Partida Rol por web

En vez de fluir directamente al Mar de las Espadas, el Río Delimblyr (también llamado Río Brillante) se disuelve en un labertinto de canales que atraviesan y rodean bosquecillos cubiertos de musgo, formando un vasto pantano. La Ciénaga del Lagarto es famosa por contener dos cosas: insectos chupadores de sangre y monstruos peligrosos.

Lleváis una hora de camino, siguiendo a Maechen cuando a través de la niebla veis una ruina destartalada levantándose entre el fango. A través de unos pequeños agujeros en los muros cubiertos de musgo podéis ver el brillo de unas pequeñas hogueras.

El techo del edificio se ha derrumbado. Sin embargo, alguien ha echado una enorme red por encima de las ruinas. Hecha de ramas, hiedras y raíces, la red forma un toldo protector.

Alrededor de las ruinas hay varios árboles con hiedras colgando y varias charcas con algas de color verde brillante. Más allá de las ruinas un pequeño arroyo erosiona en los cimientos y termina en una pequeña poza.

Ilvor observó algo sorprendido por la vista que tenia de frente, vía como imposible la cantidad de trabajo que debía hacer requerido hacer esta obra.

-Esto es magia- se dijo a si mismo en voz alta, dándose cuenta de lo dicho, se mordió la lengua por dejar su asombro a merced de otros, por lo que trato de distraerse de lo que pudieran decir e inicio a examinar con mas detenimiento aquella proeza.

- Pues no te digo yo que no pueda serlo, Ilvor, compañero de armas -le comentó al centauro, profundamente distraído con la molestia constante de mosquitos-; porque a ver quién se pone a construir con esta molestia constante.

No se trataba de algo nuevo, las pestes y plagas eran comunes en las capas infernales, pero se trataba del tipo de incordio que a cualquier persona con decoro siempre le supondría un fastidio. Con no poca malicia miró la cola de la mitad equina de su compañero, dejando que la idea de hacerse un espantamoscas con él anidase en su mente más de lo que era aceptable entre cordiales camaradas.

- Erm... Buenos cuartos traseros que tenéis, por cierto -dijo temiendo que le pillase con sus oscuras intenciones en evidencia, prefiriendo quedar como un libidinoso inapropiado que como un salvaje.

No se percato de las intenciones iniciales del joven, mas tras escuchar sus palabras... sus ultimas palabras, no pudo contener el gesto de desagrado por su compañero.

Le miro en actitud de reproche -Si te acercas te juro que lo último que te va a preocupar son las alimañas- dijo mientras hacia referencia al uso de su hacha que yacía en su costado.

Sin esperar respuesta, apresuro su paso para alejarse del depravado.

Paseaba al lado de Giogio, todo eso que había allí, era de los más normal para ella, no era tan distinto a la Antipoda oscura, oscuro, húmedo y con bichos... era bastante normal, además sus ojos agradecían mucho que la luz del sol no incidiese sobre ellos directamente.

Miro al tiefling y puso un poco cara de asco, ya les quedaba poco, ahora también practicaba la zoofilia, valiente grupo se había formado allí, si no fuese por le bufón hacia tiempo que se habría marchado -Esta me la vas a compensar, si no morimos- le susurro.

- ¿Es ahí donde vamos?- Dijo en susurros la clérigo. La visión de la antigua construcción le llamó la atención, había pensado que tardarían más en llegar donde estaban los hombres lagarto, al fin y al cabo no cohabitaban con la baronía y este lugar parecía estar bastante cerca.

Aunque tratándose de un nuevo asentamiento, quizá querían tenerlos controlados. Oteando el lugar, la tiefling comenzó a darse cuenta de cosas que había pasado por alto.

Aún le molestaba la lluvia, pese al cambio de capa el resto de su atuendo seguía empapado. No deseaba volver a casa, pero si disponer de algo más cómodo si este asunto se empezaba a poner feo. Odiaba tener que moverse cuidando cada paso para no notar como el agua se escurría por el metal de su armadura.

El camino por las marismas era de lo más refrescante y divertida, la niebla que ocultaba a nuestros enemigos, nos ocultaba igualmente a nosotros, buena noticia. Había toda clase de hierbas que sólo había leído en libros y dibujos, así que se detuvo en un par de ocasiones inspeccionando una planta, para luego coger un tallo que no matara a la planta o si habían muchas cogía una entera, tenían propiedades interesantes algunas de ellas. En esas ocasiones tuvo que correr con todo su cargamento de mochilas y armas para no perder de vista al resto del grupo.

Cuando llegaron a un campamento con hogueras, el aspirante a guerrero sacó su arco, dejando en el suelo las cosas que le podían molestar, buscó con la mirada algún arbol al que pudiera trepar o muro separado donde subir y apostarse y se aprestó para el combate.

Los lagartos no necesitaban calentarse, tenían que ser humanos u orcos, pero por si acaso se prepara para entrar en combate y atento a la respuesta que le pueden dar a la chica cabra.

Las flores brillantes que encuentras en el camino son preciosas flores amarillas. Cuando las flores son machacadas y el jugo resultante es extendido por la piel, repele a las sanguijuelas, mosquitos y otros bichos chupadores de sangre

Sin caballos... Bueno, pues se apañarían con lo que tuvieran. Al menos el dichoso pantano no estaba demasiado lejos y les iban a dar alimentos y una capa seca. Desde luego podría haberles salido mucho peor la jugada.

Tras una jornada anodina, el grupo llegó a la entrada de la Ciénaga del Lagarto. GioGio dejó que Maechen fuera la que les guiara por ese lugar, a fin de evitar zonas peligrosas o nidos de bestias devoradoras de gente. No tardaron mucho en acabar encontrando algo.

Era una construcción, unas ruinas más bien, burdamente parcheadas con una red para ofrecer cobijo a alguien o algo, que al parecer tenía hogueras encendidas dentro del edificio. El bufón miró la escena despacio, buscando detalles que le llamaran poderosamente la atención. Imitando a la clériga tiefling, Giacomo habló en voz baja.

 -Que nadie avance de momento. Maechen, ¿te suena esta construcción? ¿Qué puedes contarnos de ella?

En cuanto al comentario de tiefling sobre la grupa del centauro... Bueno, ¿quién era él para juzgar? Sobre gustos sexuales... Ah, pero estos pensamientos fueron interrumpidos por el comentario de su drow favorita, a la que dedicó una sonrisa y un toquecito en la nariz.

 -Si salimos con vida, puedes pedirme lo que quieras como compensación. Ya sabes que por mi Cuchi-Cuchi, lo que sea.

Podéis ver que vigilando el campamento hay dos semiorcos, podéis ver uno más alejado vigilando a través de los árboles al final del campamento

-Es un campamento de bandidos, está lleno de semiorcos como podéis ver, pero están en nuestro camino, la guarida del dragón está pasando el campamento. Quizás sea estos parte de los orcos de los que hablaba Sir Isteval.

Parece que vuestros compañeros no han visto a todos los que son, quizás porque los semiorcos van cubiertos de barro que los hace camuflarse con el entorno. Dentro de las ruinas podéis ver a un bandido escondido, pero no son los únicos, vigilando el perímetro del campamento podéis ver a cuatro semiorcos, otros dos están cerca de la entrada montando guardia, mientras que hay otros dos que están descansando en la hoguera

Cerca de las ruinas puedes ver un cocodrilo camuflado con barro. Puedes ver cerca de la hoguera lo que parece ser un huevo de dragón

-¿Quiennnn andaaaa ahíííí?- pregunta uno de los semiorcos hacia los árboles- Mujeee de hachaaaa teeee veoooo

Leo pone una flecha en el arco mientras señala a un lado de las ruinas con el arco cargado en dirección a todo lo que ve. Pareciera que sus ojos brillan cuando el distante fuego le da en ellos, pudiendo ver todos los rincones del campamento*

-Cuatro Semiorcos, allí y allí- aunque estos últimos es una información superflua pues ya han hecho contacto visual- Una figura humanoide escondida en el campamento con lo que parece un huevo de dragón y allí- apunta a media distancia hacia una de las fangosas orillas- un enorme cocodrilo escondido en el barro.

El no es un estratega, y no le gustaría usar a un animal en su beneficio, pero también está asustado y prefiere dar todos los datos que puede con su aguda sintonía con el ambiente.

Ilvor escucho a su compañero gritar "orcos", retirando a Grilmir, su haca de gran tamaño, la cual revelaba un filo despiadado y varias muescas de batallas de antaño.

Violentamente observo a los lados, se fijo en los mas próximos y se encabrito, para dirigirse a ellos... Ilvor, no es un cazador, mas su odio por los orcos hace que su simple mención, arda su sangre y nuble su juicio, por lo que sin analizar mucho ya estaba en pos a salir corriendo lleno de ira tras ellos.

Vakazara había visto a varios orcos escondidos en el barro y varios más flanqueando las ruinas o junto al fuego, cuando de pronto uno de ellos habló y el centauro cargó contra ellos con rabia. No pudo más que echarse las manos a la cabeza sin tiempo a preparar una emboscada o tratar de pillarlos por sorpresa.

- Selûne, cuida a tus siervos.- Dijo mientras salía detrás del cuadrúpedo con la intención de no dejarlo solo. Ya estaba todo perdido, debían atacar de frente y contar con que aún no les daría tiempo a prepararse contra ellos, aunque la posibilidad era mínima.

Confiaba en que el resto siguiese sus pasos y tuvieran algo de cobertura.

- Barbas de Belzebuth -farfulló para sí al comprobar la cantidad de enemigos que había pero al ver que su hermana seguía al centauro no le quedó otra que asomar la cabeza... Para esconderla inmediatamente después-. Azufre y cenizas, que no me hagan trizas.

Con unas pocas palabras y gestos sus vestimentas brillaron por un instante, reavivando la confianza que Vakaipa tenía en salir vivo un día más. Fue entonces que miró a GioGio mientras se tamborileaba la mejilla debajo del ojo con el dedo índice.

- ¿A por cuál? -le preguntó mientras la punta de su bastón comenzaba a cristalizar la humedad del aire en afilados carámbanos, listo para lanzar su poder contra quien fuesen a centrar sus esfuerzos.

Desde los árboles era fácil ver todo, hubiera sido mejor si no los hubiesen detectados, un pequeño riachuelo separa vuestra parte del bosque del campamento de los semiorcos.

Ilvor saca su arma y se pone en marcha, su velocidad se ve afectada por el lodo, era cierto lo que decía la baronesa, los caballos tienen problemas en aquél lugar, su movimiento se ve reducido y cuando intentan correr el suelo está resbaladizo.

-Mamáaaaaa caballooo con hachaaaa atacarrrr -grita uno de los semiorcos lanzando una jabalina que se le clavó en los cuartos traseros a Ilvor.

Ilvor ve como otro semiorco se acerca a la posición donde está el, puede ver claramente a ocho semiorcos.

Uno de los semiorcos se lanza contra Maechen pero ésta para el ataque del semiorco con su propia hacha.

Otro de los semiorcos lanza una jabalina hacia Ashara, impactando en la joven drow y atravesando su abdomen

-Lunk darrr mujerrr negraaa -dice el semiorco que acaba de dejar gravemente herida a Ashara

Vakaipa lanza sobre sí mismo un hechizo de armadura de mago, sintiendose de este modo más protegido. En ese momento ve volar una jabalina que lo atraviesa

-Thunk atravesarrr a hombreeee con cuernossss

Un cocodrilo sale de la nada, camuflado por el barro y va a morder a Ilvor de no ser porque éste se puso sobre dos patas el tiempo suficiente para evitar el mordisco

Otro de los semiorcos hacha en mano se lanza a por Vakaipa, por suerte para el tiefling el ataque da en el árbol cercano y no en él.

Vakazara ataca a uno de los semiorcos que ha atacado a su hermano, no consigue hacerle mucho daño.