Partida Rol por web

Escucho un jaleo que viene del interior del barracón, primer día y ya hay actuaciones indisciplinarías y estos quieren alcanzar en grado de guerreros del sol más bien  algunos son una manda  de barbaros salvajes descerebrados, temo por mi vida si un día  mi vida depende de una unidad como esta, otra razón más para ser el mejor, soy el primero en formar y a uno han llegado ni la mitad de ellos, es indignante este falta de respecto por el uniforme que llevan.

Durante la presentación me pareció ver a un compatriota, me sonaba su cara, el hijo del herrero el que fabrica y es responsable del mantenimiento de los hombres de la guarnición de Nildur, me pareció verlo  alguna vez cuando visitaba a su padre, todos  los guerreros tenían en gran estima al herrero, si su hijo es digno de su padre y con la sangre de un nacido en la isla de Nildur, podre confiar mi espalda a alguien entre tanto niñato que hay en la unidad.

Orestes reaccionó inmediatamente cuando el capitán les insinuó que dejaran de hablar. Aceleró el paso y siguió al resto sin mirar a nadie más, solo al frente. No quería llamar la atención del capitán el primer día y menos por no comportarse como tenía que hacerlo un soldado. Al llegar prestó atención a lo que se les decía. Cuando los enviaron arriba, fue cuando se dio cuenta de que llevaba ya algún tiempo sin pensar en su amada Érace. Empezaron a llegarle recuerdos a su mente y subió las escaleras sin prestar atención. Pensaba que sería mejor olvidarla, para eso estaba allí. Se sentía seguro porque nadie lo buscaría entre los soldados. Así pronto empezaría una nueva vida llena de emociones y desafíos. Los necesitaba después de su revés sentimental. Absorto en sus pensamientos, Orestes entró en la primera habitación que encontró libre. Justo cuando iba a dejar sus cosas en la cama,  el hombre de  mirada inquietante entró en la habitación y sin pensarlo 2 veces tiró sus cosas sobre el catre  diciendo: “ Creo que esta en mi cama”  Orestes volvió en sí… Disculpa  eeeeeeeh  ( dijo mientras miraba la inscripción de la puerta) Bartos??  Estaba pensando y…. no me di cuenta.  ¿ Sabes? Es tranquilizador saber que estarás junto a nosotros y no enfrente cuando entablemos combate. Pareces…… Y mientras salía de la habitación dijo pensativo… Eficiente…  Continuó por el pasillo buscando su habitación. Entró en ella, dejó sus cosas y tocó las armas que estaban esperándole. Se pertrechó con rapidez, se guardó el oro y tras tensar el arco,  se dispuso para dirigirse al piso inferior sin entretenerse, no quería que le llamasen la atención de nuevo. En el pasillo encontró a Orión que le dijo: “Orestes, parece que serás mi vecino, espero guardes mis espaldas con ese arco”

A lo que Orestes contestó: Cuenta con ello Orión, seré generoso con las flechas mientras tú me mantengas libre de enemigos.

Justo llegando  abajo empezó una tímida reyerta entre Bartos y Helios. Al ver que Orión  intervino, Orestes prefirió mantenerse al margen, no quería volver a llamar la atención del capitán. El ambiente seguía tenso hasta que la Teniente se presentó con un discurso digno del mejor de los capitanes, dejando claro quien mandaba allí y zanjando cualquier atisbo de pelea. Sin duda el peor parado fue su vecino de habitación Inzuel, que sin quererlo, se convirtió en el protagonista y destino de las palabras de la teniente. Miestras se retiraban Orestes le dijo al elfo  susurrando:  Hilyala arinyéva vinya ré  Andavë enyaluvanyet Alassië nar i hendu i cenantet

Sin duda el peor parado fue su vecino de habitación Inzuel, que sin quererlo, se convirtió en el protagonista y destino de las palabras de la teniente. Miestras se retiraban Orestes le dijo al elfo susurrando en su idioma: No te preocupes, si no te ha matado ya, no creo que lo haga.

Hilyala arinyéva vinya ré  Andavë enyaluvanyet Alassië nar i hendu i cenantet

Sin duda el peor parado fue su vecino de habitación Inzuel, que sin quererlo, se convirtió en el protagonista y destino de las palabras de la teniente. Miestras se retiraban Orestes le dijo al elfo susurrando en su idioma: No te preocupes, si no te ha matado ya, no creo que lo haga.

el elfo, acostumbrado a ser ignorado, mira a su alrededor.

pero se sorprendió al ver a Orestes hablar en su lengua. lo miró con una sonrisa disimulada, y afirmó con la cabeza. y empezó a caminar hacia la tropa.

En el trascurrir de su marcha hacia los barracones de los cadetes, varios quedaron rezagados conversando y saludando, por lo cual el capitán reduciendo el paso les llamo la atención para que se apresuraran, a paso ligero marcharon alrededor de 10 minutos, un gran edificio perpendicular al edificio principal a lo lejos se observaba, de una arquitectura más simple acompañado de idénticos edificios a los lados.

Al llegar al lugar el capitán luego de una breve explicación acerca de lo que encontraríamos adentro, nos abrió la puerta para que entráramos y nos dispusiéramos para comenzar inmediatamente en las faenas que nos tenían preparadas.  Sin reparar mucho en las instalaciones a paso de trote se dirigió hacia la escalera del fondo, subiendo al primer piso, todo estaba extremadamente limpio y arreglado propio del ambiente marcial de una academia, busco en los rótulos de las puertas su nombre, al encontrarlo entro sin dilación, inmediatamente abriendo en baúl sitúo  sus pertenencias en el interior, una muda de ropa de noble, una muda de viajero, junto con las 30 monedas de su primera paga adicionándolas a las que ya portaba, echando llave lo cerro. Rápidamente se vistió con el uniforme reglamentario, se colocó la armadura, emplazando las armas todas en su debido lugar, estiro de nuevo la cama que se había arrugado un poco, guardo la llave del baúl y al trote se dirigió de nuevo al patio hacia donde estaba el capitán.

Al salir de la habitación mientras cerraba la puerta y acomodaba el nombre que ella exhibía “Sargon Thondar”, escucho un barullo al parecer proveniente de las escaleras, varios de los nuevos cadetes de su grupo discutían en contra de uno de apariencia desaliñada, entre ellos sobresalía uno de piel morena que los apartaba, otro más aparentemente responsable de iniciar la discusión el cual a juzgar por el anillo sello que portaba en su mano era de noble linaje y un tercero de apariencia humilde pero honorable, acto seguido un semi elfo junto a Sargon ironizaba de la situación haciendo alusión de forma burlesca a la falta de mujeres en el lugar a la vez que soltaba una gran carcajada palmeando la espalda de Sargon, estaba a punto de lanzar al piso a aquel personaje, odiaba  que le palmearan, dando media vuelta levanto el brazo golpeando el de aquel que le palmeaba  a fin de tomarle de la muñeca y casi inicio la acción cuando una voz recia pero femenina irrumpió en el ambiente, una  mujer vistiendo una armadura de gran calidad, aunque hermosa con rasgos elficos infundía respeto y temor, la cual reprendió a todos los presentes indicando que era una teniente, algo evidente en los galones que exhibía en su uniforme, apresurándonos a  que debíamos estar formados abajo con el capitán, bajando las escaleras se retiró, uno que estaba allí le susurro al semi elfo unas palabras en un idioma que le pareció Alto Eldarin, mentalmente intentó traducir lo que había escuchado (No te preocupes, si no te ha matado ya, no creo que lo haga.), sin mediar palabra con el mestizo aparte de aquel gesto apartando su brazo, continuó su marcha atrás de la teniente  bajando a formarse frente al capitán rápidamente.

Sin duda el peor parado fue su vecino de habitación Inzuel, que sin quererlo, se convirtió en el protagonista y destino de las palabras de la teniente. Miestras se retiraban Orestes le dijo al elfo susurrando en su idioma: No te preocupes, si no te ha matado ya, no creo que lo haga.

Arsenios se viste con la armadura que estaba sobre su cama. Unas monedas de oro estan tambien alli, las guarda en el cofre bajo llave, confiado que entre soldados no hay riesgos de robo alguno, si uno da la vida por su compañero como se atreveria este a sacarle algo? Tanta gente unida por un fin en comun, tan noble como proteger el reino, le inspiraba un respeto casi sobrenatural, este ejercito era un signo de la nobleza de los hombres... Los gritos que se escuchaban desde afuera, por temas aparentemente triviales, le hacian volver a la realidad. Era, despues de todo, un ejercito de hombres, nada mas.

Salio de la habitación armado como soldado, y se cruzo en el pasillo con algunos de los que venian hablando, pero siguio de largo, hasta que vio a la teniente... hermosa mujer... algo en su mirada le cautivo, no importaba el largo de sus orejas ni los musculos de sus brazos... le parecio hermosa. Un semielfo estaba cerca de ella, con la mirada baja, como lamentandose de unas palabras, que el no escucho. Siguio caminando hasta el punto de encuentro. Un soldado estaba alli, esperando, y su rostro se le hizo familiar de donde le conozco? asintio con su cabeza como saludo, aunque no tenia idea de donde lo habia visto antes, era preferible ganarse amigos a enemigos en medio de tantos guerreros sedientos de conflicto.

Estuve allí firme sin mover un músculo, una posición tan rígida conllevaba haber estado o tenido experiencia dentro del ejército, pero tanto mi mirada como mis gestos seguían impasibles. Pudiese sonarme alguna cara pero no reparé en ello, mi vida pasada se extinguió después del gran suceso trágico de mi vida, esta era una nueva vida carente de sentido sino era ingresar otra vez en el ejército y subir rangos en él . Hasta que no fuera así lo demás sólo eran sombras que estaban allí enfrente mía y hasta que no viera la luz que despertara otra vez mis sentimientos , estaría en este estado no muerto.

Mientras marchábamos detrás del capitán cierto grupo se retrasaba constantemente por el parloteo que se mantenía en este, el jefe se volteo y nos apuro un poco para llevar a buen ritmo el cronograma, dicen que el ejercito de Etrexia siempre paga por adelantado, ojala y nos toque una buena suma pensé. Diez minutos de caminata nos llevaron a un enorme edificio con varios mas pequeños a su alrededor, el capitán nos informa que la gran edificación es del escuadrón y que esta tiene los barracones donde dormiremos hasta el comedor en el que nos tocara engullir como cerdos antes de una posible muerte en el campo de batalla, entramos al edificio.

Una mesa que parecía de reuniones se encontraba al frente, cerca estaba un decrépito guardia leyendo un libro de mera formalidad que seria alguna registro, a la izquierda se podía vislumbrar un comedor bien organizado que expedía cierto olor a cerdo asado y vegetales cocinados al vapor,
Al menos se come mejor que en una taberna . Subí a mi habitación usando las escaleras al fondo, abro la puerta y me desilusionó un poco al ver el cuarto, unos cuantos metros cuadrados de espacio, una cama con un baúl a sus pies y escritorio de caoba al lado; lo que llamo mi atención fue el equipo que se tendía sobre la cama, No es algo que no pueda conseguir con unos meses de trabajo duro y una dieta baja en juergas taberneras, pero aun asi no esta mal dije para mis adentros mientras me recostaba sobre la suave cama con olor a jazmín.

Pasaron unos minutos de relajación y decidí levantarme, me coloque la armadura y el equipo de manera apropiada para dar una buena impresión a los superiores, me dispuse a a masticar las monedas de oro para asegurar que eran de dicho material cuando algunos gritos de furia se escucharon en el pasillo Un hombre sin alcohol es un hombre busca problemas pensé mientras me dirigía al lugar para averiguar que sucedía, me alegre un poco con la escena del bárbaro rebelde y el caballero de la lealtad, luego me reí en voz baja viendo como " el arrebato de furia implacable" se convertía en ánimos de amistad y compañerismo, el que parecía un semielfo pálido soltó un chiste y le respondí:

- Como el ejercito enemigo nos agarre...- Fui interrumpido por una regia voz que provenía de las escaleras, volteo y la sangre se me heló por un segundo al apreciar tremenda belleza de combate con dos mortíferas espadas en las fundas, No hay chicas asi en casa, espero y no tenga hombre, al segundo siguiente reaccione ante las insignias y aunque no pude identificarlas con exactitud, sabia que tiene tantas de esas sin ser un alto cargo, puse la lanza a mi izquierda y la mano derecha en el costado, esto mientras enderezaba la espalda; la teniente nos regaño y amenazó para luego mandarnos a toda prisa hacia la formación, camine con paso apresurado para bajar las escaleras y llegar a formarme antes de que comenzaran a castigar a los retrasados.

La mujer semielfa salió del edificio y se dirigió junto al Capitán, cuadrándose en cuanto llegó junto a este y poniéndose en fila junto a otros dos hombres, estos estaban situados tras el Capitán en posición firme, uno tenía una mirada astuta y una cara serena, así como una barba bien recortada. El otro, de apariencia más regio y corpulento, mantenía una expresión más agresiva y osca, la de todo un luchador poderoso. Junto a la mujer semielfa ellos parecían constituir los mandos que se encargarían de vosotros.

Entonces, con el perfil recortado por la luz del sol, pudisteis ver la faz del Capitán. Se había retirado ya el casco y solo portaba con él una armadura más liviana, y un escudo y espada como el vuestro. Se trataba de Eretron, hijo de Egeron, un joven héroe de la guerra contra Iscor. Se contaba de él que había derrotado a muchos guerreros en batalla singular, que era mortalmente certero con la lanza, tanto a corta distancia como en su lanzamiento. Además poseía una habilidosa capacidad de luchar con espada y escudo, que maravillaba a los que lo veían pelear.

Finalmente todos estabais abajo, algunos esperaban allí ya, los últimos habían salido tras la intervención de la teniente. Todos os cuadráis en fila frente al Capitán y los Tenientes ahora. El Capitán carraspea en esos momentos y da un paso al frente, mirandoos primero a todos a los ojos en silencio, con una gran determinación. - Bienvenidos al vigesimo segundo regimiento del ejército de Etrexia. Estáis aquí no para disfrutar de la estancia, no para hacer amigos y no para haceros con una fortuna. El pillaje y la gandulería no será vuestro camino. Estáis aquí para formaros, para aprender a manejar las que serán vuestras armas, para aprender a luchar y morir con honor. No ganaréis amigos, pero si vivís lo suficiente seréis hermanos de sangre, no tendréis tesoros, pero ganaréis la gloria inmortal, no disfrutaréis de vuestra estancia aquí, pues aprenderéis a disfrutar del campo de batalla, y pasaréis con la cabeza bien alta por todas las ciudades Etrexias. - Mientras decía esto el Capitán caminaba arriba y abajo, frente a vosotros, con la cabeza alta y el gesto firme, mientras os miraba directamente como si os estuviera analizando hasta la médula.

- Ahora os presentaré a los que serán vuestros intructores y superiores, cuyas ordenes directas obedeceréis, y los cuales os liderarán en las misiones que recibáis. - Indicó. Se dirigió a ellos dando un paso atrás. - En primer lugar Ilenor, a la que algunos ya conocéis, es diestra en el combate de espada, empleando dos a la vez, algo curioso pero letal... os lo aseguro - Dijo mientras pasaba frente a la elfa, después se dirigió al siguiente, de aspecto más calmado e inteligente a la vez que diestro. - Él es Armon, será un gran lider, sabe mantener la mente fría cuando otros simplemente se lanzarían al combate. - Comentó mientras seguía hacia delante. - En tercer lugar, os presento a Ketaros, un bravo guerrero de la isla de Eldor. - Terminó y volvió a miraros a vosotros.

- Ahora, al igual que antes, cada uno nombrará a aquellos reclutas que se unirán a su unidad. - Entonces, con una sincronización perfecta, el Capitán dio un paso atrás mientras los Tenientes daban un paso al frente, dejando ahora al Capitán detrás de ellos.

La mujer dio un paso al frente, adelantándose un poco a sus compañeros, alzó la barbilla y os miró irradiando una gran determinación. - Espero no equivocarme con vosotros, pero tengo la esperanza de poder convertiros en algo de provecho para Etrexia, aunque parece que todavía os queda un largo camino por delante. Conmigo vendrán los siguientes cadetes: Shargon Thondar, Inzuel, Armin Jacon, Helios Sirial, Bartos. Todos los nombrados, formad una fila frente a mí, inmediatamente. - La Teniente giró y quedó de nuevo mirando al Capitán, esperando que todos los nombrados formasen una fila tras ella.

El segundo Teniente dio un paso al frente, vestía una armadura ligera, lanza y escudo, y poseía un porte sereno y firme. - Mi nombre es Armon, espero de vosotros lealtad, esfuerzo y ánimo; por mi parte os formaré para que podáis llegar a luchas con honor y fuerza. Los cadetes que se unirán a mi unidad son los siguientes: Balin, Arsenios, Orestes, Orion y Silcer. Formad tres de mi. - Y al igual que su compañera se giró mirando de frente al Capitán, esperando que formarais una fila a sus espaldas.

Una vez listos los otros dos, el tercer Teniente dio un paso al frente, con mirada inquisitiva y rebosante de ferocidad. - Bienvenidos guerreros, espero que aprendáis a perfeccionar vuestro dominio del acero y que proporcionéis a Etrexia unos guerreros ejemplares, hasta que finalmente podáis caer con la gloria de los enemigos vencidos con honor. Los nuevos guerreros que se unirán a mi son: Brand Dryngheid, Viktorio, Inex, Raelos y Robb Baezar. A vuestros puestos! - Ordenó mientras se giraba de nuevo de frente al Capitán.

Unas vez terminadas las asignaciones, el Capitán cruzó las manos a la espalda y se irguió cuan alto era, con un porte cargado de poderío. - Bien Cadetes, ya conocéis a aquellos que lucharán a vuestro lado, compartiréis victorias y derrotas, sangre y heridas, y quizá alguna borrachera. Pero seréis hermanos de armas, y al final de vuestro entrenamiento moriréis por aquel que tenéis a vuestro lado sin siquiera dudarlo. Ahora empieza vuestro camino, vuestro primer entrenamiento es el siguiente. Demostraréis lo que valéis en una ronda de combates. Emplearéis para ello equipo de entrenamiento para no lesionarios ni provocaros heridas, os distribuiréis con vuestras unidades y vuestro Teniente os dirigirá, llevando el entrenamiento como a él le plazca, pero antes haréis una demostración de lo que sabéis hacer. - El Capitán sonrió, complacido, y esperó la orden de sus Tenientes, obviamente os estaría observando de cerca.

- ¡Marchad!- Ordenó la Teniente tras esperar unos momentos a que os incorporárais a la fila, si bien no os dio más tiempo de remolonear. Os dirigió hacia el campo de entrenamiento, al sur de vuestros barracones. Allí, dispuestos sobre una larga bancada de madera os esperaba un equipamiento de entrenamiento, eran armas de varias clases, espadas cortas, lanzas y escudos, también había algún arco. Todo parecía romo o era bien completamente de madera o tenía alguna clase de protección para evitar daños más allá de contusiones y magulladuras.

- Este será vuestro equipo mientras entrenéis los unos contra los otros, no tenéis permitido usar vuestras armas, pero llevaréis vuestras armaduras, salvo el escudo. Lo primero, tal y como el Capitán ha dicho, será una demostración de vuestras habilidades, ahora os emparejaré para la batalla: Shargon con Helios, Armine con Bartos, Inzuel conmigo, a ver qué podéis hacer. - Concluyó la semielfa.

- Marchad - Ordenó el Teniente con voz firme pero pausada, tras esperar unos momentos a que os incorporárais a la fila, si bien no os dio más tiempo de remolonear. Os dirigió hacia el campo de entrenamiento, al sur de vuestros barracones. Allí, dispuestos sobre una larga bancada de madera os esperaba un equipamiento de entrenamiento, eran armas de varias clases, espadas cortas, lanzas y escudos, también había algún arco. Todo parecía romo o era bien completamente de madera o tenía alguna clase de protección para evitar daños más allá de contusiones y magulladuras.

- Este será vuestro equipo mientras entrenéis los unos contra los otros, no tenéis permitido usar vuestras armas, pero llevaréis vuestras armaduras, salvo el escudo. Lo primero, tal y como el Capitán ha dicho, será una demostración de vuestras habilidades, ahora os emparejaré para la batalla: Arsenios y Orestes, Balin y Orion, Silcer conmigo. - Concluyó Armon mientras sopesaba el peso de una de las lanzas de entrenamiento en su mano, que hacía tanto tiempo que no empuñaba.

- ¡Marchad! - Ordenó el Teniente con aquella voz poderosa, tras esperar unos momentos a que os incorporárais a la fila, si bien no os dio más tiempo de remolonear. Os dirigió hacia el campo de entrenamiento, al sur de vuestros barracones. Allí, dispuestos sobre una larga bancada de madera os esperaba un equipamiento de entrenamiento, eran armas de varias clases, espadas cortas, lanzas y escudos, también había algún arco. Todo parecía romo o era bien completamente de madera o tenía alguna clase de protección para evitar daños más allá de contusiones y magulladuras.

- Este será vuestro equipo mientras entrenéis los unos contra los otros, no tenéis permitido usar vuestras armas pues no queremos daños irreparables de momento, pero llevaréis vuestras armaduras, salvo el escudo. Lo primero, tal y como el Capitán ha dicho, será una demostración de vuestras habilidades, ahora os emparejaré para la batalla: Brand y Viktorio, Inex y Raelos, Robb me enfrentará a mi, espero ver qué puedes hacer. - Concluyó el teniente, terminando por mirar a Robb con una media sonrisa.

Al escuchar las palabras del capitán confirman el mismo pensamiento que yo tengo ,no estamos aquí ni para hacer amigos ni para hacer una fortuna y mucho menos para disfrutar de una estancia cómoda, estamos aquí para demostrar nuestra valía como guerreros, llevo mucho tiempo esperando este momento, creciendo a la sombra de las historias de heroicidad de los guerreros del sol ,ahora tengo la oportunidad única de convertirme en un guerrero del sol y formar parte de la leyenda, voy esforzarme al máximo como si no hubiera otro amanecer por ser el mejor en todas las disciplinas de la lucha ,mi padre y mi familia estarán orgullosos de mí.

Tras escuchar el discurso del capitán, que para mí es un ejemplo a seguir y un hombre que reúne las mejores cualidades de un autentico guerrero del sol, nos asignan a cada uno el que va a ser nuestro teniente de unidad.

Escucho mi nombre por boca del teniente Ketaros, bien es un gran guerrero famoso de la isla de Eldor, como todos los que nacemos en la islas estamos hechos de otra pasta, no existe la palabra no se puede, me rindo o no hay esperanza, se combate hasta la muerte, como tienen que ser un guerrero, estoy  orgulloso de estar en su unidad.

Observo a mis compañeros, creo que no habrá problemas en el grupo parecen serios y buenos guerreros y al menos no me toco con el grupo de niñatos busca peleas.

El teniente Ketaros nos manda marchar al campo de entrenamiento genial ya era hora de hacer un poco ejercicio tanta puta charla me aburre, el movimiento se demuestra andando, por supuesto entrenaremos con armas de entrenamiento de madera normal o algunos que yo  me sé, se matarían a las primeras de cambio. Nos manda pelear entre nosotros, a mí me toca con un tal Inex parece un hombre fuerte a la vez de enigmático tiene algo que no sé qué lo hacen un hombre a tener en cuenta, perfecto un buen reto para empezar.

Dejo mis armas y cojo las de entrenamiento y comienzo a calentar con ellas, mientras me preparo para enfrentarme a mi rival.