Partida Rol por web

-Lúthien Fëfalas-se presentó con voz suave y musical tomando el faldón y alzándolo ligeramente para inclinarse haciendo una reverencia educada,dejando que los largos mechones de ébano resbalaran desde.

Esbozó una sonrisa comedida, tímida incluso, desviando la mirada hacia otro lado con las pálidas mejillas adquiriendo un tono rosado.

-Soy...-hizo una pausa mirando hacia la posada y desvió el tema, avergonzada por su propia fragilidad-no se me da bien ir sola-dijo directamente  encogiéndose un poco llevando las manos al pecho, jugando con el cordón del escote del corpiño-si preferís dividiros e ir por parejas no tendré inconveniente- sonrió un poco más pronunciadamente, dibujando unos holluelos casi inapreciables.

Yo iré solo, pero les mantendre un ojo en la nuca. Digo yo un poco impaciente, no me da mucho ser cordial y amable, nunca fuí así. por lo pronto, nos vemos.... suerte a todos.

Si tienen problemas los apoyare, pero es mejor entrar por mi cuenta...

Entonces camino hacia la estancia

- Como quieras, Lordo, nos vemos dentro de poco.- me despido de él, cuando se acerca a la puerta de la posada.

- Démosle un poco de tiempo, entonces,... hermanita. -le digo a la recién llegada.- Un par de hermanos que se encaminan a visitar a unos parientes lejanos del norte no deberían resultar sospechosos.

Espero a ver si se muestra o no de acuerdo en el plan de entrada.

- ¿Y tú, Saegon? ¿queréis ser un viajero que se nos unió en el camino, o, preferís la soledad en vuestro trayecto?  -le pregunto, sonriente.

Lordo es el primero en entrar, seguido a los minutos de Lúthien y Reluë, que se hacen pasar por hermanos. Por último, entra Seageon con su buhó en el hombro.

El interior del local es inhóspito, por decirlo suavemente. El suelo está hecho de baldosas de piedra irregulares cubiertas de un fango húmedo mezcla de barro y ceniza, y la chimenea (que no parece que tenga mucho uso) apesta a alguna sustancia desconocida. El mobiliario es viejo, aunque utilizable. Hay seis mesas en el local. Las dos que más destacan son una que está en la esquina y la que está a su izquierda. En la de la esquina podéis ver a dos hombres susurrando, y uno de ellos a veces aporrea la mesa, claramente mosqueado. A su izquierda, dos hombres beben cerveza y os miran con detenmiento a cada uno de vosotros cuando pasáis por la puerta.

Después de entrar en un estado de abstracción, reflexionando sobre la existencia de todos los seres vivos, el color de las flores, y la curiosa dieta de Dragón, Seageon despertó de su curioso ensueño justo para ver como el druida elfo lo abandonaba. Esbozó una sonrisa torcida al mismo tiempo que escuchaba un leve crujir. ¡Vaya, pero si había una bella elfa! ¡Y se iba a unir a ellos! 

Realmente el gnomo no tenía ningún interés en la inocente y bella dama, pero la suponía que la sorpresa de encontrarse con otro aliado debía de serle grata. No puso ninguna pega a la incorporación de Lúthien, y cuando Reluë le pidió opinión acerca de la entrada... pues tuvo que responder.

- La soledad es aburrida, amigo mío - ¿podía considerarlo un amigo? ¡si se acababan de conocer! - Este joven gnomo estará encantado de ser el compañero de viaje de los hermanos.

No pudo evitar sonreír. Aquello iba a ser como un juego, y le encantaban los juegos.

- ¡Entremos! - exclamó, y de pronto adoptó una expresión más seria, incluso algo cansada. Parecía la cara de un viajero que necesita reposo. 

Entro haciendo como si no conociera a los demás. Me siento en la mesa cercana al tabernero, pero que me permita ver el resto del lugar. De manera ronca digo "Cerveza", y pongo dos monedas. Miro al rededor  cuidando mis bolsillos, todo pillo sabe que no puede confiar en nadie en ese nido de ratas.

- Pues adelante, compañero de viaje. -contesto divertido al gnomo que nos acompaña, al ver su fingida cara de agotamiento.

Dejamos pasar un tiempo prudencial desde que entró Lordo y empujo la puerta del tugurio. Cedo galantemente el paso a la muchacha que nos acompaña y nos introducimos en el local.

El ambiente es asqueroso, el olor... indescriptible; en particular, el que proviene de la chimenea. Nuestro amigo ya está sentado en una mesa y pide una cerveza. Sin tan apenas mirarlo nos acercamos a la barra del bar, a hablar con el posadero para pedirle acomodo.

El tabernero asintió ante la petición de cerveza de Lordo mientras miraba de reojo al hombre que se encontraba en la esquina.

Cuando los demás se acercaron, con voz tosca, dijo

¿Qué queréis vosotros? mientras cogía un vaso y empezaba a servir la cerveza.

Del pasillo que se encuentra tras el tabernero, aparece un hombre con ropas de marintero de una de las puertas traseras. Veis que va dejando huellas de barro húmedo rojizo en el suelo cuando sale de la taberna

- Pues quizás una cerveza estaría bien, para empezar. -le respondo al rudo camarero. No me ha pasado desapercibida la mirada furtiva que ha hecho al tipo del rincón, no me da buena espina.- Luego, tal vez necesitemos acomodo para pasar una noche o dos, si el precio es razonable. Nos dirigimos hacia el norte, llevamos tiempo en el camino y necesitamos descansar un par de días.

Entonces veo salir al tipo con pinta de marinero que va dejando un rastro de barro por donde pasa. Le miro con curiosidad no disimulada y luego al posadero, al mismo tiempo que me fijo en la tierra rojiza, agudizando bien la vista.

Lúthien asintió entrando con suavidad al interior del maloliente lugar con aspecto cansado y andando despacio por sus "doloridos pies". No reparó en Lordo, fingiendo que no estaba ahí. Sin embargo, siguiendo su costumbre, observaba con obvia curiosidad el ambiente y los parroquianos allí congregados.

-hermano, me conformo con agua.-musitó a su hermano ficticio acercándose a él pero manteniendo la distancia con respecto a la barra.

¿Barro rojo?, se extrañó la elfa reparando el rastro que dejaba atrás el marinero. 

-¿Cuánto nos cobrarán por habitación?-preguntó en un susurro audible, sonriendo con timidez

Aunque aquella expresión de cansancio le hacía cierta gracia, el gnomo no podía reírse de ello, ¡o revelaría su engaño! Se acercó junto a los hermanos al tabernero y asintió levemente mientras Don Reluë hablaba. 

- Sí, sí, sí. Los viajes largos son tediosos, ¿pero qué le haremos? Cuando uno tiene cosas que hacer aquí y allá debe moverse y... ¿No sería fantástico poder ir y volver de todos esos lugares en muy poco tiempo? O... ¡O instantáneamente! Aunque opino que el trayecto en sí es... - Seageon se dio cuenta entonces de que estaba comenzando a divagar. Bueno, pasaría por un viajo algo extraño - Eso, yo también quiero una cerveza. 

Sonrió, algo tontamente, y dejó entonces que su mirada vagase por el local. No era muy bonito, pero era lo que había. Quizá si le dejaran decorar esto un poco... Se había distraído tanto entonces que quizá ni se había fijado en ese fango rojizo. Aunque quizá si "Sinsentido" se mostraba más despistado de lo que parecía aquellos tipos se confiarían más en su presencia.

Ya, claro dijo el tabernero echando una mirada siniestra a Seageon. Sirvió las cervezas a los tres varones mientras que, con un resoplido, le tendió un vaso de agua a Lúthien. El vaso estaba sucio y el agua tenía colores marrones.

Os fijáis en las huellas que el hombre va dejando a su paso. Es barro fresco, así que descartáis la posibilidad de que lo llevara en los pies y se estuviese desprendiendo de sus botas.

Pero eso no es lo que más os llama la atención. La posada no era muy limpia y no había rasto de huellas similares entrando en la posada. Así que sólo podía significar que ese hombre había accedido a algún lugar desde el interior de la taberna.

Aunque no estás muy seguro del todo, el tabernero mira al que podría ser su jefe. ¿Qué habrá querido decir con su mirada? Quizá si te fijas en el jefe, puedas descubrir algo más...

Lordo pensó rápdamente, si estaban investigando si habia esclavos, debia preguntar por ¿prostitutas?,  trato de hacer alguna pregunta pero se detuvo ha observar, posiblemente habia algo sospechoso. Pero parecia no tener mucho éxito.

El malhumorado camarero ha ignorado mi pregunta indirecta sobre el coste de la habitación y también la pregunta directa de mi hermana acerca del mismo motivo. Parece que tiene la cabeza en otro sitio y quizás nuestra presencia le incomode.

Miro disimuladamente al sujeto al cual el camarero ha mirado furtivamente, fijándome en él.

Después, tras echar un trago largo a la cerveza, insisto en nuestro requerimiento.

- Perdona... en cuanto a lo de pasar una noche o dos...

Si le pone nervioso nuestra presencia, a lo mejor es bueno continuar poniéndolo nervioso.

La elfa miró el insalubre contenido del vaso y decidió no tocarlo, sacudiendo la cabeza con suavidad.

-Si pudiéramos contar con su atención estaría eternamente agradecida,señor...- dijo procurando dejar a la libre interpretación del malhumorado y tosco tabernero el carácter de esa frase. Para ayudar a su pequeña farsa se inclinó ligeramente sobre la madera, intentando no tocarla, insinuándose de forma completamente ingenua.

Al menos en apariencia. Un hombre camelado es mucho más fácil de convencer que un individuo arisco.

El lugar en sí te resulta sospechoso, pero no hay nada más que puedas sacar

Te giras hacia el hombre con disimulo. A pesar de su forma colorida de hablar, no consigues leerle los labios, aunque quizá con otro vistazo rápido puedas conseguirlo

El barro os resulta más que familiar. Es el mismo barro que se encuentra en la costa del mar de la Luna.