, para cortar el pan, caliente y aparentemente recién horneado. Y verdura, mucha verdura, y vegetales, y fruta.

Típica comida de campesino, pero magnificada y muy variada. Comer carne y pescado era algo para otros días, y el queso les ayudaría a crecer sanos y fuertes.

Curiosamente, fueron los primeros en sentarse. Minutos más tarde fueron llegando los alumnos, e incluso, uno a uno los profesores. ¡Habían empezado a comer solos! Y Owen, más importante, se había sentado en su mesa, como un niño más.

Era un protocolo distinto al de la comida, estaba claro. Algunos podrían suponer que lo de la comida había sido simplemente una especie de comité de bienvenida, pero, ¿seguirían los plazos para comer ese protocolo? ¿cómo sería el desayuno al día siguiente?

Bah, qué demonios, menos pensar y más comer.

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24/09/2012, 23:47
Resha

Resha no sabía lo hambrienta que estaba hasta que tuvo la comida delante y su tripa hizo un ruido que sonaba a "lléname".

Miró a Owen con una mezcla de súplica y timidez. Quería cenar, pero no quería que le cortaran una mano por empezar.

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25/09/2012, 11:13
Owen

Owen miró a la chiquilla al notar que ella también le miraba. Sonrió, más por devolverle algo más que la mirada que por otra cosa. No tenía ni idea de por qué podía estar mirándole, así que lo normalizó mientras agarraba un trozo de pan.

Sacó el cuchillo de madera, lo giró en el aire y comenzó a rajar el pan. No era fácil, pues el filo no era precisamente cortante, así que apuñaló el mendrugo por el lateral y entonces desplazó lateralmente el mango del utensilio, intentando ensanchar el agujero para poder meter queso dentro.

Resha seguía mirándole, y Owen reprimió el impulso de alzar una ceja.

- Pero come algo, ¿no? Tendrás hambre, y sino mañana bajarás al desayuno medio desmayada.

Cuando lleve dos semanas se meterá la comida a lo que den los carrillos de si. Maestro acaba por gastárselas.

Y justo entonces el inquisidor, intentando pasar desapercibido, entró en el comedor y caminó a paso tranquilo a la mesa de los instructores, dispuesto a cenar. Obviamente, Owen podía sentarse ahí, pero prefería comer cerca de sus alumnos. Así les vigilaba mejor.

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25/09/2012, 13:06
Kael

Kael se asustó un poco cuando fue mencionado y asintió a Salieri como confirmación que lo había entendido... pero entonces se percató de que solo le habían mencionado a él... y se asustó. 

Cuando Owen vino y les condujo hacia el comedor para cenar no pudo evitar sonreir, se había preocupado un poco antes, pero ahora ya se le veía bien. Se sentó junto a Resha y no pudo evitar sonreir ante el sonido de las tripas de esta, pero tampoco echó mano de la comida, hasta que Owen empezó y les dió "permiso" por decirlo de alguna forma. Asique Kael cogión una hogaza de pan y un buen montón de queso, pero de todos los tipos, quería probarlo todo.

Una vez comió bastante y empezaba a tener un hambre "dentro de lo normal" no pudo evitar pensar en la clase que tenía después, asique siguió comiendo más, podría necesitar muchas energías. Entonces agitó la cabeza como para quitar esos pensamientos y se dirigió a Owen.

-¿Te encuentras mejor ya, Owen? -preguntó algo tímido- la verdad es que me preocupé un poco... ¿qué me recomendarías que hiciera en clase de Forja? ¿Pûedes aconsejarnos en estas cosas? -como de costumbre, empezó a soltar la ristra de preguntas sin esperar a que se las respondieran una a una, como si temiera olvidarse de alguna importante si esperaba- ¿Sabes lo que hemos estado haciendo hoy? ¿vas a seguir nuestros progresos de forma individual o como grupo?

Kael siguió comiendo mientras esperaba las respuestas, parecía que, de momento, ya había hecho todas las que le interesaban

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25/09/2012, 13:20
Resha

Cuando Owen da "el visto bueno" le imita cogiendo algo de pan y queso apresurándose a comer.

Probablemente luego le duela la tripa por comer tan rápido.

-nom nom nom nom

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25/09/2012, 13:21
Gilbe Klimb

Mientras Gilbe practicaba el ejercicio que el profesor Salieri le había indicado sucedió algo extraño... Su mente había percibido algo, no sabría definir lo que era, pero un estímulo al que no estaba acostumbrado había rondado por su cerebro. Fue como el sonido de la magia que escuchó con la santa, o descubrir un tacto nuevo y desconocido. Había sido raro, ¿se lo habría imaginado?

Cuando el profesor le felicitó a él y a Charlotte, que por lo que había descubierto en la clase de Maestro no debía ser muy apta en el combate, por cómo había hecho las catas sintió cierto recelo, ¿estaba felicitándoles para animarles por lo mal que lo había hecho? ¿Quería darles confianza por ser los alumnos raros? La impresión de Gilbe es que le habían salido bien, pero no estaba acostumbrado a recibir felicitaciones, y menos por hacer algo que requería del sentido de la vista para su correcta ejecución.  Sabiendo que de nada le serviría seguir pensando dejó la incógnita apartada, era el primer día, ya conocería mejor al profesor. 

En cualquier caso, cuando dijeron su nombre, mantuvo su semblante serio. Sin saber si se estaba riendo de él, le quería animar o realmente felicitaba su ejercicio, prefirió fingir que no se había inmutado, y cada cual que pensara lo que quisiera.

Cuando llegaron al comedor observó que estaban sólos... Esperó a que alguien más empezara a comer y cuando esto sucedió comenzó a tantear con su manos la comida, acercándose al plato aquello que encontraba de su gusto... Lo que era la mayoría de las cosas, pues una vida de hambre y pobreza hacía que en cualquier alimento el sabor perdiera relevancia frente a su fin último: quitar el hambre. 

nota

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25/09/2012, 15:44
Richard Wivernfall

Los ejercicios de Tai Chi de Petros le resultaron a Richard mucho más complicados de lo que en apariencia eran. Se esforzó en seguir al maestro, sus movimientos, sus posturas, sus cambios y aunque el resultado fue satisfactorio, no fue todo lo bueno que podría haber sido. Era imposible no haberse fijado en la precisión que habían demostrado tanto Gilbe como Charlotte. ¡Qué inesperado! Lo suficiente para que recibieran incluso un halago por ello lo que hizo que Richard sintiera un poco de envidia sana. 

La sesión de meditación que vino después era mucho más sencilla. Se sentaron en una postura concreta con ambas piernas cruzadas delante, indicada por el entrenador. Richard creyó recordar que la finalidad de esa postura era dejar fluir mejor la energía aunque aún no tenía muy claro cómo ni por qué. Petros les iba indicando a los chavales como vaciar su mente, pues a algunos les costaba demasiado. Richard en cambio ya se sabía las bases más simple para ello, y como si de una ceremonia se tratara, sujetó primero durante unos segundos el colgante de madera de su cuello en silencio, del que nadie parecía haberse percatado cuando se quito la camiseta, y después juntó las palmas de las manos cual rezo, cerró los ojos, respiró hondo un par de veces y.... comenzó. Relax. Vacío. Fuego en su mente que trataba de calmar. Hasta que la hora pasó. Terminaron con una charla de introducción sobre artes marciales que a más de uno le gustó pero él seguía en el mismo trance desde que empezó esa clase. Escuchó, aprendió y no dijo nada para no perderse detalle. Finalmente terminó, enviándoles a cenar a todos, no sin antes hacerle un aviso personal a Kael. 

-¿Y eso? No parecía una reprimenda. Tengo que preguntarle de qué se trata en la cena.

Se vistió de nuevo, cogió los libros y se los llevó al comedor siguiendo al resto. El hambre hacía mella nuevamente en él y estaba ansioso por volver a devorar. -¡Ojalá esta vez haya carne!- Se dijo. Se llevó un chasco enorme cuando vió lo similar que era el menú al del medio día. Aún así cogió asiento, cómo no. Esta vez era todo más distinto. No solo por el ambiente más acogedor que proporcionaban las velas a lo largo de las mesas. Era todo más distendido. No hubo ningún discurso del rector y hasta Owen se había sentado con ellos, a quien Richard le dedicó una mirada hasta que ambos ojos se cruzaron, sólo para comprobar que estaba mucho más relajado que la última vez que lo vio. Niño tras niño fueron cogiendo comida como él que se atiborró de queso y pan, lo que más abundaba. 

Resha comía como si no hubiese mañana, Gilbe con su tranquilidad habitual para no llamar la atención, Kael degustaba cada trozo que se llevaba a la boca. Era evidente que estaban hambrientos y necesitaban energías nuevas. Uno de los pedazos de pan que Richard cogió resultó demasiado grande, así que lo partió ayudandose con un cuchillo imitando a Owen pero sin lograr un corte tan limpio como el suyo y le dió a la mitad a Gilbe. 

-Toma, es mucho pan para mí-

Owen animaba a comer a Resha sin miedo, a la par que Kael le acosaba con preguntas y preguntas. La que le había tocado aguantar, pensó él. Cuando fue terminando su conversación Richard aprovechó para preguntarle a Kael sin rodeos, pues su curiosidad era demasiado grande. Tenía que cotillear un poco.

-Oye Kael... ¿qué clase de entrenamiento privado vas a recibir?¡Me muero de ganas por saberlo!- No debía ser algo muy privado, de lo contrario Salieri le habría dado el comunicado con más discrección.