Partida Rol por web

Kael se quedó mirando el camino que habían seguido los otros tres y después comenzó a mirar a todo alrededor, y tuvo que ahogar un grito, tras lo que volvió a cerrar la boca.

Entonces se quedó mirando a dos señores del patio, que parecían mayores y después abrió los ojos como platos y se quedó mirando a Charlotte.

¡Gracias! -la voz del niño sonó entusiasmada cuando acarició a Altaír en la cabeza- Es muy suave... -en parte ya lo esperaba, pero de todas maneras no recordaba haber tocado nunca antes a un perro, así que la sensación era nueva para él. Su mirada -que se paseaba por los demás niños- se detuvo en el pelirrojo, que parecía fascinado por lo que les rodeaba- ¿Has visto algo, Kael? -le preguntó amistosamente- Mira, ven aquí... ¿a que podría ser un feroz mastín que tiene encerradas a las princesas? -señalando a las gemelas con una mano mientras que con la otra seguía sobando al animal.

Aunque parece demasiado bueno -se dijo pensativo- Habría que arreglarlo un poco... -sus dedos empezaron a despeinarle el lomo, intentando que su pelaje quedase algo más erizado.

¡Ha mirado fijamente a Arly! No puede ser, nadie más puede verla... que suave es Altaír... si la hubiese visto habría dicho algo. Ahora mira hacia el patio... y ahora hacia... ¿cuál de las dos gemelas era esa? Seguro que ha sido casualidad... Podríamos jugar -Kael y él rescatando a las gemelas- No sé si querrá...

Altair resopló por lo bajo mientras le acariciaban, satisfecho. Siete horas solo en un espacio reducido viendo el campo pasar sin poder recorrerlo no era cómodo. Tener a una mano dándole cariño siempre era bienvenido.

Cuando Dariel le revolvió el cabello, el perrazo sacó la lengua y le dio un lametón en el dorso de la mano, esbozando un suave ladrido. No parecía un feroz mastín, al menos, no cuando estaba contento.

Como animal, atendía más a los sentimientos y al instinto que a la lógica y la inteligencia.

Tranquilamente Richard se acercó a Gilbe y se puso a su lado mirando como el resto jugaban entusiasmados con el animal.

-Es un perro explendido- Afirmó. - Y también muy fuerte. Se nota que estais muy unidos. Siempre quise tener un perro tan juguetón como este como mascota, pero mis padres nunca me dejaron. Ellos no....-

 Su voz se quebró, su respiración se pauso y su cara reflejó una tristeza absoluta. Aunque fue solo un instante, pues enseguida repuso la sonrisa que siempre cubría su cara.

-Ya no sé que te estaba diciendo jajaja. Me gustan los animales, no son malos ni buenos, simplemente se guían por su instinto. No como las personas que cometen maldades deliberadamente.

Mientras charlaban se percató de que el rostro de Kael se había congelado mirando hacia el vacío hasta que llegó Dariel para sacarle de su sueño. Curioso como mínimo. Demasiadas cosas curiosas en el monasterio. Y las cosas curiosas era lo que más le gustaba a Richard.

-¿Qué te pasa Pelirrojo? ¿Acaso además de las agujas también te dan miedo los perros?- Dijo mientras se acercaba hasta su lado para darle un par de codazos suaves en el costado. También se aseguro de que Owen no estuviera cerca, por si acaso. Realmente lo que buscaba era situarse en el mismo sitio que estaba Kael para tener su misma linea de visión y tratar de descubrir qúe atrajo su atención de esa manera. De modo que mientras hablaban se puso a mirar la misma dirección donde hace segundos oteaba él.

Richard consiguió lo que quería, ver lo que veía Kael, su compañero. Pero, paradójicamente, ahí no parecía haber nada de interesante. Solamente estaba Dariel, el otro chico que había tenido problemas con la extracción de sangre. Pero... en realidad no le había mirado a él, no. Había mirado justo al juego que había entre su cabeza y su hombro, a la altura de la oreja. ¡Había mirado al lado de su cabeza!

Y no había nada allí, salvo... más niños al fondo, y guardias patrullando. No parecía interesante. En absoluto. No había nada raro. Aquella era una estampa que podía verse en cualquier parte de aquella explanada.

¿Por qué hacer lo que hizo, entonces? No tenía sentido. Estaba mirando exactamente en la misma dirección, estaba seguro de ello.

Tras la extracción, las gemelas se quedaron allí plantadas, delante de la fuente, hasta que una de las doncellas amablemente las instó a volver con sus compañeros, habiendo señalado previamente hacia la posición de Judith mientras movía sus labios en respuesta a algo que las niñas habían preguntado. Mientras se marchaban, un niño le hizo burla a Juliette por haberse quejado del pinchazo.

Ya estaban casi todos de vuelta, sólo faltaban Elohim y Gilbe, aún estaban en la cola, podían verse desde aquí. Richard había dicho algo al acercarse al niño pelirrojo, parecía intentar animarlo pues Kael tenía esa carita de triste que ponen los niños cuando hay algo que no les gusta. Supuso que no había sido la mejor forma de intentarlo, las palabras de Owen se abalanzaron sobre Richard; parecía otra persona, perdió el autocontrol durante un momento o eso denotaban las palabras de disculpa de la joven de ojos esmeralda; Juliette se había asustado, tiró de su brazo instándola a retroceder.

Algo extraño le ocurría el chico rubio, parecía estar sufriendo más de lo que debiese debido al pinchazo; Charlotte clavó por un instante sus ojos en él y durante unos pocos segundos no desvió la mirada, su respiración se hizo más pesada, las pupilas se le habían dilatado ligeramente y sus ojos se abrieron poco a poco hasta alcanzar una expresión diríais de asombro; parpadeó, desvió la mirada al suelo, la respiración volvió a su ritmo usual y sus pupilas a la normalidad, se habían llevado a Elohim.

Gilbe había vuelto, ya estaban todos reunidos, parecía que habían estado hablando entre ellos pero no había prestado atención en absoluto. El niño del pelo rojo, Kael, parecía un poco asustado, daba la sensación de que mirase donde mirase, todo lo que veía le aterraba; la estaba mirando fijamente, a lo que ella no pudo evitar responder con la misma intensidad.

Había llegado un animal nuevo, un perro, parecía que Gilbe era su dueño; era bonito, se preguntaba si su pelo sería suave. La atención tomó lugar en torno a Altaír, así parecía llamarse.

En lo que los niños jugaban, Charlotte se acercó a Judith de la mano de su hermana; levantando ligeramente la cabeza, buscó la mirada de la que sería su nueva tutora de ahora en adelante.

Durante el trayecto, podéis observar como esporádicamente surgen una serie de "líneas" horizontales de caracteres vaporosos, completamente ininteligibles y cambiantes, de cualquier zona circundante a la cabeza de Charlotte. Los caracteres se forman y se desvanecen al moverse en dirección a Juliette, de la que surge el mismo efecto como aparente respuesta.

En el momento que Charlotte fijó su mirada en Elohim cuando éste estaba a punto de ser llevado a la enfermería, podéis vislumbrar algo parecido a lo de que vistéis en el carruaje.

Una serie de líneas verticales con caracteres vaporosos surgen vertiginosamente alrededor de la cabeza de Elohim, si os fijáis nuevamente en la niña, veréis que algo similar ocurre alrededor suyo, pero en lugar de verticalmente, en el sentido contrario.

Después del pinchazo y de que la señorita del maletín les indicara quién era la nueva responsable de ellas, se dirigieron de vuelta hacia el grupo de niños con el que habían viajado en el carruaje. Al salir de la cola, unos críos le hicieron burla por haberse quejado tan exageradamente del pinchazo, a lo que Juliette respondió con una mueca, sacándoles la lengua.

No eran las últimas, una vez allí se fijó en que faltaba gente del grupo. - ¡Anda! Si todavía siguen en la cola, y yo que creía que éramos las últimas- dijo con media sonrisa. Richard se había dirigido a Kael mientras soltando una carcajada, pero pareció que a Owen no le había gustado nada el tono en el que dijo lo que quiera que dijese, se había distraido por un momento buscando a Gilbe y Elohim. Se cabreó muchísimo, Juliette dió un respingo en cuanto el joven de ojos dispares se puso más violento y salió aquello de su brazo, agarró a Charlotte de la mano y tiró de ella al alejarse unos pasos.

Su hermana pareció ver algo de interés entre los niños de la cola, ya le preguntaría más tarde, había decidido unirse a la conversación de los pequeños cuando se percató de que algo serio pasaba,- Lleva a Elohim a la enfermería – dijo escueta la que sería su nueva tutora, dirigiéndose al hombre del escudo, que acudió rápidamente a llevarse al chico de la fila.

Juliette, confusa, miró a Charlotte, que había fijado sus ojos en el chico rubio; se quedó callada.
Tras un corto lapso de tiempo, su hermana volvió en sí.- ¡Mira, un perro! - dijo con una sonrisa de par en par mientras señalaba a Altaír. Gilbe había vuelto y todos estaban atendiendo al animal.

Charlotte, sosteniéndole la mano e ignorando la distracción que suponía para todos el simpático compañero del chico cabizbajo, se acercó a Judith.

Judith, al ver los esfuerzos de la niña, de la que en teoría debía ser una de sus "protegidas", bajó la cabeza para poder mirarla. Los cuatro ojos verdes se encontraron bajo el sol.

- ¿Sí?- dijo Judith intentando componer algo que debía parecerse a una sonrisa.

¿Qué querrá? Puede leerte la mente, así que ten cuidado con lo que piensas. Oh, Dios, malditos psiónicos, si no se pelea contra ellos cualquiera se resiste a sus poderes. Ni mi magia. ¡Ni mi magia! Frustrante, por Dios. Frustrante.

Pero su cara no cambió a pesar de los pensamientos. O era una buena máscara o realmente no tenía nada en contra de aquella niña.

Charlotte consiguió atrapar por un momento aquellos hermosos ojos esmeralda, sin apartar la mirada, le dirigió una sutíl sonrisa ruborizada a la vez que rozaba su mano intentando, gentil, que se la sostuviera. Tras esto, pellizcó con suavidad los oscuros ropajes de Judith, intentando esconderse inocentemente.

Hola, soy Charlotte. Encantada de conocerla señorita Judith, es usted muy bonita.

Sus ojos se parecen a los de papá...

Expresó con ternura y cierto rubor en las palabras.

Nos han dicho que será nuestra tutora...

Hizo una leve pausa, sus pupilas se dilataron por un segundo.

¿Psiónicos...? Oh...

Su expresión se entristeció levemente.

Perdone, no sabía que le desagradaba...parece que conoce mi don especial; es un secreto (susurró).

Agitó la cabeza para centrarse, se había quedado traspuesto, entonces esbozó una sonrisa tímida y hablo apenas en un susurro.

-No, es que me quedé fascinado, en mi pueblo no había tanta gente, ni tan diferente... y no me dan miedo las agujas, solo es que hacen daño- miró Richard frunciendo un poco el cejo- disculpa.

Tras esto se acercó a Dariel y se puso a revolverle el pelaje al perro para que pareciera más feroz

Kael, aprovechando que estaba cerca de Dariel, le susurró al oído

-Tu hada es muy bonita, ¿cómo se llama? -preguntó con una sonrisa y con su mayor cara de buena persona y que no le culpaba de ser diferente, sino que tenía un sincero interés por saber todo lo posible acerca del hada.

Judith, con una ténue sonrisa, más real que las que había dedicado hasta ahora, apretó los deditos de la niña para facilitarle la tarea. No parecía querer rehuir su contacto físico.

Miró como la niña le toqueteaba la ropa. Llevaba una falda negra, larga hasta más allá de las rodillas. Los zapatos y la camisa, de manga larga a pesar del calor e impoluta, sin rastro de su sudor, eran del mismo color. Hacían juego con su tono de pelo, y contrastaban con sus ojos.

Ya sabía tu nombre pequeña, aunque no sabía que compartía algo con tu padre- pestañeó. Su mente parecía pacífica y despejada, como un océano donde los pensamientos fluían de uno en uno con calma. No parecía una mujer confundida en la vida- Es un placer conocerte, Charlotte. Sé que no puedes hablar, así, cuando quieras decirme algo, no dudes en hacer esto- balanceó la mano que sostenía los dedos de la niña y le dedicó una mirada afable- Te agradezco el piropo, es muy gentil por tu parte- sonrió, y, por primera vez, pareció hacerlo plenamente, sin forzarlo- Sí, seré tu tutora, y la de Juliette, y la de algunas chicas más de tu edad que no iban en el carruaje con nosotras. No me desagrada hablar con una niña tan agradable como tú, y es sólo que, como comprenderás, tengo miedo de que me leáis la mente. Vuestro don puede usarse de muchas formas, como el mío.

Charlotte pareció embriagarse de la amabilidad que desprendía aquella hermosa doncella de ojos verdes, por primera vez en bastante tiempo, alguien había conseguido sacarle una sonrisa sincera.

Vaya...es usted muy agradable, hacía tiempo que nadie...

(se sumió un instante en la melancolía que le traían los recuerdos de su madre).

Vuestro don puede usarse de muchas formas, como el mío.

Oh...parece que sabe usted mucho, qué misteriosa...¡es como en los libros!

Dijo fascinada.

Hablando de libros...

Tanteó su vestido y miró brevemente los alrededores, antes de volver a mirar a la señorita Judith.

Parece que lo he perdido...

Expresó despreocupada mientras seguía buscando con la mirada distraida.

Las palabras de Richard le hicieron sentirle cercano... Los niños de su edad eran inocentes, bastante tontos. Que él ya reconociera la maldad y la crueldad de las personas le hizo por primera vez interesarse por su historia...

Gilbe oyó como dos pares de pisadas se acercaban a la mujer de voz inexpresiva. Una de ellas soltó una alegre exclamación. ¿de quién será el libro? La niña dulce parecía muy lista durante el juego, aunque la otra me pareció que se dormía...

- Charlotte, antes en el tren se te cayó esto. - y tendió el libro hacia donde creía que estaba ella, sin mirarle - ¿Que tal es? ¿Lo lees para prepararte para la escuela?

Gilbe no sabía qué libro era, por supuesto, pero prefirió probar suerte... Él conocía la forma de las letras, pero si no tenían relieve lo mismo le daba tener un libro o una hoja en blanco. Lo que no permitiría es que se rieran de él delante de tanta gente, ya sería el "maldito ciego" más adelante.

Judith sonrió, sin soltar la manita de Charlotte.

Parece que alguien se ha preocupado de mantener tu libro a salvo, pequeña. Y la verdad, yo también siento curiosidad, ¿de qué trata?

Parecía realmente curiosa, como si le importase realmente qué contenía el libro. No en vano, era su trabajo mantener controlada a Charlotte y al resto de las niñas.

Ignoró las referencias a su don, como si no fuese algo de lo que mereciese la pena hablar, como si fuese algo común, al menos allí dentro.

Dariel se tensó ligeramente al escuchar las palabras de Kael, pero en seguida quedó claro que era por la emoción- Sabía que podías verla... antes te has quedado mirándola, pero no pensé... nadie más puede -le confió con una sonrisa- Ni yo puedo verla si no se me muestra... se llama Arleene -pronunció el nombre completo con cierta dificultad- pero siempre le llamo Arly...

No sé si le va a gustar mucho cuando se entere -murmuró tras unos instantes de caricias para Altaír- Que puedas verla aunque ella no quiera... es decir, eso es alucinante -le aseguró, mirándole fijamente- nunca había conocido a nadie que pudiera, pero... suele ser algo tímida -frunció el ceño- Tú dile lo bonita que es, seguro que le caes bien.

-No sé si la puedo ver constantemente, solo qué salió y parecía que te dijo algo y después se fue hacia la enfermería - kael sonrió un poco, al menos no era el único extraño, eso le relajó bastante- es muy bonita, eso no te lo voy a negar.