Partida Rol por web

El tiempo había pasado, los Reclutas habían encontrado su lugar, y poco a poco se iban acostumbrando a la vida en la fortaleza. Se habituaban al horario, a las costumbres y a las normas, a la jerarquía y a los entrenamientos constantes y cada vez más exigentes. Su mente y su cuerpo se formaba como guerreros de Etrexia. Diariamente acudían a su preparación tanto física como mental dentro del ejército. Los magos acudían dos veces por semana a entrenarse en la Academia Arcana de la fortaleza. 

El tiempo pasaba, su bautismo de fuego se produjo, y ahora en Helion reinaba la tranquilidad. Los guerreros nuevos entrenaban, en todos los batallones, y los veteranos les enseñaban a la vez que practicaban para mejorar. Muchos reclutas nuevos llegaban, aunque ellos aún seguían siendo los novatos de su unidad.

En esta parte, donde ya se habían acostumbrado al ritmo de vida en la fortaleza, empezarían a descubrir el resto de la fortaleza, sus secretos y lugares, pues se trataba de una ciudad en miniatura, en muchos casos más grande que la aldea de la que provenían. Pues en ella vivían nada menos que 5000 soldados, sin contar a todo el séquito de cocineros, herreros, personal de cuadra, sanadores, magos y administradores que esto requería. La población total de la fortaleza de Helion era como la de una pequeña ciudad. Y era el momento de descubrirla.

Robb se había habituado bastante bien a la vida en la fortaleza. La rutina era sencilla, se levantaban a la vez que el sol y entrenaban sin descanso hasta la hora de comer. Guardaban un descanso durante las horas de más calor y por la tarde seguían preparándose como soldados. 

Lo que más le costaba era encontrar algo que hacer durante el tiempo de descanso. Algunos días los pasaba tumbado pero se sentía que desperdiciaba el tiempo. Otros días se dedicaba a recorrer los entresijos de aquella ciudad-fortaleza repleta de soldados, entablar conversaciones con los solados más veteranos, etc... 

Aquella mañana Robb se levantó temprano, la tarde anterior había dedicado su descanso a dormir y no tenía demasiado sueño. Tras asearse rápidamente, bajó a la cantina de los barracones a desayunar. 

Empezó el entrenamiento con buen pie, se sentía descansado y las cosas parecían salir a pedir de boca. Se sintió contento y con suerte. En el descanso para almorzar fue a la cantina y se sentó con sus compañeros para ver de que hablaban. Robb no era un tipo muy hablador, él prefería escuchar mucho y hablar solo cuando lo creyese oportuno. Tras el breve descanso, les tocó un entrenamiento de coordinación. Al principio Robb había pensado que no creía que fuese muy difícil pero antes de acabar el primer entrenamiento se había dado cuenta de lo verdes que estaban todos, cada uno iba por su lado o a su ritmo, sin duda era algo que deberían mejorar. 

En la comida pasó algo parecido a el almuerzo, se sentó junto al resto de su escuadrón escuchando en silencio mientras comía la comida que tocaba ese día. Al acabar de comer se despidió de sus compañeros y fue a dar una vuelta por la fortaleza. 

Robb volvió a caminar como había hecho antes hacia el sur de la fortaleza. Se dirigía a los pabellones de los caballeros del medio día. Muchos días antes se había dirigido allí y se había quedado plantado frente a los establos privados del cuerpo de élite indeciso sobre si entrar o no a ofrecerse como ayuda para el cuidado de los animales. Pero nunca antes se había atrevido a dar el paso. Aquella vez sería distinto. 

Robb caminó por el patio hasta situarse enfrente del establo y volvió a quedarse bloqueado. Su cabeza estaba llena de dudas e indecisión. - ¿Que debo hacer?¿Como debo hablar con quien se encuentre allí? - Estas eran algunas de las dudas que le rondaban en la cabeza. Se quedó parado un momento más antes de darse media vuelta y comenzar a andar. Se estaba alejando de nuevo, como un cobarde. Robb se mordió el labio inferior antes de agitar la cabeza para alejar todas sus dudas y, tras girarse de nuevo, puso rumbo al establo. 

Entró en silencio, mirando a todas partes en busca de alguien con quien poder hablar. 

Una tras otras se sucedían las horas, un sin parar de id y venid de soldados, formaciones pasando por el patio se cruzaban, Bartos espero a que pasarán y luego llegó a la arena, el almuerzo había estado bien, y intentó no prestar atención al resto de reclutas.

Sabía que era poco diestro en el aspecto marcial y se propuso conseguir no destacar por ello*. Pero era evidente que tenía que mejorar y para eso estaba allí.

Robb se había habituado bastante bien a la vida en la fortaleza. La rutina era sencilla, se levantaban a la vez que el sol y entrenaban sin descanso hasta la hora de comer. Guardaban un descanso durante las horas de más calor y por la tarde seguían preparándose como soldados. 

Lo que más le costaba era encontrar algo que hacer durante el tiempo de descanso. Algunos días los pasaba tumbado pero se sentía que desperdiciaba el tiempo. Otros días se dedicaba a recorrer los entresijos de aquella ciudad-fortaleza repleta de soldados, entablar conversaciones con los solados más veteranos, etc... 

Aquella mañana Robb se levantó temprano, la tarde anterior había dedicado su descanso a dormir y no tenía demasiado sueño. Tras asearse rápidamente, bajó a la cantina de los barracones a desayunar donde. 

Empezó el entrenamiento con buen pie, se sentía descansado y las cosas parecían salir a pedir de boca. Se sintió contento y con suerte sin duda alguna la herida había curado bien y eso era en parte gracias a los tratados del médico. Tendió la mano a su compañero para ayudarle a levantarse. - No se que me pasa esta mañana pero parece que todo me sale bien. - dijo a su compañero con una sonrisa. 

-04:55 Orión se despierta. Dedica unos minutos a limpiar y poner en orden espada, lanza y armadura. Luego medita unos segundos, hace un par de flexiones y abdominales para finalmente prepararse para el desayuno.

-5:20 El negro entra en el comedor y se sirve un gran desayuno. Se sienta entre Orestes y Arsenios. ​Silcer siéntate con nosotros. dice a este cuando le vio bajar. Era importante que su grupo fuese uno y empezaría uniéndoles en comidas y desayunos. Ya sólo faltaba Balin que parecía el más rezagado. Me gustaría comer siempre con vosotros, somos un equipo y quiero conoceros mejor. se confiesa el negro Orión Todos los reclutas y soldados de Etrexia son mis hermanos y vosotros... Vosotros sois prolongaciones de mi ser. Si os dañan, me dañan a mi. dice con gran pasión el guerrero que tras estas breves y poco elocuentes palabras comienza a comer, esperando que de forma natural la gente hable y se relacione por su propio pie. Hoy entrenaremos juntos. sentenció tras la comida. Parecía tener un regusto a amenaza.

Un día más, Brand se levantó de la cama antes de que fueran las 5.00 de la mañana. Aquel día estaba lleno de energía y no hacía más que desear que llegase la hora de la instrucción. Poco a poco sus habilidades se iban incrementando, aprendía nuevas formas de combatir tanto con la espada como con la lanza y el escudo le pesaba cada vez menos. Sentir todo aquello le llenaba de satisfacción, comprendiendo que sus habilidades como soldado ayudarían de manera notable a Etrexia en futuros combates.

Tras vestirse y ordenar su habitación, salió hacia el comedor dispuesto a encontrarse con sus compañeros y desayunar. Debía coger fuerzas para la instrucción, y el desayuno era la primera comida y, por tanto, la más importante para comenzar bien la jornada.

-Buenos días - Comentó cuando, al llegar al comedor, pudo comprobar que no había sido el primero. Justo después echó en su plato su ración de comida y fue a sentarse junto a Orión, Orestes y Arsenios - Oye, ¿sabéis de algún rumor sobre cuándo será nuestra próxima misión?

Habían pasado ya varios días desde el enfrentamiento con los osgos. ¿Cuándo volverían a tener otra batalla en la que demostrar su valía? No podía evitar desear que fuese pronto.. quería probar sus nuevas habilidades en el campo de batalla contra enemigos reales y no contra compañeros en un campo de instrucción donde sabía que su vida no corría peligro en exceso.

Había dado ya el pimer paso dentro del ejercito, y el día de hoy era el comienzo de un entrenamiento duro que le esperaba por delante. Un grupo de soldados lo estaría acompañando, entre los miles que había en la fortaleza, todos ellos al servicio de esta gran nación. 

Estaba sirviéndose una porción de pan caliente al lado de Orestres  durante el desayuno cuando se acercó Orión y se sentó entre ellos. El guerrero estaba de mucho mejor humor, y se mostraba mas amigable que los primeros días. Arsenios chocó su tazon contra el de él - Que asi sea amigo, siempre unidos, como uno solo - . El ambiente era propicio para comenzar a entrenar. Minutos antes de que terminase con esa comida se acercó Brand preguntando por una próxima misión... ciertamente si fuese por él, ojalá se tomaran su tiempo para asignarle una nueva, pues quería estar mejor preparado que la última vez - No tengo idea - le contestó. 

El tiempo que no espera por nadie, había pasado por la fortaleza y por la vida de Sargon rápidamente, parecía que fuese ayer aquel día que llego a la fortaleza, entre entrenamientos y misiones, había mejorado en buena medida sus habilidades, y aquel lugar era su casa, conocía a todos y estaba acostumbrado ya a la rutina de la vida militar.

Esa mañana despertó como siempre unos minutos antes del toque de diana al repunte del alba, para realizar su rutina personal de respiración y meditación matutina, para luego tomar un baño y bajar rápidamente a tomar su desayuno, no sin antes dejar impecable su lugar de habitación y la cama que le daba descanso al final de cada jornada.

Al bajar las escaleras entro inmediatamente en la cantina y tomando el desayuno dio un rápido vistazo al lugar en busca de sus compañeros de unidad, encontró despues de una par de vistazos a Bartos quien habiendo terminado su comida salia rápidamente del lugar sin darle tiempo a Sargon de saludarle, Sargon se dirigió a una de las mesas entre saludos al resto de los integrantes de las distintas unidades que conformaban su Escuadrón, entre los cuales destacaban Orion, Robb, Arsenios y Brand.

¿Amigos como estáis? - decía Sargon en su saludo

Le extrañaba no ver al resto de su unidad, quizás ya habían comido y salido al campo de entrenamiento o estaban por llegar.

Orestes seguía con sus pesadillas. El osgo se le aparecía en sueños todas las noches, maza en mano e intentaba matarlo. El joven despertaba empapado cuando su fornido enemigo le asestaba el primer golpe. Pronto supo lo que debía hacer. Tenía que enfrentarse a sus miedos si quería vencerlos. Tenía que ser más fuerte que el osgo para así derrotarlo en sus sueños. Esa mañana bajó decidido a convertirse en mejor guerrero, en combatir cuerpo a cuerpo hasta conseguir derrotar a su adversario. ¿ Quien podría ser aquel que representara a un osgo de entre sus compañeros? Apenas empezó a pensarlo cuando Orión se sentó junto a él y enseguida lo vio claro. Si lograba derrotar a Orión podría derrotar al  osgo que le atormentaba noche tras noche. -Claro Orión. Eso nos hará ser más fuertes. Hablando de  fuertes. Necesito algo de ti. Necesito que luchemos cuerpo a cuerpo, uno contra uno, tú contra mí. Sabré que soy capaz de derrotar a un osgo si soy capaz de derrotarte a ti. Solo prométeme una cosa... que no me darás muy fuerte.

Orestes se levantó del asiento mientras se terminaba el desayuno. Bebió todo su vaso de una y lo dejó de golpe sobre la mesa.

Vamos compañero, antes de que me arrepienta. Y envalentonado, salió a la arena. Tomando lanza y escudo, se colocó en el campo de entrenamiento esperando a que Orión hiciera lo mismo. Orestes no paraba de moverse, sin duda estaba nervioso, pero intentaba despojarse de la tensión golpeando la lanza contra su escudo. La figura de Orión era imponente, pero es lo que quería, sin duda lo más parecido a un osgo que podía encontrar entre sus compañeros.

Intenta no hacerme mucho daño... Sonrió Orestes para quitarle tensión a la situación ¿ Preparado?

El día seguía su curso, en mente tenía las horas de descanso, pero antes se sucedían los entrenamientos, antes del de coordinación, había un almuerzo, ideal para recuperar fuerzas, después de las cuatro horas de palos que a mas de uno les resultaban curiosamente agradables. He pensado dar un largo paseo durante el descaso del medio día, en cuanto termine la clase de cohesión grupal, alguien se apunta a salir de estas cuatro paredes, si nos damos una carrera seguro que llegamos a la taberna, quizás un par de botellas a buen preció de un buen ron sería la medicina perfecta para esas largas horas de las noches.

El desayuno transcurría tranquilo, aunque algunos reclutas no fuesen de su grupo Orión los invitaba a comer con ellos. Brand así lo hizo y también invitó a Thondar Tiene pinta de sargento pensaba Orión de este último que parecía buscar a alguien. La pregunta de Brand la respondió Arsenios el se limitó a encoger los hombros. Y cuando el mismo iba a proponerle un combate a Slicer ahí apareció Orestes, se le adelantó. Orestes parecía el más débil cuerpo a cuerpo, pero parecía que quería dejar que eso pasara. Orión enseñó una gran sonrisa ante el entusiasmo de Orestes. Se frotó las manos y dijo ASÍ SE HABLA! contento se comió lo que le quedaba y trago rápidamente. Vamos todos, chicos!!! Animaba a sus compañeros.

6:00 Entrenamiento de Lanza y Escudo (Orestes vs. Orión)

Ahí estaban ambos contrincantes. Uno frente al otro ambos con Lanza y Escudo. Orión sonreía a su compañero y contrincante. Este combate no será hasta la extenuación. sugería Orión Si ves... empezó a decir pero se cortó. Sonaba demasiado prepotente Cuando uno de los combatientes decida se acabará el combate. ambos tenían lanzas de entrenamiento así que nada podía pasar. 

Una vez terminó al verborrea Orión cambió su semblante y comenzó a moverse lentamente. No quería ser el primero en lanzar el golpe así que se aproximó a su rival y comenzó a girar alrededor de él. Tras que Orestes lanzó su golpe hayá fue Orión, un hueco que había dejado Orestes y ahí fue a parar su lanza. Esa defensa! Le reprochó tras su golpe aunque más que fallo de Orestes era por la habilidad de Orión. Aún así quería que su compañero se volviese más diestro.

Me levanto de la cama tensando los músculos. Puede que lo de ayer no viniese tan mal después de todo... 

Me acerco al comedor y me siento con mi unidad. Es curioso ver como a Orion se le ocurre la misma idea. Me alegra saber que no soy el único que piensa así.

Dirante el almuerzo miro a Robb y a mis compañeros. Parece que van asimilando lo de ayer y alguno tiene incluso ganas de más. Bien, es hora de entrenar.

Acabo mi desayuno y me dirijo a los entrenamientos de lanza corta y escudo.

-Robb, ¿Le damos un poco?-Pregunto a mi compañero.

Aunque no se me da mal, no termino de ser rival para Robb. Hoy parece inusualmente hábil. 

-Mañana será otro día.-Digo al levantarme del suelo.

Aprovechó las horas de entrenamiento lo mejor que pudo, sabía que le hacía falta, y practico por horas los movimientos mas básicos para habituarse a ellos. Sin embargo, durante unos minutos se distrajo con el combate entre sus amigos, Orestres y Orión. El primero ya había luchado con él, usando un arco, y le había vencido... aún recordaba ese momento... y Orión era sin duda el mejor guerrero que había visto. Las lazas danzaban rapidamente y sus puntas buscaban la piel del contrincante. Era un espectáculo digno de verse, y lo disfrutó hasta que terminó.

Cuando Bartos propuso salir durante el tiempo libre, la idea le pareció mas que interesante, y se acercó a él y le susurro - Quieres mas Tabernas? mira que hoy tendrás que subir solo esas escaleras...- le sonrió, como si de una broma entre ambos se tratara y continuo - vamos, me gusta la idea, te acompaño apenas termine el almuerzo-

Oretes parecía enajenado. Al frente no veía a Orión, sino al osgo que visitaba cada noche. Quería acabar con él como fuera para que no siguiera atormentándole en sus sueños. Parecía rabioso y atacó precipitadamente a su rival con total desatino. Clavó la lanza en la arena y Orión aprovechó la fatal maniobra de Orestes para punzarle el pecho con la lanza.

Orestes reaccionó con rapidez y gritando de rabia, logró golpear a su compañero en el muslo izquierdo, pero Orión apenas se resintió. El combate estaba claramente de lado del más fuerte, solo la suerte podía salvar al joven de una derrota segura.

Y Orión seguía moviéndose. Justo cuando iba a hacer una maniobra Orestes le dio en la pierna ese golpe no le dolió, pero fue lo suficientemente certero como para que su golpe no hiciese el daño que debiese. Su golpe fue directo al pecho, como un escorpión. En su rostro estaba la decepción de que su picadura no fuese tan dañina como debería ser. Miró a Orestes y se dio cuenta que era su compañero no un contrincante. Volvió a su actitud normal, dejo de moverse rápido para enseñarle movimientos Sube más la lanza! golpeaba su escudo para que lo sujetase firme y lo subiese. Si no te cansa es que no lo tienes bien sujetado. decía Orión. 

Una excursión y un par de pintas, no deberían de traerme problemas. Ya tenía un complice y para que su plan se desarrollara sin problemas era mejor que fuera un reducido grupo de personas.  No recordaba o no quería recordar que instrucciones tenían al respecto, su tozudez en hacer de las suyas pronto podría tener consecuencias y a él poco parecía preocuparle eso.

Orestes hincó una de sus rodillas en tierra. El combate había durado tan solo unos segundos, pero lo suficientes como para dejarlo exhausto. la tensión y los golpes lo habían dejado sin fuerzas en un instante. Permaneció arrodillado unos segundos recuperando el aliento. Durante esos instantes el joven se dio cuenta de que su idea de esconderse entre los soldados para desaparecer del mapa iba  a salirle bastante cara. Él no estaba hecho para el combate cuerpo a cuerpo, pero ya no había vuelta atrás. Había decidido convertirse en soldado y en soldado se convertiría. Aunque su rodilla tocara tierra día tras día, sabía que al final lograría permanecer en pie. Quizás no fuera tan fuerte como sus compañeros, pero sí tenaz y decidido. Sabía que encontraría su sitio entre los soldados de Etxeria.

Orestes le tendió el brazo a Orión para que le ayudara a incorporarse. Eres duro...muy duro. Me alegra tenerte en mi unidad. Gracias por tus consejos. Espero que tengas paciencia conmigo, pues creo que me costará ser un guerrero de tu talla. Y con una media sonrisa continuó diciendo - Pero no te confíes, pienso tomarme la revancha. No cesaré hasta derrotarte. 

Orestes continuó entrenando junto al resto de sus compañeros. Estaba más tranquilo y se limitaba a repetir los movimientos con lanza y escudo, marcando cada golpe, interiorizando cada gesto, para poder aplicarlos en el futuro.

Robb ayudó a Inex a levantarse del suelo sonriendo a pesar del cansancio. - No te preocupes Inex, mejor caer aquí que allí fuera. - dijo señalando con la cabeza los muros de la ciudadela. - Además has sido un rival duro, ha sido cuestión de suerte que el resultado no fuese el contrario. - Le dijo dándole un golpe en el hombro. - Venga, creo que nos hemos ganado un buen almuerzo. - añadió sin perder la sonrisa. 

Orión levanto divertido a Orestes. [B] Tranquilo serás un gran guerrero, me aseguraré de ello Jua ja ja! Además te vi usar el arco, no eres manco![B] comentaba Orión, quien dejó la lanza y cogió una espada, tiró su escudo y cogió otra espada. [B] No me digas que ya estás cansado Orestes! Toca espada!! juajajaj, pero eta vez combatiré con Slicer, que me dices amigo?  [B] dijo volviéndose ante el guerrero. Quería ver de q era su pelotón y pa ello combatiría con todos!