Partida Rol por web

Erebus

Escena I: Se acerca el invierno

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10/10/2012, 21:08
Adrien Le Brun
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (1 dados): 10

Éxitos: 1

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (1 dados): 6

Éxitos: 0 Fallo

Notas de juego

He hecho la segunda tirada para Harald, si te parece bien. Dado que mi personaje sigue en sus cabales, esperaré a ver qué hacen los otros postear, para tratar de tranquilizarlos o ayudar con algún herido.

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11/10/2012, 09:32
Jacques Goubert

Los turbados ojos de Jacques miraron fijamente a las dos estrellas que se alzaban sobre sus cabezas. El soldado tuvo la impresión de que su cuerpo se elevaba y de que aquellos dos gélidos puntos se hacían cada vez más grandes y que, de un momento a otro, acabarían por engullirlo. Aterrado Jacques corrió hacia el doctor Tessier con la cara desencajada.
“Nunca debió embarcar esa mujer ¡Se lo dije, Doctor!”
 

- Tiradas (2)

Tirada oculta

Motivo: humanidad

Dificultad: 9

Tirada (8 dados): 5, 6, 10, 1, 8, 4, 2, 5

Éxitos: 0 Fallo

Motivo: humanidad

Dificultad: 9

Tirada (8 dados): 4, 2, 1, 1, 1, 10, 9, 3

Éxitos: -1 Fallo

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14/10/2012, 13:04
Adrien Le Brun

Adrien se agachó junto a la barandilla y arrastró a la baronesa con él. Cubriéndola con un brazo, abrazó a Harald con el otro y esperó a que el viento amainase.

Las jarcias, las velas, los cabos, el hielo... Danton. Las leyendas les habían advertido de las extrañas criaturas; dioses antiguos que se habían refugiado, sin duda, en el hielo, huyendo de la cristiandad. ¿O era aquello muy distinto a los castigos con los que Hera se había vengado de Hércules?
Cuentos que la humanidad había querido olvidar, pero no por ellos menos auténticos. Tenía la gran suerte de haberlos visto con sus propios ojos, aunque no estaba alegre. Bajo aquella maldita ventisca ni siquiera podía tratar de disparar a Danton y acabar con su agonía.

Cuando la criatura se alejó (pues no cabía duda de que aquella tormenta estaba viva) Adrien trató de poner bajo cubierta a cuantos hombres pudo y luego se refugió el mismo. Por la mañana revisarían el barco de cabo a rabo, lo primero era protegerse del frío y de la tormenta. Tenía que hablar con el capitán. Si el barco estaba dañado y el hielo los cercaba (por no hablar del pánico que había cundido entre los hombres) no llegarían mucho más lejos.

- Tiradas (1)

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (1 dados): 9

Éxitos: 1

Notas de juego

Lo que quiero decir es que Adrien caballerosamente trata de proteger a la baronesa de las esquirlas de hielo, ventisca, etc.

No sé qué proporción de locos-cuerdos hay ahora mismo en cubierta, pero Adrien empieza por ayudar a los "cuerdos". Si Catalina parece suficientemente cuerda, Adrien la llevará a su camarote la primera y le pedirá que cuide de Harald (aunque en realidad sea al revés) hasta que pueda ir a buscarlos por la mañana. Si resulta estar fatal la dejará la última para que el frío la tranquilice y si no se ha "guardado" ella sola la arrastrará, pero no le dejará al perro.

PS: Pues va a ser verdad que Harald da suerte XD

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14/10/2012, 13:41
Ludovic Tessier

Ludovic abrió tanto los ojos al ver cómo el hombre, aún vivo a pesar de su dictamen, salía despedido por los aires, que los sintió doloridos. La escena que continuó fue sobrecogedora, pero su mente era demasiado científica para dejarle creer lo que había visto.

Vaya vientos que tienen por aquí —clamó, con cierto tartamudeo en su voz. Ni él mismo terminaba de creerse sus propias palabras—. Y claro, tanto tiempo embarcado… ya sabéis, así es como tenemos ilusiones, en situaciones de estrés. Algunos defienden que el hielo, en conjunción con un viento fuerte, puede crear sonidos similares a gritos humanos. Todo está bien —insistió, más para sí mismo—. Todo está bien.

Sin embargo, sus manos temblaban, agarradas firmemente en el pasamanos del barco.

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14/10/2012, 14:10
Ojo-de-Cuervo

Ante la temible visión el algonquino se echó a temblar incontroladamente. La manifestación física de los espíritus del lugar no era sobrecogedora, sino absolutamente demencial. Acostumbrado al trato -aunque sea a través de terceros- con el Otro Mundo, sin duda el montaraz entendía mucho mejor que los ignorantes franceses qué es lo que se les había echado encima. Estaba completamente equivocado en sus suposiciones: los espíritus del lugar querían sacrificios, y los querían inmediatamente. Eran sanguinarios y terribles, nada acostumbrados a la presencia del hombre. Tenían sed de sangre y hambre de almas.

Nadie sobreviviría.

Ojo-de-Cuervo, de rodillas y completamente congelado -no por el frío, sino por el atávico terror que le invade-, murmuró entre dientes frases inconexas en su propio idioma, una serie de lamentos aterrorizados que se entrelazaban con el viento incluso después de que la terrible aparición desapareciera. El algonquino no temía a hombre alguno, pero el poder de la misma tierra era algo completamente diferente. Como comparar el poder de una hormiga con el de una bota. Los espíritus del viento y la cellisca se habían despertado y habían descubierto que odiaban.

Nadie sobreviviría.

Se llevó las manos a las sienes, golpeándose repetidamente la cabeza intentando eliminar de su memoria la visión de... de.... No, ya ni siquiera podía ponerle nombre. Sus lamentos se hicieron más fuertes, tanto como indeleble se hacía el recuerdo de esos dos ojos brillantes de inconmensurable maldad y odio atravesándole el alma a él con codiciosa hambre. La imagen era tan horrible que siguió golpeándose con fuerza hasta hacerse perder la consciencia.

Nadie sobreviviría.

- Tiradas (1)

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (7 dados): 2, 1, 1, 2, 1, 8, 6

Éxitos: -3 Pifia

Notas de juego

¡¡¡¡AAAAAAARRRRGGGGGGG!!!!

...

...

Señores, están ustedes junto a alguien que ya ha empezado a recorrer la espiral descendente de la locura cthónica.

¡Y por la puerta grande!

Felicidades, y gracias por elegir "Erebus Travels".

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14/10/2012, 14:11
Catalina d'Uberville

- Dios mío, Dios mío...- musita Catalina, obnubilada. Deja que el joven LeBrun la aparte de la tormenta, sujetándole los dedos con tanta fuerza que le corta la circulación-. ¿Qué acaba de pasar? - le pregunta, aunque lo sabe. Sabe lo que ha visto y lo que se negará a sí misma hasta creer que no ha pasado. El viento es sólo viento. La nieve es sólo nieve.  Y son las privaciones, la temperatura y la mala alimentación lo que ha provocado una alucinación colectiva. Ella misma ha escrito un par de breves estudios sobre tribus perdidas que sufren y participan de esas ilusiones comunales en busca de la conexión con sus dioses.

Tras unos minutos se calma. Pese a ser una mujer, y pese a lo espantoso de lo que acaba de ocurrir, Catalina es una persona sensata que ha lidiado con suegra, hijo y esposo; y consigue sobreponerse. Harald gimotea y ella le acaricia las orejas. Cuidar de alguien es la mejor manera de dejar de preocuparse de uno mismo.

- Buen chico... -le susurra. Levanta los ojos hacia LeBrun, se da cuenta de que todavía le está apretando la mano y se la suelta-. Disculpe, joven.  Creo que necesito una taza de té.

Sí, té. Una bebida caliente con azúcar. Es lo mejor para devolverle el sentido común a su cerebro. 

Danton no ha sido devorado por una criatura de ciclópeas proporciones hecha de nieve y frío. No crees en el hombre del saco, Catalina. Son más peligrosos estos marineros supersticiosos que quieren tirarte por la borda.  Qué diría Marcele si te viera aterrorizada como una niña en una tormenta de verano.

Quizá las proporciones hayan cambiado -no es una niña sino una mujer madura; no es verano sino que están en el  mismísimo corazón helado del mundo-, pero el miedo ante la tormenta que sentía cuando tenía cinco años es el mismo. Potente, ácido, incapacitador.

- Tiradas (1)

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (6 dados): 4, 7, 7, 8, 5, 10

Éxitos: 1

Notas de juego

Winning!

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19/10/2012, 12:22
Director

En pocos momentos, la cubierta del Erebus quedó desierta. Aterrados marinos empujaron a sus compañeros más impresionados hacia la relativa seguridad de las bodegas. Pálidos como espectros, la mayoría se santiguaba una y otra vez, besando medallas de santos y biblias, o bien aferraban menos ortodoxos amuletos que portaban consigo para alejar la mala suerte. Unos cuantos se agazapaban llorosos en los huecos más recónditos de la nave, entre sacos de harina y mantas o incluso dentro de algún tonel vacío. El corso Mussini se había apoderado de un hacha y a grandes voces exigía que le dejasen salir a matar aquella bestia. Fue finalmente  el duro puño del contramaestre Chabrillane el que acalló sus gritos dejándole sin sentido.

Tras unos interminables minutos el capitán Bourmont descendió por la escotilla de popa. Su rostro y sus ropas cubiertas de escarcha, en sus ojos podía aún leerse alguna profunda inquietud, pero inmediatamente volvió a atronar todo el buque con sus terminantes instrucciones:

-¡¡¡Ponga fin a este tumulto, señor Chabrillane!!! ¡Silencio todo el mundo! ¡Reunión de oficiales! ¿Dónde están la baronesa y el doctor? ¡Todos a mi camarote inmediatamente!

Notas de juego

Señoras y caballeros, ahora os vereis divididos en dos grupos (por exigencias del guión) siguiendo mi peculiar lógica. Si alguno de vosostros desea que su personaje haga otra cosa, decidlo.

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19/10/2012, 12:25
Director

Una mano callosa agarró la barbilla de Ojo de Cuervo y unas pupilas negras e impasibles le escrutaron un segundo. A la luz mortecina de una vela, el algonquino reconoció el discreto rincón bajo el castillo de proa en que se encontraba y recordó cómo, entre nieblas, los firmes brazos de otro de los lenguas embarcados le habían arrastrado hasta allí. Tres Alces era un Hurón de los Óttawa, huesudo pero de gran vigor, y ahora le observaba atentamente como tratando de averiguar si los espíritus de la locura habían abandonado su corazón. Estaban apretadamente sentados tras unos barriles y un fardo de pieles de foca junto al otro indígena de la expedición. Se trataba de Iqanuc, un esquimal pequeño y chato que olía a grasa y pescado podrido, de pelo grasiento y tez quemada por los hielos. Apretaba entre sus dedos una tira de cuero a la que apresuradamente hacía toda una serie de raros nudos.

Junto a ellos destacaba la pálida cara de Goubert, que allí agachado les miraba confuso. Igual que a Ojo de Cuervo, Tres Alces le había asido de un brazo y arrastrado bajo la cubierta, llevándole a través de todo el barco hacia su escondite. Se habían abierto paso a empujones y codazos entre los demás hombres, que buscaban refugio, gritaban de terror o procuraban apaciguar a sus camaradas más desquiciados. Cuando Tres Alces le empujó al lado del inuit y éste miró con suspicacia al soldado, el algonquino sólo adujo una razón: “su piel es blanca pero su espíritu es Hurón”. E inmediatamente se fue para regresar al poco tiempo junto con el alucinado Ojo de Cuervo.

Ahora los cuatro se apiñaban tras los barriles y hablaban en susurros. Tres Alces empezó a hablar en la lengua de su pueblo, pero al notar la confusión de Goubert meneó la cabeza contrariado y utilizó el francés, bajando a un más la voz.

-Hermanos, los franceses no han traído a una tierra habitada por manitú malvados. Iqanuc piensa igual que yo. Dice que conoce a este demonio de los hielos, que es un ser poderoso y feroz al que sólo se puede apaciguar con sangre. Él lo llama de otro modo, pero yo creo que es Wendigo –añadió, acompañando la última palabra con un gesto de respeto a los espíritus.

-El Que Camina con Vientos Helados –terció Iqanuc en un vacilante francés- es caprichoso. Puede estar satisfecho ya, o puede querer llevar a todos. Toma los nudos –continuó, entregando a Ojo de Cuervo el primitivo rosario- y deshazlos cuando aparezca. Medicina inuit. Puede protegerte, quizás. Pero tened en la cabeza que Quien Camina con Vientos Helados procura llevar al débil o al herido, como amaruk(1), pero castiga al que se le opone, como anuk(2).

Notas de juego

(1) lobo ártico.

(2) oso polar.

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19/10/2012, 12:28
Ludovic Tessier

El grito del capitán Bourmont despertó a Ludovic de sus oscuros pensamientos. Su mente solía funcionar como una de esas máquinas que cada vez más se esparcían por todo el mundo civilizado: calibrada, engrasada, mecánica. La lógica sostenía todo su ser, pero por mucho que justificase lo ocurrido, parte de él, en la zona más profunda de su cerebro, había cambiado. Un asomo de duda en su seguridad científica nublaba el futuro de sus convicciones.

El médico se acercó lo más rápidamente que pudo al capitán, resbalando sobre la helada superficie más de lo usual. ¿Era también efecto de sus titubeos mentales, o simple casualidad? ¿Hacía más frío, o sus estremecimientos se debían a esa nueva sensación interior?

¿Aún le queda algo de ese vino tan bueno que bebía el otro día? —dijo al capitán, dirigiéndose hacia su camarote. Tenía seca la garganta—. No me vendría mal un poco… para colorear mis mejillas. Ya sabe lo atractivo que me pongo cuando se ruborizan —pero su broma no sonó convincente ni siquiera para él mismo.

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19/10/2012, 12:43
Capitán Louis Bourmont

La estrecha habitación apenas podía dar cabida a todas las personas que la ocupaban. El capitán Bourmont, apartado su escritorio contra una pared, permanecía en pie junto al resto de sus oficiales, prácticamente hombro con hombro. Inútilmente, cadetes y oficiales procuraban hacer un respetuoso hueco a la baronesa, y en el exiguo camarote el calor de todos y el olor de todos flotaba como una atmósfera agitada y preocupada. Únicamente se contaba la ausencia del cadete Charriere, postrado en el camarote de oficiales, incapaz de moverse o hablar siquiera tras presenciar el accidente de Danton. Los presentes sabían de su estado, y que ello no presagiaba nada bueno, si bien procuraban por todos los medios mantener la compostura y ocultar su nerviosismo.

-Madame, monsieurs –comenzó el capitán, que se agarraba las manos para contener la tensión-, no hace falta decir que nuestra situación es crítica. Esta tormenta nos tiene atrapados en el hielo, y no tenemos certeza de nuestra localización exacta. La tripulación está intranquila por ello y por otras causas, y ademas hemos… hemos perdido a un hombre. Si bien no creo que podamos hacer gran cosa para liberar el buque, en estas circunstancias es esencial que la tripulación permanezca ocupada. Para dar solución a todo esto, en vista de que al fin el tiempo parece mejorar… incomprensiblemente… -añade para sí mismo en un susurro-, organizaremos grupos de reparación a bordo y partidas de exploración, tanto para hallar a Danton como para determinar puntos geográficos que nos permitan establecer nuestra situación. Quiero voluntarios para estas partidas.

A nadie pasa inadvertido que, aunque siempre educada, su mirada se fija especialmente en la señora D’Uberville.

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19/10/2012, 14:07
Jacques Goubert

El penetrante olor a pescado podrido que emanaba del cuerpo del inuit sacó poco a poco del ensimismamiento al soldado, pues hasta que fue arrastrado por los indios Jaques, con la cara desencajada y pálida como el rostro de un cadáver, balbuceaba palabras sin sentido aparente. Goubert no podía evitar pensar en aquellos gélidos ojos ¿Qué demonios era aquello? Los indígenas creían tener la respuesta y el soldado les escuchó atentamente, pues sabía que la sabiduría de éstos era mayor que la de sus chovinistas compatriotas.
“Wendigo…al que sólo se apacigua con sangre… Si quiere tan solo eso ¿Por qué no se la damos? ¿Nos dejaría en paz al resto si le ofrecemos a alguno de los inútiles que pueblan el barco?”, dijo dirigiéndose a Tres Alces.
 

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19/10/2012, 20:57
Catalina d'Uberville

- Por supuesto, capitán -asiente a su significativa mirada, rápidamente. Sí, es una dama, pero es evidente que no es cualquier dama-. Nunca me he movido sobre hielo, pero me vendrá bien estirar las piernas . Además, temo que después de este asunto, algún exaltado miembro de la tripulación decida... -se queda pensativa, buscando un eufemismo- implementar sus posibilidades de tranquilizar al mar, por decirlo delicadamente. Creo que estaré más segura abandonando el barco una temporada. No obstante -suspira largamente, cambiando de tema-, creo que no deberíamos albergar excesivas esperanzas de encontrar al señor Danton -evita decir "difunto señor Danton"-. Los fenómenos climáticos de esta magnitud son impredecibles.

Catalina mira a su alrededor, los rostros nerviosos, las expresiones meditabundas, los gestos de pánico contenido a duras penas. Ay, Señor. Hombres. Tanta agresividad y luego son como niños, asustados ante una mera tormenta. Bueno, quizá haya sido una tormenta un tanto peculiar, sí. Pero aún así, es sólo clima.

¿Va a haber un motín? Capitán , mírame a los ojos... llevas años navegando. Tienes que olerlo. Catalina clava la mirada en el capitán, buscando en ellos una respuesta a una pregunta no formulada.

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20/10/2012, 12:06
Adrien Le Brun

De locos.

Si buscar puntos de orientación en medio del mar de hielo era una misión imposible (Navegaban por territorio desconocido, ¿qué puntos pretendía encontrar?) añadir la búsqueda de Danton la transformaba en descabellada. Y además, un Bóreas furioso contra los humanos que habían perturbado su morada, los esperaba ahí fuera. Lejos del resguardo del barco se convertirían en presas fáciles para su venganza. Sería mejor centrar los esfuerzos en reparar la nave y prepararla para nuevos imprevistos, para zarpar inmediatamente en cuanto el hielo liberara el casco.

Si es que lo hacía.

Suspiró. El capitán había pensado lo mismo que él; la misión a la que los mandaba no tenía por objetivo encontrar nada, sino mantener la esperanza de que aún quedaba alguna salida. Buscó la mirada del capitán y la sostuvo:

Capitán, iré a buscar alguno de esos puntos sobre los que orientarnos con los hombres que asignéis. Y la dama, por supuesto, si quiere unirse a nuestro grupo. El perro vendrá con nosotros. He de solicitar un par de noches (claras) para estudiar las estrellas antes de partir, pues nos sería de gran ayuda. Pero he de hacerle una pregunta, y le ruego que no se ofenda y me responda con honor: si el hielo se abre mientras estamos fuera, ¿nos esperarán, o nos dejarán abandonados?

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20/10/2012, 14:17
Catalina d'Uberville

- Joven -Catalina interviene con una sonrisa dulce y maternal, dándole un par de amables palmaditas en el dorso de la mano a LeBrun-. Comprendo su preocupación, pero el capitán Bourmont es un caballero y un oficial de la Armé. Antes se dejaría arrancar los ojos que abandonar a sus hombres. 

Pese a que las palabras del joven dueño de Harald no tratan de ser malintencionadas, sino pragmáticas, tal y como están las cosas cualquier chispa puede organizar un incendio de proporciones descontroladas. Catalina no es estúpida... es evidente que van a ser destinados a una tarea que fracasará, pero el objetivo es sacarlos de este hervidero de nervios en que se ha convertido el Erebus.

- Estamos todos muy tensos. Nos vendrá bien tener algo que hacer, como muy sabiamente ha indicado el capitán Bourmont. No debe preocuparse -le insiste a LeBrun.

O no por eso, joven. Preocúpate más bien por la falta de víveres, la posibilidad de un motín o la ausencia de material para las reparaciones.

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20/10/2012, 15:32
Ludovic Tessier

-Supongo que necesitarán un médico, o no me habría llamado, capitán -Ludovic miró el apelotonado camarote-. Pero si quiere que nuestra querida baronesa regrese sin una uña rota -su cabeza se inclinó hacia Catalina-, necesitará mandar a algo más que a un pobre sanador como yo. Uno no sabe qué encontrará en un lugar remoto... y extraño... como éste.

Normalmente, Ludovic sería el primero en ofrecerse voluntario para cualquier tipo de aventura. Su espíritu renacentista prácticamente obligaba a su cuerpo a moverse, a ver, a sentir. ¿Qué habrá más allá del horizonte?

Pero, en ese momento, no estaba seguro sobre si su habitual valor era más bien temeridad. ¿Qué esperaba allí fuera, por encima del viento y el hielo?

Tragó saliva, y se forzó a sonreír.

-Con un ejército bastará, capitán. O dos.

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20/10/2012, 21:13
Adrien Le Brun

- No es el capitán quien me preocupa, mi señora - respondió calmadamente Le Brun, sin apartar la mirada de Bourmont - Hemos de estar preparados para cualquier eventualidad. Son aspectos que hemos de discutir, para saber a qué atenernos.

Como Catalina parecía una mujer valiente y entusiasta, pero Adrien odiaba su actitud maternalista (quizá por falta de costumbre). La prefería mil veces como baronesa, distante y algo frívola. En realidad prefería cualquier actitud distante, que le dejara tiempo para pensar. Apartó con delicadeza la mano. Una misión de esperanza era una maniobra inteligente, pero el joven no iba a dejar que se convirtiera en un suicidio. Tenía que volver a Francia. Tenía que volver con Giselle.

Y tenían que calmarse. En eso estaba de acuerdo con ella.

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21/10/2012, 01:33
Capitán Louis Bourmont

El capitán se permitió esbozar una sonrisa ante el comentario aprensivo de Tessier.

-Descuide, doctor, no es mi intención arrojarles a la nieve sin protección. Como mínimo un guía nativo, un soldado, un cadete y un oficial, más cuantos se ofrezcan voluntarios, formarán cada grupo de búsqueda.

"Por otro lado –continúa, endureciendo severamente su expresión-, comprendo sus inquietudes al respecto, monsieur LeBrun. Despreocúpese. Si el Erebus quedase libre antes de que regresaran las partidas de búsqueda se les aguardará un mínimo de cinco días, siempre en tanto la meteorología lo permita. Sin embargo, no podrá disponer de tiempo para calcular los parámetros astronómicos, como tampoco el señor Danton dispone de él. Por si no lo recuerdan, caballeros, ese infeliz gritaba mientras era arrastrado por el viento. Esto es que según nuestra última certeza, puede encontrarse vivo aún, herido y congelándose en algún lugar sobre el hielo. Así pues, se saldrá en su busca en cuanto la claridad del día lo permita.

Notas de juego

Quisiera aclarar, porque no se especifica en ningún sitio, que el Erebus NO emprendió el camino de regreso ayer. De hecho no es probable que se encuentre ya en Terra Incognita o en un lugar por el que no hayan pasado anteriormente. Pero eso sí, debido al mal tiempo, no han sido capaces de establecer una localización exacta en el mapa. Por ello determinar algún accidente natural que les ilumine al respecto es el otro objetivo de las expediciones.

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21/10/2012, 01:35
Tres Alces

-Hermano blanco, tu corazón es el de un carcayú(1) –reconoció Tres Alces con un cabeceo apreciativo-. Puede que Quien Camina con Vientos Helados se haya marchado ya. Si regresara un sacrificio le apaciguaría, pero no debemos correr como caribú loco. Debemos caminar silenciosos como el lince, pues levantaríamos la ira del Sachem(2) Bourmont y de todos los franceses, y nos ahorcarían. Tal vez debamos elegir ya algunas víctimas posibles, por si… …el Wendigo-pronunció con voz aprensiva- … volviese.

Notas de juego

(1) (Gulo gulo). Glotón, mustélido boreal conocido por su agresividad.

(2) Palabra algonquina: jefe o cacique.

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21/10/2012, 12:42
Adrien Le Brun

- Bien - respondió el joven - Entonces será mejor que empecemos a preparar la expedición cuanto antes. Creo que puedo preparar para Harald un pequeño trineo; nos será útil cuando encontremos al marinero. Permiso para retirarme.

Así que no era una farsa. No había ninguna intención velada; el capitán creía realmente que podían encontrar al pobre Danton y para vestir el santo, no le importaba desvestir a otros, como dirían los españoles. Sin esperar su respuesta caminó hacia la puerta. No le faltaba disciplina, no pensaba amotinarse ni desobedecer... pero no se le podía pedir que siguiera esas órdenes alegremente.

- Espero, mi señor, que también salgáis a buscarnos a nosotros con tanto ahínco como a Danton cuando sea preciso -.

Al fin y al cabo, el capitán no lo había elegido para seguir ciegamente las instrucciones. Para eso ya estaban los demás.

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21/10/2012, 12:49
Ojo-de-Cuervo

Los espíritus de estas heladas tierras con agresivos y feroces, sin duda. Como la propia tierra. Al algonquino no le hizo mucha gracia la explicación del inuit, pero estaba claro que Tres-Alces tenía razón. Que Goubert tenía razón.

"Esos ojos..."

Reprimió un escalofrío para que los demás no vieran el estado inestable en el que todavía se encontraba su alma. Para ello se ayudó del extraño fetiche que Iqanuc le había puesto en la mano. Acostumbrado a los tejemanejes de y con lo espíritus, no se le hizo raro el sostener un objeto con propiedad especiales. Lo guardó con cuidado reverente en su zurrón y agradeció el obsequio al inuit con un seco cabeceo. Después se volvió hacia el otro hurón y el francés.

-Es posible que tengáis razón -pareció dubitativo-. Pero... no me gustan estos espíritus. Wendigo es un espíritu malvado, enemigo de los hombres y de todo lo que significan -sacudió al cabeza una vez, dos veces, tal vez con demostrando demasiado sentimiento para el habitualmente lacónico proceder de Ojo-de-Cuervo-. Si le capitaine insiste en seguir... tendremos problemas. Pero es posible que tampoco podamos volver sin ofrecer más sacrificios...