Partida Rol por web

Llegáis a la Gran Fortaleza de Helion. La multitud se reúne ya en su patio central, frente al edificio principal de la Fortaleza, lugar donde se emplaza la Comandancia y la Capitanía. En lo alto de un gran balcón un hombre de aspecto imponente y de guerrero experto contempla a los recién llegados, que, tal y como manda la tradición, forman filas según van entrando a la fortaleza para comenzar su nueva vida. El hombre os observa, con las manos cruzadas a la espalda, él es el Comandante, jefe de la fortaleza de Helion y lider de las tropas de la región de Luxion. Bajo, frente al gran patio, sobre las escaleras de piedra del edificio, forman en una única fila hombres vestidos con engalanadas armaduras que parecen hechas de oro refulgente como el Sol. Ellos son los Capitanes, quienes dirigen los Regimientos a los que os uniréis. Los que están aquí no son todos, solo aquellos con hueco en su escuadrón y dispuestos a recibir nuevos reclutas. 

Al pisar por primera vez el empedrado suelo del patio de armas y contemplar las altas almenas de la muralla y el bello y recio edificio principal no podéis evitar que una emoción de grandeza os encoja el corazón por unos instantes. Allí se forman los grandes hombres de Etrexia. 

Finalmente llegan todos, las grandes puertas decoradas con un sol central se cierran, todos forman filas en el patio y se hace un silencio sepulcral mientras todos contempláis el palco, observáis el elenco de Héroes dispuestos ante vosotros para acogeros y tutelaros. Arriba, la cabeza de este ejército, el Comandante, un hombre cuyo nombre le precede allá donde va y que ha ganado títulos y honores de combate desde antes de vuestro nacimiento. Alza la cabeza y se dispone a hablar, momento en el que hasta el más mínimo susurro cesa completamente.

- Bienvenidos, cadetes de Etrexia - Esas son sus primeras palabras, su voz se alza sobre vuestras cabezas como el vuelo de un ave rapaz sobre sus polluelos. Los Capianes permanecen impertérritos frente a vosotros, formando con sus brillantes armaduras y sin mover un solo músculo. - Unos llegáis a caballo, otros en carros, otros llevados por grupos peregrinos que se prestan a acercaros. Algunos sois de noble cuna, otros humildes campesinos, incluso algunos que podían ir camino al presidio. Más este es un camino que os igualará a todos. Ya no importa la cuna, ni el dinero ni el hombre. Aquí tenéis el nombre que os forméis, solo importa el acero, solo importa el honor. Sois Guerreros del Sol Poniente. - Las palabras inspiran vuestros corazones y ensalzan vuestro ánimo. Os disponéis a dar los primeros pasos en esta nueva vida.

- A continuación los Capitanes nombrarán a los cadetes elegidos para cada uno de los regimientos presentes. Todos compareceréis ante vuestro capitán, este os formará, os asignará a una de sus unidades, os asignará vuestro dormitorio y vuestro equipamiento. Será un mentor y un padre para vosotros, y yo velaré por que los mejores de vosotros alcancéis la gloria del combate. - Claramente, sabía lo que ocurriría con los peores. Quedarían atrás, bien como soldados o cadetes o bien cayendo sin llegar a conocer la gloria. - Os espera una dura instrucción, solo después llegaréis a ser soldados de Etrexia, auténticos miembros de su historia. Salve cadetes etrexios. - Alzando la mano en señal de saludo a todos vosotros, cede, sin decir palabra, el turno a los Capitanes. Por supuesto todos conocían los pasos del proceso, incluso vosotros habíais escuchado hablar de él. Pues ahora los capitanes anunciarían los nombres de los nuevos miembros de sus propios regimientos.

Se adelanta un Capitán entrado en años, escucháis nombrar su escuadrón, el trigesimo primero. Después nombra en alto los recibidos en su escuadrón. Ninguno de vuestros nombres está entre ellos. El capitán desciende de las escaleras con paso lento y los cadetes comienzan a salir de las filas, uniéndose tras el en una nueva fila y marchando. Después aparece otro hombre, corpulento y robusto con una gran armadura. Avanza con paso seguro y con una voz poderosa nombra a sus nuevos cadetes. De nuevo, no estáis entre ellos. El hombre baja con brío y echa a andar, mientras los cadetes nombrados caminan rápido hacia el Capitán y le siguen, apretando el paso.

Entonces, el tercer capitán da un paso al frente, es un hombre de cuerpo bien formando, no es demasiado grande ni demasiado musculoso, pero tiene el aspecto de un fiero guerrero. Lleva el casco puesto por lo que aún no podéis reconocerlo. Alza la voz y con un timbre cargado de convicción y de valor enuncia. - Escuadrón vigésimo segundo. Armine Jacob, Arsenios, Balin, Bartos, Brand Dryngheid, Helios Siral, Inex, Inuzel, Orestes, Orión, Raelos, Robb Baezar, Sargon Thondar, Silcer, Viktorio. - El hombre desciende las escaleras con paso seguro, se gira con un aire marcial hacia el sur y emprende la marcha. Es la hora de dirigiros hacia vuestro nuevo hogar.

Orion se quedo unos segundo mirando a Deres, las historias que le contaba su padre adoptivo, Jacobi cobraban vida con su rostro. Casi podía sentir a Jacobi entre estos muros, como un instructor más. Ya me he retrasado lo suficiente se dice a sí mismo y sigue a la fila. Su capitán, el que le ha tocado... tiene la porte de un gran héroe, pero no era fácil distinguir las hazañas que hizo sin verle el rostro. Orión estaba seguro que conocía a todos los Guerreros del Sol o al menos los altos rangos. Jacobi le contó demasiadas historias. En su devenir un guerrero estaba a su lado. Orión miró a Orestes y se presentó Encantado. Me llamo Orión y tendió su mano en gesto afable.

Tenía un nudo en el estomago y al oír su nombre no hizo mas que empeorar, los nervios le consumían, no sabía si al final saldría bien o no pero por fin estaba allí y no había vuelta atrás. Me puse en marcha junto con todos esos aspirantes. Y observe como el de piel mas oscura se presentaba, Orión peculiar nombre para semejante tipo, ¿quien se lo había puesto?

Helios no podía hacer otra cosa que sonreír cuando fueron llamados a formar... "por fin... mi gran día" El comandante comenzó con su discurso dando ánimos a los nuevos, pero sin duda a lo que de verdad atendió Helios fueran a esas palabras... "Soldado de Extreia... mi padre, mi abuelo... todos, estarán orgullosos de mis desde el mas allá..." mostrando el porte de un soldado como antaño le enseño su padre, el joven no podía sino tener esa sonrisa en la cara...

Finalmente se movió el capitán... "¡El capitán Eretron! Así que es él..." Su padre le había hablado tanto de ese hombre, armadura desgastada por tantas batallas, cicatrices, pocas para la cantidad de peleas que había tenido... su voz hacía temblar mas que la del comandante... pero él no iba a ser mi capitán, sino que teníamos a otro, un hombre que aparentaba fiereza, pero aún tenía el casco puesto y no pudo ni verle bien el rostro, le llamó, al vigésimo segundo escuadrón... "me gusta el numero..." pensó mientras el capitán nos mostraba lo que iba a ser nuestro nuevo hogar...dejó la posición firme y finalmente se dispuso a seguirlo, eso si, nunca perdió la sonrisa en el rostro...

Orestes escuchó con atención el discurso del comandante. Las palabras del veterano guerrero de Etxeria  le embriagaron de emoción. Sería capaz de asaltar él solo esta fortaleza si así se lo pidiera. Decidido a cambiar su vida y convertirse en un buen soldado, se añadió a la fila  al mismo tiempo que lo hacía un atlético y corpulento hombre de piel oscura. El fortachón le saludó y le tendió la mano. Orestes la estrechó y con una sonrisa llena de cierto miedo pronunció: Mi nombre es Orestes, será un placer combatir a tu lado, Orión. Y tras saludar, Orestes miró a su alrededor para ver al resto de hombres que se unían al escuadrón vigésimo segundo. Muchos destacaban por su corpulencia , un par de ellos por su raza élfica , pero uno le inquietó más que ninguno por su mirada  rebelde y desafiante… seguro que tiene una dura historia que contar… Pensó Orestes. Tras el rápido vistazo al grupo, volvió a observar a Orión y con una sonrisa de seguridad miró al frente y siguió el paso.  

Allí estaba entre tantos soldados , los miré y vi en algunos su nerviosismo y su mirada inquieta, no durarían mucho, otros hombres templados por el frío y el acero serían los que llegarían a hacer famosa  la legión. Sólo algunos se sentían gallitos con mirada orgullosa y altiva sonriendo a todos lados (mercenarios hombres que vivían para el saqueo y la rapiña) se solían meter en los ejércitos para poder enriquecerse en la guerra.

Ahí estaba yo entre los hombres templados por el frío y el acero, aunque ya en años , no como la mayoría jóvenes inexpertos, ya había estado aquí había formado parte de esta gran familia de valientes y aguerridos soldados. Pero todo se borró aquel día trágico , como lo anunciaban mis cicatrices y marcas . Era mejor así, empezar de nuevo para que no volvieran a mí los antiguos recuerdos, pero sólo tenía esta oportunidad para poder disfrutar de la vida , si fracasaba me iría con el vago recuerdo del sufrimiento y el fracaso.

Cuando aquel capitán nos llamó me reuní con el escuadrón , algunos se presentaron me acerqué a ellos, me llamo Balin hago un asentimiento con la cabeza Orión , Orestes. Para después caminar junto a ellos en dirección a los barracones.

Brand no pudo evitar que aquel discurso expuesto por el comandante calara rápidamente en su corazón haciéndole temblar levemente el cuerpo debido a la emoción. Por fin era un soldado de Etrexia, todo lo demás no importaba ya.. solo quedaba un futuro por el que luchar y por el que sobrevivir, defender su patria y hacerse un nombre.. pero sobretodo, y a ser posible, tener una muerte digna en el campo de batalla.

Mientras cavilaba sobre su futuro uno de los capitanes pronunció su nombre junto al de otros tantos hombres. Así pues, lo más firme y seguro posible caminó siguiendo la estela de aquel aparentemente joven capitán. Tras el camino, sin poder evitarlo, echó un leve vistazo al resto de compañeros. Le sorprendió ver que allí había personas de todas las clases posibles e, incluso, de diferentes razas.

Tras escasos minutos de andar uno de aquellos hombres se presentó a sí mismo, poco después dos más se sumaban a aquella improvisada presentación. Tras dudarlo un instante, Brand decidió hacer lo mismo, al fin y al cabo aquello no le haría ningún mal.

-Mi nombre es Brand - Se limitó a decir con voz firme.

El mestizo había llegado a disgusto a la gran fortaleza. Miraba lo que sería su prisión con cierta melancolía pues, en realidad, la libertad se le acababa sí o sí, pero aquí al menos le pagarían y le darían de comer de una forma decente, o eso esperaba. Paseaba la mirada por toda la congregación de gente sin pararse en nadie en concreto. Solo veía humanos y humanos, pocos elfos, menos aún mestizos.

-Genial, volvemos a la infancia -musitó para sí mientras hablaban los capitanes. No prestaba mucha atención a lo que ocurría a su alrededor, paseaba la mirada pero sin fijarse en nada, solo podía esperar que esto se le diera bien y, con suerte, conseguir un rango importante como para poder vivir bien- Si no me hubieran estafado en esa partida...

Seguía refunfuñando cuando, de pronto, fue nombrado y se volvió a la realidad. Vio a los que serían sus compañeros que iban formando un grupo y él, se acercó y siguió al grupo, de momento no quería presentarse pues estaba acostumbrado a que lo trataran mal, por lo que simplemente siguió al grupo mientras iba memorizando los nombres.

Mientras marchaban con paso firme escuchó como algunos se estaban presentando y decidió que era la mejor manera de conocer a sus compañeros de armas retrasó un poco su paso y se unió al grupo que hablaba -Buenas, soy Helios- Dijo sonriendo -Perdonad si parezco entrometido Brand, Balin, Orestes y ... em... Orión ¿no?- le miró con atención... "¿Un negro entre las filas?" -Bueno ¿Que os ha hecho uniros al ejercito?- Pues estaba claro que no todos podían estar ahí por voluntad propia.

La aventura habìa empezado, marche con el pecho en alto mientras una gran cantidad de cadetes y yo nos dirigiamos a la imponente fortaleza de Helion para aceptar nuestro guturo como cadetes del ejercito de Etrexia. Escuche con atencion las palabras palabras del gran comandante Deres, origen de tantas historias que un solo libro no seria suficiente para contarlas, mientras el discurso continuaba yo pensaba en todo el dinero y el poder que podria llegar a ganar con nada mas que voluntad.

Termino el discurso y luego los capitanes comenzaron a nombrar a los cadetes y sus correspondientes regimientos, conforme pasaban los capitanes mi ansias por ser nombrado aumentaba, llego mi nombre y un escalofrio recorrio mi espalda, quien seria nuestro capitan tenia una voz energica dificil de encontrar y el aspecto de un diestro guerrero; camine en silencio hasta el final de la fila observando a mis alrededores para apreciar el ambiente.

El portentoso Orión no había soltado su mano cuando un hombre con un aspecto desaliñado y numerosas cicatrices se presenta Balin se repite a si mismo. Su aspecto era el de un vagabundo, pero que hacía un vagabundo en la guardia. SU voz era fuerte y parecía mucho más que lo que aparentaba. El rostro de Orión era duro, no quería mostrar miedo ante Balin. Es un... No pudo terminar la frase cuando un chiquillo bastante bonachón se presentó. Parecía nervioso y con cara de despierto. La paciencia no era su virtud, pero seguro que escondía alguna. No dudo en decir su nombre, como para hacerse respetar. Orión quería estrechar la mano a los compañeros que tenía a su alrededor, pero el singular Helios Siral había hecho acto en escena. Su voz, la forma de decir las palabras, parecía tener un talento natural. Simpatía, gallardía... Orión tras quedarse unos segundos pensativo sonrió y luego dejo caer una carcajada. Estrechó la mano a Balin, luego hizo lo mismo con el joven Brand. Y finalmente respondió a Helios Los caminos que me han llevado aquí pensó a si mismo, pero sin darse cuenta que lo decía en alto. Su rostro estaba desencajado. Sus ojos mostraban tristeza. Eso no importa ahora. Dijo estrechándole la mano Lo importante es lo que somos!

Había llegado el día señalado, el joven aspirante, llego a la gran  fortaleza de Helion acompañado por sirvientes de la casa de su padre, había sido un largo viaje desde la ciudad de Oreen en la isla de Eldor, el carruaje se detuvo justo a la entrada, multitud de  hombres en las afueras se despedían de sus familiares que los habían acompañado, había rostros de alegría, madres sollozando y aun algunos otros denotaban preocupación.

El joven despidiéndose de los sirvientes amigos desde su infancia, bajo del carruaje con sus pocas pertenencias, su rostro mostraba alegría y a la vez preocupación, mariposas revoloteaban en su estómago, sabía lo importante del paso que estaba dando, no podía fallar, al fin comenzaba la vida para la que fue preparado.

Entre la multitud se abrió paso, hasta el gran patio interno de la academia,  la multitud desordenada que observo afuera del lugar, al entrar  reflejaban la transición  que ejercía en sus vidas aquel  acto voluntario, formándose a partir del desorden en largas filas  en un perfecto orden cerrado, en un pulcro orden marcial, escena tras la cual se cerraron las puertas de entraba una vez todos adentro. Frente a ellos se erguía glorioso el edificio principal, en uno de los balcones la mítica figura de uno de los famosos hombres del ejército de Etrexia  mostrando  su estampa, el cual imponente observaba a los jóvenes que frente a él se formaban, él era el comandante de la fortaleza de helio. En  las escaleras  frente al edificio, formando  una única fila los capitanes de los distintos regimientos, vestidos con decoradas armaduras de oro  que resplandecían con el Sol.

El corazón del joven Sargon, parecía que se saldría por su boca, palpitando fuertemente con la emoción del momento, en medio de la  célebre arquitectura de la gran fortaleza, mientras su piel se erizaba, al escuchar las breves pero inspiradoras palabras que el comándate dirigió a todos los presentes, lleno de ilusión, sintiendo la gloria del momento, aunque efímera y fugaz, se grabó aún más dentro de su corazón, como motivación e inspiración a la empresa  que iniciaba. Parte de las palabras del comandante Deres, le recordaron a las palabras de despedida de su padre, (cuan sabio es mi padre en asuntos del honor), pensó, emocionado al escuchar el saludo del  “Salve cadetes Etrexios”,  el joven desde su mente y su corazón levanto la mano y grito un gran salve lleno de emoción.

En el transcurrir de aquella ceremonia marcial, continuaron los capitanes presentes el acto, llamando a aquellos que a partir de ese momento quedarían bajo su mando, de entre aquellos hombres salió un paso adelante, uno de aspecto fiero, el cual tenía el casco puesto, por lo que no lo pudo identificar, el cual entre tantos otros nombres pronuncio el nombre de Sargon Thondar. e indicando el camino se puso en marcha hacia el sur, inmediatamente Sargon salto fuera de las filas y en un trote ordenado, grito con vos fuerte para que su nuevo capitán le escuchara, “Cadete Sargon Thondar presente señor, si señor”, mientras se incorporaba al grupo de cadetes que fueron llamados junto con él, siguiendo el paso marcado por el capitán que los dirigía a los barracones seguramente, en aquel momento no tuvo ojos, ni oídos,  ni presto atención a más nada que el  contemplar aquel maravilloso lugar, meditando en la importancia, seriedad y responsabilidad que todo aquello implicaba para él.

"Hm... un buen discurso. No ha estado mal"

A mi alrededor observo al resto de cadetes, algunos estan firmes como piedras, otros tiemblan de miedo y otros tanto de orgullo. Algunos escuchaban cada palabra como un honor ganado y respetado, mientras que otros simplementes se hacian los sordos y esperaban impacientes a que empezaran a moverse. El tema del honor siempre lo he llevado algo raro, es decir, respeto a mi familia y de hecho me encuentro entre los cadetes por ellos, pero honrar a una partia entera, eso aun no me alcanzaba.

"Quien sabe. Puede que despues de todo, acabe como el soldado más patriotico y orgulloso de todos. Pero por el momento, me conformaría con aprender rapido y hacerme más fuerte y poderoso hasta conseguir la confianza necesaria para combatir sin miedo."

Saludos Brand y Balin. También a ti Helios. ¿ Quieres saber por qué me he unido al ejercito? En mi caso para olvidar y ser olvidado.  Y a tí Helios ¿ Que te ha traido hasta aquí ?

Vaya, no me esperaba que la pregunta me rebotara... -Es sencillo... Etrexia y mi padre...- Esas palabras salieron de su boca, pero no de su cerebro "El honor, la gloria y el poder... sin duda" Miró el anillo de su padre mientras volvía a alzar la mirada a Orestes -Daré a mi familia tal honor... que toda Etrexia conocerá a los Siral- Dijo cerrando el puño y sonriendo con vanidad

La fortaleza de Halon le resulto imponente, la cantidad de soldados era enorme, mas de los que protegian su isla natal y el mensaje de Deres le habia hecho darse cuenta el verdadero significado de la desicion que había tomado. Se encontro desorientado en ese ambiente tan ajeno a su historia de vida, hasta que el capitan Eretron lo nombro. El grupo era de lo mas diverso, personas que era poco usual ver en el mar interior estaban alli, unidas por el llamado de Etrexia. Algunos parecian tener mucha experiencia en combate, y otros parecian no tener la contextura de un guerrero.

Se sumo a la fila que se había formado tras el capitan, en la que un pequeño grupo conversaba entre si, pero el de momento prefirio guardar silencio, ellos parecian compartir un pasado muy distinto del suyo, y le costo sentirse comodo entre ellos, pero tenia la certeza dentro de si que muchos de ellos compartirían su futuro.

se quedó aun mirando la arquitectura del lugar, para cuando reaccionó, ya estaban marchando, aceleró el paso hasta ponerse en la fila y marcho, mirando a sus alrededores, como que aun no se daba por entendido.

Al fin años de preparación y entrenamiento habían concluido y dado su fruto, el poder demostrar toda mi valía y dejar en buen nombre el lugar de donde procedía, la isla de Nildur donde solo los mejores guerreros aguantan la presión y el desgaste de combatir con las tribus bárbaras, allí nacían guerreros de verdad, lo llevamos en la sangre. Nada ni nadie me distraerían de mi objetivo, ni la impresionante fortaleza, ni los de más reclutas ni las palabras  del comandante que aun que grandiosas solo serán merecidas cuando demostremos nuestra valía en combate, las palabras por si solas sin acciones que las acompañen son palabras vacías.

Mi objetivo es alcanzar la gloria eterna pese al devenir de los tiempos  y que mi nombre pase a la posteridad, con mis hazañas épicas y se tengo que morir que sea en combate, no quiero ser uno más quiero ser el mejor  guerrero de todos los tiempos.

Me uno al escuadrón al escuchar mi nombre, con paso firme y marcial y un rostro impenetrable y mirada fría, escucho algunos cadetes  sonrientes, saludarse, deben de pesar que están de excursión, no vine aquí a hacer amigos y menos cuando a un no sé de quién puedo confiar cuando verdaderamente estemos en una situación de peligro.