Partida Rol por web

El anciano guarda silencio, sin repetirse con los anteriores cuestionamientos, su rostro evoca el de una estatua tallada en frío marmol. Sus ojos, rodeados de arrugas, se posan suavemente sobre la nerviosa dama y espera oír la explicación a la existencia de un segundo muerto.

En su mente, se arremolinan ideas y aunque no muestra entusiasmo, no lo solidifica como expresiones, sabe que hace mucho tiempo habría discutido la idea con cierta pasión, y ahora, se limita al ejercicio de escuchar y ser tan precavido como su edad se lo permite.

El silencio proveniente de su figura, indica que está escuchando atentamente.

Ante el ofrecimiento de Auguste de interpretar tan infausto papel, Annette sonrió con profundo alivio y sus labios susurraron un agradecido ‘por supuesto’, al tiempo que abandonaba su posición y se ubicaba junto al anciano librero, como mera espectadora de aquella macabra representación.

Pero, entonces, Adèle respondió a su pregunta y, a su vez, formuló otras. ¿Qué responder a ello? Las pálidas mejillas de la muchacha se tiñeron de un suave carmín y bajó la vista hacia sus manos que aferraban, inquietas, su pequeño bolso. ¿Cómo les explico? No puedo decirles lo que vi. Creerán que perdí la razón, y no estarán muy errados. Pero… Tímidamente, Annette alzó la cabeza y, tras una rápida mirada circular, sus ojos se posaron  el bello rostro de la condesa. Aclaró la voz y murmuró entre tartamudeos:

— E-es sólo una ocurrencia. Tonterías. Estoy muy nerviosa…— Se disculpó y luego agregó.— Pensé que quizá (y sólo quizá) hubo otra muerte y entonces, esa sangre— Señaló hacia la chimenea, sin volver los ojos hacia allí—, quizá no fuese la de lord Bidwell (Qué en paz descanse.) sino la de otra persona y… Y como la policía no nos comunicó dónde encontraron el cuerpo y como aún no revisamos la alcoba principal, pues… Eso. N-no sabemos dó-donde se cometió ese crimen en realidad y… quizá, no fue-e aquí. Y…

Aturdida y avergonzada ante el incongruente hilo de sus propias palabras, la voz de Annette se fue apagando hasta transformarse en un murmullo incomprensible.

Clayton, ¿por qué no vienes por mí? Si al menos se abriese el suelo a mis pies y me hundiese en las entrañas de la tierra… Soy una tonta. ¿Por qué accedí a esto?

Sólo el hecho de que Adèle se encontraba en el vano de la puerta frenaba a la muchacha de salir corriendo de aquel lugar. Era tal su consternación y su vergüenza que cualquier opción era buena antes de permanecer allí y seguir sufriendo aquel bochorno. Se prometió —y volvió a prometer—, no abrir la boca otra vez. Y cuando toda aquella tétrica representación finalizase, conduciría sus pasos hacia la mansión Lyell —a dos calles de allí—, donde debería estar ahora, se repitió, con Clayton y no jugando a los detectives, y no caería otra vez en aquella ridícula situación en la que se encontraba, por su timidez y su incapacidad para decir que no.

Este no es mi lugar. ¿Qué tengo que ver con todo esto? Quizá a Adèle le fascinen estas cosas. Tiene un humor tan peculiar, pero ¿yo? ¿Qué hago aquí?

Tras un largo silencio, musitó:

— Lo siento. Creo que estoy desvariando…

Adèle observaba con profunda atención y curiosidad a la británica. Fascinante. Es así como escribe sus cuentos, se deja arrastrar por su más secreto y retorcido morbo y… Fantástico. Si al menos liberase su potencial y se deshiciese del lastre de su mojigatería sería una maravillosa … La condesa interrumpió sus pensamientos cuando Annette se disculpó y se sumió en su sempiterna timidez. No iba a dejar escapar esa oportunidad. No. Sumergida en la novedad de aquel descubrimiento, tomó la mano de la muchacha y sin más vueltas la instó a seguirla. No te avergüences, es una hipótesis como cualquier otra. Solo debemos confirmarla o eliminarla y para eso… Vamos a la alcoba de Bidwell. Y mientas atravesaban la puerta hacia el pasillo, ¿Sabes? Tienes un potencial que estas desperdiciando y te aconsejaría que…

No tiene nada que sentir, es una teoría y, como todas hay que corroborarla antes de descartarla, puede que no sea ninguna tontería.- Sonrió

Si me permiten antes de proceder al experiemento examire la escena del crimen.-  Su voz era tranquila.

Dupin dió un vistazo a su alrededor, hubicando el escenario del crimen en 3 dimensiones, antes de acercarse y examinarlo más de cerca.

Tras unos instantes se acercó y comenzo a examinar a fondo la escena, incluso pudieron ver como se ponía casi a rastras para poder observar mejor algunas cosas

Pues no encuentras nada nuevo que te permita discernir algo del caso. No está, por supuesto, el arma homicida frente a la chimenea, junto al resto de materiales y herramientas.

Si hubo forcejeo este fue bastante rápido y respetuoso con el mobiliario.

Mr. Whipple y Mr. Dupin se quedan inspeccionando la salita, el lugar del crimen, mientras Ms. Bulwer y Ms. van Nadasdy deciden buscar el dormitorio principal, donde sospchaban que podía haberse asesinado a Mr. Bidwell.

Y no tardan en encontrarlo. las jóvenes salen hacia la bien provista biblioteca y de allí al pasillo. Justo la primera puerta que abren, enfrente de la biblioteca, corresponde al dormitorio principal.

El dormitorio principal no parece haber sido usado desde eldia anterior. La cama está hecha, pulcramente hecha. No hay ni un solo resquicio de qe aquí haya podido haber sucedido un assinato. De hecho mas bien incluso esta podría parecer la antítesis de una escena de un crimen.

Poco que reseñar salvo los gustos un poco conservadores en lo que a la decoración se refiere.

¿deseais invertir algo de tiempo aquí?

Annette se detuvo un instante ante la puerta de la alcoba principal y luego avanzó, lentamente, tras los pasos de Adèle. Nada. La habitación se encontraba impecable; lord Bidwell no había acudido aún a su dormitorio cuando acaeció su muerte. La muchacha bajó la vista, avergonzada.

¿Qué esperaba encontrar? ¿El  cadáver del desafortunado hombre acaso? Si es como dice mi padre, me dejo arrastrar por mis fantasías, pero ¿éstas son? ¿Muerte? ¿Acaso es que secretamente sólo deseo eso? Es horrendo y perverso…

Entonces se dejó caer en un sillón que se encontraba en un rincón, junto a una pequeña mesa. Abrumada ante la certeza de que todo era una mera fantasía, hundió el rostro entre sus manos mientras Adèle exploraba aquella estancia.

No son visiones, sólo son perversas fantasías lucubradas por mi mente. Mi padre tiene razón: me volveré loca si me dejo guiar por ellas. Soy una tonta, peor aún, soy siniestra.

Y así permaneció, ajena a todo, mientras Adèle investigaba con febril curiosidad cómodas y cajones.

El anciano guarda silencio. -No me extrañaría que su permanencia aquí esté motivada por una morbosidad propia de la lozanía de su edad- piensa en voz alta y luego abre y cierra la boca sin decir nada.

El anciano pasea por el despacho unos momentos. -Si Bidwell fue atacado de siempre, significa que pudo ver a su asesino. Y si no ofreció tanta resistencia como parece... el asesino bien podría tener un rostro familiar. O al menos no ocasionó la defensa de la víctima...- sus conclusiones parecían hacerse con cierto miedo.

Se pasea por el escritorio y observa insistentemente la fotografía. De repente abre los ojos -Mr. Dupin...- dice con voz profunda, casi imperativa -...el cubo de anoche, el que Mr. Bidwell tenía en su poder... - y se giró para mirar al detective -¿No lo echa en falta?... Si Mr. Bidwell estuvo en la biblioteca tratando de descubrir su error... no debería a la mano el curioso artefacto?- dice mientras mira al investigador, esperando su respuesta.

Según estás jugueteando con el desprovisto joyero, descubres un anillo dorado, ancho y con un frente ancho. Según lo estás manipulando este rota dejando ver un curioso emblema conformado por un compás y una escuadra.

Tomo entre sus dedos el anillo y lo observo en detalle. El emblema grabado en el anillo no le decía nada, pero le recordaba algo, o no. Quiza solo lo imaginaba. Se volvió hacia Annette para mostrárselo cuando la descubrió literalmente tirada en un sillón en una actitud de completo abatimiento, con las manos tapándole el rostro. Aquí vamos, otra vez. Pero qué mujer…Annette, querida… dijo mientras tomaba las manos de la mujer entre las suyas, mírame, ¿qué pasa ahora? ¿Otra vez Clayton? ¿Qué te dije antes? Olvídalo y dime… Entonces soltó las manos de Annette y le mostró el anillo. ¿Conoces este emblema? Y depositó en sus manos un anillo dorado, ancho y con un emblema grabado conformado por un compás y una escuadra.

Si, Veronick lo sabe y por lo tanto su alter ego en la Inglaterra victoriana también puede conocerlo.

Cuando Adèle se había inclinado sobre ella, Annette volaba muy lejos, intentando evadirse de aquello que la rodeaba, de sus fantasmas y de sus temores —¿Estaré perdiendo la razón como mi…?—, pero infructuosamente. Por mucho que lo intentase, no podía rehuir de su entorno y de lo que ello evocaba. Una mansión, un crimen, un hombre muerto salvajemente y… No. Sólo eso. Lo ‘otro’ había sido un producto de su imaginación y del entorno que la había generado. Nada más. Algo que debía dejar atrás y olvidar…

Annette alzó la mirada y asintió con un movimiento suave, pero sin asentir a nada en verdad, como un reflejo. Luego, cuando Adèle depositó el anillo en su mano, sus dedos hicieron girar aquel pequeño objeto y sus ojos contemplaron sus detalles. Una escuadra y un compás. Conocía ese emblema, lo había visto en dos o tres oportunidades y conocía muy vagamente lo que significaba. La Gran Logia. Entonces, asintió, pero esta vez a algo concreto. A una palabra.

— Masones… —susurró.

Y el recuerdo de lord Bidwell volvió y con él una pregunta. ¿Era un iniciado? Sí, era muy probable. Cuadraba con su personalidad…

La condesa observó a Annette con un gesto preocupado. ¿Masones? ¿Y qué es masones? Más preocupado por su evidente estado de abatimiento que por aquella respuesta oscura, al menos para ella. ¿Qué quiere decir masones? y al mismo tiempo, la tomó de la mano para instarla a incorporarse. Ven, echemos una mirada a los otras habitaciones antes de regresar con los demás.

Según me dijo Shab, un rápida mirada a todas las habitaciones. Y una inspección particular a la/s que presente/n algo de interés (eso lo deja a tu criterio). Si no encuentran nada, regresan a la biblioteca. Adèle revisará cajones, libros y libretas y entre... ¿cojines y almohadas? A mí no me preguntes el por qué. XDDD

Desde la puerta abierta de la biblioteca escucháis a las dos damas comentando algún detalle sobre algo que han encontrado, y seguidamente escucháis como saklen al pasillo y continúan abriendo puertas y cajones buscando nuevas pistas.