Partida Rol por web

Sin duda estaba en los planos de Sashellas que acabaramos aqui, si necesitais de su servidora. Decidme, a que se debe esa necesidad? En que podria ayudaros? Como podeis ver -dijo mostrando las escasas vestiduras que la cubrian- no tengo mucho que ofrecer.

- Sobrará con su bendición y compañía. - sonríe, aunque no es una sonrisa agradable - Os alojaréis en las habitación de Ingar, hasta que deje de considerarlo oportuno.

No consulta la opinión de nadie, dando la impresión de que le es algo habitual aplicar castigos o que tenga cruzado al susodicho.

- Kaldir, haz el favor de acompañarla. Seguro que desea descansar.

Añade acto seguido el señor de la fortaleza.

El aludido te mira con desagrado y luego se gira hacia el Gedron.

- ¿Por qué?

Pregunta bastante molesto, creyendo acertadamente que ha sido escogido por su ascendencia élfica.

- ¡PORQUE LO DIGO YO!

Grita inmediatamente Gedron, recordándole que era él a quién debía lealtad.

No le hace gracia, pero aún así parece acceder puesto que se levanta y malhumorado deja la sala, aunque no sin antes indicarte.

- Vamos.

El hombre continúa por donde habíais venido y desde ahí entra la puerta que daba al sur, dando a un largo pasillo con una puerta a cada extremo y hasta tres más al sur, luego lo recorréis hasta la más alejada aunque sin llegar a la del otro extremo, luego la abre y te ordena.

- Adentro. Te avisarán para comer.

Practicamente escupe las palabras, es evidente que no le gustas.

Alineea siguió a Kaldir sin decir nada más. Se notaba que no le caía en gracia y, francamente, le daba igual. Al final había seido buena idea volver a la fotaleza. Parece que allí sí que sabían apreciar la presencia de la minstra de Shashellas. ¿Quién sabe? Puede que consiguieran equipo y respaldo para continuar su viaje más allá de las tribus kobold del desierto.

Cuando Kaldir abrió la puerta, Alineea entró rezando porque la sala tuviera un lugar donde poder bañarse.

La habitación de Kaldir se encuentra tan limpia y ordenada como el más sagrado e importante de todos los templos conocidos. La cama está cuidadosamente hecha, con mantas rojas y una almohada aparentemente muy robusta. Puedes ver también un cofre cerrado y la única nota discordante en la habitación son algunas cartas de navegación esparcidas sobre un escritorio, el cual contiene dos cajones. En una de las paredes hay una elaborado arco compuesto, su empuñadura es de marfil y está flanqueada con bandas de oro y negro e hilos de seda idénticos en los extremos, estás segura que su artesano se esmeró en crear tan bella artesanía, pero para tenerlo aquí colgado seguramente signifique que jamás fué diseañado para ser usado, un ligero vistazo al carcaj de su lado con apenas seis flechas te confirman esa hipótesis.

Antes de dejarte en la habitación, el semielfo te dirige una advertencia.

- No toques nada.

Después te cierra la puerta y le escuchas alejarse por el pasillo. Al menos estás segura que no ha cerrado con llave.