Partida Rol por web

Blanca sube rápidamente a su piso para juntar algunas cosas necesarias. Agua, por si hay que caminar, un par de manzanas para el camino, y algo de dinero, todo en una pequeña mochila añeja, de sus tiempos en la universidad.

Al ir saliendo se detiene, con una mano ya en la perilla de la puerta... sus ojos se desvían directamente a la cocina y al cuchillo más grande. No puede evitar recordar, en pequeños flashes, a los pescadores destrozados, a las bestias y las risas burlonas de los Zeón. Sus mejillas se tiñen de rojo, no sabe si por vergüenza o rabia, y coge el cuchillo. Ya no estás en Kansas, Dorothy, piensa.

Una vez en el taxi, mira perdida hacia fuera, semi consciente de lo que se habla. Su móvil no para de sonar y a veces lo mira. Está más pendiente de si Spear se encuentra afuera o no... pero la petición de Carmen María la saca de su ensueño.

Erik es un idiota. Creo que lo sabe y le da lo mismo... supongo que piensa que es algo así como parte de su encanto.- sonríe.- No le des más importancia de la que merece, Carmen María... pero no te preocupes, nosotros te ayudamos. Para ser honesta, tampoco tengo muchas ganas de cruzarme con él en el futuro cercano.

Blanca piensa en lo que le dijo Darío al desayuno sobre las relaciones entre las Casas y los vecinos... y quizás tiene razón, quizás la manera para mantener el Equilibrio de Antaño es a través de los investidos. Quizás vale la pena intentarlo.

¿Sabes?... no sé de los demás, pero creo que ambas hemos conocido ya gente de "nuestras" Casas y nos hemos llevado una sorpresa no-tan-agradable.- le dice a la adivinadora, más bien bajo, evitando que el taxista se de por enterado- Quizás sea bueno que más tarde nos juntáramos para conversar de eso... estoy segura que la forma que tenemos para darle sentido a todo lo que está pasando es diametralmente distinta y me hace falta un poco de perspectiva. Quizás a todos.- concluye, mirando tiernamente a Hache. No lo tiene muy consciente, pero espera que este acercamiento a su plan supla un poco el haber pasado de él anoche.

El chico les mira inquieto pero divertido. No responde. Hay algo salvaje en sus ojos que no gusta nada a John. 

No han venido preparados para luchar. ¿Y si los Altair son hostiles con ellos? ¿Y si estos no son los Altair? 

¿Dónde diablos nos hemos metido? 

- ¿Dónde diablos...? exclama John cuando ve aparecer por los dos túneles que parten de esa cámara a un montón más de personas de piel blanquezina tiznada y apenas sin ropa. Pero armados con troncos y piedras. Y definitivamente agresivos. 

Anayansi lanza un grito al ver venir a media docena de esa extraña tribu hacia ellos. 

- Nathan ¿tú sabes manejar uno de esos aparatos? Yo solo sé guiarlo pero aún no he entendido la forma de activarlos bien... 

Nathan mira con aprensión el vehículo. No tiene el carnet y aunque esos pequeño todoterreno parecen más autos de feria que un coche real, el terreno por el que se van a meter y la velocidad que probablemente tengan que coger no sabe si está a su alcance

​- No... mucho, tampoco... tal vez sea mejor que haga Eric lo que sea y que yo os coja... hmmmm... 

Tampoco parece que esa opción sea demasiado realista. O lo cogen los tres o prueban a hacerlo basándose en las habilidades de conducción de Nathan o en sus habilidades físicas. O idean otro plan. 

- Oh... esto es... impresionante. 

Es Carmen la que exclama aquello nada más bajarse del taxi en el Parque Doowneerg, más adecuadamente llamado "Las lágrimas del Edén" 

Rob asiente. Verdaderamente es un paraje excepcional aunque como Inspector de Aduanas siempre les preocupa la desembocadura al mar de todo aquello y la poca seguridad que hay en la Reserva, toda ella desplazada a la frontera con el país vecino, como dijo Reno. 

Despidiéndose de los demás se monta en el taxi para buscar a Ochi. 

El precio de 50 dólares por entrar le recuerda a Carmen por qué nunca antes había invertido su dinero en visitar ese lugar. No ya por su escasez económica sino porque el que pongan precio, vallas, carteles a un sitio que debería ser sagrado va un poco en contra de sus ideales. Y no era la única: 

Este hermosísimo sitio, paraíso de turistas y ecologistas, siempre había estado en el ojo de la polémica en cuanto a su explotación para fines comerciales. En la última década incluso se había proyectado construir allí el mayor parque acuático del mundo: Un auténtico horror y un disparate que se saldó con varios accidentes mortales durante las obras, protestas que se habían saldado con alguna muerte también y una inversión millonaria a saco roto que los habitantes de Aquilea habían pagado de su propio bolsillo. Tal vez por eso el sitio, tan increíblemente bello, no despertaba la simpatía e interés de los locales. 

En Hache tampoco, pero por una simple cuestión de pereza y apatía hacia todo lo que significaba naturaleza y ejercicio. Viendo a aquellas familias chapotear en las pozas, a los senderistas ir y venir monte arriba y a los monitores ofreciendo excursiones a los puntos más alejados del mapa, recordaba por qué siempre prefería ver estas cosas en Youtube. 

- Mirad, tenemos que ir aquí- dijo Blanca señalando, como no, uno de los puntos más alejados de la recepción- Esta es la Cascada de Fuego. No tiene nada verdaderamente significativa esa Cascada respecto a todas estas otras... Su poza ni siquiera es apta para el baño pero al atardecer el sol le da un color rojizo muy aplaudido por los visitantes. 

Ella sí había estado. Aunque ahora recordaba ese momento con una mezcla entre nostalgia y amargura. Aquel día llovía mucho y acabó el recorrido más sola de lo que lo empezó pero hasta que no vio todo no salió de aquel lugar. 

- Caminando estará a casi dos horas... Pero creo que... sí... mirad el horario del ferry y de los buses... no hay ninguno hasta dentro de tres horas... precisamente para contemplar el atardecer en ese punto. ¿Cómo lo hacemos? 

No dejo de asentir ante los comentarios de Blanca sobre Erik, y sonrío con satisfacción con el cierre de Blanca, en clara alusión a lo que habíamos hablado antes nosotros.

Despedimos a Rob y se cumplen las peores expectativas. Al punto más alejado y en cuesta. 

- MMmmm...la lógica dice que si tenemos 2 horas andando y 3 de espera hasta el próximo ferry/bus, llegamos antes andando, pero... la lógica también dice que si tenéis que arrastrarme la mitad del camino por quedarme insconciente, tardaremos más. Si fuese cuesta abajo, al menos me podríais llegar rodando...

Ninguna de las opciones me acaba de convencer

- De todas maneras - digo ya de manera más decidida - si necesitan nuestra ayuda y vamos a tardar dos horas en llegar, creo que poco vamos a hacer. Propongo mirar a ver si hay algún otro medio por el cual nos puedan llevar más rápido y en caso contrario, tomárnoslo como un paseo tranquilo para pasar el día esperándonos encontrarnos con ellos a mitad de camino...

Cambio planes de aventura por un paseo por la naturaleza, es el efecto que tiene dos horas de caminata en mí. Es más, ya seguro que he perdido algún gramo y todo en estos dos últimos días...

El chico me cae bien, permanece ahí arriba sonriente y sin quitarnos ojo. ¡Qué simpático! Pero...

¿Y esa aglomeración de gente que se aproxima a nosotros? ¿Vendrán a darnos la bienvenida?

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH- grito al pensar lo que nos podrían hacer esos trogloditas con las piedras y troncos que portan. -¡¡No nos hagáis daño!! ¡Formamos parte del Equilibrio de Antaño! ¡El Cónclave nos protege! ¡Convocamos al Cónclave si hace falta!- empiezo a chillar cosas que recuerdo de Nathan, sí, ese chico es todo sabiduría y siempre repite estas palabras sin parar, seguro que si forman parte de este mundo comprenden estas palabras y no nos hacen daño, como pasó en la Corte.

Me agarro a John, no sé muy bien que hacer, como actuar, las piernas me tiemblan, querría correr pero solo reaccionaré si es John el que coge mi mano y tira de ella hasta la salida.

Tragó saliva. Ni de coña se iba a apostar su vida, ni la de nadie más, a su talento de conductor. Había vecinos en peligro inminente pero que el equipo de rescate de estozolara colina abajo no iba a ayudarles en lo más mínimo. -Quizá podríamos despistar a los guardias prendiendo fuego una papelera o algo así, traje cerillas. Y si no, me veo más capacitado para engañarlos contándoles las penas de Murcia  que para conducir. Creerme cuando os digo que soy muy malo al volante.

John aferró con fuerza la mano de Anayansi, que se había quedado petrificada de horror y tiró de ella de vuelta al pasadizo que les había llevado hasta allí. Al menos si los arrinconaban, sabía que por allí solo cabía uno de ellos.

-Somos...hemos sido elegidos para hab...represetar a la casa Altair. Estamos...estamos en el faro pródigo para reestablecer...el bal...equilibrio de antaño.

Con estas palabras, John se dio una última oportunidad de hacer entrar en razón a aquellos individuos hostiles. En caso de no conseguirlo, intentaría escapar con Anayansi por el túnel de vuelta intentando cegarlos con la linterna.
 

Mmm... algo no cuadra. Nathan dijo en el whatsapp que iban en camino ¿y en 10 minutos están en la Cascada de Fuego? ¿Por dónde fueron que llegaron tan rápido?... Quizás si existe otro modo de viajar hasta allá y no demorarnos las dos horas caminando, - dice, mirando a Darío. Da la vuelta a Carmen María y agrega- aunque en lo personal no me molesta el viaje, ya que el paisaje es precioso. Si estamos aquí para ayudarlos en "algo" (que aún no entiendo qué), quizás deberíamos preguntarles cómo lo han hecho.- concluye. Quizás existen otros senderos, parecidos a la cueva de LaCorte...

No quiere rendirse a la paranoia que sembraron Spear y los Zeón sobre Nathan y Helena. Hasta ahora han sido muy buenas personas y cree que incluso los aprecia más que a simples vecinos, pero la situación es extraña... quiera Hache reconocerlo o no, puede ser que esto sea una trampa. Casi puede oír a Spear regañándola por caer en trampas de los demonios tan fácilmente, que tiene una facilidad estúpida para ser engañada y que es una niñata malcriada.

Blanca sacude la cabeza para sacarse estos pensamientos de encima. Sin darse cuenta, se aferra a la mochila, donde guardó el cuchillo, junto a las manzanas y el agua...

Mi móvil tiene la pantalla rota... alguien más que pueda escribir el mensaje? - pide.

Agotada y feliz aprovecho el subidón y como quien no quiere la cosa invito a Harper a tomar una cerveza una vez ha terminado la locura y tenemos todo bajo control.

Es curioso, cuando estoy en la torre parece que no existe nada más, pero ahora, ahora veo las cosas de otra manera y lo que me apetece es olvidarme de cualquier asunto sobrenatural y disfrutar de una persona maravillosa...

Cuando John y Anayansi reaccionan, tratando de hablar primero, tratando de encajar qué está pasando ya tienen a los hombres prácticamente encima. John coge del brazo a Anayansi y trata de correr pero antes tendrían que esquivar a los que ya están prácticamente lanzándose sobre ellos. Milagrosamente el primero que lo hace falla en su salto. Roza la ropa de Anayansi y cae estúpidamente provocando que los demás caigan unos sobre otros. 

Alguien grita: 

- ¡Destrozadlos! 

Así que saben hablar. Y verdaderamente quieren matarles. El miedo se apodera de Anayansi y John quienes corren por los túneles a toda velocidad tratando de recordar el camino

Anayansi casi sin pensar sabe volver sobre sus propios pies. Hasta la piedra giratoria. Ahora todos los túneles son un clamor. ¿Cuántos habrá de esos... de esos salvajes? ¿20? ¿40? 

John empuja la piedra y le apremia a Anayansi a salir. Esta, antes de sacar su cabeza de los túneles ve una horda que se lanza sobre ellos. Luego sale John, pero cuando tiene medio cuerpo sacado algo tira de él para abajo. Le han agarrado. Grita mientras con su mirada suplicante le pide a Anayansi que se vaya. Su cuerpo vuelve a ser introducido en el agujero aunque con sus manos, en vez de seguir agarrándose, cierra la compuerta pétrea, tratando de dar a la chica una oportunidad. 

Yo me lo imagino muy así: 

- No puede ser tan difícil- dice Samuel tras haber inspeccionado el recinto de entrada como lo haría de un castillo amurallado- Apenas hay seguridad en este sitio... Es casi hasta imprudente con tanta gente en estas instalaciones. ¿Qué pasaría si ocurriera alguna catástrofe? En fin... Eric acércate un coche y trata de ver si hay que abrirlo con esas llaves, Nathan haz un fuego distractor... yo voy a hacer una "visita" a ese grupo de guías que está fumando en sus horas de servicio... Salir de aquí es fácil pero vamos a necesitar sus vestimentas para que no nos paren luego... 

Samuel camina hacia los vestuarios del recinto siguiendo al grupo de monitores. Todo este mundo le sigue pareciendo extraño con distinciones y normas totalmente alejadas del sentido común. ¿Por qué necesitan un sitio para cambiarse de ropas y en cambio en el exterior casi todo el mundo está medio desnudo? ¿Por qué van en grupo a hacer algo que requiere privacidad y en cambio están solos aquellos que controlan a las manadas de personas? 

Entonces una voz femenina le distrae

- Perdona... ¿eres actor o algo así? 

El grupo al que seguía discretamente se da la vuelta y miran sonrientes a Kantor. Adios al plan de subterfugio. 

- No... parece a ... pero no es. 

- Da igual. Está cuadrado. A mí me puede echar una firma dónde quiera

- Joder, qué guarra. Deja al tipo, anda, ¿dónde has dejado eso de sonreír cordialmente y desear una buena visita? Además parece güiri. ¿Norteamericano? 

Samuel espera a que la chica que le sigue se le ponga de frente y entonces les dice calladamente. 

​- Meteos en ese cuarto. Y cerrad con llave. No os pasará nada. Antes dadme vuestros pases. 

Una de las chicas ríe. Pero otro de los hombres, no. Se está dando cuenta que es una amenaza y saca uno de esos aparatos de comunicarse... Adios al plan de hacer esto pacíficamente. 

Choca con violencia la cabeza de las chicas entre sí, dejándolas inconsciente. Luego da un puñetazo al chico del móvil. No puede arriesgarse a que conecte esa cosa... El cuarto, aterrorizado, trata de escapar... Le agarra del cuello y le levanta contra las taquillas hasta dejarle inconsciente por asfixia. 

Luego mira sus uniformes. Ni siquiera son de su tamaño. Y tenía que haber pensado antes que si les encuentran inconscientes y desnudos, empezarán a buscar a quien vaya vestido de monitor.  Corre deseando que a Nathan y a Eric les haya ido mejor. 

Así es. Eric ya está en el coche conduciéndolo en una zona despejada ya que la gente está viendo el humo negro que sale de una papelera. Pero al ver a Samuel Cantor salir corriendo y un pequeño hilo de sangre en su ropa saben que no todo ha salido igual de limpio. 

- Acelera. Este sitio pronto va a atraer a las fuerzas de seguridad. Al menos vamos a poder llegar allí sin ninguna vigilancia... 

MODO AUTOMÁTICO

- Puede que esté equivocada, Blanca, porque a mí toda conversación de whatsapp me acaba dejando más confundida que comuicada, pero creo que se refería a que ya habían llegado aquí, a Las Lágrimas del Edén, dónde estamos nosotros... Aún así debieron usar algún medio poco convencional porque cuando recibimos su mensaje nosotros estábamos llegando al Faro. Nos sacan casi una hora. Mira... ahora no tiene cobertura. Deben haber entrado ya en el parque... así que ni pantalla rota ni pantalla nueva, el móvil se acabó como opción para comunicarnos. 

Oye... mirad toda esa policía, creo que ha pasado algo. Esperemos que no sean los nuestros. 

Efectivamente, ajenos a ello en el edificio de recepción (probablemente porque prefieran cobrar la entrada a los visitantes y una vez dentro ya explicarles lo que ocurre) hay dos coches de policía de Aquilea. También hay un jeep de seguridad del Parque. De esos que pocas veces se ven en esta zona pues suelen guardar la frontera. Hay varios curiosos y también una ambulancia. 

- Han atacado a cuatro personas en las instalaciones de los monitores. No hay ninguno grave pero les han dado una paliza. Ha debido ser un grupo de vándalos... porque no se han llevado dinero ni nada. Ha sido hace media hora o así- dice una señora que al parecer ha estado más al tanto de eso que de cualquier atracción paradisiaca de La Reserva. 

- ¿Y a quién han atacado, se sabe? pregunta Blanca

- A tres monitores y a una visitante que estaban abajo. Un hombre muy corpulento y con barba. Es todo lo que se sabe. Lo que pasa que tienen una aquí montada que no veas... Que si cierran el parque, que si no, que si falta algo, que no se sabe... Están empezando a interrogar a la gente. Yo me he ofrecido voluntaria que ya me ha dado suficiente sol. 

- A nosotros, como puede ver, no, gracias. Será mejor que aprovechemos haber pagado la entrada- dice Hache empujando a las chicas hacia el sendero para luego decirles a solas:  Tiene toda la pinta de ser Samuel Kantor. Y si ya no están aquí deberíamos hacer lo mismo e irnos. Lo que menos necesitamos es que nos interrogue la policía

- Pero a lo mejor esa gente atacada tiene algún dato que nos pueda servir... Seguimos sin saber qué hacemos aquí o a qué hemos venido... Pero estamos viendo un rastro de violencia y peligro. 

- Entonces... ¿vamos o no? 

Helena cierra los ojos y se relaja quedándose casi dormida al efecto de las cervezas y la calma en la azotea. También prefiere no estar viendo a Harper en su misma postura. No puede dudar que su compañero y amigo es muy atractivo y no quiere acabar haciendo ninguna tontería. Durante cada operación, salvamento, curación que ha tenido que hacer con él en estos años le ha visto como un médico, como un par de manos extra más para llegar al paciente, pero son estos raros momentos de paz y ocio donde siente que tal vez Robert no estuviera tan equivocado acerca de que algo podría acabar pasando con el Doctor Oscar Harper. 

Entonces algo le saca de su sueño. Afortunadamente no es una emergencia pero Filipa ha subido para buscarles. Harper está totalmente dormido así que ella la atiende

- Hay un hombre abajo. Dice que tiene que hablar con la familia de la casa derrumbada y yo le he dicho que para eso necesita su permiso. Se ha presentado como un "inspector de comisión de daños" pero tiene toda la pinta de... de.... bueno... de lo contrario a lo que puede sonar un inspector. 

- ¿Y para qué quiere hablar con ellos ahora? 

- Dice que es... por el contrato de arrendamiento. 

Intrigada por las palabras de Filipa, Helena baja hasta la calle. No ha podido evitar sentir un escalofrío cuando ha escuchado eso de "el contrato de arrendamiento". "Justo en estos días en que el nuestro ha resultado ser tan... sorprendente". 

Filipa tenia razón. Aquel hombre corpulento de ropas ostentosas, acompañado de dos jóvenes con pinta desarrapada, parece un jeque o un personaje de una película. Pero no un cargo administrativo de Aquilea. 

- Ella es la Doctora Montes. Es la que responde ahora por esa familia. 

- Oh... bella mujer, sin duda- dice agachándose y besando la mano de Helena a traición- Y manos de cirujana, no cabe duda. Déjeme decirle que las Cavas Calizas están en deuda con la labor que hacen aquí. Aunque ya lo saben, nunca duden del apoyo que tienen en nuestra comunidad a su hospital. 

- ¿Quién es usted? ¿Qué es eso de un Contrato de Arrendamiento? 

- Mi nombre es Melchor, doctora, y represento al Gobierno Verdadero de las Cavas Calizas. Queremos ver el contrato que tenía esta familia pare empezar a cursar una investigación acerca del derrumbe. Pese a las miles de chabolas fabricadas de este lugar, casi nadie es aquí propietario y por tanto perdemos la pista del año de construcción, terreno en que fue edificado, etc, etc... Mi labor es tratar de evitar que esto vuelva a suceder.