Partida Rol por web

La caída parece eterna. El ambiente es irreal... nada nuevo bajo el Sol. Cuando se encuentra pensando eso, no puede evitar sentirse un poco divertida. El estar junto a Anayansi tiene ese efecto, de encontrar todo lo nuevo y fantástico y peligroso extrañamente atractivo y liviano. Al levantarse y verla al lado, más o menos indemnes después del encuentro con el Guardián la tranquiliza.... ¿pero y los demás?

Si, los demás van a flipar... si siguen vivos. ¿Viste qué fue de Hache?... Espero que estén bien - comenta, preocupada.

Mientras Anayansi juega con algo en su bolsillo, Blanca se aleja de ella para tocar las paredes de la cueva. Examina el lugar, sin saber realmente dónde están ni cómo llegaron allí, pero dominada por un sólo pensamiento: encontrar a los otros vecinos. El plan de rescate ha salido bien y mal. Ahora parece que son ellas las que requieren ayuda, y para ello, la deben buscar.

Quizás sea necesario explorar un poco. Claramente no estamos ya en la reserva. El clima en Aquilea no permite este tipo de formaciones, supongo... no recuerdo un invierno tan frío como para que se forme hielo. Me parece que ya no estamos en Kansas y estamos por encontrarnos a la Reina de Narnia...  - comenta, casi como pensando en voz alta.

¿Qué haría Spear en estos momentos?... a parte de decirme que soy una inútil y que me meto en donde no me llaman, claro, piensa de manera repetitiva, sin encontrar una respuesta tranquilizadora. Por ahora, lo mejor que puede hacer es tratar de explorar y esperar que ello le lleve a un lugar más reconocible. Antes de darse vuelta y volver con Anayansi busca en su chaqueta si todavía tiene a mano el cuchillo de cocina con el que se defendió de los hongos. Se da cuenta que tiene algunas manchas de sangre, lo que la sobresalta un poco ahora que la adrenalina inicial es lentamente reemplazada por un peso en el pecho, una angustia que no sentía desde que estaba sentada en el despacho de aquél médico...

Al volverse y ver a su vecina jugueteando con el monóculo todos estos pensamientos y emociones quedan en suspensión, provocando que su expresión facial sea casi, literalmente, una "O"....

- ¡¿Pero cómo pollas voy a tener cobertura?! ¿Cobertura de qué? ¿Te crees que llevo un iPhone metido en el culo siempre por si acaso tengo una emergencia? ¡Mírame! -respondo muy enfadado a Natahan, que parece no haberse dado cuenta de que lo único que llevo conmigo ahora mismo es el bañador, ya que él y Kantor no me dejaron subir a cambiarme a mi apartamento antes de venir a la Reserva. Lo que no entiendo es por qué me mira de esa manera... este chico es muy raro. Pero intento calmarme. Al fin y al cabo, estamos aquí los dos atrapados y no es culpa del chaval.- ¿Recuerdas algo después de que el Guardián se despertara? ¿Viste esas grietas como negras que había debajo de nosotros? Creo que tenemos que buscar una de esas. Las paredes queman, no podemos escalar. Empezaremos a caminar por donde podamos buscando. Vamos-por supuesto, no es una sugerencia.

Mientras echamos a caminar voy repasando mentalmente todo lo que ha sucedido. ¿Cómo coño he acabado aquí? Esta mañana sólo quería surfear un poco. Y después ir a casa a ver a papá y hablar con Madre...

- ¡Me cago en su puta madre!-digo dando un puñetazo al aire- Se va a cagar, te juro que Madre se va a acordar de ésta. ¿Cómo no me avisó de todo esto? ¿Cómo dejó que me fuera a vivir al Faro si ella sabía... -de repente me doy cuenta de que estoy pensando en voz alta. En voz alta no, a gritos. Y Nathan me ha escuchado, ¡mierda! ¡joder! Me lo quedo mirando consciente de la cara de idiota que debo estar poniendo. Tengo que arreglar esto- bueno...ejem... quiero decir que... -no sé cómo arreglarlo, así que camino más deprisa-. Busca las grietas, Nate.

Darío, antes de avanza,r decide parar y escuchar con atención. 

Las voces de delante son ajetreadas y están en otro idioma ¿árabe?: Se escucha como si cruzaran cerca... en cualquier momento podrían aparecer o estar en túneles paralelos. 

El chirrido de detrás se acerca. Bajo su ruido metálico de algo que se arrastrara raspando y  que le recuerda a algo, oye unos pasos que van hacia él 

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- La Ermita de las Olas Olvidadas es la más famosa de Aquilea, sin duda. En primavera se destrozó el puente de piedra que lleva a ella y ha dejado de ser un punto turístico, aunque eso no impide que mucha gente aún vaya hasta allí o use sus cuevas para el contrabando. 

Está justo al final de los acantilados de Lalengua, un poco más allá del Food y antes de llegar al Faro de Trieste. 

Rob sabía bien de lo que hablaba. Conocía la zona tan cerca de su puesto de observación y había disfrutado de los paseos por la orilla de los acantilados hasta llegar allí. 

Andando es poco más de dos horas pero a lo mejor deberíamos coger un coche. Si Ochi quiere ir aún así a la Catedral y John va a reunirse con ese Facundo, tal vez debiéramos dividirnos. No podemos presentarnos cinco a hablar con alguien. Podríamos asustarle. 

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Alguien debería también quedarse aquí e ir viendo con Randoll cómo sería eso de ir al sótano, antes de hacer nada...Y luego añade susurrando-  E impedir que vayan por su cuenta y hagan alguna locura. 

Por cierto, no puede ser que solo Erik tenga coche. Deberíamos hacer alguna inversión y alquilar uno para la comunidad. Y no depender tanto de Reno, el taxista, aunque para ahora, no se me ocurre mejor opción. 

​- ¿Sí? ¿Sí quién es? Sí, Facundo, ese soy... Ajá... Ajá... Ya veo, pero yo no puedo donar nada para, estoy sin blanca sabe... ah, que es para otra cosa: Si es para hablar soy todo oídos. Claro, claro... Pues había decidido hoy hacer una degustación de pescaditos: Buffet Libre de 10 euros toda la noche, aquí en Arenas Blancas: Incluye boquerones, sardinas, cazón, bebidas aparte pero si se me une para cenar es todo un plan ¿no cree? Reservo ya mismo. ¿Cuántos vienen? Traigan chaquetilla que así sentado a lo tonto se queda uno frío, ¿sabe?  

-Bien...yo creo...un momento.

John tapa el micrófono del teléfono.

-Dice que va...que podemos quedar para cenar. Si, Facundo Arteaga...¿quién viene?...uno...dos.

John hace recuento y confirma el número.

-Sí, eso...la hora...vale. Allí nos vemos. Muchas gracias...es...ha sido usted...muy amable. Gracias.

John cuelga el teléfono.

-Bueno, esta noche est...hablaremos con él. Espero que nos sirva de algo. La espera...no lo soporto. Algo tiene que...podamos hacer hasta entonces. Respecto a como i...llegar a esa isla...el barco de Pip debe seguir ahí ¿O se lo llevó de vuelta? Con todo...supongo que podríamos...quizá nos lo preste o incluso, puede que venga a...con nosotros.
 

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Otra opción, para que nadie se quede colgado en casa, es llevarnos a algunos con nosotros. 

Al ver que finalmente cogían la llamada a John decidí esperarme para ver que nuevas sacaba del señor Arteaga. Tuvo suerte, el hombre accedió a hablar con el, habían quedado para la noche en Arenas Blancas.

- Rob, ya que conoces tan bien esa zona que tal si vas tu también a la Ermita ?. Aunque sirva de bien poco sigo queriendo ir a la Catedral, por descartar...

Lea tuvo una buena idea, la de alquilar un coche entre todos los vecinos, algo mas barato que requerir siempre de los servicios de Reno y una forma rápida de movernos sin depender de nadie ajeno al Faro. Y no es que me quejara del taxista, al contrario, aun con un coche de mas sabía que volveriamos a necesitar de sus valiosos servicios.

- Genial, uno de motor diesel,  de baja cilindrada, siete plazas y con gran maletero seria perfecto y polivalente. Puedo hacer una lista completa de los más valorados del mercado por satisfacción de los usuarios, por rendimiento técnico, comfort.. y.. y...ah..oh bueno, o ...podeis escoger simplemente el que tengan disponible. Frené mi lengua ya que me di cuenta que hablaba demasiado y de algo que realmente no era importante en ese momento.

 Busqué en mi billetero*, para ver de cuanta liquidez disponía en efectivo. No iba a irme sin aportar algo. Fue entonces que Lea susurró lo de quedarse para vigilar a Randoll y compañía. Era muy sensato así que asentí sin mediar palabra.

-Bueno...hay que...ya va a ser la hora. Me voy. Avisadme si...pasa algo.

John sale de la torre y se dirige al lugar donde le indicó Facundo.
 

La gran sala helada en la que están tiene una salida y una entrada así que es tan buen sitio como cualquier otro para explorar y salir de ahí. Ambas mujeres buscan en sus bolsillos. Blanca sigue teniendo el cuchillo de cocina que cogió del Faro. Y Anayansi el monóculo del Doctor Hongo el cuál con liturgia y emoción se coloca en su ojo. 

Expectativas de Anayansi al ponerse ese objeto mágico en ese sitio de hielo

​

Realidad de lo que ocurre: 

Ni luces ni poderes ni nada. Anayansi entrecierra los ojos tratando de ver si hay alguna diferencia entre lo que ve con él y lo que no. Hmmmm. Con el monóculo ve más borroso lo lejano...aunque a Blanca la ve bien nítida... Lo mismo no diferencia bien el contraste de colores con esas paredes o lo mismo el monóculo permite ver en HD a la gente. Por supuesto, Anayansi se queda con eso

- Ohhh, qué interesante lo que se ve con esto. Creo que acaba de cambiarme la vida. 

- Eso es estupendo. Vamos, andemos por aquí, hace mucho frío y...

Al empezar a avanzar y ver muchos túneles parecidos helados, se les empieza a hacer un nudo en el estómago de angustia. Caminan unas tres horas hasta que caen rendidas. 

- Estoy helada... no sé cuánto... cuánto podríamos aguantar aquí si no somos capaces de... de salir... 

- Si pudiéramos hacer un fuego... o encontrar algo que sirviera... o a alguien.... 

Caminan durante cuatro o cinco horas antes de caer rendidos 

Durante este tiempo no han visto vegetación ni animales, salvo insectos. El calor es insoportable y la sensación de estar bajo tierra es agobiante pero lo que produce más preocupación son los gases que llevan respirando durante este tiempo. Gases sulfúricos que emanan de las paredes. En una ocasión Nathan se desvanece y cae. Afortunadamente no es en una de las dos ocasiones en que cruzaban por un desfiladero con lava al fondo. 

- Necesito... agua... beber algo... 

Erik mira hacia arriba y ve un trozo frío en la bóveda. Hay trozos por los que no circula lava, pero tal vez es una salida a este infierno. Tendría que trepar. Tal vez encima de los hombros de Nathan, que apenas se sostiene, e intentar llegar. O seguir avanzando buscando otra salida. 

Con los dueños de las voces se puede hablar y/o razonar. Con algo chirriante que va hacia ti, quizá no.

Decido que ir hacia el chirrido quizá no sea tan buena idea, así que cojo la dirección opuesta. Andando ligero, pero prestando atención a cualquier ruido que pueda hacer yo

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- ¡Espera John! Pide mesa para cuatro...

- ¿Pa...para cuatro? 

- Sí, Rob y yo vamos contigo. Y Randoll se viene también. Él ha estado en el sótano y puede identificar algo de lo que diga Facundo. Además así será una comida más informal. 

Viendo la mirada indecisa de John le susurra: 

- No podemos dejar aquí a Randoll. Podría hacer alguna locura. Y así se relajará. No creo que sus hermanos hagan algo sin él... Bueno... tal vez los mellizos sí... ¿Helena, Carmen, por qué no os lleváis a Mat y a Sil a ver la Ermita? 

Los niños se movían bien por las calas. 

Alyssa la mayor sonrió. Parecía entender lo que los vecinos estaban haciendo. 

- Estupendo. Os esperaremos despiertas para que nos contéis las noticias. Mat, Sil, portaos bien eh. 

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Y Ochi, majo, ya que quieres ir tú solo por tu cuenta, ocúpate del alquiler de una mini furgoneta. Y no hace falta que saques la cartera para pagarla. Toma mis datos bancarios y ya haremos arreglos. ¿De acuerdo? 

Aquello de Chiringuito Buffet Libre de Pescaditos por 10 euros no daba lugar a engaño. Debía ser un sitio tan alejado de lo que era el Food como aquel sitio a pie de playa con olor a fritanga y atestado de gente. La música que sonaba era los grandes éxitos del verano, por supuesto. 

Una camarera les señaló una mesa con mantel de papel: 

- La mesa de Facundo es esa entre diario. Los fines de semana se va a esa un poco más alejada y pide el tinto de verano con gaseosa en vez de con limón. 

Aquella información de más denotaba el hastío de unos camareros que atendían siempre a la misma persona, como si hoy que le veían inusualmente con más gente, pudieran quejarse de alguna manera. 

Se sentaron en una mesa pequeña empujada frecuentemente por las idas y venidas de la gente hacia el buffet 

Entonces apareció Facundo. Venía con un jersey fino de lana, bermudas y calcetines. Le colgaba una cabeza de boquerón de la camisa, delatando que ya antes de sentarse había picoteado. 

- Disculpen los calcetines- dijo como si solo aquello estuviera fuera de protocolo- pero es que en este lugar en seguida se te cuela alguna raspa por entre los dedos del pie. Soy Facundo. ¿Qué tal? - dio a todos la mano. A Lea fue a darle dos besos pero como no atinaba a sincronizarse con ella acabó dándole un extraño abrazo- ¿Randoll? Ese nombre me suena. En cuanto coma un poco hago memoria. Pero no soy yo quién debería hablar... cuéntenme a qué han venido. ¿Son ustedes termofísicos, espías, periodistas del corazón? Juro que yo no sabía que ella era famosa cuando le toqué la nalga eh. 

Helena y Carmen se resistieron a andar con los dos críos por el sendero de la costa entre acantilados y rompeolas. No hubieran podido apreciar las vistas, de noche, además. Así que cogieron el autobús y luego caminaron hasta el inicio del camino. 

Ver a Mat emocionarse por absolutamente todo paliaba algo la mala idea de llevarse a dos críos de ocho años por entre unos riscos medio destruidos, si es que finalmente tenían que cruzar aquel puente de piedra para llevar a la ermita. 

Su hermana Sil, como siempre, no hablaba y no parecía interesarle nada del exterior. 

- Tengo hambre de frío. ¿Me puedo comer uno de esos?- dijo Mat señalando un helado justo antes de separarse de la zona más poblada. 

John no se encontraba cómodo en presencia de Randoll. Era obvio que no había química entre los dos. Comprendía que era poco más que un niño, pero su altanería y su prepotencia le contrariaban sobremanera y por mucho que se esforzase en no exteriorizarlo, se le notaba. Con todo, algo en su actitud hacia él parecía que había cambiado, aunque no lo suficiente como para evitar que la situación fuese un tanto tensa, al menos para John. Algunas cosas llevaban su tiempo.

Tampoco era de mucho comer y de hecho, el pescado no era santo de su devoción. Así que el pasar una velada recibiendo codazos de la gente que pasaba sentado en una mesa de un bufette libre de pescado que apestaba a fritanga, con aquel tipo que probablemente era más asocial aún que él y Randoll, no se le antojaba como la mejor de las veladas; pero iban a lo que iban. Necesitaban ayuda urgente para recuperar a sus amigos y ahora que Samuel Kantor no estaba, este tipo parecía que era su única esperanza para llegar hasta ellos.

-Hola...buenas noches-dice John esbozando una sonrisa un tanto artificial-Yo soy...el que...soy John. Hablamos por teléfono. Ellos son Leah, Randoll y Rob. No...no es nuestra profesión lo que q...la que nos trae aquí, sino nuestra..."condición".

John hace una breve pausa para estudiar la reacción de Facundo.

-D...perdone si soy...si voy directo al grano ¿Qué sabe usted de la...del Faro Pródigo?¿La torre de la Encrucijada? Nosotros somos...los nuevos...hab...inquilinos.