Partida Rol por web

La lengua del mutante español logra impactar y realizar una presa, lo que no contaba Rafael es que el polizón agarrase la lengua y tirase de ella con fuerza. Mientras tira con fuerza para ver si despega a la salamanquesa salmantina podéis ver que recita algo en su idioma:

- ¡Hien shi!

Por un momento el capitán Foster cree ver algo raro en el otro extremo del tunel, como si de un nuevo par de ojos lo estuviesen observando. En ese momento su sensor térmico se activa y ve claramente a otro polizón, exactamente igual que el que Rafael Tierno está estrangulando. Y parece que no está sólo...

Todo se precipita en un momento. Ante mi, Un tipo desconocido, se pone a dar saltitos y demás. Y quiere la suerte que logre impactarme. Mientras salgo disparado por la puerta del vagón de mercancías, un detalle me llama la atención. Cualquiera diría que hay clones de nuestro enemigo. No es una situación que me agrade precisamente. Pues al salir disparado del vagón de ferrocarril, se perfectamente lo que va a pasar.

Me encojo sobre mi mismo esperando el impacto contra el suelo. Y este, no tarda en producirse. Reboto un par de veces contra el suelo hasta que me detengo.

Y es entonces cuando, tras la pertinente revisión de sistemas, me levanto de un salto.

La musculatura de miomero hace su trabajo y me levanto en el aire una docena de metros antes de activar mis botas. Salgo disparado en dirección al tren. Y puesto que he llegado a oír hasta disparos y no me ha quedado claro el numero de enemigos, es cuestion de dejar la sutileza aparcada para otra ocasión mas adecuada.

Segundos es lo que tardo en alcanzar de nuevo el vagón en cuestión. Hasta mi llegan el sonido de mas disparos algún que otro grito. Y yo, no estoy precisamente de muy buen humor pues ni siquiera puedo coordinarme con mis compañeros a causa de la falta de intercomunicadores.

Con el altavoz externo a máxima potencia, digo.

¡Tierno, Foster, cuidado ahora!.

Y lo siguiente que ocurre, es que entro de nuevo en el vagón, exactamente por el mismo sitio por el que he salido lanzándome sobre uno de los atacantes.

Y una vez que lo he agarrado por el cuello, me estabilizo y lo lanzo estampándolo contra la pared del vagón.

El tecnificado británico choca contra el suelo pero no parece hacer mella en su armadura. Se levanta rápidamente y vuelve a volar hacia el tren poniéndose en posición en unos segundos.

Se lanza contra uno de las réplicas del polizón y lo agarra sin contemplaciones. Lo golpea usando su puño metálico y lo lanza contra la pared del vagón.
 

De nuevo, Alan apareció por el umbral de la puerta del vagón y descargo una nueva ráfaga de disparos contra ambos enemigos. Era una maniobra arriesgada al estar sus compañeros esparcidos por el mismo pero la situación lo requería, los superaban en número y era necesario desacerse de ellos cuanto antes.

-TAC, TAC, TAC, TAC, TAC-

 Foster termina con dos de los clones casi sin pestañear, los enemigos no pueden esquivar la ráfaga de balas que se les viene encima. Además la tecnoarmadura del británico hace su aparición y estampa literalmente a uno de los clones contra la pared del fondo del vagón.

Cada uno de los clones desaparece en una especie de niebla de color negra muy espesa. Parece como si no fueran mucho más que ilusiones...pero parecían reales y ante los sensores de Foster emitían calor.

Ahora sólo queda Rafael en su lucha contra el polizón, de momento el español parece llevar la ventaja pero algo os dice que su suerte puede cambiar...

El asiático parece concentrarse para lograr un mejor uso de sus capacidades, parece que tiene algún plan para librarse de la lengua de Rafael.

- ¡Hien Shi Guo! - dice en su idioma

Notáis que es el mismo inicio de frase que cuando aparecieron los clones anteriores pero ahora la cosa cambia. Hay algo diferente. De todos los sitios oscuros del vagón aparecen réplicas exactas del polizón. En los sensores de Foster aparecen como reales ya que todas emiten calor. No son ilusiones, son realmente clones reales. Copias idénticas de su creador, llevan la misma ropa y se mueven igual. Empezáis a contar. Son 15 más el que Rafael está estrangulando que parece hacer acopio de fuerzas para soltarse y lo hará en breve.

Con un movimiento rápido y un brazo que consigue introducir entre la lengua y su cuello logra escabullirse, acto seguido tira un objeto al suelo y una nube de humo se forma. Hay muchos cuerpos en la zona y todos emiten calor, es difícil precisar cual es el verdadero y cuales las copias. Ahora tenéis 15 enemigos ante vosotros...augurios de una gran pelea sin duda.

Mientras los tres machos alfa van a descubrir quién es el polizón y hacer lo que crean conveniente tú sigues concentrada en el dossier y revisando las fotos. La verdad es que te aburres un poco ya que el traqueteo del tren te marea e impide que logres tu máxima concentración. 

En ese momento un chico asiático se para delante tuya y tocando levemente con las puntas de sus dedos tu hombro te pregunta:

- ¿Es usted la doctora Juddith Brennan?

Lo dice en un perfecto inglés. Es un chico muy apuesto, parece recién salido de la facultad.

- Podría firmarme un autógrafo, he asistido a alguno de sus simposios como oyente y encuentro fascinante su disciplina científica...

Un admirador en este país, toda una novedad la verdad. Te tiende un bolígrafo y una libreta que saca del bolsillo para que le firmes un autógrafo, todo un detalle.

La lengua se ha enrollado y vuelto a mis fauces (“¿Dónde diablos guardo esta ristra? Se me ocurren un sinfín de chistes, todos de mal gusto”, registro mentalmente). Estornudo a causa del humo apestoso y folletinesco. Echo un vistazo a la turbamulta que tengo debajo, pero con el escándalo de las balas y la espectacular entrada del misil con piernas, el detalle no ha podido sino escapárseme, de modo que no hay manera de identificar al original, si es que sigue aquí.  

“Su número y lo angosto del escenario debería entorpecerlos. Digo yo. Aquí hay más gente que en la guerra”, medito. Pasa el pasmo y comienzo a moverme, todavía sujeto del techo, ilustrando:

-No dicen ninguna mentira de los chinos: que si son todos iguales, que si como los conejos… Ale, tú mismo, vuelve al seno de tu gente – trato de agarrar a uno por los pelos y arrojarlo sobre la piara, confiando en derribar a un buen número de ellos, lo mismo que si fuesen bolos. -¡Socorro, overbooking!

Un grupo de 4 Si Fanes no logra esquivar el lanzamiento de Rafael Tierno de otro de ellos. Ahora mismo quedan 10 en pie, unos enfrente de la tecnoarmadura de Richard Turner y otros enfrente del capitán Alan Foster y justo detrás del mutante salmantino.

Lanzan una serie de puñetazos y patadas contra ambos, los golpes rebotan contra la armadura del tecnificado sin provocar mella en él. En cambio Allan recibe un par de golpes bien dados aunque gracias a su chaleco no recibe más daño que unos golpes.

La situación se torna complicada pero por suerte ahora es vuestro turno.
 

Aquellos informes eran un completo desastre. Juddith sacó una carpeta de mochilla y empezó a enumerar las deficiencias en las autopsias, en las escenas del crimen y en las pruebas que la policía nacional había pasado por alto. No creía que España estuviese tan mal desarrollada, tendría que ir a explicarles cómo se hacían de verdad las cosas si querían dedicarse a encontrar asesinos.

En esas estaba cuando se le acercó alguien, tocándole el hombro. Juddith dio un respingo en el asiento y se quitó las gafas. Observó al chico y no pudo evitar sonreir cuando el muchacho le pidió un autógrafo.

- Sí, soy la doctora Brennan... ¿Así que ha asistido a mis seminarios? Eso es fantástico - al fin una mente brillante con la que compartir una charla. - ¿Cual es tu nombre?

El chico parece emocionarse al escuchar la confirmación de que eres la doctora Brennan. Extiende su mano mientras dice su nombre:

- Me llamo Adam Han doctora, y estoy encantado de conocerla... - echa un vistazo a lo que tienes sobre la mesa y te pregunta - ...¿está trabajando en un nuevo caso?..Tenía entendido que trabajaba con Scotland Yard...no sabía que también ayudara a la policía de este país...

Se queda mirándote esperando impaciente su respuesta. Su gesto es amable y realmente parece un joven sociable.

Juddith levantó una ceja cuando el muchacho miró los papeles de encima de la mesa. No es que fuera desconfiada por naturaleza, pero guardaba con mucho celo todos los informes de sus casos.

- Sí, trabajo para Scotland Yard, pero estoy aquí por motivos extraoficiales - cerró la carpeta con las fotos para evitar que el chico pudiera verlas. - Se trata de un caso para el que me han pedido colaboración. Parece que los expertos de la policía no lo son tanto como yo y han creído conveniente llamarme para que aporte luz a la investigación.

Habló de forma sincera, ¿por qué mentirle?

- Suena muy interesante doctora, si la llamaron a usted debe ser un caso muy difícil e importante... - dice con una sonrisa mientras ojea la carpeta a distancia prudencial tras ver el gesto de la doctora - ...no quiero importunarla más así que no le robaré más tiempo...un placer el haber hablado con usted... - dice mientras se aleja unos pasos pero se gira y se acerca de nuevo. Te mira a los ojos directamente y sonríe mientras te dice esto - ...por cierto me llevaré esa carpeta...

Acto seguido hace un gesto con su mano derecha y parece esparcir una especie de polvo de color oscuro contra tu cara, se introduce rápidamente por tus vías respiratorias e inunda tus ojos de lágrimas. Es una sustancia urticante muy agresiva que te está impidiendo ver y que encima te dificulta el respirar.

Con un tirón suave y fuerte coge la carpeta y se dirige hacia una de las salidas. Se va con todos los documentos que te entregó el señor Bennet.

Los enemigos están a vuestro alrededor, siguen impidiendo que vayáis a por el verdadero y original Si Fan. No sabéis que estará haciendo pero puede que su misión principal u objetivo no fuerais vosotros o no vosotros tres...

Cada uno de vosotros tiene 5 enemigos a su alrededor, para algunos de vosotros no resultarán muy peligrosos ya que su capacidad de daño es limitada pero el resto deberíais de tener cuidado con ellos. Su número es su mejor baza. 

Juddith se encogió sobre el asiento intentando respirar. Por alguna razón, su mente empezó a analizar médicamente su propio estado, la forma en que sus vías respiratorias se habían cerrado y como sus ojos habían reaccionado en forma de lágrimas ante la amenaza externa de aquel extraño polvo. Hasta que no se recuperó, no empezó a enfadarse por el engaño sufrido.

Se levantó y salió del vagón en dirección a su camarote para buscar a aquel muchacho asiático que le había robado los documentos.