Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

1. El Monasterio de Caedus - Orígenes.

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13/08/2012, 11:57
Aclamado Director

El sol caía pesadamente sobre El Dominio, brillando con una potencia abrumadora en el cielo a pesar de que la noche anterior había llovido con intensidad. Tanto así, que los charcos de agua se evaporaban lentamente y el barro poco a poco volvía a convertirse en tierra sólida.

En la pequeña localidad de La Fé, un pueblecito costero con mil trescientos habitantes, aquel día había unas cien personas más de lo normal.

Decenas de guardias eclesiásticos aguardaban en la entrada al puerto, ataviados con su brillante armadura, una cruz grabada en metal al pecho y otra en tela sobre la capa de la espalda. Su porte era estoico y su actitud eficiente y servicial. Se cuadraban como soldados y esperaban como tales. Alabardas, espadas largas y fe portaban como armas.

Las gentes del pueblo, curiosas, se acinaban en las esquinas de los edificios, asomando las cabezas para ver qué pasaba. Todos los años las decenas de guardias irrumpían en el puerto, esperando a niños y adultos que desembarcaban de múltiples barcos surgidos de todos los rincones de Gaïa.

Se sabía que toda aquella gente se internaba en el corazón de Albídion, pero nadie sabía que ocurría tras aquellos muros. Algunos decían que ingresaban en un monasterio que poseía una segunda muralla, pero no podían asegurarlo.

Uno a uno, los barcos soltaron anclas y se amarraron en el puerto. Del interior surgieron decenas de hombres y mujeres en miniatura, de entre cinco y diez años de edad. Niños. A su lado, más guardias y estrambóticos líderes se alzaban. Inquisidores. Algunos, Altos Inquisidores, significara lo que significase aquello.

Sonaron unas trompetas y una pequeña explosión de pirotecnia. Un hombre alzó los brazos y los extendió abarcando con la mano a toda la remesa de inocentes niños, ignorantes de la realidad que les esperaba.

En ceremonioso ritual, las botas resonaron cientos de veces por la madera que hacía de suelo en aquel muelle. Minutos después, las mismas botas resonaron miles de veces por las adoquinadas calles del pueblo. Un pueblo que, si bien era diminuto, también era lujoso. Para prueba de ello estaban las dos estatuas de ochenta metros, construidas por un centenar de hombres, que coronaban la entrada al muelle. Eran una muestra de gloria, estilo, cultura, fe y poder económico.

Finalmente, bajo los gritos de ignorantes ciudadanos y el silencio de los guardias, el camino de tierra se alzó al final del pueblo. Allí habían carruajes, una procesión entera de los mismos. Eran grandes, espaciosos, y, al menos por fuera, lujosos. Caballos blancos tirarían de cada uno, y hombres vestidos con traje negro y sombrero harían de conductores.

Guardias entraron en los carruajes que abrían y cerraban la procesión. Inquisidores, a partes iguales, permanecieron en tierra y subieron a los carruajes. Tras ellos, todos y cada uno de los niños subieron. Un guardia hizo amistosa compañía al conductor de cada carruaje.

Los blancos caballos fueron espoleados, y los carruajes, ante las atónitas miradas de los ciudadanos, emprendieron la marcha.


Una serie de niños subió al interior de uno de los carruajes. Había lámparas de aceite colgadas de las paredes, iluminando la estancia, pues las cortinas estaban cerradas y la penumbra le hubiese dado un aspecto mortecino y lúgubre a la estancia.

Los asientos parecían de cuero granate, y las paredes de madera elegante y bien tratada. El suelo estaba cubierto por una alfombra de piel tintada de color negro.

Dos guardias habían en el interior, hablando entre sí sobre una boda o algo parecido. Uno de ellos portaba una espada bastarda, el otro un escudo entre las piernas y varias armas. Una mujer joven sonreía al escuchar la conversación, y otro chico de la misma edad, con un ojo verde y otro azul, escuchaba también con aspecto jovial mientras sopesaba con la mirada a los pequeños.

Una segunda mujer, con gafas y pecho propio de una madre, portaba un maletín blanco sobre el regazo. Sonrió como sólo se le sonríe a un hijo, y, mirando a los pequeños que allí estaban, despegó los labios. Sin hablar, los movió emulando que decía  "Podéis hablar", o algo muy parecido.

Se escuchó el fugaz ladrido de un perro en el exterior.

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13/08/2012, 12:40
Kael

Kael estaba bastante tranquilo, respiraba profundamente y observaba todo lo que ocurría, intentaba enterarse de que hablaban los guardias pero no le interesaban las bodas, solo quería saber que ambiente había por la zona, si no estaban en guerra abierta siempre se estaría más tranquilo, y por la civilización que había no  habría muchos monstruos cerca...

"Al menos esta noche ha sido buena" -pensó, nunca era bueno empezar las relaciones con paranoias y cambios bruscos de humor.

Se restregó un ojo con la mano y después esbozo una sonrisa tímida a la señora de las gafas.

Justo cuando comenzó ha abrir la boca para hablar escuchó ese ladrido, hacía tiempo que no oía el sonido de los animales asique se intentó asomar por una ventana, pero no tenía ninguna cerca, por lo que volvió a centrarse en escuchar la conversación, la información siempre era valiosa.

-¿Se casa alguien importante? -la voz a penas le salía, pero al final cogió confianza y miró a la señora y después a los niños -¿toda esta escolta es por ellos?¿o por nosotros?

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13/08/2012, 12:47
Owen

El chico que tenía un ojo de cada color clavó su mirada en Kael. Su ojo verde reflectó la luz por un segundo, como si fuese un espejo. Sonrió abiertamente, afable.

- Se casan Kamus- señaló al guardia del escudo con el dedo pulgar- y Judith, mi mejor amiga y mi... hermana- señaló a la mujer que no tenía maletín alguno-. La escolta es por vosotros, nosotros no necesitamos protección- ensanchó la sonrisa al decirlo, como si se sintiese orgulloso de aquello-, ya no. Te sugiero- miró a todos los pequeños a través de aquellos atípicos ojos-, os sugiero, que os presentéis. Cuando estéis dentro del monasterio os gustará tener amigos- suspiró-, creedme.

Estrechó la mano de la que debía ser la novia.

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13/08/2012, 12:58
Kael

Oh. vaya, pues felicidades -intento esbozar su sonrisa más radiante, pero los nervios hacen que parezca más una mueca, le jugaron una mala pasada.

Entonces miró al resto de los niños- siempre es bueno aceptar consejos de los que parecen saber a donde te diriges... pero espera... ¿había dos iguales?¿veía doble?, no... había oído de casos así... gemelos creo que se llamaban...

-Hola, yo soy Kael y vengo desde el norte, de una aldea de Alberia... ¿venís de muy lejos?

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13/08/2012, 14:19
Ace Velvet

Inquietante, ¡muy inquietante! Desde que había subido a aquel carruaje el pequeño Ace no había podido apartar la mirada de otro niño que había allí, con ellos. Tenía un aspecto ligeramente similar al suyo, pero no era eso lo que le interesaba. Su mirada escudriñaba sin disimulo alguno al compañero de su misma edad y etnia, como intentando encontrar algo que se le escapaba. Parecía casi hipnotizado, atraído por algo profundo y misterioso. 

¿Qué era aquella sensación? Ace no sabía si a primera vista el objeto de su curiosidad le había caído bien o mal, pero sospechaba que sería una persona, cuanto menos, peculiar. 

Las palabras de otro niño lo sacaron de su ensueño, y despertó como arrancado vilmente de los brazos de Morfeo. Al instante se sintió sobrecogido y nervioso, pero al ver que se encontraban en un lugar cerrado y, en apariencia, seguro, se tranquilizó. Tyler ya le había hablado acerca de aquello, por lo que permaneció en silencio unos segundos mientras evaluaba la situación. El tal Kael se había presentado, así que Ace creyó que era correspondiente que él hiciera lo mismo.

- Yo me llamo Ace, vengo de Helenia. Hasta hace un tiempo vivía en un orfanato en Fathia - la sonrisa en el rostro de Ace desmentía cualquier sospecha que pudieran tener aquellos desconocidos acerca de una supuesta tristeza debido a su condición de huerfano - Tenía amigos allí pero supongo que aquí también estaré bien.  

Tras su corta presentación Ace intento no mirar a aquel otro niño rubio con ojos azules que había en el carruaje. Aquella extraña hipnosis inicial lo había asustado un poco. Al tratar de desviar su atención al resto de personas vio a dos niñas que eran iguales. 

- Guau, sois muy parecidas. ¡Puede que hasta iguales y todo! ¿Cómo os llamáis? - Ace seguía sonriendo, mostrando su lado más alegre.

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13/08/2012, 16:10
Gilbe Klimb

Gilbe se había sentado el último en el carruaje, quedando la pared a un lado y el resto de los pasajeros en el otro. Situarse en esa posición le permitía distribuir mejor el espacio, saber dónde estaba cada persona. Además, no le gustaba estar rodeado de personas que hablaban sin parar, se sentía desprotegido.

Se hizo rápidamente con la situación, dentro del carruaje debía haber por lo menos 10 personas, la mayoría niños. Según parecía les llevaban a un monasterio, y se esperaba de ellos que fueran amigos. Gilbe no era el chico más amistoso del mundo, pero necesitaba conocer otras personas, mejor ahora que estaban unos pocos y rodeado de adultos que cuando estuviera rodeado de niños que cruelmente le insultaban.

Bajo su cabeza tapándose sus ojos con la capucha que llevaba calada y dijo en voz baja.

- Yo me llamo Gilbe Klimb, vengo de las regiones mineras del norte. Mis padres estaban perfectamente la última vez que los vi... - y añadió con tono de sorpresa - Las chicas... sois gemelas, ¿no?

Él no las había visto, por supuesto que no, pero sabía sumar dos y dos. Hasta que no conociera mejor a los otros niños, guardaría su secreto.

 

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13/08/2012, 21:27
Charlotte Bourgeois

El viaje en barco había sido toda una experiencia, era la primera vez que veían el mar. Al arribar las naves en el puerto y hacer sonar sus bocinas dieron un salto en sus asientos, ¡tremendo susto!

Las puertas se abrieron, el exterior era un completo alboroto y la luminosidad de aquella mañana la cegó por un instante. Jamás creyó ver tanta gente reunida en su vida, no le gustaban nada los lugares tan estrepitosos, estaba incómoda.

Empezaron a salir otros muchos niños en tropel, bajaban todos por la pasarela armando escándalo; Juliette iba delante, estaba nerviosa. La curiosidad impedía mantener la calma entre los niños, Charlotte hubiera agradecido una fila ordenada, en silencio; había demasiado ruido en su cabeza.

Por un momento consiguió evadirse de aquel bullicio incesante, el cuadro que formaba el conjunto de personas la sumió en un breve trance; la nueva arquitectura, aquellos dos colosos de piedra de increíbles proporciones, los adoquines, grandes carruajes, la sensación del salitre en el aire y su olor característico, era agradable; lo mejor de todo eran aquellos hermosos caballos blancos, nunca los había visto de ese color, le gustaron mucho.

Cuando recuperó el sentido, instantes más tarde, los ojos se le abrieron como platos y el pánico se hizo evidente, había perdido a Juliette.

Antes de que cayera en el pozo del miedo, una mano de tacto inconfundible apretó la suya, estaba a salvo.

Juntas de la mano, terminaron de bajar la pasarela, parecía que abajo había un poco más de orden o al menos eso parecía. Siguiendo las indicaciones, se dirigieron junto a otros seis niños hasta uno de los carruajes; a voz de “las damas primero”, como decían los caballeros de los libros, subieron al carruaje. Le sorprendió el espacioso interior del habitáculo, tomó asiento junto a su hermana cerca de una ventana y poco a poco, todos los niños fueron haciendo lo propio.

No le gustaban mucho aquellos hombres armados, la señora de cara amable le transmitía cierta tranquilidad; hablaban entre ellos hasta que el niño del pelo rojo decidió romper el hielo irrumpiendo en la conversación, lo que dio pie a una serie de comentarios y presentaciones.

Charlotte, en silencio, pasaba su mirada de uno a otro rápidamente, intentando prestar atención a todos los detalles. Uno de los niños despertó su curiosidad, no es que el resto fuese menos relevante pero aquel chico de la capucha se había sentado más apartado los demás, parecía tener algo que ocultar. Sus grandes ojos verdes se clavaron en él.

Alguno de los chicos se dirigió a ellas, cuando empezaron a hacer preguntas Charlotte bajó la mirada un instante; apoyando la cabeza sobre el hombro de su hermana dejó que su mirada se perdiese en el misterio del chico encapuchado.

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13/08/2012, 21:29
Juliette Bourgeois

Nada más salir del barco, la niña se emocionó con tanto colorido y tanto bullicio, se quedó maravillada con tanta belleza.

¿Cómo es que no he tenido oportunidad de ver todo esto antes? Ojalá el sitio a donde vayamos sea tan bonito como éste- pensó.

Tanta obra de arte, tanta gente caminando de un lado para otro, tantos niños jugueteando por la carretera... todo esto era nuevo para ella, siempre había vivido encerrada entre 4 paredes, y ver lo que estaba viendo en estos momentos la emocionaba. Miró a todas partes y se empapó por completo de toda esa belleza y la alegría que desprendía la ciudad, tal vez no era la más abarrotada ni la más bonita del lugar, pero era casi la única que conocía.

De repente la chica sintió un pequeño escalofrío y oyó la voz de su hermana nombrándola, y como contestación a ello se giró y le agarró la mano pues sabía que la tenía a su espalda, y juntas caminaron hacia el carromato que las llevaría a su nuevo hogar.

Se adentraron juntas en el carromato guiadas por los dos guardias que los escoltaban y se sentaron junto a la señora del libro guiada por su hermana Charlotte. Muchos niños estaban allí con ellas, ninguno le llamo la atención más de lo normal, le gusta mucho la gente y no discrimina a nada ni a nadie, se fijo bien en sus caras y esbozó una de sus mejores sonrisas.

Hablaron entre ellas un buen rato intercambiando impresiones sobre la gente que se encontraba en el carromato, y en cuanto uno de los niños empezó a hablar se apresuró a contestarle con toda la amabilidad y cortesía de que disponía en aquellos momentos. Intentó entablar conversación para contestar a las preguntas que se habían formulado, pero parecía no ser la única interesada en contestar y cada vez que intentaba comenzar a hablar alguien la interrumpía, así que decidió esperar a que terminaran.

Sí, somos gemelas... si eso significa que somos iguales, claro- Dijo la jovencita con una mueca de duda en su rostro- ¿Si verdad?- preguntó mirando a su hermana- Sí, lo que yo decía- se tocó el pómulo con un dedo y sacó un poco la lengua a modo de burla.

Estoy encantada de conoceros a todos chicos, nosotras somos Charlotte y Juliette -dijo a la vez que señalaba a cada una de las dos- venimos de Lucrecio, de Du'Lucart croquetamente... - De repente, se giró hacia su hermana que había levantado la cabeza de su hombro y la miró extrañada con cara de Póker- ¿En serio?... Ah, Perdón concretamente- dijo despacio para articular bien las sílabas. Supongo que tendremos mucho tiempo para conocernos, así que... lo dicho, encantadas de conoceros.

Al terminar su diálogo se volvió a girar hacia su hermana, que volvía a descansar sobre su hombro dejándose dormir,  mientras esperaba con ansias alguna pregunta nueva, una buena conversación siempre es bienvenida.

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13/08/2012, 21:29
Charlotte Bourgeois

¿Podemos sentarnos aquí?
Pensó mientras miraba el asiento situado en frente de la señora de sonrisa amable, al lado de una de las ventanas.

Espero que en el sitio al que nos llevan no haya tanto ruido, me gustaría terminar el libro.
Pensaba mientras rozaba el lomo de un pequeño libro que sostenía.

Ya empiezan a preguntar cosas...si, somos gemelas, es evidente; no, no somos CASI iguales, somos idénticas y venimos de Du'lucart, capital de Lucrecio, pero todo eso ya lo sabes tu, díselo por favor, a ver si respondiendo sus preguntas dejan de hablar un rato, aunque creo que eso sería mucho pedir.

Pensó entornando los ojos y suspirando, dejando caer la cabeza sobre el hombro de Juliette.

Juliette empezó a responder con amabilidad a las preguntas que formulaban los niños mientras que Charlotte agradecía el breve instante de silencio que los pequeños guardaban mientras atendían a su hermana.

Un momento, ¿acabas de decir croqueta?Eso es de comer, se dice con-cre-ta-mente.
Pensaba mientras levantaba la cabeza del hombro de Juliette mirándola con cara de póker y se volvía lentamente a recostar sobre ella, dejándose dormir.

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13/08/2012, 22:05
Kael

-Iguales, vaya, en mi aldea no había...- no pudo evitar mirarlas sorprendido, era como si fueran una persona dividida en dos, una tranquila y retraida y la otra más sociable.

Siguió mirando a los chicos de su alrededor, esperaba que el resto de los del monasterio fueran igual de simpáticos al menos.

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13/08/2012, 22:14
Dariel

Aún aturdido por el atronador despliegue de hombres -un océano de brillantes armaduras salpicado de varios atuendos singulares-, Dariel dio un respingo cuando el primero de sus compañeros habló. Apenas había sido consciente de meterse en aquel carruaje, y mucho menos de sentarse junto a una de las mujeres que iban con ellos, así que tardó casi una presentación y media en situarse.

Kael y Ace... y Elohim... y Gilbe Klimb... Charlotte y Juliette Se fue repitiendo mentalmente para memorizar los nombres. Todos parecían bastante interesados en las dos niñas que se parecían tanto No las mires fijamente así que Dariel dudó durante unos instantes- Esto... -intentó llamar la atención de los demás- Bueno, yo me llamo Dariel y solía viajar con mi padres de un pueblo a otro... -sus manos se movieron entre dos puntos imaginarios- Teníamos un carro muy grande...

Su voz se fue apagando con cierto nerviosismo, y por mucho que intentó evitarlo sus ojos acabaron junto a los de los demás niños: sobre las gemelas. Recordaba que sus libros de ciencia nombraban su país natal- ¿Cómo es Lucrecio? -se atrevió a preguntar.

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13/08/2012, 22:46
Juliette Bourgeois

La verdad no recuerdo mucho, algun río, algunas casas...- dijo mientras arrugaba la cara intentando recordar su aún mas tierna infancia- lo poco que veía desde la ventana de la habitación de la casa. La época en que salíamos de casa esta muy difusa en mi memoria, no sabría que decirte... Siento no poder responderte- Balbuceó mientras agachaba la cabeza avergonzada.

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13/08/2012, 23:16
Kamus

El guardia que llevaba el escudo entre las piernas no había dejado de hablar en voz baja con su compañero de armas, pero levantó la cabeza y miró al pequeño Dariel. Su comprometida también lo hizo, aunque ella no miraba directamente al chico, sino por encima de él, a su hombro.

- Yo he visitado Du'Lucart- dijo el novio con una sonrisa afable-, de servicio, claro, pero esa es... otra historia. Puedo decirte, pequeño, que es, a mi parecer, la ciudad más moderna de toda Gaïa- su voz era suave, sin nota o muestra de tensión alguna-. Conserva el barrio antiguo, pero por lo general es bastante adelantada a nivel científico. Aunque yo no sé mucho de ciencia. Casi nada, en realidad.

Se rascó la nuca y miró a su chica, pidiendo ayuda. La mujer desvió la cabeza, eludiendo el contacto visual.

- Bueno...-continuó, ligeramente nervioso-, tiene hospitales, escuelas, alcantarillado, alumbrado artificial, y... bloques de viviendas. Son como mansiones de varios pisos, pero divididas para que las familias vivan de forma individual. Es un nuevo concepto para ahorrar espacio que han desarrolla...

La mujer del maletín blanco golpeó la tapa del mismo con los dedos de una mano. Miró al chico con una sonrisa.

- Kamus, querido- dijo-, ya tendrán tiempo de dormirse con esas explicaciones en clase de Ciencia y Forja.

Desvió la mirada hacia los pequeños y sin hablar, simplemente moviendo los labios, dijo algo así como "Disculpad". El guardia cerró la boca y bajó la cabeza con las mejillas ardiendo. Su pareja le rascó la nuca mientras ponía los verdes ojos en blanco.

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13/08/2012, 23:34
Charlotte Bourgeois

Era imposible dormir en ese sitio, demasiada gente, demasiado ruido...En cuanto Juliette volvió a tomar la palabra, Charlotte se reincorporó frotándose los ojos a la vez que bostezaba, en cuanto su hermana terminó de hablar sobre el lugar de donde venían respondiendo al chico de voz insegura, Charlotte notó enseguida el estado de ánimo de Juliette y para evitar que  su sonrisa se desvaneciera, pasó el brazo por su espalda para hacerle cosquillas. Puede que sea la primera vez que la vean sonreir, cuando lo hace se parecen aún más si cabe.

Uno de los hombres, el que llevaba escudo, dirigió a los niños unas palabras. A Charlotte le gustó el detalle que tuvo de completar la respuesta de su hermana, además, parecía saber mucho...era muy interesante, le miraba con mucha atención para no perderse la descripción.

En cuanto se dan cuenta de que está mirando a Kamus, aparta la mirada rápidamente.

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13/08/2012, 23:41
Charlotte Bourgeois

No tienes que avergonzarte si no te acuerdas de las cosas, ya sabes que yo tengo buena memoria, cada una aporta lo suyo ¿No?

Por cierto, cuidado con...¡¡ LAS COSQUILLAAAAAAAAAAAAS!! Anima esa cara, no me gusta verte triste.

 

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13/08/2012, 23:40
Kael

Ciencia y forja... Kael se sintió un poco tonto pues no tenía ni idea de ciencia, era un chico de campo y bosque, el sabía sobrevivir ahí... pero ciencia... ¿era algo como la magia?

fue a preguntar pero prefirió cerrar la boca, más vale quedarse callado y parecer idiota que abrir la boca y confirmarlo, casi podía oir la voz de su padrastro diciéndoselo...

-Entonces... es una ciudad muy diferente a las demás, ¿no?

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13/08/2012, 23:46
Judith

Judith estaba acariciando la nuca del que sería su esposo cuando el pequeño Kael habló. A sabiendas de que Kamus estaba demasiado muerto de vergüenza como para poder hacer gala de su inteligencia, fue ella quien decidió socorrerle. Una actitud muy propia de una esposa.

- En efecto, sí- dijo con voz grave y fría-. Es una ciudad casi adelantada a nuestro tiempo, ya que, si la comparas con muchas otras de Gaïa, parece que vivan épocas totalmente distintas- parpadeó, haciendo desaparecer por un segundo los pozos verdes que tenía por ojos-. Pero estoy segura de que... Leo, el profesor de Ciencia, os lo explicará en profundidad hasta mataros de aburrimiento. A no ser que os encante todo eso, claro.

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14/08/2012, 09:39
Ace Velvet

Ace escuchó con atención las explicaciones de aquellos chicos mayores acerca de Du’Lucart. Por lo que decían, ¡sí que parecía muy moderna! No acabó de entender lo que querían decir con aquello de los bloques de viviendas, pero sonaba muy raro.

- Pues parece interesante, pero no sé si me gustará mucho – Ace era más bien poco estudioso, aborrecía un poco las tareas mentales.

Se cruzó de brazos y dejó que su espalda se apoyara en la pared del habitáculo, adoptando una posición más cómoda. Intentó evitar que su mirada volviese al mismo sitio, pensó en temas de los que hablar para distraerse, ¡pero no se le ocurría nada!

Inevitablemente su mirada volvió al otro niño rubio. Elohim… Cuando aquella extraña hipnosis volvía a comenzar hizo un esfuerzo por despejarse.

- ¿Y cuánto tiempo estaremos en el lugar al que vamos? – nunca había tenido muchos planes de futuro, pero creía que estaba bien saber bien a lo que iban. 

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14/08/2012, 09:56
Owen

El joven de caballo castaño con un ojo de cada color tenía agarrada la mano de Judith, la novia, cuando el rubio de ojos azules hizo otra pregunta al grupo de adultos. La mujer del maletín fue a decir algo, pero Owen levantó los dedos índice y corazón mientras esbozaba una sonrisa. Él era el tutor de los seis varones en miniatura allí presentes, y era, al menos en teoría, obligación suya responder a sus preguntas, ya fuese con la verdad o con el subterfugio.

Miró al pequeño directamente a los ojos, y una vez más pareció, por un segundo, que su ojo verde reflectaba la luz como si fuese un espejo. La heterocromía era una afección clínica extraña, pero cualquier adulto con conocimientos de medicina sabría que no provocaba una alteración en el espectro óptico.

- Años- le respondió con naturalidad-. Como ya sabéis, Caedus es un cruce entre orfanato y escuela- era una forma laxa de decirlo-. De normal, por vuestra seguridad- mintió, aunque eso los pequeños no lo sabían a ciencia cierta-, no permitimos que ningún alumno salga- quizá alumno no fuese la mejor palabra-, aunque algunos siempre estamos peleándonos con el rector para que podáis hacer una breve excursión de vez en cuando.