Partida Rol por web

Tus poderes detectan que varios metahumanos se están acercando a vosotros, parecen querer rodearos. Podría ser un grupo de Kalinin que quiere atraparos y de paso atrapar al Verdugo. Tenéis que actuar rápidamente porque si no estaréis a su merced en cuestión de unos pocos minutos.

La puerta estaba cerrada, así que decidí intentar discretamente... por ejemplo, llamando al porterillo, con los dedos pulsé un par de pisos al azar, esperando respuesta. Quizás no fuese el mejor momento para ser paciente pero, aunque no me costase nada, romper la puerta de una patada no me pareció la mejor opción si lo que pretendíamos era pasar algo desapercibidos. Todo aquello parecía un poco irreal, estábamos bastante perdidos y el tiempo se nos echaba encima.. pero no podíamos salirnos de la senda del buen hacer.

¿Sería tan amable de abrirme? - diría en cuánto alguien respondiese.

La señora que contesta no siquiera pregunta quién es. Pulsa directamente y un zumbido os indica que la puerta del portal se acaba de abrir. Ahora ya podéis acceder a la vivienda. 

Entráis al portal y veis que es sencillo. Hay tres escalones hasta un rellano en forma de L. Enfrente de la entrada están las escaleras, y a la izquierda el ascensor y la puerta donde se accede a los contadores. Enfrente del ascensor están los buzones de correos.

Es un portal corriente y moliente, como miles que existen en este país.

Yo me había estado devanando los sesos buscando una excusa para llamar al telefonillo y al final, había sido tan sencillo como eso. Me adentré en el portal con sigilo exagerado.

-Yo subiría por las escaleras -cuchicheo. -Doctora, ¿puede localizar a la niña?
 

-¡Esperad! -dijo de repente la doctora, quizá con excesivo volumen en la voz. Miró a un lado y a otro, como buscando algo, pero sin terminar de encontrarlo-. No entréis, salid... salid - y empezó a caminar de espaldas para alejarse del portal.

Me dispongo a imitarla, con el desconcierto pintado en el rostro. Ojalá que no sea demasiado tarde.

Estaba a la cabeza de aquél grupo, cuando la joven y sexy doctora - joder, si que estaba buena- nos instó a salir. Algo confundido por aquella reacción.. me di la vuelta y la miré, y decidí seguir sus pasos hacía el exterior nuevamente. Solía confiar en los instintos de la gente... si no lo hacía yo.. ¿quién iba a hacerlo?.

- ¿Qué ocurre? - dije casi en un susurro.

Estaba más desconcertada que sus propios compañeros, por más que miraba, no veía nada fuera de lo normal, pero podía notar aquellas mentes cerca, así que se dio la vuelta para mirar al otro lado. 

-Nos están rodeando - respondió con un susurro-. Creo que hemos caído en una trampa...

Y  buscó y buscó, tratando de dar con cada una de aquellas mentes para saber dónde estaban.

Cerré los ojos y traté de escuchar ami alrededor utilizando mi fino oído, como el de un perro, que oye muchas más frecuencias que un humano y a mucha más distancia. No sabía que pasaba.. la doctora parecía preocupada, o quizás asustada...Fuera lo que fuese, algo no marchaba bien.

Escuchas movimiento en los pisos del edificio, sobre todo en las dos primeras plantas. También escuchas movimiento en el subsuelo y en la calle. Hay muchos sonidos: coches que se acercan, ruidos de pasos, muebles que se arrastran, respiraciones fuertes,... Es muy difícil determinar cuáles son amenazas y cuáles no lo son...la doctora parece saber algo más pero el qué sabe no lo conoces todavía.

Miré a la doctora, clavando mi mirada animal en ella.

- No tenemos tiempo, ¿qué esta pasando? Oigo muchas cosas a nuestro alrededor.. pero necesito saber más- si Brennan no compartía lo que sentía con nosotros, poco íbamos a poder ayudar. Mis poderes estaban a pleno rendimiento, pero no servían de nada sino los usaba con una perspectiva clara..

Ha llegado el momento de transformarse:

mi boca se llena con la saliva amarga y antediluviana, mis facciones se crispan, ni en diez mil años me acostumbraría a este sabor, como de haberme zampado un puñado de insectos, las cuencas se me dilatan y las pupilas se afilan, las comisuras se disparan, no es un proceso doloroso, la piel mamífera ondea como el mar y se petrifica en escamas de un color pardo tirando a verduzco (respetando empero el vientre y las partes púdicas), observo las palmas de mis manos: cobijan una proliferación de setas hirsutas, al igual que las plantas de mis pies. Son las herramientas precisas para abrazar esa nueva realidad que se extiende ante mí. Mis sentidos detectan fácilmente las corrientes electrostáticas por las que izarme.

De nuevo escogí el atuendo que se postula con fuerza como uniforme oficial del Capitán Salamanquesa: un chándal Adidas azul marino con rayas blancas a los lados y unas zapatillas la Tórtola con cordones, para poder llevarlas colgadas del cuello en cuanto me las quite, como estoy haciendo ahora mismo; una camiseta de algodón de manga larga me quita el frío.

La doctora Brennan ya pudo vislumbrar mi atractivo reluctante en los aparcamientos del anatómico forense de Lugo, pero ni ahora dejo que se recree y me calzo un pasamontañas negro. Para no variar, suelto alguna t ontería:

-¿Os habéis fijado?  Tanto que dicen que llueve por Galicia y en los días que llevo aquí, nada, ni una gota. Creo que esta situación exige tomar distancia para poder evaluarla. ¡Alehop! –Salto y me adhiero al techo de la recepción del bloque. –A ver quién toma por sorpresa a quién.

La doctora miró a Sócratos tratando de darle alguna explicación, pero ni ella misma sabía lo que estaba pasando.

- No sé lo que está pasando. He detectado mentes metahumanas aproximándose a este bloque pisos, desde varias direcciones como si quisieran rodearnos...

La última palabra sale con un susurro ante la estupefacción de ver a su compañero Rafael hacer... "aquello" que estuviera haciendo. No es que el resultado de su transformación le resulte repulsivo, simplemente, su mente especialmente dedicada al estudo antropológico de los seres humanos era incapaz de asimilarlo. Por un lado resultaba fascinante la forma de su exoesqueleto y por otra, verdaderamente escalofriante. Ya debería haberse acostumbrado, pero eran demasiadas las cosas que aceptar en tan poco tiempo. 

Escuché la respuesta de la doctora con cierta preocupación, pero algo más llamó mi atención. Rafael, el tipo raro que me acompañaba, se había vuelto aún más raro, ahora era algo así como mister lagartija en chándal. Quizás otras personas hubiesen reaccionado algo asqueadas, o asustadas.. o estupefactas, pero a mi me resultó curioso e incluso divertido aquél nuevo "look" del chico rarito. Estaba claro que todos estábamos alerta y que algo estaba apunto de pasar o.. al menos, eso nos decían nuestros instintos.

Mi cuerpo se colocó en una postura algo incómoda. Las rodillas flexionadas y la espalda algo doblada hacía delante, mis manos casi podían tocar el suelo...y mi mirada se clavó en los ojos de Brennan. Pero mis ojos ya no eran humanos, aunque mi cuerpo seguía siéndolo.

.. 

Un pequeño gruñído, como el de un tigre apunto de atacar, se escapó de mi antes de hablarle.

- Si lo que dices es cierto, será mejor que nos dejes esto a nosotros - dije con un voz ronca.. animal... Desde que había matado a aquél agente enemigo con mis propias manos.. mi instintos animales estaban cada vez más descontrolados, mas a flor de piel.. y me sentía más vivo y fuerte que nunca. Estaba claro que la doctora, en un combate, parecía no poder ser de demasiada ayuda.. pero ese coco suyo.. seguramente podría ayudarnos más adelante.. era importante que no le pasase nada, a ninguno de nosotros..

Notas fuertes presencias metahumanas, tus sentidos cuentan por lo menos doce metahumanos. Varios de ellos de gran poder, por lo menos su actividad mental es alta por lo que podrían ser telépatas. Además notas algo extraño como si estuvieran a punto de llegar más hombres, simples humanos pero que trabajan con los metahumanos.

- ¿Qué pasa? Mantenednos informados.... - se escucha la voz de Seoane a través del walkie.

He alcanzado en una carrerita el rincón más penumbroso y, suspendido boca arriba, me afano por contestar al chisme que emite chasquidos en uno de mis bolsillos:

-Aquí Mortadelo respondiendo al Superintendente Vicente: la señorita Ofelia -por favor, no se moleste, es sólo un nombre en clave- dice que nos han tendido una trampa, repito, que nos están rodeando. Bacterio, sí, tú el del coche, ¿colega, me oyes? Estate el quite.

- Si es una trampa salid de ahí cagando leches...aunque desde aquí no hemos visto nada de nada...¿está segura la doctora? no hemos visto a nadie acercarse... - dice Seoane a través del walkie.