Partida Rol por web

-Sí, es verdad que somos un poco atípicos.- Repasa mentalmente el listado: Una bruja, frikis informáticos, una arquitecta que llena los edificios de agujeros, una coach sexual (fuera lo que fuera eso),…  -Aunque, en realidad, nadie encaja realmente en lo que nos quieren hacer creer normal. Todo el mundo tiene sus particularidades.

-Es lo mismo que me preocupa a mí, lo de no tener luz. No sé que significará, pero suena ominoso. Además nos han puesto un espejo en el rellano, como si tuviéramos que mirar en nuestro interior o algo así. Yo estoy pensando en estudiar la maldad de la ciudad, no para regodearme en desgracias ajenas sino para tratar de conocerla un poco. De todas formas, la última vez que vi un ángel, un montón de gente terminó muerta dentro de una cueva. El susodicho sano a un vecino reventando la cabeza de un tipo atado. Si eso es tener luz,… igual hasta somos los buenos y todo.

Al rodear el jardín contemplaron la parte de atrás. -Pues una playa privada y un jardín, nada que no tengamos en el superfaro. Seguro que a ellos no tienen tomateras como las nuestras.

Están dudando si tocar al timbre o tratar de colarse a cotillear cuales espías del MI5, cuando el destino les ofreció una tercera alternativa: Uno de los asistentes a la fiesta saliendo a fumar.

Tal vez Nathan no fuera malvado ni oliera a azufre, pero lo de caliente lo cumplía. Sus primeros pensamientos fueron para elogiar la planta de aquel tipazo. Además, le gustaba que los hombres tengan valor para vestir de rosa, independientemente de si luego entienden o no.

-Joder, cómo me sigan poniendo todos los hombres de la Casa Cruoris, voy a acabar poniéndome malo- Pensó mientras especulaba las medidas que se ocultaban bajo el pantalón ajeno. Luego, recuperando un poco la decencia y el decoro, analizó la situación: -No hemos venido aquí para perder el tiempo sino para sacar información.

Con esta idea en mente se encaminó hasta el portón de atrás, deteniéndose justo entre los pilones que marcaban la puerta. No iba a invadir la propiedad ajena. No le preocupaba el código penal sino que los lobos que los coronaban tuviesen rayos laser desintegradores, como las esfinges de la historia interminable. La bicicleta entre él y el otro por si el metal estorbaba a los poderes demoniacos como a la wifi y las manos en el manillar por si tenía que salir corriendo. –Uno es impulsivo, pero no tonto.

-¡Hola! Perdona que te moleste. Hay una fiesta o algo así, ¿verdad? Estamos buscando a la señora Black y su portero nos ha dicho que estaba aquí. Pero a lo mejor es un mal momento para dar un timbrazo y preguntar por ella.

Nathan y yo vamos charlando cuando vemos a... puf, como todos los de la casa Cruoris sean así creo que me va a encantar. Cuando de repente

¡Hola! Perdona que te moleste. Hay una fiesta o algo así, ¿verdad? Estamos buscando a la señora Black y su portero nos ha dicho que estaba aquí. Pero a lo mejor es un mal momento para dar un timbrazo y preguntar por ella.

Sólo me da tiempo a correr para ponerme a su lado y asentir como una tonta. 

Sigo disfrutando del paseo y la conversación de Blanca. No me importa seguir hablando del equilibrio de antaño, mientras sea con ella.

- ¿A mi madre? La verdad es que desde que me fuí de casa prometiéndola que le llamaría todos los días y no he conseguido mantener ese ritmo prácticamente nada. Se preocupo, seguro, pero no más que cuando me paso los días encerrado en la habitación con el teléfono apagado...

Blanca consulta el móvil y veo que cambia la expresión...

- Todo bien? - pregunto mientras me tiende el móvil - Vaya...¿crees que estarán bien? Me extraña que Anayansi, estando bien, haya escrito esto...

El chico se sobresalta cuando se dirigen a él durante un instante. Pero después, la presencia de la pareja de ciclistas no le resulta demasiado hostil. 

- Ehhh... sí... Rubí Black está dentro. La cena ya ha terminado pero la velada puede prolongarse más. ¿Queréis que le de algún recado? Yo solo salía a tomar el aire- dice apagando su cigarro en el suelo rápidamente- pero ahora cuando entre puedo decirle que le están buscando... ¿quiénes sois? ¿le doy algún nombre? No sé si es apropiado que llaméis puesto que ella es una invitada más y no sé si el anfitrión consideraría... o lo mismo sí... no sé... Está siendo una velada más que interesante. 

La señora fantasma no ha resultado tan temible como pensaba, se ha ido sin más tras decirnos que no gritemos. ¡Pues vaya! Yo queria que atravesara mi cuerpo o mejor que poseyera a Erik y le pusiera a fregar. No ha sido nada entretenido.

Tras descubrir que los fantasmas no son tan apasionantes como nos quieren hacer creer peliculas como Casper decido contestar a los whatsapps que me habían llegado antes.

-No es nada John, es Blanca que me echa de menos, ya sabes después de nuestra aventura en el granero estamos muy cercanas. Me ha dicho que me pase después por su apartamento que no estará Hache y podemos hacer algo juntas- digo mientras sigo escribiendo. -Ya sabes, soy como una droga jajajaja- al reirme un poco en voz alta me doy cuenta de la advertencia de la señora fantasma y en seguida bajo el tono, no dando tiempo a represalias de nadie.

Pero Erik pierde la paciencia y me quita mi linterna. -¿Qué pasa Erik tu aifon no tiene linterna? Mira mi movil si digo mientras alumbro con la luz de la pantalla que no alumbra una mierda. Quiero mi linterna de vuelta ¿vale? Es una herencia familiar.

Yo también había pensado lo de la muerte del habitante de la casa pero bueno ya que estamos aquí no vamos a irnos así ¿no? Ya sabía yo que aquí ni Altair ni na de na pero oye, no podía acabar mejor el día.

Sigo los pasos de mis compañeros mientras miro bien todo lo que nos rodea.

Subís a la siguiente planta. Efectivamente está todo recién fregado y hay un fuerte olor a amoniaco. No es de extrañar. La puerta 219 está embadurnada de productos de limpieza. 

Erik devuelve la linterna a Anayansi. De hecho la planta tiene luz tenue pero no hay oscuridad en ninguna parte del edificio. Aunque en su pique los dos actúan como si aquel objeto hubiera sido de vital importancia para la exploración. 

John vuelve a prestar atención al lugar. Hay cuatro puertas casi en ruinas y de las otras seis que componen el corredor, hay ruido solo en una de ellas, a tres puertas de la 219. Se oye la televisión fuerte. 

En el piso que buscan, aparte del fuerte olor a limpieza, no se oye nada. Pero sí funciona el timbre. Nadie abre. 

John avanza despacio, con la mirada clavada en el suelo, más pendiente de sus oídos que de su vista.

-Algunos p...apartamentos están ocupados. Oigo ruidos. Pero en este no-concluye finalmente-.

Luego de que el timbre suene sin que nadie conteste, John prueba a intentar abrir la puerta girando el pomo.

-Nunca se sabe.

Está cerrado. John se pringa con el amoniaco o lo que sea que esa señora haya echado por toda la puerta. 

No obstante las puertas están viejas. Tirarla abajo a patadas no sería una locura. 

John arruga la nariz mientras se huele la mano. Sacando un pañuelo de papel de su bolsillo, se limpia aunque sabe que el olor no se irá entanto no se lave convenientemente. Viendo que la puerta no es demasiado robusta, sopesa la posibilidad de tirarla abajo. Factible pero tampoco es cuestión de soliviantar a la señora esta, que la pobre ya tiene bastante con lo suyo, así que decide probar algo más sutil: forzar la cerradura.

John saca su navaja suiza y con el filo, intenta forzar la puerta. Primero, urgando en la propia cerradura y si esto no funciona, haciendo palanca contra el marco de la puerta, que si la puerta está tan mal, quizá sea posible.

Le devuelvo la linterna de los cojones a Anayansi. Con tenerla callada me conformo... Parece que John está a tope, y pasa de nosotros. Si él no consigue abrirla con la navaja, intentaré abrirla con el hombro o de una patada.

John no consigue nada metiendo el filo en la cerradura y hurgando. Luego haciendo palanca tampoco, aunque oye crujir varias veces el pomo y las maderas que le rodean. Cesa en su empeño de usar habilidades de subterfugio que hasta ahora nunca había usado. 

Erik se tira contra la puerta y nota como esta cede pero no llega a abrirse. Por una rendija que ha aparecido le parece ver un apartamento deshabitado y algo destartalado. 

Un fuerte olor sale del mismo, aunque rápidamente es neutralizado por todos los productos de limpieza que han echado por fuera. 

Pero Anayansi lo tiene claro

- Ahí huele a muerto. O a pirámide, qué es lo mismo. ¿Nunca habéis profanado un depósito de cadáveres? Pues eso. 

Erik se frota el hombro. No se ha hecho daño. 

- Yo creo que si vuelvo a darle, entramos... ¿estáis preparados? 

Miro a Anayansi con cara de estupefacción.

- Te juro, tía, que a veces no doy puto crédito a lo que dices. Pero es verdad que huele a perro muerto... o a persona muerta. Os lo he dicho, joder, aquí mataron a alguien -les miro como esperando que digan algo-. ¿Estáis seguros de que la tipa esa no quería venir aquí porque estaban los Altair? ¿Fue algo así o más en plan que ni se nos ocurriera venir?

Empiezo a ver que más que nervioso, estoy un poco caganet. Pero entonces pienso en Kantor, en Randoll, en el hongo que mató John de una pedrada y recuerdo que yo iba a ser el puto mejor guerrero de esta jaula de locos.

- Vamos a acabar como el puto Martín.

Y tras decir eso, me lanzo contra la puerta y destrozo la cerradura.

No lo sé. A mi también me extraña... las cosas han estado tan tranquilas que había olvidado lo peligroso que puede ser Aquilea. No puedo evitar pensar que son varios y que no haríamos ningún cambio si fuéramos... pero si podemos ayudarles, quizás deberíamos hacerlo.

Se da cuenta que ya están en frente del Rumdock. Las puertas abiertas de par en par, dejan escapar la música que suena dentro del bar. Desde afuera, logra vislumbrar la barra donde tanto tiempo (o al menos se siente mucho tiempo) vivió una vida más o menos normal, con los parroquianos de siempre, con Karl, con todos.

Qué piensas que debamos hacer?....

Blanca juega con algo en su bolsillo. Un pequeño vial con un líquido azul.....

La puerta de cierre del Rumdock está medio echada, hay que agacharse para pasar al interior. No se oye música dentro aunque sí están las luces dadas. No pensaba que hubiera llegado tan pronto pero si estas son las condiciones de clientela hoy va a ser una noche aburrida y solitaria. 

Blanca se sorprende del estado de las puertas del Rumdock. En general, los turnos permiten que el bar esté abierto ya a esta hora. El que no se escuche música también es raro.

Hace dos meses, la camarera no le hubiera dado mucha más vuelta. Este barrio de Aquilea es más o menos seguro, por lo que los robos no son algo común, y la clientela del Rumdock es tan variopinta que difícilmente alguien podría querer entrar a robar... pero esto no es hace dos meses. Esto es ahora, y si algo le ha enseñado Spear, es que el cuidado no está de sobra.

Espera Hache, - susurra - el bar debería estar abierto hace horas. Quizás sea nada, pero quizás.... no. Entremos con cuidado.

Revisa el portón, por si ha sido forzado o cualquier anomalía evidente.

Antes de agacharse para entrar, mira concienzudamente alrededor, en busca de su protectora. No es una búsqueda por ayuda, sino una expectativa de refuerzos de ser necesario.

Afirma con fuerza el vial...

Pocas veces freno mis impulsos pero esta es una de esas ocasiones en las que se me eriza el bello sin necesidad de placer.

-Yo no... Yo no haría eso Erik- digo dando unos pasos atras. -Creo que el amoniaco y todo eso es una especie de protección contra lo que sea que hay ahí dentro...

Cojo la mano a John para que retroceda conmigo, no quiero estar sola. Por primera vez en mucho tiempo tengo miedo, por lo que el hombre puede notar mi nerviosismo cuanto más aprieto su mano.

Aunque me cuesta retomar el hilo viendo que el chico es mucho más sexy aun cuando habla, me da tiempo a pensar un par de cosas antes de que las palabras salgan disparadas por mi boca como si tuviesen vida propia.

Lo primero que pienso es: "Me tenía que haber arreglado más"

Lo segundo que pienso es: "Espero que este tío sea de nuestra casa porque si es de otra a lo mejor no le interesa que andemos husmeando por aquí"

Lo tercero que pienso es... ¡¡nada!! no he pensado nada, que hubiese estado bien ya que en esta vida que ultimamente tengo es fácil ponerse en peligro de muerte, a cambio me veo diciendo

- Si, si no te importa le podría dar un mensaje a Rubí Black, dile que somos vecinos del Faro, de la primera planta, y que queremos hablar con ella- a lo que añado una radiante sonrisa.

Nathan se sintió aliviado. El era un poco cabra loca a veces y temía haber puesto en peligro a Helena con su brusca carga hacia adelante. Pero parecía que su vecina le seguía el ritmo. Tal vez fuera cierto que los habían elegido con mucho más cuidado del que parecía.

“La jalea se jacta de esto” pensó. Era una broma familiar. Su padre como buen jurista usaba latinismos constantemente, y cuando él preguntaba que significaba, su madre se inventaba alguna respuesta absurda. En este caso se trataba de la locución “alea jacta est”

-Y que no tenemos luz- Añadio Nathan, pensando que quizá el lema de la casa sirviera para que la mujer los viera más simpáticos. Si el guaperas no estaba en el ajo, podría pensar que eran los típicos inquilinos que no paran hasta que su casero les arregla la avería de turno, en este caso el suministro de electricidad.